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ALONSO PITA DA VEIGA

EN LA BATALLA DE PAVIA.

Desde el año de 1525 en que se dió la famosa batalla de Pavía, hasta la fecha de hoy, son muchas las historias que se han escrito, las relaciones que se han ordenado, y las referencias que se han hecho de aquella gloriosa jornada. Pero introducido el error ó sostenida la negligencia de los que entrando en pormenores cambiaron algunos nombres y omitieron otros de los soldados españoles que más se distinguieron en la accion, todavia hasta nosotros no se habia podido averiguar con certeza á quién se deben en realidad las primicias del triunfo, en cuanto á la prision del rey Francisco I de Francia, allí rendido al esfuerzo de nuestras gentes.

Cúpole en suerte á nuestro buen amigo y reputado escritor el Sr. D. Manuel Juan Diana, tropezar con el privilegio de nobleza que, poco tiempo despues de la batalla, otorgó el emperador Cárlos V al hombre de armas Diego Dávila; andaluz de la ciudad de Granada, y el primero que obtuvo prendas del monarca francés en señal de rendimiento.

Es verdad que de este soldado, asi como de algunos otros que al acto de la prision asistieron, ya varios historiadores ó coronistas habian dado cuenta por sus nombres: pero tambien lo es que los servicios no quedaron bien definidos por entónces; y aun hoy, en la Historia general de España que vé la luz pública, tampoco se hace de ellos la distincion que se merecen y podrian obtener; en especial, despues de haberse publicado aquel privilegio de hidalguia por el citado escritor D. Manuel Juan Diana, primero en el Semanario Pintoresco Español, y luego en su obra titulada Capitanes Ilustres y revista de libros militares.

Resalta y se hace tanto más notable la omision de esta cita, cuanto que el ilustrado autor de la sobredicha Historia general, se entretuvo algunos meses registrando los papeles del archivo de Simancas, donde el privilegio original se custodia.

Es verdad que no meses, sino años y muchos se necesitan para coleccionar los diplomas indispensables al buen desempeño de semejante obra; y que un historiador, para escribir una historia general, no puede entretenerse en todas las minuciosidades que el exámen de los archivos le suministre, aun cuando concurran al fin de aclarar hechos dudosos ó desvanecer errores manifiestos.

Tal vez á esta consideracion se subordinó el distinguido escritor de la Historia de España; por más que la especialidad del caso le relevase de estimarla: que no se ganan en cada campaña victorias como la de Pavía, ni es frecuente tampoco la rendicion de un Soberano. Mas como quiera que sea, y aun á trueque de parecer difusos, á nosotros se nos figura que la historia no perderá nada, y que la gloria local ganará mucho con que se sepa quiénes fueron los primeros soldados del ejército español que rindieron al rey de Francia y lo tomaron en calidad de prisionero.

Y puesto que ya el Sr. Diana en los lugares cita

dos ha hecho memorias del hombre de armas andaluz, publicando su carta de hidalguia, cumple hoy á nuestra buena fortuna dar á la estampa la que, por el mismo servicio y en los términos que más adelante se verán, otorgó tambien el Emperador á un Alonso Pita da Veiga; gallego de nacion, reputado ya por envidiables hazañas en el ejército de Italia, y ascendiente de una ilustre familia de militares distinguidos, que ha realzado más de una vez los altos merecimientos del real cuerpo de artillería de marina.

Hé aquí el privilegio, en los términos que lo otorgó el Emperador á los cuatro años despues de la batalla, y el cual se conserva en el Archivo general de Simancas, legajo 388, rotulado de "Mercedes y Privilegios."

"D. Cárlos por la divina clemencia Emperador siempre augusto, Rey de Alemania; doña Juana su madre, y el mismo D. Cárlos por la gracia de Dios, Reyes de Castilla, etc. Acatando los buenos y leales servicios que vos, Alonso Pita da Veiga, gallego, nuestro vasallo, nos habeis hecho en todas las guerras que se han ofrecido, ansi en España como en Italia, donde os habeis hallado, especialmente en la batalla de Bicencio, que D. Ramon de Cardona visorey y capitan general que fué del Católico Rey nuestro abuelo y Señor, que haya santa gloria, en el Nuestro reino de Nápoles dió contra Bartolo de Albiano, capitan general de venecianos, donde os hallastes y señalastes muy bien, y lo mismo en la batalla que Próspero Colona, que fué Nuestro capitan general de Italia, hubo en la Vicoca, con Mr. de Escur, capitan general del Rey de Francia y de su ejército; y ansi mismo en la que D. Cárlos, duque de Borbon, Nuestro capitan general que fué de Italia, y D. Cárlos de Lanoy, Nuestro visorey de Nápoles y D. Francisco Hernando Dávalos de Aquicio, marqués de Pescara, Nuestro capitan general de infanteria, dieron en Gatinara al ejército de franceses, de que era capitan general el Almi

rante de Francia, donde os hallastes y señalastes, como hombre de buen ánimo y esfuerzo, de todo lo cual soy informado y certificado por cartas de los dichos Nuestros capitanes generales de Italia, y de otras personas que de allá han venido: y demás dello nos consta y es claro y notorio que en la batalla sobre Pavía, que los dichos duque de Borbon y D. Cárlos de Lanoy y marqués de Pescara, hubieron con el Rey de Francia, donde le desbarataron y prendieron, vos, continuando vuestra lealtad y esfuerzo, y el deseo que teneis de nos servir, peleastes como valiente hombre, y cobrastes de poder de franceses el estandarte del Serenísimo Infante D. Fernando, que agora es Rey de Ungría, Nuestro muy caro y muy amado hijo y hermano, en el cual iba la insignia del Nuestro ducado de Borgoña, y lo tomaron los dichos franceses, habiendo muerto al alférez que lo traia, en prueba de la cual hazaña, os ficimos merced de seiscientos ducados de oro; y en la misma batalla ficistes tanto que allegastes á la misma persona del dicho Rey, y fuistes en prenderle, juntamente con las otras personas que le prendieron, y vos le quitastes la manopla izquierda de su arnés y una banda de brocado que traia sobre las armas, con cuatro cruces de tela de plata y un crucifijo de la Veracruz, de lo cual el mismo Rey de Francia hizo fé y testimonio por una cédula firmada de su propia mano, y Nos vos hicimos merced por ello de treinta mil maravedís cada año para toda vuestra vida, allende de vuestro salario ordinario de hombre de armas; en memoria de lo cual, y porque los Emperadores, y Reyes, y Príncipes, acostumbran honrar y hacer mercedes á los que bien les sirven, para que en sus linajes y sucesion quede de ellos perpétua memoria, y otros á ejemplo dellos se esfuerzen y animen á bien servir.

"Por la presente, de Nuestro propio motu y ciencia cierta y poderío Real absoluto, de que en esta parte

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