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con otras igualmente infelices y rídiculas, no mereció, desde entónces ni el mas mínimo apre cio, y ántes se tuvo por disparatada, ruinosa é inasequible, méritos que la pusieron en el mas profundo olvido, hasta que de allá la desenter. raron los proyectistas de Zacatecas mejorándo la, es verdad, con la mayor injusticia y generaralidad que se le añade; pues el Dr. Maldonado excluye la amortizacion que causare perjui. cio de tercero, y la de los capitales de capellanías la propuso con calidad de que los putronos ó fundadores quisieran hacerla espontánea. mente, cuando el proyecto de que se habla se extiende á todos los bienes destinados á objetos de piedad, arrostrando con perjuicios, dere. chos de posesion y propiedad y últimas voluntades que el derecho de gentes del mundo civilizado tanto respeta y defiende.

Cotejado el proyecto con el de la consolidacion publicada en estas partes en 1805, muy pronto y evidente se verá, que si esta con ra zon manchó tanto el gobierno absoluto con la especie de despotismo que incluia, no compren diendo bienes dotales de las iglesias, bienes ó rentas dotales de hospitales ni futuras dotaciones piadosas, concediendo respectivamente mucho mas largas esperas que las que permi

te el proyecto á los tenedores de capitales pios, y por fin, no siendo mas que para una sola vez la consolidacion era ménos intolerable que el banco de Zacatecas; con todo, aquella se suspendió y desertó enteramente, porque principales corporaciones de estas partes evidenciaron ante el rey lo perjudicial y ruinoso del arbitrio á la tesorería real y á los intereses de todos estos habitantes.

Uno de los principales perjuicios que entónces se evidenció, y que sin duda se iba á causar desde luego á los mejicanos, fué el de quitarles el dinero de las obras pias, que propia y rigurosamente ha sido y debido llamarse ya tres siglos el fondo comun, el asilo universal, el pronto socorro y el espíritu que mueve á la agricultura, á la minería, al comercio y á la industria. Este daño muy aumentado por lo dicho va ciertamente á inferirse á los zacatecanos, si el proyecto que ha decretado su estado no se deroga al instante temiéndose que la infeccion pueda tocar á otros y hacerse mucho mayor el mal,

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Los de Zacatecas y otras partes hasta aquí apénas han tenido negociacion alguna que no hayan animado ni vivificado sino con el socorro ó auxilio del caudal permanente, fondo co

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mun ó dinero de obras pias que, si á sus partí, cipes les rinde un rédito moderado, á los que le toman y manejan los pone en un lucroso mo. vimiento, y al estado y al público les produce beneficios incalculables.

¿Que cosa mas cierta entre nosotros? Un labrador que aunque tiene semillas, por la abundancia de ellas ve abatido su precio, no encuentra comprador ni tiene dinero para sus siembras, cosechas y demas operaciones, lo toma sobre sus fincas de un fondo piadoso, socorre su necesidad, evita el sacrificio de sus efectos y se pone en estado de lograr buen tiempo para venderlos: otros, por un año estéril, por haber faltado agua, por una helada extraordina ria y otros accidentes, perdieron sus siembras y quedaron casi arruinados; pero se reparan y refaccionan ocurriendo á las obras pias, con cuyos intereses continuan el cultivo de sus fincas, y mientras la escasez mantienen y aun me. joran sus giros.

Otro, para reponer los ganados que se le murieron en una seca, para hacer una saca de agua ó una presa en que recogerla, y otras obras de esta naturaleza, si no tiene caudal, tampoco halla otro arbitrio que pedir dinero á las obras pias, con el cual mejora sus fincas con

sultando igualmente á su beneficio particular ó al del comun. Otro para comprar unas tierras confinantes, otro para dividir una herencia, otro ú otros para innumerables casos no cuentan con mas recurso que el de los caudales de las obras pias.

Un dueño de mina de buenas esperanzas que está dando un tiro, un socabon, un desagüe ú otra obra muerta, cuando se le acaba el dinero, con el favor de unos amigos que le sir van de fiadores ó una finca que hipoteque, lo encuentra en los fondos piadosos, y con él finaliza sus obras y consigue la riqueza que, á no tener ese auxilio, quedaria para siempre sepul tada en el oscuro seno de la tierra.

Cuando se tenian cuantiosas existencias de metales sin poderse boneficiar por falta de azogue: cuando faltaba con que rayar operarios y no habia aviador, lo eran los capitales de obras pias, con cuyo dinero se pagaban los jornales se extraia la plata de los metales y continuaba el laborio de las minas. Los mismos capitales alentaban y hacian de mejor suerte á los maquileros y á los rescatadores.

El comerciante que daba principio á su carrera con un corto principal, lo aumentaba con el de las obras pias: el que por contratiempos

no había podido vender todos sus efectos, que le urgian los plazos, y que tenia sobre sí la dura mano del acreedor armada de una ejecucion que podria acabar sus intereses y menoscabar su crédito y opinion, conjura estas tempestades con el caudal que saca de las obras pias y á vuelta de no mucho tiempo se hace una fortuna considerable.

Iguales beneficios han sacado de las obras pias los fabricantes, los artesanos y demas negociantes: lo mismo todo el que por desgracias y ac cidentes se ha visto en apuros y estrecheces pecuniarias; porque el fondo de obras pias puede justamente compararse al manso y caudaloso rio que riega y fertiliza un terreno inmenso derramando beneficios por donde quiera que

corre.

Ni solo los particulares han disfrutado de tamaños beneficios: los cuerpos de la minería, del consulado, la universidad literaria, ayuntamien. tos y tribunales, no han tenido otra caja para erogaciones de la mayor importancia y útilidad comun que la de los bienes eclesiásticos. Hasta los gobiernos subalternos y supremos han ocurrido á dicho tesoro para obras nuevas, para gastos en tiempos de guerra, para saldos de sueldos civiles y militares, y para otros cien obTOM. IV.

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