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¡Sorprendente conformidad! Doce testigos son los únicos que vieron los fogonazos y oyeron las detonaciones, y de los doce contestes, once aseguran que fueron tiros, y solo uno es el que duda si fueron tiros ó petardos, no atreviéndose á calificar con seguridad cuál de ambas cosas fueran. Los nueve de que hablaba el fiscal en su censura, son: Manuel Martinez, tronquista del carruaje de S. M., Manuel Vela, delantero, Don Joaquin Jurado, correo de caballerizas, Serafin Correa y Benito Gil, lacayos, Juan Rovira y Benito Fernandez, palafreneros, Leon de Aguirre Amelloa y Miguel Royo, dependientes de la tienda de hierro sita en la casa número 13 de la calle de Alcalá. Agrégasele á estos nueve el inglés Rolland y su esposa, de quienes el fiscal habia prescindido por consideraciones que en breve expondrá á la sala. Todos once, porque once son y no ocho, como á La Riva se le antojaba decir, aseguran que fueron tiros, y el único que se expresa dubitativamente es el caballerizo D. Manuel Rosales, que no puede asegurar si fueron tiros ó petardos.

Para demostrar que las declaraciones de los que el fiscal deja designados, no dejan duda acerca de la existencia de los tiros, las recordará ligeramente. (Las lee por su órden, y continúa).

Es verdad que al ratificarse estos testigos, cada cual da razon á su manera del motivo por qué creyó que eran tiros; pero todas sus manifestaciones son francas y tan naturales, que satisfacen al ingenio mas suspicaz. A los que estaban á larga distancia de la berlina, bien podia ofrecérseles duda acerca de la causa de la detonacion; pero á los que vieron los fogonazos y sintieron las detonaciones, no podia quedarles ninguna. Conviniendo además para la demostracion de la existencia de los tiros, enlazar el hecho notorio de estar La Riva dentro de la berlina con las pistolas que aquella tarde se habia hecho cargar con esmero y que despues se encontraron en su casa, descargada la una, con vestigios recientes de haber hecho fuego con ella, y cargada la otra con pólvora de la que se habia empleado para cargarla en la tarde del 4 de mayo.

Prescindo de las declaraciones de los ingleses Rolland por las pequeñas inexactitudes que en ellas se encuentran, y sin embargo que se ha padecido una grave equivocacion al suponer que el fiscal no las invoca en apoyo de la acusacion por

que favorecian á La Riva. Esto solo ha podido decirse, partiendo del supuesto inexactísimo de que ellos dijeron haber disparado los tiros un hombre, que con el pie puesto en el estriba derecho de la berlina, introdujo el cuerpo por la portezuela del mismo lado. Mas lo que ellos han dicho lo leerá el fiscal íntegramente (lee). De aquí resulta, que los disparos los hizo el hombre que estaba dentro de la berlina, saliéndose de ella y desapareciendo despues de aquel hecho, lo cual perjudica tanto mas á La Riva, cuanto que D. Antonio Alegre, que á los disparos acudió, y habiéndose asomado á la berlina, no vió á nadie dentro de ella.

Prescindiendo, pues, como he dicho de estas declaraciones, veamos las de los otros testigos. Serafia Correa, que es uno de los nueve que oyeron los disparos, dice, que oyó como el tiro de un cachorrillo, que á su parecer salió de entre la gente que allí habia parada y como por entre la caja y el pescante de la berlina.... y volvieron á disparar otro tiro desde dentro de esta misma berlina segun la claridad que se percibió, aunque sin poder asegurar si era por persona que estuviese dentro ó de las que estuviesen á su costado y lo hicieron por la ventanilla. »

Testigo es este que por lo menos vió salir de la berlina uno de los tiros es cierto que añade no puede asegurar si los disparos eran por persona que estuviera dentro de la berlina ó de las que estuvieran al costado y entrasen la mano por las ventanillas; pero ninguna duda se le ofrece acerca de que el segundo tiro salió del carruaje en que estaba La Riva. Dos son pues los hechos que determina y distingue con toda claridad el testigo; uno el punto de donde salieron los disparos, otro la persona que los hizo: en cuanto al primero le designa con seguridad, y con respecto al segundo no puede hacerlo con igual

certeza.

Benito Gil se espresa en los propios términos, pues dice: aque vió y oyó disparar un tiro como de pistola ó cachorrillo por entre la caja y el pescante de una berlina.... y entonces el compañero le dijo: ¡ qué picardía! y en el mismo momento vieron disparar otro tiro por la portezuela del referido carruaje. »

....Viene despues la declaracion de Benito Fernandez que dice oyó un tiro viendo salir un fogonazo por entre el pescan –

te y la caja de la berlina, que los caballos del tiro se asustaron un poco y en seguida salió otro tiro de dentro del mismo carruaje.»

.... Tambien Juan Rovira vió salir uno de los tiros por la portezuela, y aquí el fiscal que no prescinde de circunstancia alguna por sencilla que parezca, debe convenir en que Juan Rovira asegura que el primer tiro salió de la portezuela y el segundo por entre el pescante y la caja, al paso que los demas testigos convienen en que el primero salió á su parecer por entre la caja y el pescante y el segundo por la portezuela. La mayoría de los testigos está conforme en que el segundo salió por la portezuela. Pero es muy digno de notarse y ninguna estrañeza debe causar que al primer tiro no tuvieran seguridad del punto de donde salió, y al segundo sí; porque al sonar la primera detonacion marchaban desprevenidos, caminaban sin presentir lo que iba á suceder, y así fué que hasta que oyeron Ja detonacion y percibieron el fogonazo no pudieron fijar la atencion en el punto de donde habia salido. Pero al segundo disparo, como ya se habian apercibido y fijado la vista hácia la berlina, vieron salir el segundo tiro por la portezuela con evidencia y seguridad. Hé aquí cómo se explica esa idea de que el primer tiro les pareciese que salió del pescante, y tengan seguridad de que el segundo salió de la berlina. Para el fiscal sería indiferente que hubiese salido de esta el primero ó el segundo: uno salió indudablemente de ella, y en todo caso podrá si se quiere decirse que D. Angel de La Riva tenia un cómplice allí; pero el hecho de que uno de los tiros salió por la portezuela izquierda de la berlina es de tal modo evidente que acerca de él hay una prueba cumplida.

D. Joaquin Jurado, que era el correo de caballerizas que iba delante del carruaje de S. M., oyó la primera detonacion y dice «volvió la cara deteniéndose un poco y entonces vió que dentro de un coche que estaba parado delante de la casa de Diligencias Peninsulares, salió otro tiro por la portezuela de la izquierda, no pudiendo asegurar si desde dentro ó por alguna persona que estuviese fuera........» De modo que el correo que iba delante, y oye el primer disparo, inmediatamente vuelve la cabeza, y cuando estaba mirando ve salir el segundo tiro de la portezuela de la berlina. Pero de lo que despues añade se pre

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tende deducir que no tiene seguridad de que el segundo tiro saliera por la portezuela izquierda de la berlina, como si fuese posible confundir dos hechos y dos ideas completamente distintas. El testigo vió salir el tiro por la portezuela, pero no del mismo modo distinguió al que le habia disparado y por eso hace una adicion relativa á este estremo que en nada perjudica a la designacion del punto por donde se verificó el disparo. Tambien Miguel Rojo, dependiente de la tienda de fierro de la casa núm. 13 de la calle de Alcalá, si bien en la primera declaracion no designa el punto de donde habian salido los tiros, añadió despues al ratificarse que los fogonazos salieron como del medio del coche, un poquito mas atrás que adelante. Y cuidado que este es un dependiente de la casa á cuya puerta estaba parada la berlina. Once son los testigos que vie ron y oyeron los disparos y demostrado queda ya por las declaraciones de ocho de ellos que cinco vieron con toda seguridad salir uno por la portezuela izquierda de la berlina, otro los vió salir del centro de ella, mas bien atrás que adelante, y los dos ingleses Roland vieron que los disparó el hombre que estaba dentro. Resta pues únicamente examinar lo que manifiestan los tres restantes.

Manuel Martinez, tronquista del carruaje de S. M., dice que oyó un tiro que á su parecer salió de entre una porcion de gente que habia parada en la acera de la derecha, yendo á la Puerta del Sol, y una berlina que estaba en el mismo punto; que al oir este tiro los caballos del carruaje se asustaron un poco pero los sujetó como medio minuto: despues se oyó otro tiro en el mismo punto.» Asi se ve que este testigo solo vió el primer disparo sin distinguir el segundo por atender á los caballos que guiaba.

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Leon de Aguirre Amelloa, otro de los dependientes de la tienda de hierro, dice que vió y oyó uno detrás de otro el fogonazo y el tiro de dos cachorrillos al parecer que sin duda fueron disparados junto á una berlina que estaba parada.»

Manuel Vela, delantero del carruaje de S. M. pos dice: «que oyó un disparo como de cachorrillo, entonces volvió la cabeza y oyó otro segundo tiro de la misma clase que el anterior, viéndole salir junto al carruaje que estaba parado, no pudiendo asegurar si sería de dentro ó de fuera.»

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Este vió el fogonazo en el momento de sonar el segundo tiro; pero no pudo ver si salió de dentro ó de fuera de la berlina.

D. Manuel Rosales, caballerizo de campo de S. M. aunque no determina si fueron tiros ó petardos, dice con relacion al punto de donde partieron «que al pasar por frente á la berlina se oyeron dos detonaciones seguidas, al parecer como de haber disparado una arma de fuego pequeña, ó dos petardos: el declarante vió la claridad como detrás de la berlina en la acera entre la gente que allí habia parada y como á la altura de un hombre.»

Estos cuatro testigos oyeron los tiros, y aun percibieron la elaridad sin poder determinar de dónde salieron, si bien creen que detrás del carruaje. Es necesario saber qué es lo que quiere significar detrás, pues pudiera creerse que dicen hácia la trasera. Pero no es eso lo que quiere decir. Para determinar el hecho fiel y exactamente se amplió la declaracion de los que habian dicho salido detrás de la berlina, y así: «Preguntado Don Manuel Rosales.... qué posicion ocupaban respecto de la berlina las personas que estaban á ella inmediatas, si estaban hácia la Puerta del Sol, ó hácia el parador de diligencias entre las casas y la berlina ó entre esta y la carretela de S. M. dijo: que la gente que habia parada estaba detrás de la berlina entre esta y la acera. »

En los propios términos se explican los otros tres, de modo que no es la trasera de la berlina sino el trecho que habia entre el costado derecho de la berlina y la acera, lo que los testigos entienden y definen al decir detrás de ella. Esto querían decir los testigos, esto dice D. Manuel Rosales, á saber, que el punto de partida de los tiros le habia parecido estaba detrás de la berlina, en la acera. El detrás es entre el costado derecho de la berlina y la acera; y de ahí fué de donde dedujo el fiscal al examinar estas declaraciones que el tiro tenia que haber salido de la berlina, y la razon es muy sencilla. Si la berlina estaba por delante, si los tiros venian por la parte de detrás de la berlina, por dónde podian salir? por la portezuela o por entre la caja y el pescante, no habia remedio. Las personas que estaban detrás estaban entre la berlina y la acera, por consiguiente los tiros hubieron de salir atravesando por el espacio que el carruaje ocupaba.

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