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tar en sus barcos á la Embajada; hasta que D. Jorge determinó ir él en las de los unos y El-Gacel en las de los otros.

El 30 acamparon en el sitio de Busneca.

El 4. de Mayo caminaron hasta el de Xasar: el 2 hasta el de Cayo: el 3 hasta el de Temsna, y el 4 hasta el río Morbea, que pasaron el 5 sobre unas balsas construídas con tablas y odres, haciendo alto á unas dos leguas más allá.

El 6 se trasladaron á la alcazaba de Duquela; el 7 al campo de Smira: el 8 al de la Cejera, y el 9 á un jardín del Emperador, distante un cuarto de legua de Marruecos; tardando en el viaje á esta ciudad, desde Tetuán, 27 días.

El 40, fué El-Gacel á buscar al Embajador, pasando por delante de la tropa, que por una media legua estaba formada en tres ó cuatro filas y saludó con fuego graneado.

Cumplimentó á D. Jorge, Muley Dris, acompañado de varios Bajaes, manifestándole de parte del Emperador, «que aun cuando le hubieran llenado el reino de oro y diamantes, no lo habría estimado tanto, como el regalo de los cautivos.» Presenciaba la entrada Sidy Mahommed; primero desde una torre, y luego desde el mirador de palacio, disponiendo en obsequio especial de la Embajada, que escaramucease y corriese á caballo el Príncipe Muley Maimún, hijo segundo del Emperador.

Se acomodó la Embajada en unas tiendas de madera construídas al efecto en el jardín de palacio, y en las que de Cádiz traía: al entrar en el jardin, un jabequillo anclado en un estanque hizo salva con seis pedreros. A poco presentóse el Camarero mayor diciéndole á D. Jorge: «que S. M. no había recibido nunca mayor satisfacción, y que viviese en la inteligencia de que ya estaban concedidos los asuntos á que venía.» De allí á un rato llegó un segundo recado de S. M. pidiendo los libros del Corán, que se entregaron inmediatamente; remitiendo á seguida como obsequio varios platos de su mesa imperial.

Al siguiente día, Sidy Mahommed envió por los pájaros, perros y osos, agradándole particularmente los guacamayos y los perros de presa, cuya bravura probó, azuzándolos contra un lobo que mataron en cortos momentos.

El 45 se armó la tienda grande de campaña que se colocó en el sitio donde el Emperador daba audiencias, llamado mensuar, y fué tan de su gusto, que declaró, que sólo serviría para los Talbes ó primeros ministros de su iglesia en las funciones que él asistiese.

á

El 16 tuvo efecto la audiencia pública y solemne en el mensuar, llevando el Embajador los demás regalos y acompañado de El-Gacel, del personal de la Embajada y de la música. Al acercase D. Jorge le dijo Sidy Mahommed: Bono Embajador del Rey Carlos bono: más le quiero que á todos los Reyes del mundo juntos. Regracióle al Embajador encareciéndole la amistad de su Rey, siendo prueba la credencial y sortija que le entregaba. Con atención la miró el Emperador y dijo á los de su corte: Esto y cuanto nos envía el Rey Carlos, es menester estimarlo y agradecerlo mucho: luego, dirigiéndose á D. Jorge, le manifestó: que había mandado á sus Arráeces que á las embarcaciones españolas que navegaren sin pasaporte, las condujeren á puerto español para que las juzgasen sus tribunales; en vez de conducirlas á un puerto del Imperio, como á las de otras naciones. Después de asegurarle «que le concedía cuanto traía en el pecho,» le indicó que podía retirarse y mandó que se le regalasen como presente, un jabarquino y una jabarquina, que estaban cautivos

Al siguiente día pidió El-Gacel los regalos para el Príncipe heredero, y el 18 le visitó el Embajador y entregó á Muley Dris los que para él traía 4.

Había llegado á Saffi, el 28 de Abril, el Embajador francés con una escuadra, y D. Jorge Juan se apresuró á escribirle, ofreciéndole, con arreglo á sus instrucciones, sus servicios; á las gestiones de aquél, y probablemente á los buenos oficios de éste, se debió que el 20 de Mayo diese Sidy Mohammed libertad á todos los cautivos franceses.

Desde el día siguiente á la entrada en la capital, D. Jorge Juan y El-Gacel comenzaron á discutir los términos del tratado: la mayor resistencia la opuso el Marroquí al establecimiento para la pesca en la costa de África, porque el Emperador no consentiría que se fortificase punto alguno de su territorio. También creyó El-Gacel difícil que se obtuviese la rebaja de los derechos de entrada y salida en los puertos de Marruecos, porque las otras naciones la reclamarían igualmente. Parecíale también que los Argelinos se opondrían á reconocer zona maritima neutral, en que no pudiesen dañar á los Españoles. Convino en la petición de socorrer á las guarniciones de las plazas españolas en Africa, cuando hubiese necesidad, y en que el radio del campo neutral de las plazas se determinase por comisionados especiales.

Siendo costumbre que los Embajadores extranjeros sólo permanezcan en Marruecos el tiempo preciso para firmar el tratado, El Gacel indicó al de España que debería marchar al puerto donde fuese á buscarle el buque que enviasen para su regreso; señalándole el de Saffi, y no permitiéndole que fuese á Mogador, según deseaba; pero después accedió el Emperador á los deseos de D. Jorge Juan.

El 28 de Mayo se firmó el tratado. Aun cuando fué unánime el parecer de los Talbes, aconsejando que en nada se cambiase la situación de las plazas españolas, logró al cabo D. Jorge que se nombrase al Alcaide de Tetuán para la designación del campo neutral. No pudo conseguir el permiso de abastecer de víveres á los presidios, ni el que los Argelinos conviniesen en la zona neutral, no contestando siquiera á la carta de Sidy-Mohammed, en que se lo proponía; amenazándoles, de no acceder, con que concedería permiso á los Españoles para apresar sus buques en los puertos marroquíes.

4 Según el despacho de D. Jorge Juan al Marqués de Grimaldi de 23 de Mayo de 1767, hizo los regalos siguientes: al Emperador la sortija del brillante; una tienda de damasco carmesi, galoncado de oro; seis espejos grandes; seis cajones con cristales; dos quitasoles, bordados el uno de oro y el otro de plata; dos fusiles y dos pares de pistolas con pedrería; dos cinturones bordados de oro; dos alfanjes con vainas de plata y pedrería; una vajilla de china, cinco piezas de paño grana, verde y celeste; todos los pájaros y perros, y los dos osos. Al Príncipe heredero, Gobernador de Fez: una tienda de damasco verde, galoneada de plata; dos espejos, un fusil y un par de pistolas con pedrería; dos cinturones bordados; una pieza de tisú, una de holanda, una de damasco, una de terciopelo y una de paño. A Muley Maimún, hijo segundo del Emperador, Gobernador de Marruecos: dos espejos, un fusil y un par de pistolas á la española; una pieza de tisú y otra de cada una de las demás especies. A Muley Abderrahamán, tercer hijo del Emperador, Gobernador de Saffi: un fusil y un par de pistolas á la española, y una caja con una pieza de cada género. A Muley Eliasid, cuarto hijo del Emperador: una caja con una pieza de cada género. A Muley Dris, primo hermano del Emperador: una tienda de tafetán con galones de seda; dos espejos; un servicio de china para cafe, y una caja con una pieza de cada genéro. El Emperador regaló, á sus hijos y primos, algunos de los pájaros y perros del presente.

Ajustada la paz, y firmado el convenio, no estimó prudente D. Jorge procurar que se prolongase su permanencia en Marruecos, y el 9 de Junio se despidió del Emperador, al que entregó el segundo regalo, y un cuadro en que se había pintado el navío Princesa, que tuvo á bordo á El-Gacel, y la escuadrilla de jabeques que les había conducido á Tetuán. El Emperador le repitió varias veces el grande amor que profesaba á Carlos III, y la estimación con que conservaba los retratos de Felipe V é Isabel Farnesio, enviados por aquel Monarca á Muley Ismael; aprobó la residencia en Larache, como Cónsul de España, de D. Tomás Bremond, y se despidió del Embajador, mandando que se le regalaran dos avestruces. Despidióse D. Jorge, de Muley Maimún y Muley Dris, y regalándoles también 1, preparó su vuelta con Ahmedel-Gacel para el 17 de Junio.

Escribió antes al Marqués de Grimaldi, que creía que el comercio de España había de reducirse á la extracción de ganados y harinas y trigo si lo permitía el Emperador; aconsejando se nombrasen, con el sueldo que acostumbraban señalar las otras naciones 2, un Cónsul en Larache y dos Vicecónsules en Tánger y en Tetuán, puntos acostumbrados de los buques españoles; que si bien no visitaban los puertos de Salé, Saffi y Mogador, no impedía esto que el comercio español fuese el que más importase, según lo demostraba que estos tres últimos puertos arrendados á los Dinamarqueses, sólo habían producido 20.000 pesos, y los tres primeros que sólo redituaban antes de la paz con España, 16.000 pesos, subían ya á más de 70.000. Propuso para aquellos cargos, y el Gobierno nombró, á D. Tomás Bremond, para el Consulado de Larache; á D. Francisco Pacheco, Alférez de caballería del Regimiento de Ceuta, muy conocedor del país y de la lengua árabe, para el Viceconsulado de Tánger, y para el de Tetuán á D. Jorge Patisiati, Griego educado en Cádiz, aficionadísimo á los Españoles, que estaba ejerciendo el cargo, por autorización de los Gobernadores de Ceuta.

El 17 de Junio salió D. Jorge Juan de Marruecos con El-Gacel, y el 22 llegó á Mogador, sin tocar en ninguna población. Salió á recibirle el Bajá de la provincia con más de 1.000 soldados, que hicieron tres veces fuego graneado, y saludando la plaza con una salva de 100 cañonazos.

4 Como regalos de despedida, entregó D. Jorge Juan: al Emperador, dos piezas de terciopelo, dos de damasco, dos de holanda, dos de tisú y el cuadro de la marina. A Muley Maimún una pieza de terciopelo, una de damasco y una de holanda. A Muley Dris una pieza de terciopelo y una de damasco. Pretendía éste que además se le diesen 1.000 pesos fuertes; pero El-Gacel, á quien se lo había indicado, le respondió que no se atrevía á pedirlos, porque sabía que con ello desagradaria al Emperador; mucho más cuando no había tenido intervención en las negociaciones. Para no apartarse de la costumbre, D. Jorge tuvo que hacer regalos á varios Alcaides, empleados de Palacio y criadosdel Emperador que le acompañaron o sirvieron durante su estancia en Marruecos: estos regalos consistieron en 122 codos de paño fino, 172 del ordinario, 53 pañuelos de seda, seis libras y media de thé, 19 pilones de azúcar y 2.205 pesos fuertes.

2 Francia pagaba á su Cónsul general 14.000 libras, Holanda 7.000 florines, Inglaterra 4.000 libras esterlinas: á los Vicccónsules se les señalaban 700 duros, y uno de derechos por cada embarcación sin cubierta, y de seis á ocho, según la cabida, á los cubiertos. El Gobierno español señaló al Cónsul de Larache 45.000 reales de sueldo y 15.000 para regalos, y á los Vicecónsules 42.000, siendo de su cuenta los regalos.

El 20 de Julio entró en Mogador el navío Triunfante, que traía algunos otros regalos ; pero soplando los vientos con violencia tuvo que hacerse á la mar el 24, y no regresó hasta el 10 de Agosto, partiendo al siguiente día el Embajador, llevándose 30 cautivos y 30 desertores de Ceuta que se le habían entregado, arribando el 27 á la bahía de Cádiz. En Madrid mereció un lisonjero recibimiento, por lo muy satisfecho que había quedado el Rey de su conducta durante toda la Embajada 2. (Extracto de los artículos titulados la Embajada de D. Jorge Juan en Marruecos, publicados por el Sr. Vizconde del Pontón (hoy Conde de Casa Valencia) en la Revista de España, tomo VIII.)

4 Consistían en 3 cardenales y 30 canarios para el Emperador; 7 perros de presa para Muley Abderrahamán, que los había solicitado con grande empeño, y 1.000 libras de chocolate para otros dignatarios de la Corte.

2 Los gastos hechos por el Embajador español, en los seis meses que duró la Embajada, según cuenta, ascendieron á 290.523 reales, habiéndose pagado de ellos los sueldos del personal, los muebles y efectos para la casa del Embajador, los regalos y gratificaciones en dinero dados en las ciudades del Imperio, 20.000 reales anticipados á D. Tomás Bremond para trasladarse de Megador á Larache, y la pensión señalada á Sidy-Ahmed-el-Gacel, mientras permaneció en España.

APÉNDICE NÚM. 28.

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CESIÓN DE ORÁN.

CONVENCIÓN ENTRE EL REY DE ESPAÑA Y EL DEY DE ARGEL, SOBRE VARIOS PUNTOS CONCERNIENTES Á LA CESIÓN DE LA PLAZA DE ORÁN Y PUERTO DE MAZALQUIVIR, FIRMADO EL 12 DE SEPTiembre de 1791.

D. Carlos, por la gracia de Dios, Rey de Castilla, de León, etc. (siguen los demás títulos). Por cuanto el presente Dey de Argel, Hassán-Bajá, á su exaltación al Deyato por fallecimiento del Bajá Dey Mohamet, ha confirmado en el día 14 de Agosto de este año el tratado de paz y amistad que con el citado Dey Mohamet, hizo el Rey mi augusto padre, que de Dios goce, en el año de 1786, según se manifiesta por el escrito y sello de dicho nuevo Dey, puesto al principio del mismo tratado, cuya traducción se ha colocado al frente del texto turco; y por cuanto posteriormente y en el día 12 de Septiembre último, se ha hecho por el mismo Dey HassánBajá, una convención con mi Vicecónsul, D. Miguel de Larrea, compuesta de nueve artículos, la cual se ha escrito en turco á continuación del mismo tratado y de su confirmación, y se ha firmado por el Dey, cuyo tenor traducido al castellano es el siguiente:

Varias estipulaciones que pertenecen á la plaza de Orán y con el ayuda del Altísimo Señor Todopoderoso, se han ajustado y concluído á los principios de Muharem de este año 1206 (12 de Septiembre de 1791), por medio de D. Migual de Larrea residente en estas partes, como Vicecónsul y encargado de negocios del Rey de España, el Sr. D. Carlos IV, con el Dey de Argel, Hassán-Bajá:

ARTÍCULO 1.°

Al ingreso del próspero Hassán-Bajá, nuestro Señor, al mando y gobierno de la regencia de Argel, el Rey de España abandona, libre y voluntariamente y restituye á los principios de Muharem de este año de 1206, la plaza de Orán, que ahora tiene bajo su dominio y por lo pasado pertenecía á la regencia de Argel.

ARTÍCULO 2.°

Para que se destruyan todos aquellos fuertes que se fabricaron en dicha plaza de Orán por los Españoles desde que fué tomada por la España, y se saquen de ellos

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