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consiguiente desapareció al reunirse á sus valientes compañeros de armas el dia 20. El 21 al amanecer las tropas nacionales se pusieron en marcha en direccion de Moquehua; el señor brigadier D. Gerónimo Valdés tomó la vanguardia con los batallones de Gerona y centro, tercer escuadron de dragones de la Union y dos piezas de artillería; á estos seguian los escuadrones 1.o y 2.o de la Union, 1.o y 3.o de Granaderos de la Guardia, Cazadores montados y Dragones de Arequipa, y á retaguardia los batallones de Cantabria y Búrgos, mandados por el señor brigadier D. Juan Antonio Monet. Llegados á legua y media de Moquehua, me adelanté con el señor brigadier Valdés para reconocer al enemigo; este ocupaba una posicion estraordinariamente fuerte; su derecha en direccion de unas alturas escarpadas, cuya cúspide formaba un desfiladero de mas de una legua; su centro cubierto por un profundo y doble barranco tan ancho y escarpado que puede compararse al foso de una plaza de guerra por la seguridad que daba á la posicion, que el general en gefe enemigo, Alvarado, creia inespugnable (segun el dicho de sus prisioneros); la izquierda enemiga apoyaba á las alturas formadas en anfiteatro que cubren la villa de Moquehua, sobre las que tenian tres piezas de artillería. Repito, Excmo. Sr., que la posicion era en estremo fuerte, é impusiera á tropas que no fuesen españolas; mas como á estas nada arredra, no dudé que la victoria tendria siempre por guia el pabellon nacional; asi es que previne al señor brigadier Valdés que con los cuerpos que` conducia variase á la izquierda, y marchando por terreno cubierto lo mas que fuese dabie, se apoderase de las alturas que estaban en direccion de la derecha enemiga. Pasé personalmente á disponer el órden de marcha de las demas tropas, que formé en cuatro columnas paralelas, las dos de la derecha de caballería, y las otras dos de los batallones de Cantabria y Burgos; estas al cargo del digno señor brigadier Monet, acompañado de su ayudante el teniente coronel graduado D. José Brizuela.

Marché con pausa por el camino real, dando tiempo al movimiento de nuestra izquierda, y llegando á tiro de cañon de los enemigos varié á la izquierda, cubriendo el fuego de artillería las cuatro columnas, hasta que ví que el señor Valdés se ocupaba de las alturas que se han indicado, y entonces acompañándome y comunicando siempre mis órdenes en la accion el gefe de E. M. de la division coronel D. Andrés García Camba, ayudante de E. M. G., tenientes coroneles D. Miguel de Araoz, D. Vicente Garin, secretario mio, y capitan D. Luis Baseti, mis ayudantes de campo, coronel D. Pablo de Echeverría, tenientes coroneles D. Ramon Nadal, D. Manuel Sanjuanena, y capitan D. José Maria Cid,

me dirigí de frente al centro del enemigo. En esta marcha fueron vivamente cañoneadas las columnas, y á pesar de haber dado el enemigo buena direccion á sus fuegos, nos causaron estos muy poco daño, y los claros que abrian eran al momento cubiertos por unas tropas tan serenas como valientes; nuestras cuatro piezas fueron colocadas sobre la derecha, y dispararon muy acertados tiros, aunque pocos por lo vigoroso del ataque.

Valdés, á cuya inmediacion seguian sus ayudantes de órdenes y oficiales agregados al E. M. de la division de su mando, coronel D. Pedro Rolando, capitanes D. Domingo Espinosa, D. Tiburcio Ortega, el adicto al E. M. D. Francisco María Valle, y teniente D. José Carrillo, quienes se ocuparon dignamente en el deber durante la accion, condujo sus tropas como acostumbra; y no obstante las dificultades del terreno que los enemigos hicieron defender primeramente por una compañia de cazadores y en seguida por un batallon, todos los obstáculos desaparecieron delante de nuestros bravos; sostenido el centro por Gerona y mandado por su coronel ESPARTERO, que tanto se habia distinguido en la victoria de Torata, y que á pesar de sus heridas quiso tener parte en la de Moquehua, arrolló sobre la marcha la compañía y batallon; nada resistió á nuestros soldados, que habiéndose apoderado del desfiladero, facilitaron al brigadier Valdés el que pudiese formar sobre la derecha del enemigo en columnas al centro y Gerona, mandado este por el valiente coronel Ameller; el tercer escuadron de la Union conducido por su arrojado comandante D. Francisco Puyol, bajó por despeñaderos; pero ansioso de gloria, con celeridad estuvo reunido á los dos batallones. En este instante destaqué en guerrillas las compañías de, cazadores de Búrgos y Cantabria, que pasaron el barranco y atacaron de frente al enemigo. El primer escuadron de la Guardia marchó al trote por el camino real guiado por su digno comandante D. Manuel Fernandez para proteger los cazadores y atacar la infantería que apoyaba á la artillería enemiga: el valiente batallon de Cantabria mandado por su bizarro comandante D. Antonio Tur, y conducido por el esforzado señor brigadier Monet, atravesó al paso de carga los dos barrancos para atacar el centro del enemigo; el batallon de Búrgos marchó á la izquierda de Cantabria á las órdenes de su benemérito coronel D. Juan Antonio Pardo, para el mismo objeto, y ligar el ataque del frente con el de la division de Valdés. El 1.° y 2.o escuadron de la Union mandados por su intrépido coronel D. Ramon Gomez de Vedoya, pasaron los barrancos para sostener el primer escuadron de la Guardia, y el resto de la caballería marchó detrás de Cantabria. Dificil es, Excmo. Sr., hallar expresiones

para relatar el ataque general que en un mismo instante sufrió el enemigo; todos los individuos del ejército nacional se disputaban á porfía el honor de ser los primeros en llegar á las manos, y asi la hermosa gloria no pudo un instante mostrarse indecisa. El insigne Valdés, cuyo caballo fue muerto en este ataque, con sus tropas arrolla toda la derecha; Burgos sostiene, efectúa y participa de las glorias de los ataques; Cantabria (cuyo comandante tuvo tambien su caballo muerto) aunque caen muchos de sus oficiales y soldados, despreciando la muerte, derrota los dos batallones del centro enemigo; el 1.o de Granaderos de la Guardia, á pesar que Fernandez pierde la vida, sigue el ejemplo que antes de morir le dió este valiente, y dejado del fuego de la metralia, carga infantería y caballería enemiga; á este escuadron se unió el 3.o de dragones de la Union, y las primeras mitades de uno y otro mandadas por los capitanes D. Antonio Aguado y D. Justo Vazquez, tomaron la artillería enemiga, añadiendo nuevos triunfos á los que siempre sigue nuestra caballería; los escuadrones 1.° y 2.° de la Union, 3.o de la Guardia, Cazadores y Arequipa, al mando los tres últimos de sus dignos gefes D. José Domingo Vidart, D. Francisco Solé y D. Manuel Ilorna, marchan enmedio del peligro como en una parada; todo es terror, todo es espanto en los contrarios; huyen de un campo que tan fatal les ha sido, y los laureles que creian les daria su número y posicion, les son arrancados y ciñen las sienes de nuestros valientes. Siguen estos el enemigo fugitivo, que en un total desórden pasa por el pueblo de Moquehua, y trata, abandonando artillería, municiones, cajas de guerra y todos sus fusiles, de buscar una guarida en la espesura de las viñas y bosques que llegan desde Moquehua á la orilla del mar. Los escuadrones 4.o de la Guardia y 5.o de la Union acuchillaron en la entrada del pueblo al enemigo, cuyo desórden hubieran aumentado los cuatro batallones si la derrota y huida no hubiese sido tan completa. El brigadier Monet, que en el ataque del centro enemigo dió tantas pruebas de su estraordinario valor y tino militar, quedó sobre Moquehua con Búrgos y Cantabria para hacer prisioneros y reunir los despojos del enemigo: el brigadier Valdés siguió por el camino de la Rinconada con los batallones Gerona y centro, y los escuadrones 3.o de Dragones de la Union y 1.o de la Guardia, y con el resto de la caballería dando la vuelta fuera del pueblo procuré cortar la retirada de la caballería enemiga, lo que á pesar de marchar siempre á galope no pude conseguir; y como ví que siguiendo la nuestra reunida me seria muy dificil darle alcance, destaqué sobre aquella á los cazadores montados, mandados por el comandante Solé; se me reunió el brigadier Valdés con el tercer escua

dron de la Union, y poco despues, viendo la caballería enemiga sobre ella los cazadores, aprovechó el instante que estos pasaban un desfiladero para dar media vuelta y cargarlos; pero recibidos por nuestros soldados, pronto se volvieron á poner en huida, y con el tiempo que perdieron en el asalto ya solo los mejores montados pudieron escapar, siendo los demas acuchillados ó prisioneros; de modo que de cerca de quinientos, hombres de caballería solo han llegado ciento ochenta á embarcarse. La infantería sufrió una pérdida horrorosa, pues en Torata tenian los enemigos mas de cuatro mil ochocientos hombres, y me consta que no han llegado á las playas mil de todas armas; y esto ha sido porque el cansancio de nuestros soldados y caballos no me permitió el dia 21 seguir á Ilo.

El resultado de tan brillante victoria, Excmo. Sr., ha sido quedar en nuestro poder tres piezas de artillería, únicas que existian el 21, cantidad de municiones, todas las cajas de guerra, una bandera, la sola que se halló en la accion y era la general del ejército, porcion de carabinas, sables, lanzas y caballerías, sobre tres mil fusiles, el campo sembrado de cadáveres; se han recogido como mil prisioneros y muchos heridos, inclusos en los primeros unos sesenta oficiales; y es tal su pérdida que por todas las direcciones de las quebradas de la sierra y arenales se van encontrando dispersos desarmados.

Y por último, destruida completamente la espedicion que tanto decantaban los enemigos con el impropio, pero pomposo nombre de ejército libertador del Sud, en la que fundaban los siniestros designios de apoderarse de las provincias del alto Perú y sepultarlas en las mismas miserias y estado deplorable que esperimentan los pueblos que aun gimen bajo el tiránico, yugo de una horda de parricidas del suelo en que nacieron, y del cual los soldados nacionales bien pronto los harán desaparecer, logrando ser coronados sus trabajos y fatigas con volver al Perú la paz y tranquilidad.

Solo disminuye, Excmo. Sr., el gozo de tan repetidos triunfos, lat pérdida en las dos jornadas del 19 y 21 de 150 compañeros de armas que gloriosamente han muerto en el campo del honor, y de unos doscientos cincuenta heridos, cuyas honoríficas cicatrices atestiguarán fueron los vencedores de Torata y Moquehua.

Hemos hecho mencion de los señores generales de division, de los gefes de los cuerpos, oficiales de E. M. y ayudantes de campo, y seria hacer un agravio el particularizar á ninguno, pues, Excmo. Sr., en todos los individuos del ejército de operaciones brilló el mas invicto valor; todos se distinguieron de un modo tan heróico que su fama pasará á la

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posteridad.-Dios guarde á V. E. muchos años. Cuartel general en Moquehua 22 de enero de 1823.-Excmo. Sr. José Canterac.-Excelentísimo Sr. D. José de La Serna, virey y capitan general del Perú. »

Estos brillantes hechos de armas concluyeron definitivamente la campaña, y aniquilando completamente á los revolucionarios, dieron por resultado la pacificacion de aquel dilatado territorio.

ESPARTERO por su parte tuvo la satisfaccion de ver premiados con el grado efectivo de coronel sus heróicos servicios y la bravura con que á pesar de sus heridas, y despues del cansancio de la batalla, persiguió al frente de su regimiento y en una marcha de tres leguas de escabroso terreno, los insignificantes restos de aquel ejército que tan orgulloso habia desembarcado poco antes, y que en la pericia de Canterac y en el arrojo de Valdés y de sus dignos soldados vino á encontrar su completo esterminio.

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