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los mismos que en los tiempos modernos se han conservado; dió á la infantería el fusil con bayoneta, y sustituyó la espada corta á la larga que se habia usado hasta entonces; creó regimientos de caballería ligera y de dragones, debiendo servir estos últimos para pelear alternativamente á pié y á caballo, segun las circunstancias y las necesidades; instituyó las compañías de carabineros y granaderos, formándolas de los soldados mejor dispuestos y de mas valor y destreza; abolió para la gente de guerra el incómodo y embarazoso trage de golilla, invención de un holandés é introducido por Felipe IV., haciéndolos vestir el uniforme militar, y dejando aquél para los ministros, consejeros y jueces; creó un regimiento de guardias de la real persona, segun habia comenzado ya á hacerlo en Milan; y ¡cosa digna de notarse! nombró coronel de este cuerpo al cardenal Portocarrero (1).

Desde su regreso de Italia se dedicó con ahinco á hacer levas y levantar gente por toda España para acudir inmediatamente á la defensa de las fronteras, que contaba habian de ser pronto acometidas. Fué ciertamente prodigiosa la espontaneidad con que los pueblos y las provincias de España, en medio del abatimiento y pobreza en que las dejaron los últimos reinados, se ofrecieron á hacer todo género de sacrificios, acudiendo unas con cuantiosos donativos para el

(1) Macanaz, Memorias manuscritas, cap. 14.

mantenimiento de las tropas, levantando otras á su costa tercios y regimientos enteros que enviaban al rey armados, municionados y vestidos "); de tal modo que en poco tiempo pudieron ponerse sobre las fronteras de Portugal veintiocho mil infantes y diez mil caballos, fuerza muy superior á la que habia esparcida en todos los dominios españoles á la muerte de Cárlos II.

A estas pruebas de adhesion y de amor que Felipe V. recibia de sus pueblos, correspondia él trabajando con maravillosa actividad para buscar de la manera menos onerosa posible medios y recursos con que subvenir á todas las necesidades, cuidando de la organizacion, instruccion y conveniente distribucion de las tropas; fortificando las plazas; cubriendo las fronteras, segun el mayor peligro de cada una; nombrando los vireyes, gobernadores, generales y gefes de mas crédito y reputacion, y destinándolos á los puntos y á los cuerpos en que cada uno podia ser mas. útil; fomentando y aumentando las fuerzas de mar al propio tiempo que las de tierra, para cuyo sosten y mantenimiento le sirvió mucho la capacidad rentística y la aplicacion infatigable del ministro de Hacienda Orri. De este modo, España que al advenimiento de.

(4) El pueblo de Madrid dió y costeó un tercio de caballería: Medina de Rioseco envió cuatro mil pesos; la ciudad de Orihuela otros cuatro mil; diez mil la provincia de Alava; la de Guipúzcoa sumi

nistró un tercio de seiscientos hombres armados y equipados; Granada mil infantes y quinientos caballos; y asi por este órden las demas segun su posibilidad.

Felipe apenas podia mantener unas miserables y casi desnudas compañías de soldados, se vió otra vez como por encanto cubierta y defendida por respetables cuerpos de ejército, vestidos y disciplinados, aunque en su mayor parte todavía bisoños (").

Todo era necesario. Porque ademas de la guerra que los enemigos de la nueva dinastía le habian movido ya en Italia y en Flandes; de la que hacian las escuadras inglesas y holandesas á nuestras posesiones trasatlánticas para apoderarse de los dominios españoles del Nuevo Mundo; de los ataques contínuos que los reyes moros, de Marruecos y de Mequinez, escitados y auxiliados por aquellas potencias, daban á nuestras plazas de Ceuta y Oran, obligando á nuestras escasas guarniciones á sostener diarias peleas y á estar en jaque siempre; de los frecuentes choques de nuestras naves con las flotas anglo-holandesas en ambos mares, amenazaba muy próxima la invasion de los confederados contra España en el territorio de nuestra propia península.

Este plan habia sido fraguado en Lisboa. La defeccion del almirante de Castilla, su ida á aquella ciudad, y sus escitaciones fueron de gran provecho á

(4) En el capítulo 14 de las Memorias manuscritas de Macanaz, se da una noticia bastante minuciosa de los nombramientos que iba haciendo Felipe para el mando de los ejércitos, asi como de las personas en quienes pro

veía las embajadas, las plazas en las consejos, los obispados y demas cargos públicos, en los cuales se nota el cuidado que ponia en la eleccion de los sugetos y lo que atendia al mérito de cada uno.

los confederados contra Francia y España. El rey don Pedro de Portugal entró con ellos en la liga, no obstante el tratado de paz y amistad celebrado antes con el francés, y el de neutralidad que posteriormente habia hecho. En vano el estado eclesiástico de Portugal en un memorial que presentó á su monarca le espuso con fuertes, enérgicas y copiosas razones los gravísimos inconvenientes y daños que traeria á aquel reino la liga con Alemania, Inglaterra y Holanda; los desastres de la guerra en que tendria que tomar parte, los peligros de la religion, del trono y de la independencia portuguesa. Nada escuchó el monarca lusitano, y adhirióse á la confederacion. El emperador Leopoldo, por consejo del almirante, habia hecho cesion de sus derechos á la corona de España en su hijo el archiduque Cárlos, y la salida de éste para España quedó decidida. Una escuadra inglesa condujo al archiduque á Lisboa con ocho mil ingleses y seis mil holandeses de desembarco. El rey de Portugal le recibió como al soberano legítimo de España, y él tomó el nombre de Cárlos III. (7 de mayo, 1704). A los pocos dias publicaron cada uno su manifiesto, espresando su resolución de acudir á las armas para libertar á España de la usurpacion y tiranía de Felipe de Anjou, y concediendo una amnistía general á todos los que á los treinta dias de su entrada en territorio español abandonáran la causa de los Borbones. Acusábase en este documento á la dinastía de Borbon de querer estable

cer en España el despotismo, como si esta clase de gobierno no hubiera sido introducida y sostenida por los reyes de la casa de Austria, hasta acabar con todas las libertades españolas (1).

Pero habíase ya anticipado á ellos el rey don Felipe, que con noticia de lo que se tramaba en Portugal y de haberse acordado la venida del archiduque, no solo habia hecho grandes aprestos para la guerra, sino que determinó hacer por sí mismo la campaña á la cabeza de sus ejércitos, y dió tambien un manifiesto demostrando la nulidad de los pretendidos derechos del príncipe austriaco, y haciendo patente la mala correspondencia y desleal conducta del monarca portugués. Y mientras que asi se cruzaban de una y otra parte los papeles, adelantábanse las armas españolas por todas las fronteras del vecino reino. Alli las dejarémos en tanto que damos cuenta de los principales acontecimientos que en otras partes de Europa tuvieron lugar en el año 1703, y del estado en que se hallaba la lucha de España y Francia contra los aliados cuando comenzó la guerra de Portugal.

En Alemania, acometido el duque de Baviera, par

(1) En el concierto celebrado entre el austriaco y el portugués habian convenido en que tan pronto como aquél se hiciera dueño de España cederia al de Portugal las principales plazas de la frontera, asi por la parte de Estremadura como por la de Galicia, igualmente que las ricas provincias de la India española del otro lado del rio de la

Plata. En aquellas se contaban Badajoz, Alcántara, Alburquerque, Vigo, Bayona, Tuy, La Guardia y otras.-Macanaz, Memorias, c 17.

Belando, Historia civil de España, P. I. c. 27.-Sucesos acaecidos entre España y Portugal con motivo de las guerras de sucesion, desde 1704 á 1704. Lisboa, 1707.

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