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mas como se negasen después á cumplirlo, llevólo ásperamente D. Pedro III, Príncipe de ánimo esforzado, y en 1279 envió al Almirante Conrado de Lanza, con diez galeras á correr las costas de ambos reinos y á reponer al mismo tiempo en el de Túnez, á Mirabusach, que le había pedido auxilio contra su hermano, usurpador de la corona.

Mirabusach fué repuesto, y en la torre principal de Túnez enarbolado el estandarte Real de Aragón, que para que no se humillase, mandó Conrado que se izara por el muro, sin entrarlo por ninguna puerta de la ciudad. Siguió la expedición con sólo cuatro galeras, saqueando las costas de Tremecén, y fué acometida por diez berberiscas; pero tan buena maña se dió el Aragonés, que las cautivó tras recio combate.

El desposeido Rey de Túnez se alzó con Bugía y Constantina, y á su muerte, acontecida en breve, dejó una ciudad á cada uno de sus hijos. El hermano menor, Boquerón, sospechando que el mayor quería usurparle á Constantina, púsose bajo el amparo del Rey D. Pedro en 1281, ofreciéndole convertirse y entregarle la ciudad si se obligaba á defenderla. Holgóse el Rey, y juntando poderosa armada, con el principal objeto de hacer valer sus derechos sobre Sicilia, publicó, para ocultarlo, su marcha á Acoll, puerto de Constantina, en socorro de Boquerón. En 3 de Junio de 1282 levó anclas y tomó tierra en Acoll, donde supo que Boquerón, abandonado por sus vasallos al saber los tratos que llevaba con el Aragonés, había sido muerto por su hermano. Falta de motivo, aun aparente, la expedición; sostenidas algunas escaramuzas, y con buen golpe de botín y de ganado, reembarcóse, y á los pocos días marchó la vuelta de Sicilia.

Hallábase entonces en aguas de Nápoles el temido Almirante de la escuadra aragonesa Roger de Lauria, Capitán sin segundo, quien, después de prósperos sucesos en la Calabria y la Basilicata, enderezó la proa hacia África, y en la noche del 12 de Setiembre de 1285 desembarcó en los Xerves ó Gelves. Llamábase la isla en lo antiguo, Menihx; por Ptolomeo, Lotofágine; por los Moros, Zerví ó Gerbech. Está situada frente de Sicilia, á unas 100 leguas al Occidente de Trípoli, y tan allegada á tierra firme, que el estrechísimo canal que medio la separa se cruza por de un puente. Es la isla más importante de toda esta parte de África, de terreno bajo, arenoso y flojo para granos, penosa de agua, con bosques de palmeras y olivos; faltábanle pueblos, por vivir los moradores derramados por las alquerías, y el Xeque en un castillo á la parte de la marina.

4 Mariana, Historia de España.

Estacionóse el Almirante Roger en el canal con algunas galeras, á fin de impedir la fuga y el socorro. Saltó la gente á tierra; saqueóla, y muertos muchos, cautivos más, y desbandado y oculto en las fragosidades de los montes el resto; labró en el canal un castillo convenientemente presidiado. Apoderóse también de los Querquenes', otra isla que está no muy lejos, poco arredrada de tierra firme, delante de los Sfakes (Esfakos ó Alfaques), con tan grandes corrientes, que por maravilla pueden llegarse bajeles de remo, y tomó posesión de ambas en nombre del Rey D. Pedro, que se las donó para él y para todos sus succe

sores.

Tal fué el comienzo de la reconquista de nuestras posesiones en África, debida á la preponderancia de la marina catalana sobre todas las conocidas, y al valor de aquellos fuertes Almogávares, que á la voz de desperta ferro asombraron al mundo con sus heróicos hechos. Para colmo de fortuna, el Rey de Túnez fué preso en una emboscada y llevado á Sicilia por Roger de Lauria, que en 1289 repitió su invasión en Berbería, y combatiendo á Tolometa, la entró á saco, volviendo cargado de despojos.

Por fin, Abu-Yusuf- Yacub, reconociendo su errada conducta, y lleno de remordimientos, pensó en reconciliar á los Moros, y al tornar á Ghezira-Aladra, para interponer su influencia y aconsejar la paz á los Gobernadores de Málaga, Guádix y comarcanos Reyezuelos, le salteó

la muerte.

Corónase su hijo Abu-Yacub, y olvidando los consejos de su padre, torna al África para reunir tropas con que castigar la que estimaba des

4 Aunque Zurita no lo dice terminantemente, se infiere que debió ser ganada en esta ocasión; porque ni antes los Aragoneses habían intentado ninguna empresa contra los Xerves, de cuya isla es dependencia la de los Querquenes; ni hasta el año 1313 tenemos noticia de otra que de la de Roger de Lauria, hijo del Gran Almirante. Rebelados los Xerves en dicho año 1313, D. Fadrique, Rey de Sicilia, se concertó con los tutores de Rogerón de Lauria, uicto de aquél, en socorrerlo, con tal de que los gastos que se hicieren en la defensa y sustentación de las islas, se pagasen de las rentas de los Xerves y de los Querquenes, que eran también de Rogerón. Además Luis del Mármol dice: que los Querquenes siempre siguieron la fortuna de los Xerves. Ambas islas habían pertenecido á la corona de Sicilia. Sitiado en 11434 el Zeyrita Hacén en Mehedia, por el Príncipe soberano de Bugia, Yahyaben-el-Asis-el Hamadi pidió socorro á Roger, Rey de Sicilia, con quien mantenia benévolas relaciones con motivo de haber puesto en libertad á unos soldados sicilianos cautivados en Kasar-Dimas. Auxiliole Roger, obligando á Yahya á levantar el sitio, pero hizose pagar caro el socorro, apoderándose entonces de los Xerves; en 4442 de Gigel y de los Querquenes, y cuatro ó cinco años despues de Mehedia, Zuila, los Esfakos, Sus, Gafsa y otros pueblos ribereños.

lealtad de Mohammad, Rey de Granada; pero la escuadra de D. Sancho el Bravo, en 1292, incendia la suya en la bahía de Tánger, impidiéndole su vuelta á España. Grandes victorias consiguió en África; opúsosele Tremecén, que tuvo sitiada catorce años, y cuando se lisonjeaba de su próxima rendición, fué muerto alevosamente en 1307 por un eunuco, dejando en succesor á su nieto Abu-Thabet.

Los Reyes de Castilla y los de Granada, ya suspendían las hostilidades con frecuencia, y hasta formaban alianzas para contrastar á los feroces Africanos. Reinaba á la sazón en aquella Ciudad Mohammad III, quien en 1306, aprovechando el respiro de una tregua con los Castellanos, llevó sus armas contra Ceuta, con cuyo Rey andaba desabrido. Declarósele favorable la suerte, venció, y destruyó en gran parte la capital enemiga, apoderándose de abundantísimos tesoros, que le sirvieron para embellecer á Granada.

El Emperador de Marruecos, Abu-Thabet, en 1308, empezó negociaciones para el recobro de Ceuta, y andando en ello, una agudísima dolencia le quitó la vida en la alcazaba de Tánger, subiendo al trono su hermano Solimán.

Siguió éste el interrumpido proyecto, y sosegado su reino con castigar á algunos rebeldes, alióse contra el Rey de Granada, con D. Jaime II de Aragón; jurando no ajustar paz ni tregua sin su voluntad. Ofrecióle también pagarle 2.000 doblas por cada galera que le enviare para el sitio de Ceuta, el sueldo de 1.000 caballeros mientras el cerco durare, y que tomada la plaza le entregaría los bienes muebles que se encontraren en ella.

Así convenidos, el Aragonés mandó al Almirante Gilbert, Vizconde de Castelnou, con algunas galeras, y tan valientemente se portaron, que al poco tiempo, en fin de Julio de 1309, entróse la plaza por asalto. Mucho contribuyeron á tan feliz éxito las discordias que trabajaban á los Granadinos. Nazar conspiró, y obligó á abdicar á su hermano Mohammad III; mas ocupado en sostenerse, en fortificar su influencia y en recompensar á sus parciales, no pudo atender al socorro de Ceuta, que, abandonada, cayó otra vez bajo el yugo de los Benimerines.

Ismael, succesor de Nazar, usurpador y fratricida, trató en vano de recobrarla, á pesar de que, feroz guerrero, decía: que su Coran lo llevaba en el puño de su alfanje.

En el reino de Túnez, aún seguía la Isla de los Xerves en poder de Roger de Lauria; muerto, los excesos de los Cabos aragoneses dieron brío á los indígenas para rebelarse contra el hijo de aquel héroe. Favore

cidos por el Rey de Túnez, que les envió al Layení, experto General, pusieron sitio al castillo de los Xerves, que lo aguantó ocho meses, hasta que la armada siciliana llegó á libertarlo, huyendo el Layení con los Tunecinos, por temor de ser cortado en la isla. Apaciguóla Roger; castigó á los más culpables; sujetó á los revoltosos, y asentadas las cosas, tornó á Sicilia, donde cuidados de amor le llamaban.

Lleno el corazón de ilusiones, volaba Roger de Lauria hacia su muerte, acaecida de dolencia en Nápoles, y los Xerves, al saberlo, de nuevo se declararon en rebelión; cercaron el castillo, auxiliados por el Rey de Túnez, y así estuvieron hasta que Carlos de Lauria, hijo segundo del gran Almirante, llegó con su escuadra y pacificada la isla volvió á Italia, para morir al poco tiempo, como su hermano.

Heredó el estado Rogerón de Lauria y Entenza, y encendida la guerra civil entre las dos parcialidades más poderosas de los Xerves, los Aragoneses favorecieron á la tribu de Mohavia, que les era adicta; contra la de Mistona. Sabido por el Rey de Sicilia, mandó para apaciguarlas á Jaime Castellar, buen Capitán y experto en marinería; pero que confiando más de lo justo en sus fuerzas, salió imprudentemente á banderas desplegadas contra el enemigo, acaudillado por el animoso Hahalef, que lo derrotó, dándole muerte, y á más de 500 Cristianos.

Campeaba el Alarbe libremente por la tierra, y los Sicilianos reducidos al castillo padecían gran escasez de dinero y de bastimento, por lo que Simón de Montoliu, confiando la defensa á su hermano Bernaldo, se embarcó para Sicilia en demanda de socorro. El Rey D. Fadrique, considerando la importancia de la isla, puerta anchísima para penetrar en el corazón de la Berbería, y que los sitiados eran todos Catalanes, envió un grueso escuadrón de gente escogida, al mando del Caballero mesinés Peregrín de Pati, que tomó tierra en la isla del Almirante, á cinco millas del castillo. Despreciando en su altivéz á los indígenas, marchaban las tropas tierra adentro, sin orden ni disciplina; cuando los Moros de Mohavia y Mistona, unidos secretamente contra los invasores; les acometieron de sobresalto y en rota batida les llevaron de tal modo, que sólo escaparon 28 de á caballo, de 100 que eran, y casi ningún infante, quedando en el campo cerca de 2.500 y prisionero el General.

Ensoberbecido el Hahaleff, corrió la isla, apoderóse de ella, y con la ayuda del Rey de Túnez, que le envió 300 ginetes, reunió 400 y 8.000 peones. En esta sazón, llegó con buen número de Catalanes, enviado por D. Fadrique, Ramón Muntaner, prudentísimo Capitán y muy suficiente para aquella empresa. Tomó á sueldo 200 Alárabes de la fiel tribu de Ben

fimomén; se reconcilió con la de Mohavia, y tantos y tan continuos rebatos dió al Hahaleff, que éste, muertos muchos de los suyos, determinó abandonar la isla. Dudoso andaba con estas imaginaciones, cuando reforzado en tierra de Tunez; de improviso cae sobre los bajeles con que Montaner defendía el paso del canal, y tan brusca fué la acometida, que los marineros los abandonaron. El intrépido Montaner sale del castillo; monta en su leño de 80 remos, y secundado por dos barcas, apresa 17 de Moros y corta las comunicaciones entre la isla y tierra firme. Los auxiliares estipulan su libre paso á Túnez, con promesa de no volver más á la isla; concédelo Montaner, recibe un refuerzo de 1.000 Catalanes, y con el Almirante Conrado Lanza, derrota á los de Mistona, pasa á cuchillo ó cautiva á toda la tribu, y hace la paz con el Rey de Túnez á nombre del de Aragón y Sicilia. Entre otras cosas estipularon, que en cambio de la gente de armas, que al mando de Bernaldo de Fons quedaría para auxiliarle en sus guerras contra otros Xeques; pagaría al Rey de Aragón 5.000 doblas anuales de tributo, atreguándose con él por tiemde catorce años: transcurridos en 8 de Agosto de 1328, el Rey de Túnez y el de Bugía enviaron Embajadores á D. Alonso IV, que en aquel tiempo reinaba en Aragón, para seguir las treguas; mas en el año 1335, cansados los Moros de los Xerves, de la insolencia y rapacidad de los Oficiales aragoneses, proclamaron por Rey al de Túnez y cercaron el castillo. Socorrióle D. Ramón de Peralta, con escasa fuerza, y sobrevenida gruesa armada de Sicilianos y Genoveses, que obedecían al Rey Roberto; se apoderaron de las barcas donde Peralta tenía armas y provisiones, y dieron caza á las galeras, que pudieron escapar con harto trabajo. Combatido reciamente el castillo, sin socorros y muertos la mayor parte de sus defensores, cayó con la isla de los Xerves en poder de Infieles, con gran peligro y no corta mengua de la cristiandad.

po

Mientras estos sucesos, en la parte occidental del Mogreb aún seguían en próspera fortuna los Benimerines. Había muerto de enfermedad Solimán, y reinaba en Fez, Osmán, conocido por Abu-Said; faltabale, Ceuta suya, otra plaza en el lado español del Estrecho, para tener libres las puertas de Andalucía. Tarifa estaba en poder de Cristianos, pero Algeciras y Gibraltar habían sido reconquistados por Mahommad IV, que fiándose en los Berberiscos auxiliares, les encargó la custodia del Peñón, de fácil socorro desde la vecina África. Abu-Said, connivente el presidio, se apoderó de la plaza, donde metió buen golpe de tropas: al alma le llegó tal alevosía al Rey granadino; pero sin recordar su agravio, y con noticia de que la habían sitiado los Cristianos, acude en su socorro, y es

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