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En Madrid á 13 de marzo de 1680.- Al Gobernador del con

sejo. - A la camara. —
a. - Egecútese.

En la misma secretaria de la Cámara existe otro documento, en que con fecha 9 de enero de 1681 se consultó á S. M. si se le habia exigido á Pulgar algun servicio por la concesion del titulo, y en qué terminos, y si lo habia pagado etc.

.

El ministro habiendo dado cuenta al rey, contestó que no habia reparo en despacharle el titulo correspondiente.

(Secretaria de la real cámara de Castilla).

NUMERO 7.o

De la entrada del Gran Capitan en Granada para tratar de las condiciones de la entrega.

El testimonio de Hernan Perez del Pulgar, el de las hazañas, compañero de armas y amigo del Gran Capitan, y la certeza con que afirma haber entrado este de secreto en Granada para concertar con Boabdil las condiciones de la entrega, bas taria por si solo para desvanecer en este punto hasta la menor sombra de duda; pero es de advertir que este hecho descansa en otros testimonios firmes y valederos. Lucio Marinéo Siculo, autor contemporáneo, se espresa de esta suerte: "El rey Boabdil, que ya estaba resuelto á rendir la ciudad poniéndose de acuerdo con algunos de los principales ciudadanos de Granada, que ya habian ofrecido en secreto su entrega á los Reyes Católicos para grangear su favor, envió con recato mensageros á los reales cristianos, suplicando al rey y á la reyna que le enviasen algun comisionado, para concertar con él las condicio→ nes de la paz y del entrego. Oyeron de buen grado este mensage el rey y la reyna, y con los mismos` comisionados de Boab dil enviaron 3 Granada á Gonzalo Fernandez de Aguilar, muy conocido de los moros de Granada, y que hablaba su lengua, y á Fernando de Zafra, su secretario, á fin de que se enterasen y pusiesen despues en conocimiento de los reyes las condi

ciones que para la paz y la entrega Boabdil les ofrecia. Y habiendo conferenciado con él, volvieron con dos de sus consejeros á las estancias de los Reyes Católicos; les refirieron quales eran las proposiciones y la mente de Boabdil; y tornaron otra vez á Granada para tratar con él. Yendo asi y viniendo varias veces á la ciudad y á los reales, aun quando permanecia oculto para todos lo que traian con aquellos mensagés y recados, el buen exito tan cumplido y tan deseado, satisfizo plenamente nuestros votos y los de todos los cristianos." (Lucio Marinéo Sículo de Regibus catholicis fol. 118).

El historiador Bermudez de Pedraza, que estudió con prolijo esmero todas las cosas concernientes á Granada, en cuya ciudad escribia, afirma tambien la entrada del Gran Capitan en dicha ciudad con el obgeto ya indicado: "Y porque las capitulaciones se habian de hacer en Granada y arrabales della, nombraron los Reyes Católicos á Gonzalo Fernandez de Córdoba, que despues fué Gran Capitan, para que asistiese á Fernando de Zafra, su mas confidente criado, y el mas antiguo en la casa real de Castilla... Duró la conferencia y tratos hasta 25 de noviembre, dia de Santa Catalina martir, que se firmaron las capitulaciones en el real de Santa Fé por los Reyes Católicos... Despues de firmadas las capitulaciones (dice) fué Fernando de Zafra á Granada, acompañado de Gonzalo Fernandez de Córdoba, su valenton, á firmarlas del rey Boabdil, y con no pequeño peligro de su vida, por la inconstancia y poca fé des→ ta gente." (Historia eclesiástica de Granada, tercera parte, cap. XLV y siguientes).

Fray Jaime Bleda, en su Crónica de los moros de España, se expresa de esta suerte: "Para asentar esta paz hicieron mu→ chos viages en secreto del real á Granada y de Granada al real don Gonzalo Fernandez de Córdoba, que despues fue llamado el Gran Capitan, y, el secretario Hernando de Zafra? (Libro 5. cap. 21).

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Resulta pues plenamente comprobado el hecho de haber entrado el Gran Capitan en Granada, contribuyendo en gran

parte con su fama y autoridad y con el influjo que tenia en el animo de Boabdil, á acelerar la entrega de aquella ciudad y la completa libertad de España.

NUMERO 8.°

Testimonio de varios historiadores, que comprueban la hazaña de Pulgar en el campo del Zenete, estando el Rey Católico en el sitio de Baza.

Hernando del Pulgar, cronista de los Reyes Católicos, á pesar de su escasa aficion á mencionar hechos singulares y ensalzar á las personas que con ellos se honraron, refiere la hazaña del otro Pulgar con mucho espacio y detenimiento: –

"Acaesció (dice) en aquellos dias que algunos mancebos fasta trecientos de caballo, é docientos peones de los que estaban en el real, con ánimo de ganar honra é haber provecho, se juntaron con don Antonio de la Cueva fijo del duque de Alburquerque, é con otro caballero que se llamaba Francisco de Bazan: informados de algunos adalides, que podrian facer presa en ciertas aldeas cercanas á la cibdad de Guadix, fueron á aquellas partes, é tomaron algunos ganados é prisioneros. E como venian con la presa, salieron contra ellos por mandado del rey moro que estaba en Guadix fasta seiscientos moros á caballo é á pie para les defender la presa. Algunos de los christianos quando veyeron los moros ser en mayor número que ellos, decian que debian dejar la cavalgada é salvar sus personas, pues lo podian facer buenamente: é que no debian pelear con los moros, ansi porque estaban en tal lugar que la pelea seria á ventaja de los moros como ellos é sus caballos estaban canporque sados de dos noches é dos dias que habian andado trabajados por haber la presa que llevaban: é que se ponian en aventura de se perder, si esperasen la pelea con los moros que salian de refresco. Los capitanes esforzaban la gente, é amonestában

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les que volviesen é peleasen con los moros, porque mayor seguridad habrian mostrando esfuerzo é peleando, que retrayendose para dar lugar á los enemigos que los siguiesen: especialmente porque en el alcance todos los peones que llevaban serian perdidos."

ya

Estas amonestaciones de los capitanes no esforzaban mucho á aquellas gentes, porque eran homes allegados de unas partes é de otras, é no eran de sus casas propias, ni les daban sueldo que les obligase á servir. Y estos tales usando de su libertad, no pensaban obedescer peleando, sino salvarse fuyendo. Otros algunos habia, que doliéndose de como los peones christianos se perderian si los desamparasen, decian que debian facer rostro á los moros é pelear con ellos. E ansi estos como los capitanes amonestaban al alferez que volviese la bandera, é fuese venian cerca. E porcon ella adelante contra los moros que que habia entre ellos diversas voluntades, el alferez dubdaba de entrar en los moros con la vandera, segun que lo mandaban los capitanes. Vista esta division por un escudero que era de las guardas del rey é de la reyna, alcaide de la fortaleza del Salar, que venia en aquella compañia, que se llamaba Hernan Perez del Pulgar, home de buen esfuerzo, tomó é una toca de lienzo é atóla en su lanza por via de en seña, dijo á aquellos caballeros: "Señores ¿para qué tomamos armas en nuestras manos, si pensamos escapar con los pies desarmados? Pocas veces se ve vencido el buen esfuerzo. Hoy veremos quien es el home esforzado, é quien es el cobarde: el que quisiere pelear con los moros, no le fallescerá bandera si quisiere seguir esta toca. ."E diciendo estas palabras, volvió su caballo con aquella seña contra los moros. E todos los caballeros como veyeron aquello, dellos movidos de su voluntad, dellos vencidos de vergüenza, siguieron aquella toca mirándola por bandera, y entraron en los moros é pelearon con ellos. Los moros, visto que los christianos mostraban esfuerzo para pelear, á los primeros encuentros se pusieron en fuida: é los christianos los siguieron, matando é firiendo, é captivando

dellos, fasta bien cerca de la cibdad de Guadix. Fueron muertos aquel dia fasta quatrocientos moros, que fueron despojados en el campo por los christianos. Habida esta victoria, vinieron en salvo para el real con la cavalgada que tomaron ΕΙ rey informado como habia pasado aquel fecho, armó caballero á aquel alcaide de Salar, é por memoria de su buen esfuerzo le dió licencia para traer por armas una lanza con una toca atada en el cabo della, que fué la bandera de aquel vencimiento, por memoria del buen esfuerzo que ovo aquel diar (Crónica de los Reyes Católicos, cap. cxr, fol. 347, edicion de Valencia).

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Fray Jaime Bleda, de la orden de predicadores, escribió una Crónica de los moros de España; y en ella se expresa de esta suerte: "Habiéndose puesto el cerco sobre la ciudad de Baza con tanto concierto, luego se rindieron los moros de Canillas y Freyla, y los del castillo de Benzalema, dándose á partido sin esperar el suceso de Baza. Hubo diversas escaramuzas fueron tan reñidas, que alguna dellas fué formada batalla, y en ella se recibió mucho daño de entrambas partes, y los cercados perdieron la mayor y mejor parte de la caballería que les quedaba. En una de estas escaramu→ zas, el alcaide Hernan Perez del Pulgar fué causa que se trabase la pelea, y saliendo los cristianos victoriosos, el rey le armó caballero.” (Crónica de los moros de España, lib. v, cap. 18).

9 y

Otro religioso erudito, Fray Juan Benito Guardiola,' escribió un tratado de la Nobleza y de los títulos y dictados que hoy dia tienen los varones claros y grandes de España, el qual se imprimió en Madrid, á fines del siglo décimo sexto; y en el capítulo 36 de su obra refiere varias proezas de Pulgar, y entre ellas la siguiente: "Mató y prendió asimismo catorce alcaides en un reencuentro y batalla que tuvo con ellos y con otros muchos moros, junto á Guadix, y hizo otras muchas hazañas de perpetua fama merecedoras."

En un libro escrito de mano y letra antigua que se titula: Origen y principio de linages de los principales é ilustres va

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