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CAPÍTULO XIV,

Dragut pasa al servicio del Gran Turco.—Cércale Doria en los Xerves.-Es nombrado segundo de Sinán y saquea á Gozzo.-Carlos V cede Malta, Gozzo y Tripoli en favor de la Órden de San Juan.-Piérdense Tripoli, Susa y Monaster.-Abandonan los Portugueses sus posesiones africanas en el Océano, excepto Mazaghán.-Extinción de la dinastía de los Benimerines Oataces.-Unión de los imperios de Fez y de Marruecos.-Muerte del Gobernador de Ceuta, D. Pedro Meneses.-Expediciones de los piratas ber beriscos.-Piérdese Bugia.- Cerco de Orán.- Abdicación y muerte de Carlos V.

Ignorando el suceso de Mehedia, Dragut en tanto, como dijimos, buscaba auxiliares para salvarla, y en este empeño le sorprendió la noticia de su rendición. Con honda pena, por el desengaño de no encontrar quien le favoreciese entre los naturales, y conociendo que no eran fuerzas las suyas para resistir el poder español, ofreció sus servicios al Gran Turco Solimán, quien, aunque enojado con él, porque hasta entonces no había reconocido su soberanía, los aceptó, nombrándole Sanjaco con el mando de algunas galeras.

A principios de Abril de 1551, y asoladas las costas de Italia, marchó á los Xerves, por si podía interceptar los bastimentos y socorros que se remitían á la guarnición de África. Sabido por Doria, refuerza sus galeras, socorre la plaza, marcha en busca de Dragut, toma lenguas, y por fin lo acorrala en el canalizo de Cántara. No cayó Dragut de ánimo en aquel trance: en sola una noche levantó un bastión que prohibía la entrada en la canal, y entreteniendo á los Españoles con fingidos rebatos y algazaras continuas, abrió mientras una zanja en la parte contrapuesta á Doria, que comunicaba hasta el mar, y con increible industria, al llegar la noche, escapóse con su escuadra, sin que fuese sentido por su contrario, á quien pesó mucho de la burla.

Libre, marchó la vuelta de Constantinopla, estragando al paso las costas de Italia, y certificando sería fácil apoderarse de Malta, decidió al Sultán á romper con el Emperador. Hallábanse á la sazón atreguados; pidió el Turco la restitución de África suponiéndola ciudad suya, y alegando que la conquista se había hecho contra la tregua pactada. Negóse el Emperador, y con tal pretexto nombró á Dragut segundo de la flota,

que al mando de Sinán, después de hacer algún daño en Malta y saquear la isla de Gozzo, se presentó delante de Trípoli.

Pareciéndole al Emperador que estos territorios caían muy á trasmano de sus dominios, y que le era de gran coste su defensa, pensó en los Caballeros de San Juan, que entonces vagaban por Europa, buscando sitio donde establecerse. Ai efecto, en 24 de Marzo de 1530 cedió al Gran Maestre de la Orden, como feudo libre y franco, los castillos, plazas é islas de Trípoli, Malta y Gozzo, obligándose la Orden á prestar al Virrey de Sicilia, en reconocimiento del dominio, el homenaje anual de un halcón. En aquel tiempo era Gran Maestre Juan Omedes, y se dijo que no había puesto en guardar y fortificar á Trípoli gran cuidado, limitándose á reforzarla con 300 hombres. Mandaba en la Ciudad el Francés Chabarín ó Vallier: Sinán le ofreció la libertad si se entregaba, y desechada la proposición, formó trinchera y estableció las baterías. Otro Francés desertó de la plaza y denunció á Sinán el punto débil; mudó la batería en consecuencia, y el Gobernador, descorazonado por lo bien dirigido del ataque, capituló secretamente con Sinán entregarle la Ciudad, á condición de que todos los Cristianos fuesen libres para transportarse con toda su hacienda á Malta, en las galeras del Embajador francés. Pesóle mucho á los de la ciudad, mas no hubo remedio, y el 14 de Agosto de 1551, quedó Trípoli por Sinán; quien se negó á cumplir los acuerdos, declarando cautivos á los ciudadanos y buena presa sus bienes. «Trípoli, ganada por las armas españolas hacía 40 años, quedó en poder de Infieles. Mucho de hacienda se perdió allí, pero fué más crecido el estrago que los Caballeros de la Orden sufrieron en su honra.>>

Atribuyóse todo á manejos del Embajador francés Aramón: dijeron los suyos, que el presidio compuesto en su mayor parte de Calabreses y Españoles bisoños enviados por los Virreyes de Sicilia y Nápoles, se habían amotinado, negándose á la defensa por odio al Gobernador extranjero. No es fácil saber la verdad, pero si se atiende á las buenas relaciones entre Franceses y Turcos, contra el César, de quien el Gran Maestro era partidario decidido; no es de extrañar que Aramón recabase del Gobernador francés, la entrega de la ciudad, defensa y antemural de las posesiones, que en Sicila y en Africa tenía España. Lo cierto es que el Gran Maestre tomó con mucha braveza la pérdida de la ciudad; prendió á Chabarín y á sus partidarios, ahorcó á los seglares y degradó á los religiosos. Intercedió el Monarca francés, descargándose de lo que se le achacaba: quizá no tuviera intervención; pero le fué imposible explicar el motivo de que anduviese en ello su Embajador.

Dragut pretendió quedarse con Trípoli; Sinán, que no le quería bien, se la negó dándola á Morat, en pago del dinero y bastimentos de que le había proveído.

Después de la toma de África y de la marcha de Doria á Sicilia, Susa y Monaster se rebelaron de nuevo contra el Rey de Túnez, á quien habían sido cedidas, y de nuevo cayeron en poder de Turcos.

No estaban, mientras, ociosos los Portugueses en sus posesiones: á duras penas resistían los embates continuos de los Xerifes, que tuvieron además la habilidad de sembrar cizaña entre ellos y su fidelísimo aliado Sidy-ben-Yahya, á quien luego dieron muerte.

En 1536, tras siete meses de sitio, conquistaron á Aguer: en el 39 pusieron sitio á Saffí, que tuvieron que levantar al medio año, hechos esfuerzos increibles para apoderarse de la plaza. Los Portugueses, extendidos sus dominios por la India oriental, necesitaban allí de todas sus fuerzas: ante la conquista de aquel riquísimo país, desapareció la importancia de las posesiones africanas, de corta utilidad para la monarquía. D. Juan III las creyó pesada é inútil carga, y en el año 1549 abandonó á Alcázar, Arcilla, Saffí y Azamor, quedándose con las plazas del Mediterráneo, y en el Océano con la de Mazaghán, puerta para invadir á Marruecos y escala para la navegación en el Asia: añadióle el Portugués almacenes y cuarteles á prueba de bomba, vastos aljibes, muros de 10 varas de espesor y nuevas fortificaciones, que la convirtieron en punto menos que inconquistable.

Antes de esto, grandes disturbios ocurrieron en la parte occidental de Berbería. La ambición, más fuerte que la sangre, rompió la concordia de los dos Xerifes. Apaciguadas sus disensiones, retoñaron nuevamente, y apelando á las armas, Mahomad fué derrotado y hecho prisionero por su hermano Acmet, que regía á Sus, Tarudante y otros territorios del Africa meridional, como Visir ó Lugarteniente.

Muley-Cidán, hijo de Mahomad, reunió en Marruecos un nuevo ejército, y andaba en tratos y confederaciones con los Portugueses á fin de libertar á su padre; cuando éste cedió á las exigencias de su hermano, reconociéndole por Rey de Tarudante. Odiaba, sin embargo, Mahomad á Acmet con odio fraterno, y apenas libre, apeló nuevamente á las armas.

El 19 de Agosto de 1543, se encuentran los ejércitos en Alghera mandados por Muley-Cidán y el Xerife Acmet: queda Cidán derrotado, pero se rehace en una colina: al punto se destaca Abd-el-Kader con 3.000 caballos, y mientras su padre entretiene á Cidán, se apodera de Marruecos y Acmet queda dueño de todo el Imperio.

A compás de las conquistas acrece hidrópica su ambición, y declara la guerra al Emperador de Fez, Hamet el Oataz; le derrota y le hace prisionero; mas no pudiendo apoderarse de la capital, vuélvese á su reino, y por precio de la libertad exije á su cautivo la entrega de Mequinez y su redonda. Cede el Oataz, y apenas había llegado á su corte, cuando el Xerife, á la cabeza de sus tropas marcha contra él, pretextando que mantenía secretas inteligencias con los Cristianos. Tan de improviso fué la acometida, que Hamet no tuvo tiempo para proveer á la defensa. Propúsole el Xerife, dividir la Ciudad, mandando uno en Fez la vieja, y otro en la nueva; contestóle el Oataz: que en un bonete no cabían dos cabezas, y se rompieron las negociaciones; pero cundiendo la deserción en el campo del Fecí, rindióse á la fortuna y entregó la corona por la vida que Acmet le concedió, para quitársela traidoramente pocos años después. De este modo la dinastía de los Benimerines Oataces fué substituída por la de los Xerifes, y reunidos los Imperios de Fez y de Marruecos.

Con tal poder, los Berberiscos no aflojaban un punto en su guerra con los Cristianos: por tierra los Alcaydes, Arrao Bentuda y Hacén, tenían en perdurable bloqueo á Ceuta, y en una desaconsejada salida, el Gobernador D. Pedro Meneses, hijo del Conde de Linares, fué muerto, quedando en el campo ó cautivos los 320 hombres que le acompañaban.

Por la mar seguían los piratas sus incursiones en las costas: el 10 de Agosto de 1553 fondearon nuevamente en Mallorca 24 velas, que ahuyentó Jorge Fortuny. Repitieron el golpe en 1555 contra Andraix, y volvieron á sus guaridas con algunos cautivos.

Tal era la soberbia de los de Argel, que Salah-Rehys ó Arráez su Gobernador, tentó reconquistar á Bugía. Comandábala y su frontera, Don Alonso de Peralta, con el presidio ordinario de 500 soldados repartidos en tres fuertes, quien al ver al ejército argelino de más de 40.000 hombres, apoyado en una armada de 22 bajeles, creyó útil, para la defensa, reconcentrar la guarnición. Por ello abandonó el Castillo Imperial, dejó sólo 40 soldados en el de la Mar, y se refugió en el Grande. El enemigo ocupó al instante el primero; entró en el segundo á los cinco días, por fuerza de armas, á pesar de la heróica resistencia de los defensores, y púsose sobre el tercero.

A los 22 días desmayó D. Alonso: temió la cautividad de tantas mujeres y niños, ó su muerte y la de todos, si no desarmaba la furia del sitiador con la pronta rendición, y olvidando sus obligaciones de soldado, entregóse el 27 de Setiembre de 1555 capitulando las vidas y el

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pasaje libre á España de todo el presidio. Salah no cumplió los pactos: declaró á la guarnición cautiva, exceptuado D. Alonso y 20 de los suyos; ó elegidos por él, ó que le aconsejaron la entrega. En 4 de Mayo del año siguiente, el pueblo de Valladolid veía rodar en un cadalso la cabeza de D. Alonso de Peralta acusado de cobarde: así por conservar la vida, la perdió con la honra.

La toma de Bugía alentó á los Argelinos para nuevas empresas. Orán, el presidio más importante de los Españoles en África, fue el blanco de sus intentos. Salah-Arraez pidió auxilios al Gran Señor, que le envió cuarenta galeras con Ali-Portuco: cuando salía á recibirlas, le salteó la muerte en Bona, y los Genízaros eligieron en su lugar á Hascén Corzo, quien por tierra marchó contra Orán con 30.000 peones, 10.000 caballos y 30 piezas de artillería.

al

El Conde, que había vuelto ya de Flandes, y tuvo noticia por sus lenguas del nublado que se le venía encima, prevínose, acopiando vituallas y municiones en cuanto se lo permitía la poquedad de sus recursos; reforzando las defensas de la plaza, atosigando las fuentes que se hallaban paso del enemigo, enviando, al estar los Turcos á la vista, una banda de caballos y arcabuceros á las órdenes de D. Gabriel de la Cueva, después Duque de Alburquerque, para que reconociese el campo enemigo; atrincherando en las albarradas de las huertas cercanas á las Piletas, donde se había alojado el ejército sitiador, 500 escopeteros que les impidiesen los manantiales, como lo hicieron por muchos días, «costándoles á los Turcos cada gota de agua un azumbre de sangre. >>

Alzadas trincheras con altos bastiones y asentada la artillería de sitio, iban en aumento las inquietudes del Gobernador, que de todo andaba escaso, y escribió apretadamente á la Corte, para que se le acudiese con prontos socorros, concluyendo su carta diciendo con heróica magnanimidad: <que si lo socorrían, serían Dios y el Rey servidos, y si no, que allí morirían Sansón y cuantos con él son;» carta que fué muy comentada y celebrada.

Imaginó también una traza que le sirvió más que los socorros pedidos y no llegados: hizo escribir en arábigo ciertas cartas á los principales Xeques, diciéndoles, «que recordasen la palabra que le tenían empeñada de caer sobre los Turcos cuando él los acometiese,» y con industria hizo que estas cartas cayeran en manos del Dey. Alteráronse los Turcos, comenzaron las desconfianzas; acriminaban éstos, negaban los Xeques, y se desavinieron Argelinos y naturales. Con ello y con haber recogido AlUch-Alí, enviado del Gran Turco, las 40 galeras auxiliares de Salah,

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