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guardia civil; lo cual no hay que decir si contribuye á que en las poblaciones rurales vayan mirando con prevención á los individuos de este benemérito instituto.

Con semejante sistema, sucede ahora que los montes presentan un aspecto lastimoso; por una parte, talas de brutal devastación; de otra, expesos breñales, aniquilados por la oruga, convertidos en guaridas de fieras, donde el ganado lanar no puede penetrar sin dejar la lana entre las matas y la carne entre los dientes de lobos y zorras. Y despechados todos aquellos vecinos con el actual sistema, no considerando ya el monte como cosa propia, sino de un enemigo que les veja, no reparan, hasta los hombres más honrados y los de mejor posición social, en convertirse en incendiarios: un fósforo tirado intencionalmente, comunica pronto el fuego al monte bajo, y de éste á los árboles más corpulentos, cayendo así á mano airada robles gigantes que vieron pasar á tantos pueblos y razas como han invadido la Península desde los iberos y fenicios, y á quienes solemos distinguir con el apelativo de bárbaros. Con estas deplorables quemas consiguen dos objetos: más abundante pasto para el ganado y leña seca para el hogar; cuando se trata de monte muerto, no suelen ser tan pesados los trámites del indispensable expediente.

Madera de haya.-Hasta hace poco tiempo, aquellos interminables montes de hayas colosales, bajo cuyas raíces se filtran las primeras gotas de agua procedentes de los ventisque. ros que dan vida á los ríos Arlanza y Arlanzón, podían considerarse montes vírgenes, pues apenas había penetrado en ellos el hacha. Dos eran los productos que se obtenían: el ove (hayuco), para engordar los cerdos; y el mogo (moho), parásito vegetal de color gris pajizo (algún raro ejemplar, negro, que suele ser más suave), de filamentos cilíndricos de unos Om40 de largo y á veces más, formando madejas que crecen entre el ramaje, y se extiende también por el tronco, hasta cerca del suelo (1). Recogen este parásito, no sin peligro, subiéndose á las

(1) El no hallarse en el nacimiento del tronco, acaso consista en que los corzos se alimentan con él en invierno, cuando cubre el suelo una gruesa capa de nieve. Sin embargo, á la altura donde los corzos no pueden alcanzar, no es

hayas, en días que no tienen ocupación más perentoria, así en invierno como en verano, llevándolo á casa en grandes sacos y almacenándolo para alimentar en invierno y principios de primavera á los bueyes y cabras, que lo comen con avidez. Para la oveja es demasiado áspero y duro.

De vez en cuando, venían unos montañeses de la provincia de Santander, quienes, con autorización del Ayuntamiento, cortaban, en el sitio que se les designaba, varias hayas, de las cuales sacaban algunos miles de palas, que en carretas se llevaban á tierra de Campos. Luego se instaló, procedente de Aranda de Duero, un industrial que emp rendió en mayor escala la explotación del haya, casi exclusivamente para palos de sillas de las llamadas de Vitoria, estableciendo talleres de tornear, primeramente en Riocabado y más tarde en Barbadillo. de Herreros. Con la grande extensión de los hayales y el abundante material que se obtenía de cada árbol, apenas se notaba en el monte la acción de esta industria. Llegaron luego contratistas navarros para extraer duela, dedicada, según sus compromisos, á la confección de barriles de harina y otros usos; y por esta puerta hallaron entrada infinitos abusos, que los Municipios no pueden reprimir por la exigua ó ninguna intervención que tienen en estos asuntos.

En los hayales no es fácil que se cebe el fuego, por la altura á que se desarrolla su ramaje; además, siendo éste tan frondoso y compacto, y no dando paso á los rayos solares, impide que nazcan en el suelo arbustos y maleza, que sirven en otras partes de cebo al incendio.

Empero, otro enemigo tan terrible como el fuego ha caído sobre ellos y les amenaza de muerte: el contratista y los remates, que á su vez han engendrado un sér exótico y desconocidoantes en aquel país: el cacique, que crece y prospera á la sombra de la centralización. Todas las dificultades y asperezas que los pueblos hallan á su paso cuando se trata de resolver expedientes en asuntos de poda para proveerse de leña, es camino fácil y ameno para los contratistas y para el cacique. Se rema

tan abundante y largo como en las ramas elevadas y en la parte superior del tallo.

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tan 500 hayas, por ejemplo, y se cortan 5.000. Se señalan unas y se cortan otras diferentes en terrenos donde les és más barato y fácil el arrastre, ó hacen que se marquen las que ellos quieran y donde mejor les conviene. Los encargados de vigi- \ lar el cumplimiento del contrato, hacen lo que el mundo cuando no quiere ver: cierran los ojos. Á los antiguos dueños, ó sea, los vecinos del pueblo, rebajados á fuerza de vejaciones y convertidos en parias, no les hace ya mella su papel de cómplices ó encubridores, con la esperanza, aunque remota, de lograr alguna migaja del festín.

¡Pueden estar orgullosos de su obra los autores de semejante sistema! Á virtud de él, pronto habrán acabado de desaparecer los majestuosos bosques de la Demanda y Urbión; hasta las raíces buscarán luego con avidez sus moradores para dar calor á sus ateridos miembros; y aquellas pintorescas montañas, llenas de vida, pobladas por una fauna y una flora tan ricas como acaso mal conocidas, perderán con el arbolado la capa vegetal enriquecida de siglos con sus despojos y protegida por sus raíces contra los arrastres de las lluvias; donde el jabalí y el corzo andan aún en manadas, no hallará el ruiseñor una mata que le dé sombra ni un albergue donde hacer su nido; y en las herbosas colinas donde los becerrillos y los potros salen ahora á ejercitar sus fuerzas y ensayarse en la carrera, llegará día en que sólo el buitre y el águila posarán su planta rapaz sobre aquéllas que vendrán á ser rocas desnudas, para atisbar su presa allá en los bajos de la comarca, adonde habrá ido replegándose la vida..

Madera de pino.-En los pueblos de la provincia de Burgos, Huerta de Arriba, Neila, Quintanar, etc., puede decirse que está el núcleo de los llamados pinares de Soria. El estado de éstos era floreciente cuando su administración y custodia corrían á cargo de los Municipios. Hacían sus cortas metódicas, y su producto en especie se repartía por igual entre pobres y ricos: los que no podían labrar las maderas ó aserrar las tablas, vendían á otro su derecho. Antes de construirse el ferrocarril del Norte, sus tablas y maderas tenían salida para Burgos, Valladolid, Palencia y algún otro punto de Castilla, á donde se

dirigían con sus pesadas y chillonas carretas. La pez continúa elaborándose, como antes, por procedimientos primitivos: la extraen de las raíces de los pinos cortados, tanto más ricas en resina cuanto más tiempo hace que se cortó el tronco.

Además de la madera ó pinos que á cada vecino le tocaban en suerte, cuando á uno de éstos se le quemaba la casa ó tenía que edificar una nueva, el Ayuntamiento, informado por peritos, concedía, previa solicitud, el número de pinos que para el caso necesitaba.

Ya todo ha cambiado: la devastación ha penetrado en los pinares como en los hayales, en forma de contratistas y rematantes. Todos mandan allí, menos los Ayuntamientos empobrecidos; largas filas de carros sacando la madera y humeantes hornos haciendo carbón, darán pronto fin á aquellos famosos pinares de donde salió en el siglo pasado gran parte del material invertido en los navíos que con sus heróicos tripulantes hallaron luego su tumba en las aguas de Trafalgar.

Ganaderia.

Ganado de cerda.-Aprovechamiento de la bellota y del ovè.— Para aprovechar la bellota y el ove (hayuco), conservan los Municipios la libertad y buenas costumbres de los tiempos pasados. No van las personas á buscar y recoger estas semillas, sino que emplean otro procedimiento más sencillo y menos

costoso.

A mediados de Octubre, elige el Ayuntamiento á dos vecinos prácticos, dándoles el encargo de reconocer los montes tanto de haya como de roble, é informar acerca del número de cerdos que se pueden echar á la montanera, según el cálculo que hagan en vista de la cosecha existente de ove y bellota. Ordinariamente, suelen admitirse dos cabezas por cada vecino; alguna vez, una; con frecuencia, tres; rara vez, cuatro. Son contados los años en que se carece en absoluto de montanera: se dan algunos casos, sin embargo, por efecto de la oruga en el roble, y alguna que otra vez en el haya. Este precioso árbol produce fruto todos los años con más ó menos abundancia, generalmente alternando, un año mucho y al siguiente muy

poco. Es el primero que echa hoja en aquel país con perjuicio del fruto en los años que ocurren escarchas ó heladas tardías.

Generalmente se prefiere la bellota para el engor de de los cerdos destinados á la matanza: uno, por hallarse los robledales más próximos al pueblo; y además, porque cuando la ceba se ha hecho con el fruto del roble, se conserva mejor la carne, si bien es más sabrosa la de los cerdos cebados con ove.

En aquella comarca, con pocas excepciones, todos los vecinos, pobres y ricos, crían cerdos en casa, desde uno hasta seis entre grandes y chicos, dando preferencia á las hembras por la ganancia que obtienen con las crias. La lactancia de los lechoncillos dura de cuatro á cinco semanas; llegados á esta edad, valen de dos á cuatro duros cada uno, según las exigencias de la oferta Ꭹ la demanda. Una cerda suele criar de cuatro á siete cada vez. Después de varias crias, proceden á la castración de la hembra unos meses antes de engordarla. Los capadores son generalmente franceses: suelen hacer dos escursiones al año y se ajustan directamente con los Ayuntamientos, de quiénes cobran la cantidad estipulada.

Convenidos ya en el número de cerdos que cada vecino ha de echar á la montanera, se anuncia ésta con tiempo, para que el que no los tenga, pueda vender su derecho á quien mejor le convenga, sea vecino ó forastero. Lo más frecuente es arreglarse con vecinos del mismo pueblo, á razón de tres ó cuatro duros por cabeza (1), cantidad que no está, por cierto, en relación con las libras que el ganado aumenta durante la temporada. Si el que compra el derecho de montanera á un vecino es forastero, el vendedor ha de dar alojamiento por la no che al cerdo ó cerdos cuando regresen del monte y salir los primeros días á las afueras del pueblo, cuando la piara regresa, para enseñarle el camino de casa, el cual aprenden muy pronto.

En los primeros días de Noviembre, se imprime una marca con hierro candente á cada uno de los cerdos que han de formar parte de la piara destinada á montanera, sean forasteros

(1) Hace cincuenta años que en Gallejones (partido de Sedano), por 20 reales se admitían cerdos forasteros para toda la temporada.-J. D.

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