Arte de hablar en prosa y verso, Volumen1

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Impr. Real, 1826 - 400 páginas
 

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Página 389 - Y mientras miserablemente se están los otros abrasando con sed insaciable del no durable mando, tendido yo a la sombra esté cantando. A la sombra tendido de yedra y lauro eterno coronado, puesto el atento oído al son dulce acordado del plectro sabiamente meneado.
Página 160 - Quien mira el gran concierto de aquestos resplandores eternales, su movimiento cierto, sus pasos desiguales y en proporción concorde tan iguales; la luna cómo mueve la plateada rueda, y va en pos de ella la luz do el saber llueve y la graciosa estrella de amor le sigue reluciente y bella...
Página 386 - Qué descansada vida la del que huye el mundanal ruido, y sigue la escondida senda, por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido...
Página 85 - En resolución, él se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho leer se le secó el cerebro de manera que vino a perder el juicio.
Página 348 - Príncipe insigne, aprisionado En el metal de las doradas rejas. ¡ TRISTE de aquel que vive destinado A esa antigua colonia de los vicios, Augur de los semblantes del Privado...
Página 341 - En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor.
Página 26 - Aquí de Elio Adriano, de Teodosio divino, de Silio peregrino, rodaron de marfil y oro las cunas. Aquí ya de laurel, ya de jazmines coronados los vieron los jardines que ahora son zarzales y lagunas.
Página 88 - Pero tras eso confesaros quiero que es tanta la beldad de su mentira, que en vano a competir con ella aspira belleza igual de rostro verdadero. Mas ¿qué mucho que yo perdido ande por un engaño tal, pues que sabemos que nos engaña así Naturaleza? Porque ese cielo azul que todos vemos, ni es cielo ni es azul. ¡Lástima grande que no sea verdad tanta belleza!
Página 53 - ... habiendo y debiendo ser los historiadores puntuales, verdaderos y no nada apasionados, y que ni el interés ni el miedo, el rancor ni la afición, no les hagan torcer del camino de la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir.
Página 84 - Flora; pasa ligero el sol adonde mora el cancro abrasador, que en sus ardores destruye campos y marchita flores, y el orbe de su lustre descolora; sigue el húmedo otoño, cuya puerta adornar Baco de sus dones quiere; luego el invierno en su rigor se extrema. ¡Oh variedad común, mudanza cierta! ¿Quién habrá que en sus males no te espere? ¿Quién habrá que en sus bienes no te tema? LA AVARICIA Castiga el cielo a Tántalo inhumano, que en impía mesa su rigor provoca, medir queriendo en competencia...

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