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Señor de Tagaost 1, para que por él y en su nombre pudiese hacer é hiciese todas las cosas que fueren servicio de Sus Altezas.

Siguiendo este ejemplo, el 18 del mismo mes se sometieron los habitantes de Ifní ó Ifiní 2. En 8 de Marzo, los de la Ciudad de Tamenarte y lugares de Tariagarute, Tagadí, Ifarabeiri, Eguguaz y otros varios 3. En el mismo día, Boalid-ben-Buco (Abud-Alí-ebu- Bu-Kú), Señor de Tagamarte, nieto de Abdul-Mumen-Maho-Lufut, último Rey de la Vu-Tata, prestó igualmente obediencia, poniendo su villa y el derecho y señorío que le pertenecían en el reino, bajo del señorío y vasallaje de la Corona Real de Castilla, dando poder con su hijo Alí-ben-Buco (Alí-ebu-Bu-Kú) á Cidi-Zayde-Maymón (Sidi-Said-Maimón) y á Cidi-Mome (Sidi-Mumén), Alarbe de Auladamar 5 para que fueran á besar las manos á Su Alteza.

El 9 de Marzo los parientes de los Alcaydes de Ufrán, ratificaron lo hecho por éstos, y el 20, Mahomad-Maymón, Mahomet-de-Ben-Amest (Mahommad-ebu-Ahmed), Señor de Agaos 6 y Alí-ben-Ayó (Álí -ebuHayún), Señor de Ticigunén 7 hicieron lo mismo. A poco se presentó Alí-ben-Abid, Xeque del bando ó kabila de Auladamar, y se sometió al vasallaje y señorío de la Corona Real de Castilla, designando como representante de la tribu á Sidi-Mome, y ratificando su empeño con el Gobernador de Ifiní (Ifní) en la mezquita de este puerto 8.

4 Tagaost, Cabeza del Reino de la Vu-Tata. Se la denomina también Tagaos, Teganit, Tegos, Tagavost, á cinco leguas de Ifní. En 9 de Abril de 1503 escribía la Reina Católica en Alcalá de Henares á los Oficiales de la Contratación de Sevilla: «En las partes de África comarcanas á Canarias, especialmente en la Cibdad de Tagaost, se fizo por nuestro mandado cierta contratación, y fizo Diego de Castro, vecino de Burgos, cierto arrendamiento de las orchillas.»

2 Existía un castillo de Ifiní y el puerto del mismo nombre ó de Ifní, en el que, según la descripción que del último y sus contornos hace el Sr. Fernández Duro en su Memoria y trabajos sobre Santa Cruz de Mar-pequeña, se mencionan la antigua mezquita de que habla el escribano Burgos, ó sea el Sepulcro del Santón Sidi-Ifní.

3 Tamenarte, Villa principal del Reino de Vu-Tata: Tariagarute, Tagadi, Sarabeiri y Eguguáz, pueblos situados junto á la orilla del río Temenarte.

4 Tagamarte ó Tagumadert, villa principal del Reino de Vu-Tata, con señorío propio, situada en la provincia del Dráa en un monte á corta distancia de Mar-pequeña.

5 Auladamar: Jiménez de la Espada sospecha si esta kabila podrá ser la de los Abdelmar que se aliaron con Alonso Fernández de Lugo, aunque tanto difiera la palabra abd, que significa servidor, de la de Ulad, que significa hijos; quizá sea la de los Ulad Amira. 6 Alcazaba ó Castillo de la ciudad de Tagaost.

7 Fortaleza de la misma ciudad.

8 La curiosa escritura que hemos extractado y que es objeto de la Memoria de Marcos Jiménez de la Espada, de la cual tomamos las notas anteriores, la encontró el erudito é infatigable Oficial de la Biblioteca de la Academia de la Historia, D. Manuel de Goicoechea (á cuya bondad debo muchos de los datos de esta Historia), en los folios 204 al 206 del Tomo de papeles de Salazar, A-44, que lleva el rótulo de Rey Católico: 4480 hasta 4305.

España llegó á ser dueña de todo este territorio africano por el más legítimo de los títulos, por la voluntaria cesión de los naturales.

D. Alonso Fernández de Lugo, sojuzgada Tenerife, recorrió las costas de África; y levantando en el puerto de Nul, á veinte leguas de Tagaost, un torreón de madera con trinchera y foso, guarnecido de cañones, se posesionó de aquel territorio; pero se le opusieron los de Tagaost, faltando á la fé jurada, sin fruto entonces, por la ayuda que recibió el Castellano de las kabilas de Abdelmar, Auladamar ó Ulad-Amar; aunque al fin, por los continuos ataques y perdida mucha gente, tuvo el expedicionario que abandonar la torre y reembarcarse '.

En tanto, preocupados los Portugueses con el plan de aumentar sus dominios, seguían costeando la ribera occidental del África, ansiosos de circunnavegarla. Tras larga cosecha de peligros, Bartolomé Díaz descubrió en 1486 el Cabo de las Tormentas, llamado después de BuenaEsperanza, que dobló Gama; glorioso hecho para los Lusitanos, que tuvieron un Camoens que lo inmortalizase.

Miraban el creciente poderío del exiguo reino portugués, con malquerencia, algunas naciones europeas; todas, con envidia; España, más que todas, andaba recelosa. Guerra muy dura había sostenido Fernando el Católico á su advenimiento al trono, contra D. Alonso, que llegó á titularse Rey de Castilla, y no lo olvidaba y temíale vecino poderoso.

Mas el celo por la fé acalló las desconfianzas del político, que fijó su vista en los Musulmanes. La unión de Aragón y de Castilla al disolverse el imperio de los Benimerines, aseguró la preponderancia de la cruz sobre la media luna. El cautiverio de España tocaba ya á su término. En Berbería se atacaba á los Mahometanos; en la Península les quedaba tan sólo el reino de Granada, donde se habían guarecido los restos de los Infieles.

El 2 de Enero de 1492, ondeaba en la Torre de la Vela el estandarte cristiano; Boabdil el Zogoibí, con lágrimas en los ojos, abandonó su antigua corte; los Moros, vencidos por sus disensiones, tanto como por las armas de los afortunados Reyes Católicos, huyeron al África á esconder su dolor y su vergüenza.

La reconquista concluye: Castilla, libre de enemigos domésticos, co

mienza las invasiones.

4 Según Zurita, en su Historia del Rey D. Fernando el Católico, éste mandó á Alonso de Lugo, Gobernador que era de las Islas de Tenerife y la Palma, que levantase tres fortalezas: una, en el Cabo Bojador; otra, en Nul, puerto de mar á cinco leguas de Tagaost, y otra en el mismo lugar. En cumplimiento de estas órdenes, Alonso de Lugo desembarcó en San Miguel de Saca, en aquella parte de la Berbería, que está á cinco leguas de Tagaost, donde asentó la torre de madera que llevaba, que se sostuvo algun tiempo.

PARTE III.

COMPRENDE DESDE 1498 HASTA EL 1700.

CAPÍTULO PRIMERO.

Descubrimiento de América.-División del nuevo mundo entre Españoles y Portugueses. Toma de Melilla.-Toma de los Xerves. -Sorpresa de Cullera por los Berberiscos.-Tentativa frustrada sobre Mazalquivir.-Cisneros.-El Conde de Tendilla ofrece conquistar el litoral del reino de Tremecén.-Descripción do Mazalquivir. —Se entrega por capitulación. -Rota de los Españoles.-Asientan treguas con los de Orán.-Queda de Gobernador de Mazalquivir el Alcayde de los Donceles.

Mientras que en las costas oceánicas luchaban los Españoles por un palmo de tierra, el inmortal Colón rendía en tributo á los piés de los Reyes Católicos un mundo entero. ¡Fausto día el 12 de Octubre de 1492! Con las nuevas de tanta riqueza, la codicia hervía en los pechos. Aventureros de todas las naciones se disponían á marchar en busca de maravillosas conquistas, soñando oro, plata, diamantes, ricas telas, aromas exquisitos: el más infeliz no hubiera trocado sus esperanzas al embarcarse, por la opulencia de un Príncipe. La fiebre de las conquistas se había apoderado igualmente de los Reyes; la ambición, con su sangrienta mano, les señalaba tierras ignotas con que aumentar el poder y la gloria de su Corona.

La política aconsejó á Portugal y á España, que para evitar choques entre sus marinos, se señalasen los puntos en que podrían unos y otros continuar sus descubrimientos, y acudieron para ello al Pontífice, árbitro supremo en Reales contiendas. Éralo en 1494 Alejandro VI, que dividió el mundo en dos hemisferios, oriental y occidental; para los Españoles éste, aquél para los Portugueses. La línea divisoria se fijó al Oeste de las

Azores; y en 1495, por reclamación de D. Juan II, á unas 370 leguas al Oeste del Cabo Verde.

Así las cosas, un suceso inesperado hizo que la atención de España, fija entonces en la América, se dirigiese otra vez á las costas de Berbería. Allegábase armada para proseguir las conquistas de Cristóbal Colón, cuando arribaron noticias de que, por guerras civiles, los habitantes de Melilla, temerosos de caer en manos de sus enemigos, habían abandonado la ciudad.

Sea por envidia á Colón, según de ello se quejaba el inmortal Genovés, sea por el vivo deseo de que desapareciese aquel nido de piratas, el Capitán General de Andalucía, Duque de Medina-Sidonia, D. Juan de Guzmán, dispuso que la flota destinada á seguir el descubrimiento del Nuevo Mundo se posesionase de aquella fortaleza.

Es Melilla una de las más nombradas poblaciones de Fez, rayana á Tremecén y casi frontera á nuestra ciudad de Almería. Trábase con el Continente africano por un istmo rocoso de 350 varas sobre el nivel del mar; tiene fácil defensa, con un mediano puerto, abrigo entonces de los piratas que devastaban las costas de la Andalucía. El 17 de Setiembre de 1497, se tomó posesión de ella, dejando por Capitán con alguna tropa al esforzado Andino, que rechazando las acometidas de los Moros, librándose valerosamente de una emboscada en que cayó inadvertido y matando al Xeque Botoya y á su hermano; puso en respeto á los Montañeses. Conociendo éstos, por fin, que sus esfuerzos no bastaban para reconquistar á Melilla, se limitaron á bloquearla, fortificando los pueblos comarcanos y poniendo vigías en todas las atalayas.

En 28 de Setiembre del mismo año, el Virrey de Sicilia, Juan de Lanuza, por tratos que tenía con algunos principales, se apoderó de los Xerves, fortificó el castillo y dejó guarnición que fué ásperamente combatida por el Rey de Túnez, á quien la isla pagaba tributo.

También la guerra entre Berberiscos y Españoles, estaba encendida por el mar: los corsarios costeños no dejaban punto de reposo á los pobladores de ambas riberas. En el año 1503, diez y siete bajeles corsarios sorprenden á Cullera, cautivan 150 personas, pudiendo, del resto de los habitantes, unos hacerse fuertes en el campanario y en el mesón, mientras que otros libraron la seguridad en los piés trasponiendo el Júcar. La noticia corrió por los pueblos, con aumentos: decían que los Moriscos se habían levantado, y acudió á tomar lengua el Gobernador de Valencia, Cabanilles; pero ya eran idos los Moros, y volvióse á la Ciudad á apaciguar á los Cristianos, que se reunían en tumulto para dar en los Moriscos,

acusados, casi siempre con razón, de instigar y favorecer aquellas sorpresas.

Los Portugueses, en tanto que seguían el curso de sus conquistas por la costa occidental del África, trataron en 1504 de sorprender por un golpe de mano la plaza de Mazalquivir. Al efecto, con tropas de las guarniciones de Tánger y Arcilla, cayeron de sobresalto; pero los Moros se defendieron con tal brío, que les obligaron á replegarse con bastante pérdida.

Llegaban ya los últimos días de la piadosa Reina Isabel, cuyo propósito, nunca abandonado, era conquistar para el cielo naciones infieles: en sus generosas ambiciones confirmábanla su Confesor, el docto y bondadoso Hernando de Talavera y el insigne Arzobispo de Toledo, Fray Francisco Ximénez de Cisneros, varón sapientísimo, Religioso ejemplar, estadista profundo, de altos pensamientos, de inquebrantable carácter; tan austero y tan inflexible en sus resoluciones, como lo habían de menester lo áspero y lo revuelto de los tiempos.

Ardíale el corazón en deseos de dilatar el reino de Cristo y de limpiar las marinas de piratas, lastimado de tantos infelices que gemían en duro cautiverio, y en cuyo rescate se empleaban de continuo gruesas sumas. Parecíale también indigno de la majestad de la nación sufrir pacientemente las presas y rebatos de los Moros, y en ardorosas pláticas. encarecía á la magnánima Reina, la gloria y la conveniencia de conquistar el litoral africano.

Ayudábale en su propósito el Conde de Tendilla, que tan alto nombre había adquirido en la guerra de Granada, quien en su humor guerrero llegó á comprometerse á conquistar para su patria, con 1.000 caballos y 10.000 peones, toda la tierra asentada entre Melilla y Argel, con la sola condición de que se le había de ayudar con 40 cuentos de maravedís; «que si más haber se necesitase, de lo suyo lo satisfaría.» Escuchaba todo esto sin desagrado el Rey Católico, inquieto y receloso con el creciente poderío de los Portugueses en África. La muerte de la insigne Reina dilató la ejecución de estos designios; necesario le era al Rey dominar antes las resistencias interiores, para poder dirigir sin embarazo sus armas contra los enemigos exteriores. En conjuras contra él muchos nobles Castellanos, desconfiaba de todos; y su carácter, naturalmente frío y reservado, trocóse, no sin causa, en suspicaz y sombrío.

También la muerte de Tendilla fué contratiempo de harto bulto; pero sobrevivióle el Cardenal, que no era hombre de abandonar la idea, tan

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