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El Excmo. Sr. D. Frey Carlos Carrafa 1, desde 21 de Octubre de 1704, á 7 de Septiembre de 1707.

El Excmo. Sr. D. Melchor de Avellaneda, Sandoval y Rojas, Marqués de Valdecañas, desde 7 de Septiembre de 1707, á 21 de Enero de 1708; que por el abandono de Orán pasó á España sobre una de las galeras de la escuadra que partieron del puerto de Mazalquivir el mismo día.

(Relación manuscrita existente en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia.)

GOBERNADORES DE ORÁN DESPUÉS DE LA RECONQUISTA 2.

El Marqués de Santa Cruz de Marcenado, desde 16 de Julio de 1732, hasta 24 de Noviembre del mismo año, en que fué muerto.

El Marqués de Villadarias era Gobernador en 1733.

D. José Vallejo, en 1736.

D. José Aramburu, parece que lo era en 1738.

D. Alejandro de la Motthe, des le 1742, hasta 1748 en que falleció.

D. Pedro Algaín, Marqués de la Real Corona, hasta Febrero de 1752.

D. Juan Antonio Escoique, desde 1752, hasta 23 de Marzo de 1758, en que falleció.

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D. Juan Martín Zermeño, desde 1758, hasta 1763.

D. Cristóbal de Córdova, des le 4 de Junio de 1765, hasta 28 de Julio de 1767.

El Conde de Bolognini, era Gobernador en 1767.

D. N. Zermeño 3, en 1775 y 76.

D. Juan de Courten, parece estaba en 1791 al cederse la plaza.

Carrasca, dice otro manuscrito.

2 No hemos podido encontrar relación exacta de ellos; pero de algunos datos sueltos parece inferirse eran los que se mencionan.

3 Quizá el mismo D. Juan Martín que estuvo hasta 1765.

APÉNDICE NÚM. 30.

(Pág. 340.)

EMBAJADA DE D. JUAN GONZÁLEZ SALMÓN.

Los detalles de los sucesos de esta embajada varían poco de los que dimos al narrar la de D. Jorge Juan. Llegado á Tánger D. Juan González Salmón, fué recibido con salvas de los buques y de la plaza, cuyo Gobernador, con multitud de Alcaides, el Cónsul general, D. Antonio González Salmón y Cónsules extranjeros, le acompañaron á su alojamiento, hallándose la guarnición sobre las armas y siguiendo al acompañamiento.

El 13 de Enero de 1799 se recibió comunicación del Sultán, mandando que se obsequiase al Embajador español en un todo y haciendo cuanto dijera y pidiera, y le acompañaran en el viaje á la corte 100 caballos de la guarnición, además de otros 400, y 400 peones de la Guardia negra que enviaba, con 300 acémilas y 30 tiendas de campaña; debiendo agasajarse á los soldados de la guarnición que acompañasen al Plenipotenciario, con 200 rs. á cada uno, que era lo percibido ya por los que iban.

El 27 de Enero salió la Embajada para Mequinez, haciendo alto á tres leguas de Tánger, en una llanura llamada Laindelia.

El 28, pasado el río Jasef, se entró en la Garvia, cuyo Xeque esperaba al Embajador con 150 caballos, que en su honor jugaron la pólvora.

El 29 entraron en la jurisdicción de Tleguí y Jolot, cuyos Alcaides se presentaron con 200 caballos.

El 30, el Bajá de Larache, que por su enfermedad no pudo salir á cumplimentar al Embajador, envió doce Alcaides con 300 caballos. Al divisar la comitiva, los habitantes de Alcazarquivir salieron al camino, inclusas las mujeres (cosa inaudita entre los Moros), que, puestas en primera fila, gritaban con demostraciones inequívocas de júbilo. Pasó la comitiva por fuera de la ciudad, y, vadeado el río, acampó en una llanura inmediata al punto donde se dió la batalla en que fué muerto el Rey D. Sebastián. Sólo anduvieron cuatro leguas, teniendo que atravesar los ríos Majasén, Guarua y Alcázar.

El 31, la jornada fué de tres leguas (el itinerario estaba marcado por el Emperador), llegando á la kabila de Esfiani, donde esperaba el Bajá con 300 caballos.

El 1.o de Febrero se reunieron al Bajá hasta 2.000 caballos, que no cesaron de correr la pólvora en todo el día. Por la tarde, al concluirse la jornada, entraron en el término de la kabila de Benimelek, cuyo Bajá se presentó con otros 2.000 caballos, que corrieron la pólvora en grupos de 80 ó más caballos juntos, con tanto or

den, firmeza y agilidad, que no era posible mayor. Se vieron dos Árabes, que corriendo de pareja á toda brida, se suspendían sobre el arzón delantero de la silla, poniendo la cabeza abajo y los pies arriba, y después de hacer en esta posición algunos batidos con las piernas, volverse á colocar en la silla, prosiguiendo siempre su carrera. Anduvieron este día seis leguas, acampando en la altura de Get Chafaroch. Lo que más embelesaba á los Árabes era la música española, y tanta importancia dan á este detalle, que públicamente decían los Alcaides: «Que en la excelencia de aquella música se conocía la sinceridad y buena fe con que venía el Plenipotenciario español.>>

El día 2 no se pudo caminar por el mal tiempo.

El 3 fué la jornada de cuatro leguas, pasándose el río Huerga, á cuyas inmediaciones acamparon, fuera ya de la jurisdicción del Bajá de Esfiani.

El 4, cada uno de los Bajaes presentó al Embajador (como lo había hecho el de Larache), un caballo, y le acompañaron hasta el río Sebú, límite de la provincia de Garbi, que vadearon, acampando al pie de la montaña, donde se levanta el Santuario de Muley Dris, después de una marcha de siete leguas.

La del 5 fué de una legua, haciendo alto en una altura, á dos leguas de Mequinez, esperando órdenes para la entrada.

El 6 se emprendió la marcha, y á media legua de la corte salió á recibirá la Embajada un General marroquí, con 50 Alcaides en soberbios caballos y ricamente vestidos. La entrada en Mequinez fué ostentosa, y tal el efecto que producía la música española, que el pueblo se apiñaba por oirla, sin que bastasen razones, ni aun palos para separarlos y que dejasen el paso libre. Apenas llegado Salmón al alojamiento, recibió una felicitación del Emperador y una carga de exquisitos dátiles, como muestra del gran afecto que le merecía. A los tres días se anunció al Embajador que S. M. le recibiría en mensuar ó audiencia pública el 44.

En este día, precedido de un gran destacamento de infantería, de la música montada y de una bandera trabajada al gusto marroquí, y una primorosa silla de montar, regalo para el Rey, salió el Plenipotenciario y toda la Embajada en magníficos caballos, y detrás 216 mulas cargadas de regalos. En un gran descampado, dentro del recinto de palacio, donde había de tener lugar la audiencia, estaban unos 4.000 hombres en dos filas; el Plenipotenciario se apeó, y á pocos minutos se presentó el Sultán, acompañado de los dignatarios de la corte. S. M. se adelantó algo, con solo su primer Ministro, Sidy-Mohamet-ben-Otomán; el Alcaide que llevaba la insignia Real ó parasol, cuatro ó seis que con pañuelos blancos hacían ademán de quitarle las moscas, y los soldados de á pie con lanzas, que se quedaron á corta distancia. En esta disposición, el Ministro se acercó al Embajador á decirle «que podía llegar y acercarse á S. M.» La audiencia fué larga, el recibimiento al Embajador el más lisonjero, y sus ofertas dignas del mayor reconocimiento. Entre otras cosas dijo: «Que prefería y anteponía la amistad de España á la de las demás naciones europeas; y que si su padre había distinguido y particularizado siempre á la española, él le excedería en esta parte y lo haría manifiesto.>>

Acabada la audiencia, 18 músicos marroquíes tocaron en honor de la Embajada, y el hermano del Sultán, el Príncipe Muley Caddor, acompañó á caballo á Salmón, hasta dejarle fuera del recinto de palacio. Por la noche fué á visitar al primer Ministro, y en los otros días se ocupó del tratado.

En este intermedio, llegó el Príncipe Muley Taib, hermano del Emperador, á quien visitó el Plenipotenciario; el Príncipe permitió á toda la Embajada que se sentase, cosa desacostumbrada en Marruecos; además, recibió de éste, el Comisionado, un excelente caballo y dos del Alcaide del mensuar. También el Emperador le envió dos para él y para su hermano, el Cónsul general; con la advertencia de que eran de los que él montaba, y de los mejores que había en el Imperio. Otro día envió al Plenipotenciario un animal particular, conocido en África por vaca del Desierto de Sahara, y al P. Salmón, su hermano, una arrogante mula.

El 22 de Febrero le avisó Sidy Ben-Otomán que S. M. había convenido en todo cuanto deseaba el Rey de España. Señalado el día 26 para la audiencia de despedida, dijo el Emperador al Plenipotenciario, «que sentía fuese la estación de invierno, pues que en otro quedaría en su corte más tiempo, según él deseaba; y que asegurase de su parte al Rey Católico, estimaba tanto á los Españoles como á sus propios vasallos.» Presentada la comitiva á Sidy Ben-Otomán, en son de despedida, díjole éste al Plenipotenciario: «Si estaba contento; si tenía más que pedir; que él no deseaba más que complacerle.» Al siguiente día se despidió del Príncipe Muley-Taib, y conformándose con los deseos del Emperador, recorrió á caballo los jardines de palacio. El 28 le envió S. M. seis caballos y una leona, para que, juntamente con un león y un tigre que había en Tánger, los presentase al Monarca español; regalando á los músicos 300 duros.

En la tarde del 3 de Marzo se puso Salmón en camino para Tánger, convenientemente escoltado, donde llegó el 12, siendo recibido con gran solemnidad, salvas de artillería, formación de tropas, visitas de Cónsules y acompañamiento numeroso, dándole el Gobernador un banquete servido á la española, que pagó el Plenipotenciario con otro. El 20 de Abril se embarcó para España, y á las tres horas llegó á Tarifa, desde donde marchó por tierra á Chiclana, entrando en esta villa el 26, á los cuatro meses de su salida, concluyendo su comisión como decían los Moros en Mequinez: «que ésta era la Embajada dichosa, la Embajada de la felicidad.»

(Extracto del Diario de la Embajada de la corte de España al Rey de Marruecos en el año de 1799, escrito por un individuo de la comitiva.)

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Estos datos están tomados del discurso pronunciado por el Sr. D. Gabriel Rodríguez, en la Junta celebrada por la Sociedad de Africanistas y Colonistas en 30 de Marzo de 1884.

1 Las crecidas cantidades que figuran en el estado de importación de 1856, 1857 y 1858, se deben á la crisis de subsistencias que hubo en España y que aconsejó la libertad de importación de cereales.

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