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de Argel, le fuerzan á ausentarse precipitadamente á la cabeza de 300 arcabuceros montados. Después del bombardeo por Duchesne, se había concluído un tratado entre Argel y Francia; mas á pretexto de que las piraterías contra el comercio francés no habían cesado, acababa de presentarse delante del puerto la armada del Rey Cristianísimo con su Almirante el Mariscal de Etrées. El bombardeo fué terrible, y la ferocidad del Argelino repitió las escenas del anterior sitio. El Cónsul M. Piolli, Sacerdotes, Frailes, marineros, comerciantes, cautivos; cuantos llevaban el nombre francés, atados á las bocas de los cañones, fueron despedazados; y el Mariscal de Etrées, con mengua de la civilización, hizo lo mismo con 17 cautivos turcos, cuya muerte sirvió sólo para deshonrar el nombre de una nación que henchía el mundo con su gloria.

Durante la ausencia del Dey, había languidecido el sitio de Orán. Bien á petición del Gobernador, que en los Aventureros encontraba menos subordinación de la necesaria; bien por gestiones de ellos, que prontos para pelear, sufrían impacientes la monotonía de un cerco prolongado, recibió el 2 de Agosto orden para que se hiciese solamente guerra defensiva y volviesen los Aventureros, como lo hicieron la mayor parte el 6, tomando la vuelta de Cartagena 2.

Rechazada la agresión francesa, tornó al campo el Dey y emprendió las operaciones con nuevos bríos. El 6 y el 21 de Agosto, trató de quemar el pueblo de Yfre: defendiéronse valientemente los moradores y rechazaron los ataques, auxiliados con fuerzas de la plaza.

Una furiosa tempestad estalló el 23 trabajando rudamente á los guardias de la fortaleza; «pero mucho más que la borrasca atemoriza>>ron á los sitiados unas lucecillas que veían sobre sus cabezas y en las >>bocas de las armas, que no las mataban el agua ni el granizo, y llega>>das á tentar se desvanecían, y no pudiendo tolerar el susto, llamaron

1 Dicen los Autores franceses que de Etrées degolló á los Turcos, y puestos los cadaveres en una lancha, la abandonó á las olas que la llevaron al puerto. La Relación coetánea que he leído, lo cuenta como lo escribo. «La armada de Francia fué recibida á cañonazos poniendo á la boca de cada pieza un Francés..... á que correspondió la armada haciendo lo mismo con todos los Turcos y Moros que en ella había.» Quien recuerde la conducta de los Ingleses en la India usando este mismo medio con los Cipayos, no lo extrañará.

2 Los Aventureros que quedaron, fueron el Conde de Cifuentes, D. Manuel de Silva su sobrino, el Conde del Casal, el Maestre de Campo D. Mateo Morán, los Capitanes de caballos D. Antonio de Santillana, D. José Marín y D. Alfonso Marín; los Sargentos mayores Don Felipe Ayala y D. Pedro de Valda, y los Caballeros D. Alonso de Granada. D. José Porcel, D. Juan Verdugo, D. Manuel de Velasco y Tejada, D. Jacinto de Andrade, D. Francisco Godínez de Paz, D. Alvaro de Illescas, D. Lorenzo Martínez y D. Juan de Velasco y Tejada, Veinticuatro de Sevilla.

>>á sus Cabos para que los mudasen, ponderándoles el mismo temor con >>que se hallaban, y afirmando algunos, les parecía los querían arrebatar >>del punto violentamente; con que se doblaron todas las centinelas, y >> en algunas partes se triplicaron, y luego se desvaneció la tormenta y >>las luces 1.»

Muévese el ejército enemigo mostrando ánimo de combatir el castillo de Rosalcázar, contra el que plantaron una batería, cuyos proyectiles maltrataban de rebote los edificios de la ciudad. El 31 de Agosto, tienta una acometida general contra los fuertes y avanzadas de Moros auxiliares y Españoles. Truena el cañón, «cada castillo era un volcán, y todo el campo un incendio;» los Turcos se retiran «bien servidos de balazos.>> El Gobernador, enfermo, se hace llevar á un balcón, y desde allí, á vista del combate, provee á todo lo necesario.

El 12 de Octubre, llega un negro al campo enemigo con pliegos urgentes para el General de la caballería. El Dey, suspicaz, logra apoderarse de ellos, los lee, y con el mayor sigilo llama á sus más fieles partidarios y les manda seguirleá practicar un reconocimiento. Salido apenas, pica su caballo, suéltale la rienda, y en confuso tropel, síguenle á escape los suyos y desaparecen. El negro era portador de órdenes expresas á los Turcos para que cortasen la cabeza al Dey. Fugitivo éste, quedó en el día 14 libre Orán de sus obstinados enemigos 2. Al salir la guarnición de los oficios divinos, dió mil plácemes al General, á cuya constancia y valor se debía la salvación de la plaza: arrasados de lágrimas los ojos, contestóles el anciano con las palabras del Salmista: Nisi Dominus custodierit civitate n, frustra vigilat qui custodit eam.

4 Relación impresa en 1688.-Y apenas empezó á llover, cuando en los cuarteles de Buena-Vista se advirtieron que sobre las cabezas de los centinelas y en todas las puntas de los chuzos y arcabuces que estaban arrimados à los parapetos, se veian unas lucecillas que. con la suma oscuridad, lucian más claramente; y concurriendo todos los Oficiales y soldados á admirar la novedad, tomó en la mano el Capitán D. Miguel Sánchez algunos chuzos para reconocer mejor las luces, y por más que registraba y tocaba los hierros, sólo encontraba la admiración de no hallar en ellos la materia de fuego que lucía. Discurrieron muchos eran hechicerías de los Turcos y Moros, en cuya profesión son famosos; pero también pudo ser que fuesen estas lucecillas, el santelmo que llaman los navegantes, y los methoristas, ignis lambens.» Esto dice el Diario del sitio, que pone este succeso en 29 de Septiembre. 2 Muchos Autores dicen que Mezzo-morte, abdicó secretamente en favor de Chaaban. Más probable nos parece la versión que damos, tomada de una Relación contemporánea. Posible que, después de su huida y evitado el golpe, se conviniese Mezzo-morte en abdicar, ó diesen por renunciada de hecho la dignidad; puesto que el levantamiento del sitio de Orán tuvo lugar en 1688, y la abdicación la suponen en el año siguiente. Apéndice núm. 24.

CAPÍTULO XXIV.

Piérdese Larache.-Rescate de los cautivos.—Sitio de Orán en 1693.—Previćnese Ceuta para resistir á los Moros.-Sitio largo de Ceuta.-Envía Portugal fuerzas auxiliares.-Ganan los sitiadores la plaza de armas y son rechazados.-El Marqués de Villadarias trata de construir el medio bastión de Santiago.-Sangrienta pelea por sostenerse en el terreno conquistado.-Defensa de la plaza con minas y hornillos.-Muerte de Carlos II.

Mientras los Argelinos asediaban á Orán, Muley Ismael, codicioso de Larache, única posesión que quedaba á los Españoles desde Aghaddir á Ceuta, mandó á principios de 1689 al Alcaide de Tetuán Alí-ben-AbdAlláh que la sitiase; pero rechazado, emprendió el sitio con mayores fuerzas en Junio del mismo año. Era Gobernador, el Maestre de Campo D. Fernando Villorias, que se preparó á la defensa. Prontó cayó sobre ella el peso del ejército marroquí, auxiliado por los Franceses: apoderó se el sitiador de la barra, donde plantó baterías y buen golpe de escopeteros, dominando así el puerto é impidiendo los socorros. Mal proveído estaba Larache y arriesgada era la empresa de abastecerlo, atravesando la barra bajo el fuego del cañón enemigo. Intentólo, no obstante, el Conde de Aguilar, Capitán general de la armada, y pudo introducir algunos víveres y municiones, y también desde Ceuta el Capitán D. Blas de San Vicente.

Al mismo tiempo, los Moros con vivísimo fuego, desmantelaron las fortificaciones por la parte de tierra, sin que bastase la guarnición á reparar el estrago. Aunque imperfectamente, algo trabajaban de zapa los Marroquíes, dirigidos por renegados, y al fin consiguieron minar un lienzo del muro. Abierta larga brecha y sin esperanza de socorro, sin víveres, ni munición, trató el Gobernador de capitular: un Fraile francisco anduvo en las negociaciones, y logró por fin libertad de personas y bienes, para los habitantes y el presidio, que en número de 1.600 hombres se entregaron el 11 de Noviembre de 1689. Mal conocían la perfidia de los Berberiscos: apenas desarmados los Españoles, caen sobre ellos, los golpean, maltratan y obligan á ir á Mequínez donde se hallaba el Emperador, á pretexto de que al Soberano le correspondía expedir las licen

cias del embarque. Ismael, irritado por las pérdidas que había sufrido, con desprecio de la capitulación, la cumplió tan sólo respecto á los Frailes y 100 personas de las más señaladas de la ciudad y milicia 2; en cuanto á los demás, exigió 10 Moros por cada prisionero.

Apenas llegó la noticia á España, los Hermanos de la Tercera Orden, y más que todos el Presbítero D. Manuel de Lugo, trabajaron incesantemente para procurar la libertad de los cautivos, y tanto hicieron, regalando á unos, sobornando á otros, interesando á los principales; que al año siguiente pudo llevarse á cabo en los campos de Ceuta el rescate en que lograron su libertad hasta 100 Españoles. Muchos por falta de fondos, quedaron en las mazmorras, y no pocos de ellos, al cabo de algún tiempo, abandonaron cobardemente la religión de sus padres 3.

La efervescencia contra el dominio español, tan general entonces entre los indígenas, se sostenía además por las artes de Luis XIV, que enemigo irreconciliable de Austria, le suscitaba enemigos en todas partes. A sus instigaciones, los de Mequínez cercaron á Orán con 20.000 caballos, en 1693. La acometida fué impetuosa; quisieron entrarla á escala vista, y el 4 de Julio, desmontados los ginetes, asaltaron la plaza con ferocidad inaudita, llegando hasta el foso; pero barridos por la metralla, retrocedieron, abandonando la empresa al noveno día.

Ismael había declarado la guerra á los Argelinos, pero vencido, firmó con Chaabán, su Dey, una paz humillante, y siguió la empezada guerra contra los Cristianos.

Temíase en Ceuta por inevitable el sitio, desde que la Mahamora y Larache habían sido presa del Marroquí; y en cuanto la escasez de recursos lo permitía, trataron de prevenirse. No era vano recelo; el poderoso Emperador había jurado recobrar todo el territorio, y para realizar tan alto y patriótico intento, hacía el apellido de la gente, y dió órdenes á Alí-ben-Abd-Alláh Gobernador de Tetuán.

El 4 de Octubre de 1694, un Alí, Alfaqueque moro que tenía mucha entrada en Ceuta, dió aviso de que el ejército marroquí venía á embestirla. Creyósele después echadizo de Alí-ben-Abd-Alláh, que excusaba la

4 Algunos historiadores las hacen subir á 18.000 hombres.

2 Misión historial de Marruecos, por el R. P. Fr. Francisco de San Juan del Puerto, Misionero Franciscano.

3 Estas redenciones podían llamarse extraordinarias: las ordinarias se hacían en Argel donde siempre había de 25 á 30.000 esclavos. Hubo un año en que se hicieron 64 redenciones; y sólo la de Mercenarios descalzos de Castilla, costó 120.000 pesos.

guerra temiendo por su persona, si el éxito era desfavorable. Se dijo que había representado á Muley Ismael lo fuerte que era Ceuta, lo prevenida que estaba, lo fácil de abastecerla por España, y el valor de la guarnición; pero Muley Ismael repitió el mandato, y Alí-ben-Abd-Alláh tuvo que resignarse

Grande fué el sobresalto de los Ceutíes, mas no por ello menguó el entusiasmo. El Gobernador D. Sebastián González de Andía, Marqués de Valparaiso, pidió socorro; los Oficiales se disputaban el sitio de más peligro, que era el de la plaza de armas; puesto avanzado que protegía el resto de las defensas, y que se confió al Sargento mayor D. Pedro Guevara. Armáronse los habitantes, y de los Eclesiásticos formóse un cuerpo capitaneado por el Canónigo D. Antonio Galbán. Por todas partes rostros alegres, aunque la guarnición era escasa para resistir el empuje del numeroso ejército africano 1.

A poco llegó de Cabo subalterno 2 el que lo era de Orán, D. Lorenzo Ripalda, varón experto en achaques de guerra contra Moros, y por demás valiente y curtido en los trabajos militares. Con inusitada diligencia, recompuso las fortificaciones, por muchas partes deterioradas; ahondó los fosos, preparó las minas, bombas, granadas, cuanto el arte conocía para resistir á los sitiadores.

El 22 de Octubre pasó Alí-ben-Abd-Alláh con su gente por los campos de Negrón, Monte de la Condesa y playa de Castillejo, desembocó en la plaza, circunvaló las alturas que la dominan, y el 23, al despuntar el día, aparecieron ya algunos trabajos, á pesar del fuego de los baluartes. Por momentos iba avanzando la trinchera, y tan encima se hallaba el 28, que un balazo de espingarda hirió en la cabeza á D. Fernando de Columna, que fué el primero que vertió su sangre en aquel tenaz y prolongado sitio.

En grande aprensión puso á España la empresa de los Marroquíes, y á pesar de lo abatido del reino, agolpáronse los socorros: Andalucía envió once compañías de tropa veterana y acudió gran número de voluntarios, entre ellos el Conde de Buena-Vista, D. José Guerrero; que donde peligraba la patria, allí acudía siempre la nobleza española.

El 11 de Noviembre intentaron los sitiados una salida, y al retirarse, una bala de cañón destrozó el pie á D. Antonio Camuñes y llevó una

1 Se componía entonces de poco más de 4.000 infantes, 100 caballos, 80 artilleros, 60 marinos y 200 Eclesiásticos, paisanos y desterrados.

2 Equivale á lo que ahora llamamos Segundo Cabo, en las Capitanías generales, ó Teniente de Rey en las plazas.

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