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ta, Rayón y Zabalburu en el tomo 81 de su Colección de documentos inéditos, página 29, de tanta importancia, por lo menos, como el otorgado á García de Tineo ó Garci-Fernández de la Plaza, que V. inserta con el núm. 6 en su apéndice 1. Ambas cédulas son muy semejantes, pues refiérense al mismo suceso y el premio que se concede es casi idéntico, pero harto distinta la suerte que han corrido, yaciendo olvidada la una hasta hace un año, y eso que de ella habla en su edición de El Conde Lucanor, impresa en 1575, Gonzalo Argote de Molina. Olvidada continuaría aún, si no fuese por la preferente atención que dedica á estos estudios su actual poseedor D. Fernando Fernández de Velasco, en cuyo palacio de Villacarriedo (de quien puede decirse, como de Barcelona Cervantes, que es archivo de la cortesía, albergue de los extranjeros, correspondencia grata de firmes amistades), existe y tuve el gusto de ver hace poco admirablemente conservada. Cerca de siete años después de la de Tineo, que lo fué á los pocos meses de muerto Barbarroja, se firmó la de Velasco, en la muy noble ciudad de Toledo á treinta y un días del mes de Mayo, año del nascimiento de nuestro Salvador Jesucristo de mil é quinientos é veinticinco años, y á su pie dice lo siguiente: «Las armas que V. M. manda dar al Comendador Alonso de Velasco, que fué General, teniente de Capitán General en el desbarate de Barbarroja.» Estas armas, que se ven pintadas con la misma viveza de colores que hace tres siglos, son en campo de oro la cabeza de Barbarroja, en la parte inferior del escudo unos cautivos y por timbre exterior siete banderas.

Del texto del privilegio, resulta que Alonso de Velasco, Caballero de la Orden de Calatrava, acudió al Emperador y á su Madre con una relación acompañada de documentos que decían y acreditaban haber servido á Don Fernando el Católico en las guerras de África desde que se ganó Mazarquivir (1505), y en las de Navarra e al tiempo que Barbarroja, Rey que se nombraba de Argel e Tunez e Tremecén, se apoderó de la cibdad de Tremecén. Resulta asimismo, que cuando fué la armada española á reponer al Rey de este último punto, el Capitán general Marqués de Comares (el célebre Alcaide de los Donceles, Don Diego Fernández de Córdoba y Velasco), le envió por su Teniente de la gente que para ello envió, y que como tal Teniente de nuestro Capitan general (habla el Emperador) cercó á Barbarroja tres meses en la dicha cibdad hasta que le desbarató á la salida, matándole mucha gente y tomándole muchos caballos. Lo que sigue conviene copiarlo al pie de la letra. «E que se >>salvó el dicho Barba Roja con muy pocos turcos. E que vos (Alonso de Velasco) em>>biasteis en su seguimiento, alguna de la dicha gente que con vos estaba. E que por >>ella fué alcanzado é muerto é trajisteis e metistes por la cibdad de Oran su cabeza >>e siete banderas que le tomasteis é sesenta españoles que tenia cativos como lo po>>diamos mandar ver por una informacion hecha ante juez é signada de escribano >>público que ante Nos presentasteis. » Sigue el privilegio hablando de la súplica que á los Monarcas había dirigido Velasco, de que para que quedase memoria en su li

4 Envióle á la Real Academia de la Historia, en 1796, D. Ignacio de Merás y Queipo de Llano, con una Disertación sobre el verdadero nombre del vencedor ó matador de Aruch Barbarroja y con un poema en octavas reales. (Biblioteca de la Academia.-Discursos académicos.-E.-478.) En 1827 se publicó por D. José María de Merás, hijo del D. Ignacio, como prólogo à su tragedia Horuc Barbarroja, y en el tomo 6.o del Memorial histórico español se insertó, siguiendo á la Crónica de los Barbarrojas, por Francisco López de Gómara.

naje le concedieran las armas que le concedieron; habla después, de la costumbre de éstos de hacer parecidas mercedes, y termina como el de García de Tineo, firmando solo «Yo el Rey y Francisco de los Cobos secretario de sus Cesarea y Catolicas Majestades. >>

Como ve V., mi querido Maestro, si no tuviésemos más noticia de la muerte de Barbarroja que estas dos cédulas; si nada dijesen los historiadores, la relación de aquellos sucesos resultaba clara y evidente. Alonso de Velasco, Teniente del Capitán general Marqués de Comares, es decir, segundo Jefe de aquel ejército, fué contra Barbarroja; cuando huye éste, manda alguna gente, la compañía del Capitán Andrada ó Andrade en su seguimiento, y cuando llegan al corral, albarrada ó ruinas, donde se había hecho fuerte Barbarroja, el Alférez García de Tineo ó Garci Fernández de la Plaza, mata á aquel «amigo de los mares, enemigo de los navegantes. >> Alonso de Velasco fué el que dirigió; García de Tineo el que realizó. A Velasco dicen los Reyes: «embiasteis en su seguimi nto (de Barbarroja) alguna de la dicha gen»te que con vos estaba..... por ella fué alcanza lo e muerto.» A García de Tineo: «fuis»teis el primero del ataque..... peleastes persona por persona (con Barbarroja) le »matasteis A.»

No hay, pues, entre estas cédulas contradicción ninguna: la dificultad nace del relato de los historiadores; en la intervención que dan á Martín de Argote, á quien ninguno de los privilegios nombra. Los autores que describen con detención tan importante suceso (algunos como Robertson y Lafuente, nada dicen), atribuyen á Martín de Argote la gloria del desbarate de Horruch, añadiendo Argensola: que Argote fué el que presentó la cabeza del corsario al Marqués de Comares, y con ella la aljuba que llevaba puesta, y que enviada al Monasterio de San Jerónimo de Córdoba, convirtióse en capa de coro, según el testimonio de Mármol, que afirma existía en su tiempo y se llamaba de Barbarroja. Sin detallar tanto, escribe lo mismo Ferreras, refiriendo que Argote puso aquella sangrienta cabeza en la punta de una lanza, entrando de este modo en Orán, en lo que no sigue á López de Gómara, según el cual, Garci Fernández fué el que realizó este hecho. Ortiz de la Vega, no dice quién llevó la lanza; y Cavanilles, relata la hazaña del soldado asturiano y..... nada más. Vió la contradicción de Gómara y Ferreras y, en la duda, se abstuvo. Según el privilegio de Velasco, éste fué el que llevó la cabeza á Orán: no dice que la llevó materialmente, por lo que muy bien pudieron llevarla Argote ó Garci Fernández, ó los dos, que para ambos había lugar y tiempo. Como ve V., huyo de las antinomias, y hasta tal punto me gustan las concordancias, que he procurado armonizar la relación de los historiadores con la oficial de los privilegios, llegando á convencerme de que lo que existe es una omisión sencilla, harto común en la historia. En efecto, el continuador

4 Quizás crea alguien, que estas últimas palabras no se refieren sólo á Garci Fernández, sino también á sus compañeros de armas mandados todos por Andrade; quizás no sea extraño que se diera otro privilegio semejante á los dos que conocemos, pues como parecen indicar y como en tales casos sucede, varios se atribuirían la gloria de aquel hecho y solicitarian recompensas, siendo necesaria información ó expediente, como hoy se diría, lo que explica la diferencia entre la fecha de ambos documentos. Nada nos importa de todo esto, bastando quede acreditado que las dos cédulas en nada se oponen, antes bien se explican y completan.

de Zurita, después de referir el asesinato de los cristianos, dice: «La nueva del estrago entristeció y conmovió tanto los ánimos en Orán, que sin detenerse los Españoles en consultas, salió el Coronel Martín de Argote (natural de Córdoba), con algunos de á caballo y dos mil infantes..... con aquel flaco reparo de tierra, se defendía (Barbarroja) y ofendía y mucho más á los soldados del Capitán Diego de Andrade que los tenía más cerca, hasta que García de Tineo, su Alférez, le derribó de una pedrada 1.» En mi sentir, sólo falta á esta relación el nombre del General: dígase que fué Velasco el que mandó á Argote, y documentos é historiadores concuerdan. De este modo queda completa la gerarquía militar. Velasco era el que unía á Martín de Argote con el Jefe supremo, Marqués de Comares. Como si ayer hubiera sucedido, está viéndose lo que acaeció entonces. Derrota el Coronel Martín de Argote á Mahomat, hermano de Horruch Barbarroja, y se incorpora al ejército sitiador de Tremecén que mandaba Velasco: rompe Horruch el cerco, escapando con algunos Turcos: envía Velasco en su persecución á Argote, que alcanza á Horruch: se hace éste fuerte detrás de unas tapias, las asalta la compañía del Capitán Andrade, y su Alférez García de Tineo, concluye con aquél en noble lid. ¿Por qué no dar á las cosas una explicación sencilla? Esta que doy y que V. se dará seguramente no está fundada sólo en su sencillez; tiene á su favor un testimonio irrefragable. Parto del supuesto de que Velasco y Argote tomaron parte en aquella hazaña: el sistema de poner á éste en lugar de aquél, no me parece serio; para todos hubo gloria: lo que ha de averiguarse es cuál de los dos era el Jefe. En mi sentir, basta leer los privilegios para convencerse de que fué Velasco. Así como en el de Garci Fernández se dice que su Jefe inmediato era Andrade, en el de Velasco se dice que era el Marqués de Comares. Éste era el Capitán general, el Virrey ó Generalísimo; luego entre él y Velasco no había ningun Jefe inmediato. ¿Serían los dos de igual categoría? No lo creo, porque entonces sobre ser más difícil que los dos mandasen la expedición, á los dos debía atribuirse la gloria. Ahora bien; el testigo de mayor excepción á que me he referido, que no es otro que el Cordobés insigne, el ilustre genealogista Gonzalo Argote y de Molina, historiæ antiquæ totius Hispaniæ inter paucos gnarus, la atribuye únicamente á Velasco.

Como sabe V., en 1575, es decir, medio siglo después de la muerte de Barbarroja, se imprimió en Sevilla (reimprimiéndose en 1642), con buenas añadiduras, según el decir de Morales, El Conde Lucanor. Entre esas añadiduras (todas de Argote) vése después del prólogo y de la vida de D. Juan Manuel, el «Principio y succesión de la Real casa de los Manueles», y aquí lo siguiente: «VIII. Doña Francisca de Saavedra........ casó con D. Alonso Fernandez de Mesa hijo de D. Andrés de Mesa y de Doña Andrea de Argote y nieto de Alonso Hernandez de Mesa y de Doña Catalina de Angulo hija de Alonso de Velasco y de Doña Beatriz de Angulo, el cual Alonso de Velasco despues de muerta su muger tomó el Abito de Calatrava. Fué este Comendador el que venció á Barbarroja siendo general en Tremecen, yendo desde Orán contra él y le ganó siete banderas que entregó al Marqués de Comares su General, que se ven hoy en el Monasterio de San Geronimo de Córdoba, las cuales le dió el Emperador por orla de sus armas, con la cabeza de Barbarroja; como consta por su privilegio;» y al margen: «Privilegio dado por el Emperador Carlos V.>>

4 Argensola.-Primera parte de los Anales de Aragón, etc., capítulo 56.

Resulta, pues, que un escritor casi coetáneo, peritísimo en estas materias, Cordobés como Velasco y Argote, quizás próximo deudo de este último (tal vez descendiesen ambos del Señor de Lucena, Alcaide de los Donceles, Hernán Martínez de Argote, progenitor de Gonzalo), atribuye al Comendador Velasco la gloria de aquel hecho, y habla de ello con todo conocimiento de causa, muy de propósito, en ocasión buscada por él, como para que conste; porque la verdad es, que al caso no venía; y habla dando detalles y puntualizando circunstancias. Que los historiadores no hayan hecho hincapié en estas palabras de Argote, probará el injusto desdén con que las miraron, pero no que sean inexactas; mucho más cuando ha parecido el privilegio á que se refieren. Como ve V., ni el privilegio ni Argote hablan nada de la aljuba: ésta, como cosa de menos importancia, la dejaría Velasco para su Coronel, tomando él lo importante, lo que indica el mando supremo: las banderas.-Por no convertir en libro lo que quiere ser carta, y porque no lleguen tarde estas noticias, no le doy algunas del Comendador Velasco 4. Para mí, éste, Comares y Argote eran parientes, y de esto quizá nazca la confusión ú omisión de los historiadores.

¿Por qué habrá estado tanto tiempo oculto el privilegio que motiva esta carta? Para mí no cabe duda que porque los succesores ó descendientes de Velasco, si los tuvo, no le dieron importancia ni usaron nunca esas armas nuevas, olvidándose de ellas por las antiguas y conocidísimas de los veros equipolados azules y plata en campo de oro.

Con pesar termino, pues compláceme sobremanera hablar con V. y de estas cosas; ello es preciso, y será en este instante; pero no sin dar á V. las gracias más expresivas por haberme invitado á escribir esta carta que, como apéndice de una obra que no ha de morir, será lo único de mi pobre pluma que sobreviva. Y á fé que no me duele, pues si probará mi poco valer, probará asimismo cuánto fué de V. admirador entusiasta, verdadero amigo y respetuoso discípulo Q. B. S. M.

JOSÉ DE LIÑÁN Y EGUIZABAL.

Diciembre de 1884.

4 Algún trabajo ha de costar buscarlas, pues ni el bibliófilo D. Fernando José de Velasco, que escribió de su noble familia, dice nada de nuestro Comendador en sus papeles, que con los de la Biblioteca de la Romana conserva la Nacional (K-237). Supongo que pertenecería á la línea de Córdoba, cuya representación lleva hoy el Marqués de los Castellones, ó á la de la Revilla, pues Salazar y Castro, en su Historia de la casa de Lara, cita á varios de ese nombre, entre ellos á un Continuo de la casa del Emperador Carlos V. Quizás sea nuestro Alonso de Velasco el caballero cordobés que con Juan de Argote y el Alcaide de los Donceles resistió en 1504 á los Moros de la serranía de Ronda. (Zurita, Hist. del Rey D. Hernando: lib. IV, cap. 34.) No es tan probable que lo sea el que contestó en nombre del Rey al Embajador de Francia, Cardenal de Albi, cuando estuvo en Córdoba en 1469 (Garibay, Crónica general: lib. XXI, cap. 73), y si no el mismo, equivocado el nombre, debió ser deudo muy cercano suyo el Antonio, que en 1510 fué de Capitán en la armada contra el Turco. (Zurita, obra cit., lib. VIII, caps. 22 y 44.)

İNDICE.

Págs.

PARTE PRIMERA.

44

PARTE SEGUNDA.

Comprende desde el año 714 hasta el 1492.

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