Imágenes de páginas
PDF
EPUB

El Bey de Trípoli lo había ajustado ya en 10 de Septiembre de 1784 por medio de los Menorquines D. Juan y D. Pedro Soler 1. Sólo quedaba hostil Túnez, que para hacer la paz exigía con orgullo, regalos anuos, facultad de establecer derechos sobre las mercaderías españolas, y otras condiciones desechadas por el Comisionado D. Jaime Soler.

Pocos días antes de llegar éste, D. Alejandro Baselini, patrón de un barco, sin autorización ninguna había firmado treguas con los Tunecinos. Soler rompió las negociaciones, quedando subsistentes las treguas de Baselini, revalidadas después por D. Pedro Suchita 2 con aprobación de S. M.

Hallábase, pues, España en completa paz con los Infieles: Carlos III abandonó la política seguida sin interrupción por espacio de tres siglos. Renunciándose ya á extender nuestro territorio y nuestra influencia militar en Africa, las plazas ocupadas carecían de objeto, y pronto se consideraron como estéril gravamen.

Es innegable que los resultados de esta paz, fueron ventajosos para los intereses materiales de España; pues que cesaron las correrías de los Argelinos, el comercio frecuentó los mares de Levante, se poblaron nuestras costas, y el dinero que se invertía en África, se empleó en fomentar la riqueza del propio suelo; pero la causa de la civilización general, el buen nombre de los Españoles y el futuro engrandecimiento de nuestra patria; dudamos mucho que ganasen con la política de Florida Blanca.

en Argel, estaban ya acordados entre ambas partes los términos en que había de verificarse el convenio.

Entre el importe del rescate, regalos, tributo, gastos de Embajadores, etc., costó á España la paz con Argel 2.471.598 duros.-(Relación manuscrita de la Biblioteca de la Real Academia de la Historia.-E. 140.)

1 Debióse la paz con Trípoli á la mediación del Emperador de Marruecos y á un regalo de 250.000 duros.

2 Pedro Zoquita le llama la relación manuscrita del P. Juan de Sousa, cuya copia existe en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia.

CAPÍTULO VI.

Marruecos bajo el imperio de Sidy Mohammet.-Arreglo de 1785.-Muerte de Carlos III y de Sidy Mohammet.-Sitio de Ceuta. --Suspensión de hostilidades. -Terremoto de Orán. -Asaltan los Moros la plaza.-Cédese Orán al Dey de Argel.-Se alza definitivamente el sitio de Ceuta.-Embajada de D. Juan Manuel González Salmón.—Tratado de 1799.

Concluídas felizmente con los tratados las guerras entre España y Marruecos, siguieron intimándose las relaciones de amistad entre las dos naciones, hasta el punto de que en Madrid se acuñaban las monedas de oro del imperio 1.

Marruecos entraba indudablemente en las vías de la civilización europea; no porque en el ánimo del pueblo se hubiese infiltrado la savia regeneradora de la idea cristiana, sino subyugado por el empuje vigoroso de la voluntad omnipotente del Emperador Sidy Mohammet que lo llevaba á remolque. Este ilustrado Príncipe protegió á los Cristianos contra la barbarie musulmana, llamó á sus Consejos á muchos de ellos, que le sirvieron con inquebrantable fidelidad; llenó sus estados de Ingenieros, Oficiales y artesanos extranjeros; abrió puertos, fomentó á manos llenas el comercio, la industria, las artes y las ciencias.

Miraba á España como modelo, y en su entusiasmo se declaró enemigo de los Ingleses en la guerra sostenida por Carlos III para la recuperación de Gibraltar, expulsando al Cónsul, poniendo á disposición de los cruceros españoles á los súbditos británicos que se hallaban en el imperio, y concediendo además el uso exclusivo del puerto de Tánger á los Españoles y á los Franceses sus aliados.

Agradecido Carlos III, envió por Embajador extraordinario á D. Francisco de Salinas y Moñino, que desembarcó en Mogador el 30 de Abril de 1784, alcanzando para España grandes privilegios en un arreglo que se firmó en 1785 2.

4 El P. Fray Manuel P. Castellanos, dice que las ha visto en Tetuán de valor de diez duros, estampada en el anverso con caracteres árabes la inscripción: Fué acuñada en Madrid, y en el reverso, Año de 1201, que corresponde al de 1787.

2 Según notas de D. Alejandro del Campillo, en su colección de Tratados, convenios y declaraciones de paz y de comercio; por más diligencias que se han hecho, no se ha podido hallar este documento.

El 14 de Diciembre de 1788 murió Carlos III, Príncipe á quien España debe grandes beneficios materiales; no tantos morales como pregonan sus admiradores, y en cuyo reinado, que mancha la inicua y bárbara expulsión de los Jesuitas, han de buscarse los gérmenes de la decadencia de las ideas monárquicas y religiosas en España.

Succedióle su hijo Carlos IV, de entendimiento claro, de carácter debil, de espíritu recto, de corazón amante de sus vasallos; pero Rey que viviendo en tiempos turbadísimos, se dedicó á la caza y entregó las riendas del gobierno á sus privados.

Lamentable pérdida sufrió poco después el Imperio de Marruecos: el 11 de Abril de 1790 murió Sidy Mohammet: «con él fué enterrado el movimiento civilizador que había iniciado en sus Estados, los cuales tardaron poco en volver á sus antiguos usos y costumbres, á todos los naturales desórdenes de la anarquía, y á los excesos del despotismo bárbaro y brutal con que solían gobernar los Emperadores marroquíes .>>

4

Al esclarecido Sidy Mohammet, succedió su hijo, el brutal Muley Yazid, que en breve destruyó cuanto su padre había edificado, y se declaró, salvo de los Ingleses, enemigo de todos los extranjeros, y especialmente de los Españoles. Émulo de su abuelo Muley Ismael, pensó como él arrojar á los Españoles de las plazas costeñas que poseían en su reino. La captura de unas galeotas que habían cometido algunos excesos, diéronle ocasión ó pretexto. Prendió inmediatamente á los Cónsules, á los Misioneros, á todos los Ingenieros y mecánicos españoles recibidos por su padre, y metióles en hondas mazmorras, declarando la guerra á España en Septiembre de 1790 2.

4 El P. Fray Manuel Castellanos. -Cánovas del Castillo pone la muerte de Sidy Mohamet, como acaecida el 14 de Abril de 1769.

2 El P. Fray Manuel P. Castellanos.-Según un manuscrito existente en la Biblioteca de los PP. Misioneros Franciscanos, la declaración de guerra estaba concebida en los siguientes términos «Muley Eliazir, Emperador de Marruecos, Rey de Fez y de Tetuán, de Mequinez y de Guinea occidental alta y baja, Señor del mar arenoso, defensor del sacrosanto Alcorán, del Gran profeta Mahoma y Madre, Príncipe connaturalizado y con asiento de todos sus succesores, firme columna, vigilante custodia, y conservador de la antiquísima sacrosanta casa de la Meca: Hago saber á todos mis vasallos en general, como desde hoy publico la guerra por mar y tierra contra los Cristianos españoles, tan perjudiciales y contrarios á nuestra Santa Ley y Religión; siendo asimismo mi determinación pasar á tomar la plaza de Tedima, llamada por ellos Ceuta, para cuyo efecto, y por ser de mi patrimonio, mando, cito y emplazo á todos mis vasallos, se esfuercen á tomar las armas contra estos enemigos insaciables, en tan justa y santa expedición; por lo cual, todo cuanto se encuentre dentro de dicha plaza, prometo sea para mis vasallos, exceptuando la artillería y pertrechos de guerra, los cuales quedan reservados para mi Real servicio. También doy al público un

A poco, algunas tropas del ejército marroquí, que paulatinamente se engrosaron hasta unos 20.000 hombres, capitaneados por Muley Alí, hermano del Sultán, pusiéronse sobre Ceuta; pero aunque tales fuerzas no podían dar cuidado á la plaza, cuyas nuevas fortificaciones la pcnían al abrigo de cualquier tentativa, no quiso pecar de descuido el Gobierno español; así es, que á pesar de componerse la guarnición de más de 6.000 hombres con 140 piezas de artillería; continuamente enviaba refuerzos desde Cádiz, y en sólo el convoy del 23 de Septiembre, se condujeron 60 cañones reforzados y 24.000 balas, y en el del 29, 14 piezas más y 200 artilleros; «y sin embargo de estar el Rey muy satisfecho de los servicios y acertadas disposiciones del Gobernador de la plaza D. Joseph de Sotomayor, tuvo á bien mandar que pasase á encargarse del mando el Teniente General D. Luis de Urbina 1.»>

Las fuerzas marroquíes apostadas en las alturas inmediatas á Ceuta, establecieron un estrechísimo bloqueo, entreteniéndose en disparar de vez en cuando algunas bombas, contestadas vivamente por el cañón de la plaza, y que sólo causaron desperfectos en algunos edificios y en parte de la Catedral. A los pocos días cundieron faustas nuevas, y el 10 de Octubre se enarboló bandera de paz y se mandó cesar el fuego; si bien las baterías de los Moros proseguían en sus disparos, y diariamente se reforzaba su campamento, y desde Cádiz, la plaza 2.

Vacilantes y confusos estaban los ánimos con la contradicción entre las noticias y los hechos, cuando el 15 de Noviembre oyóse grandísima algazara entre los sitiadores. Desde el Hacho avisaron la llegada de un considerable número de tropas, y el ruido de tres descargas anunció la presencia del Emperador, que con 15.000 hombres entraba en el campa

mento.

Al día siguiente, á vista de los sitiados, pasa alarde de sus fuerzas;

santo jubileo concedido por nuestro insigne gran Papa, Santón de mi tan nombrada casa de Meca, para todo el Moro que recta y fielmente tome las armas contra los Cristianos nuestros enemigos. Y para que venga á noticia de todos, la presente mando publicar en mis dominios á tres de la luna de Jarques de 1081 del feliz tránsito de nuestro gran Profeta Mahoma.-Muley Eliazir.»

Aunque no conocemos el árabe, dudamos mucho que los PP. Misioneros hayan sido felices en la traducción del decreto de Muley Yazid y en la copia de la fecha.

[ocr errors][merged small]

2 A dos dedos de su destrucción estuvo Ceuta por un caso fortuito. En la noche del 6 al 7 de Noviembre se incendió la Maestranza, amenazando las llamas, ya no distantes, el cuarto de los mixtos y el almacén de alquitrán, brea y proyectiles cargados: la ruina de Ceuta parecía inevitable; pero la protegió visiblemente el Señor, sobreviniendo una abundantísima lluvia que mató el fuego.

torbellinos de humo envuelven los baluartes, y truena el cañón de Ceuta que saluda al Emperador. Recibe éste de manos de su comitiva la imperial espingarda, dispara, y tres salvas de espingardería devuelven el saludo á la plaza. Un parlamentario llega y manifiesta que su Señor quiere paz y amistad con los Españoles. En efecto; el 24 de Octubre se habían convenido treguas: bate tiendas el ejército sitiador, que se retira casi todo, y el 21 de Noviembre envía el Gobierno á Tánger las galeotas capturadas, origen de la guerra.

Pacífica seguía en tanto la guarnición de Orán, sin más enemigos que un puñado de Moros, que en ademán hostil se hallaban en los vericuetos de las inmediaciones, y que cambiaban de cuando en cuando algún tiro con los centinelas. Mandaba la plaza el Coronel del Regimiento de Astúrias D. Basilio Gascón 1: era la una y cuarto de la noche del 8 al 9 de Octubre de 1790, y descansaban tranquilos los pobladores. De improviso se estremece la tierra, un estridor como de mil truenos asorda la ciudad, un grito de universal agonía resuena por todos sus ángulos, casas, iglesias, palacios, vacilan, se cuartean, se hunden; veinte veces se repiten los sacudimientos; los robustos muros de las fortalezas se abren y caen. Orán, la orgullosa, la que desafiaba á todo el poder africano, en minutos dejó de ser.

¡Noche terrible! La Catedral se ha derrumbado sobre la casa del Gobernador, que perece con toda su familia. La Alcazaba, la Contaduría, la Tesorería, el Cuartel de Asturias, los templos, toda la parte alta de la ciudad, no son más que montones de escombros.

Los desgraciados habitantes pasan del sueño á la muerte; algunos, desnudos y despavoridos, corren sin saber en donde guarecerse, y quedan aplastados bajo los edificios que se desploman. Huyen éstos, permanecen aquéllos inmóviles, óyense los últimos gemidos de la agonía de los que están semisoterrados; gritan otros por auxilios, pendientes de un madero ó agarrados febrilmente á un trozo de pared que se les escapa de las manos; corren á auxiliarles; se hunden las quebrantadas paredes, y mueren confundidos auxiliados y auxiliadores.

Los que escapan de la muerte, huyen hacia la plaza de armas, segura por no haber edificios, y allí gimen y lloran, y con desgarradores gritos llaman á sus hijos, á sus esposas, y pegado el rostro al suelo, pi

4 D. Nicolás Gascón le llaman otros; pero en la carta del Conde de Cumbre Hermosa al Ministro Conde de Campo Alange, fechada en 9 de Octubre de 1790; se le da el nombre de D. Basilio.

« AnteriorContinuar »