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ficar con vuestros veninos enconados; y lo peor es que seguis à hombres malos, viles y de escuros ingenios, cometedores de criminosas hazañas, á los quales days galardon en lugar de pena, y á los buenos penas por galardon. Por Dios, amigos, no codicieys novedades, ni seays causa de que por dejar de castigar su señoria á los pocos emponzoñados, perezcays los muchos y sanos: ca si en discordia estamos es por no castigar sus atrevimientos passados. Por ende, hermanos, enmendaos, sino el tardar de vuestro castigo con la grandeza de vuestra pena se recompensará. Ca sabed que los vasallos no obedientes mas son subgetos litijosos, que amigos de lealtad; de los quales su porfia no cause que perdays vosotros la vida que con vuestras artes mereceys tener á la servidumbre sometida. O amigos y señores, como si lo que deveys haceys quanto de su señoria hareis con suplicaciones humildes y no con armas rigurosas, pues le veys inclinada la voluntad á otorgada piedad. Ca con el mayor con esto todo ruego se acaba. E por gratificar á los amadores de la paz assolverá á los codiciosos de la contienda. Y pues es visto que vos han venido y vienen males de oir á los malos que ni quieren callar, ni saben sosegar, no los escucheys. Ca piensan de enriquecer con novedad de ver el pueblo y reino turbado; antes contra ellos mostrad vuestra saña furiosa, pues su comunicacion vos es sospecha dañosa: ca para los malos reprimir aquí somos mas llamados de vuestra fortuna que de voluntad el señor alcayde de Martin de Alarcon y yo, que delante hallareys para vuestro amparo: y debeys tomar ejemplo en los de la cibdad, que temen mas la rigurosa crueldad del Rey que siguen, de quien son apremiados con imposiciones E añadiduras de pechos, que á las armas de vosotros, que

si castigados fuessedes obedeceriades, y con ser perdonados soberviays, como hace la muchedumbre quando le dan soltura. Ca mas por maravilla de virtud que por razon de justicia en su señoria aveys hallado perdon de vuestros escessos; porque es tanta la grandeza del beneficio que de su alteza aveys recebido, quanto la multitud de vuestros crímenes y escessos los manifiestan: el miedo de los quales os hace perseverar en errores, y criar osadia, y poner sospecha en vuestra seguridad. Ansi que, señores y honrados varones, concebid, concebid para vuestro castigo amonestamiento blando y no fuerza sangrienta. Ca por averse echado amanizquierda vuestra pena, no por esso cometays culpas, las quales son tantas que recio serian essecutadas en vuestras personas y casas, si en el rey reynasse crueldad como mora misericordia, que vos está cierta de su excelencia, pues aveys muy clara esperiencia en su magnanimidad que es tanta, que las grandes penas que por vuestros malificios mereceys, absolucion dellas por benefi¬ cios recebireys. Por ende, caballeros, si haveys oydo de mi cosa que no vos plega, enmendaos á lo hacer mejor Y no vos lo diré peor de quanto los subditos rencillosos de su natural son tan flacos, quanto al rey hace fuerte el no obedecelle. É creed me no pongays á su Señoria en tal estre→ cho, que buscando en que modo mejor vengándose perezcays: pues vuestra lealtad es en quanto paresce mas no en quanto verdad. Una cosa querria, señores, de vosotros, que mireys la culpa que teneys, y vereys que no ay palabras › por mi dichas que no sean peores las obras por vosotros hechas: y pues su señoria es contentó con solo vuestro arrepentimiento, aquel continuad basta que para su olvido: y ved bien que todo lo dicho es en vuestro favor; y3agrau{

desced que os amonesto vuestra salud, y no vos engañeys á ser osados por la blandura que se vos dá. Ca sabed que ansi como teneis rey para lo bueno remunerar, assi es recio para vos castigar: de tal manera que vos sea no durable la libertad y provecho que aquí y en Castilla teneys pues vosotros no quereys usar del como deveys, antes vos debe ser poco largo; pues con tanto cuidado reteneys vuestro propio daño: y no vos escandalizeys en aver oydo cosas no á vuestra voluntad: porque mas ha sido mi gana de vos aprovechar con obras que no contentar de palabras, pues las dichas no son tan asperas quanto la enfermedad de vuestras cosas.» E assi hecha la habla le dijo el rey. Oy convenibles, señor alcayde, han sido amenazas, pues aquellas han quitado el mal que imaginavan. Ca vuestras razones han hecho conservar oy tanto este pueblo en sosiego quanto en sobervia estaba ayer puesto. El alguacil y estos alcaydes y viejos dicen que soys buen maestro en atajar escándalos, ca con amor y miedo sosegays las gentes.» En conformidad todo el pueblo del Albaycin increibles loores daban al rey, con el qual dicen permaneceran, pues les era mas padre en el perdonar que señor en el castigar.

Como salió Gonzalo Fernandez y Martin de Alarcon con sus genles de Granada.

Bueltos Gonzalo Fernandez á Yllora, y Martin de Alarcon á Moclin, de allí con mas la frontera se continuava la guerra, porque las cosas sucedieron en estado que el mozo rebeló contra el rey y la reyna, y duró en él hasta que él á Granada les entregó; y porque no hace al propósito decir mas desto, vo á lo comenzado.

La guerra que de nuevo se hacia al Rey chiquito, y la entrega de las fortalezas de Monduxar, Alhendin y la Malaha á Gonzalo Fernandez.

Continuándose la guerra como de primero, Gonzalo Fernandez que tenia por amigo y servidor singular á Ali-Alatar, alcayde y cabdillo que era de Yllora al tiempo que se ganó, y el qual de Gonzalo Fernandez cada dia recebia mas beneficios, y su muger y hijos y criados vestidos. Este Alatar de que digo poseya la tenencia de Monduxar. Gonzalo Fernandez conociendo aquel era passado del Alpujarra á Granada procuró con gran instancia se la entregasse que no menos los de su parte allí serian tratados y acogidos que estando por él. El Alatar por ser grato de los beneficios de Gonzalo Fernandez recebidos, y viendo las cosas de los moros empeoradas á no durar, diósela é bastecióla de gente y provision y artillería. Los de la tierra con Granada fueron entristescidos, diciendo estar en perdimiento y extrema necesidad. El alcayde Manfot, que era valiente varon y en la guerra diligente, aposentósse en Nihueles por ser allí cerca de Monduxar, para que los della tan libremente no pudiessen salir á hacer guerra. Sabido por Gonzalo Fernandez como estaba allí Manfot, y dó ponia la guarda, armóle baxo del lugar, y preso envióle á Yllora, donde doña María Manrique, muger de Gonzalo Fernandez, mandó á su alcayde Alonso Vanegas, que no menos bien le tratasse que guardasse. Este alcayde Manfot tenia la fortaleza de Alhendin, que es casi legua y media de Granada Gonzalo Fernandez procuró con él se la entregasse; pues con aquellas pesas se habia de pesar su rescate. Yo,

Señor, dijo él, lo quiero hacer y dárosla, pues tan piadosa es vuestra muger en su casa, quanto vos enemigo en el campo: de la qual á velas tendidas he recebido mercedes y beneficios. Y tomado á Alhendin el rey y la reyna, embiaron á mandar á Gonzalo Fernandez que la entregasse á Mendo de Quesada, que con ciento y cincuenta hombres con muchos mas (a) omicianos la rescibió, y luego en aquellos pocos dias que Gonzalo Fernandez tovo á Alhendin, rectifico el amistad que tenia con Alben Malehe, alcayde de la Malaha, dándole á entender como aquella casa no era fuerza para se poder defender en ella, que pues veia tomado á Alkendin, quedaba atajado por estar Alhendin adelante la via de Granada; que le rogava se la diesse porque cada dia, decia él, se espera al rey á la tala de la Vega, y no será en vuestra mano de os dar, ni en la de su Alteza poderos defender, de que vea la hueste la resistencia poca que en la tomar ay. Dello con palabras temerosas y parte con alago, y lo principal que le dió, la Malaha le entregó; en la qual con gente de pie, assí para la defender como para la labrar, dejó uno suyo y fuesse á Yllora.

Como el rey mozo tomó los castillos del Padul y Alhendin,

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Cada ora en la ciudad los hombres codiciosos de guerra y nuevos levantamientos, tenian entre sí discordia qual seria el peor, los males de los quales assí como son aborrecibles de escrebir, son increybles de oyr. Ca todo momen

(a) Omicianos son aquellos que sirven cierto tiempo en los lu– gares de la frontera, para que les scan perdonadas las penas que merccen por los delitos que hicieron.

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