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CAPITULO V.

Campaña del Norte.-Ocupacion de Lima.-Bloqueo del castillo del Callao.-Campaña del Sud.-Encuentro de Zepita.-Derrota del rebelde Santa Cruz.-Traicion de Olañeta.

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ERROTADO Completamente en las célebres jornadas de Torata y Moquehua, que hemos descrito en nuestro capítulo anterior, aquel ejército insurgente tan orgulloso, en quien ef

congreso revolucionario tenia fijas todas sus esperanzas, y que tan invencible juzgaba, que decretó la construccion de un obelisco en Arica en memoria de su feliz desembarco, creyendo segura la próxima conquista del reino; el general Canterac emprendió sin demora su regreso á Huancayo con los cuerpos que le acompañaban, seguido tambien de Gerona y Centro que continuaba al mando del coronel ESPARTERO. El general Loriga conservaba entre tanto el importante Valle de Jauja á pesar de los esfuerzos que los enemigos hicieron por desalojarle.

Mientras tanto los enemigos hallábanse en Lima en la mayor consternacion: la derrota de Alvarado los habia aterrado completamente y promovido entre ellos ódios y rencillas sin término, de las cuales supo oportunamente aprovecharse el cabecilla Riva-Agüero, que se hizo nombrar por fuerza presidente de la república.

La situacion, pues, presentábase bastante favorable para intentar un golpe de mano sobre Lima, y el virey Laserna no la desaprovechó: en

Томо 1.

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su consecuencia dispuso un movimiento sobre ella, mandando que el general Valdés con las tropas de su mando, entre ellas el batallon de ESPARTERO, pasase desde Arequipa al Valle de Jauja, distante 180 leguas.

En efecto, el 2 de junio de aquel año de 1823, reunidas en dicho Valle de Jauja las fuerzas que se creyeron suficientes, sin hacer caso de los resortes puestos en movimiento por el rebelde Riva-Agüero, y á pesar de tener ya algunos indicios de una nueva espedicion insurgente á las costas de Arequipa, emprendió nuestro ejército su movimiento sobre la ciudad, la cual ocupó el 18 de aquel mes despues de haber batido en su marcha y en los puntos de Chincha y Yurasmayog las partidas rebeldes de Huavique, Ninavilca y Vivas. En las inmediaciones de Lima se supo evidentemente que habia zarpado del Callao la espedicion rebelde á las órdenes del traidor Santa Cruz, y que de Chile debia venir un considerable refuerzo al mismo punto para obrar de concierto con el citado cabecilla, y aprovechando la gran distancia á que contemplaban el grueso de nuestras fuerzas.

El ejército leal se situó el 19 en la hacienda de Concha, distante una legua de la plaza fuerte del Callao, cuyo bloqueo se empezó por tierra aquella misma tarde, reconociendo el dia 26 el general Canterac sus fortalezas, con cuya ocasion se presentó á nuestros soldados la de ostentar su valor jamás desmentido; pues desde las doce del dia estuvieron nuestras columnas bajo los fuegos de la plaza, sin que se advirtiese en ellas el menor desórden, no obstante el contínuo granizo de bala y granada que les dirigian; replegándose á las cuatro de la tarde con la mayor serenidad, sin permitir al enemigo ventaja alguna.

En estas circunstancias fue Riva-Agüero exonerado de la presidencia de la república, y declarado Sucre gefe militar, el cual deseoso de obligar al ejército español á levantar el bloqueo de la plaza, empezó á embarcar tropas con destino al Sud, y él mismo se hizo á la vela con tres batallones y tres escuadrones para Quilea, tocando antes en Chala. Estas noticias, la falta de provisiones, el desembarco del rebelde Santa Cruz en Arica y aun su internacion en las provincias de la Sierra, donde habia derrotado un escuadron leal, apoderándose de sus caballerías, obligaron á Canterac á disponer que el general Valdés emprendiese inmediatamente con una division su marcha para el Sud por la via del Cuzco, efectuando en su consecuencia este general sus movimientos el 5 de julio, llevando en su compañía el batallon de ESPARTERO.

A las órdenes del citado general verificó este aquellas asombrosas marchas, únicas tal vez en los anales militares, y de que hablan con

tanto encomio los gefes mas entendidos; concurriendo al encuentro de Zepita, que en el sentido del general Valdés hubiera terminado la campaña si nuestra caballería hubiera podido cumplir como la bizarra infantería; pues instruido el gefe enemigo de la poca fuerza del citado general, marchó rápidamente sobre él con cuatro batallones y tres escuadrones el 25 de agosto: Valdés se retiró en todo órden hasta los altos de Zepita, donde aprovechando las ventajas que ofrecia el terreno, se decidió á contener á los enemigos, que se creian victoriosos por su superioridad numérica: el choque tardó poco en hacerse general: nuestra valiente infantería arrolló á la bayoneta á la enemiga; pero esta caballería oportunamente dirigida sobre la nuestra, acaso no bien situada por la calidad del terreno, la cargó y dispersó, obligando esta dispersion al general Valdés á replegarse despues de anochecido.

En Pomata volvió el general Valdés á reunirse con el virey, con quien marchó al desagüadero. Santa Cruz, temiendo la fuerza que lo buscaba, mas por su calidad que por su número, cortó el puente y se situó al Sud de este rio; el virey marchó á Calacoto, vadeó el desagüadero, y continuó la persecucion de Santa Cruz, que inmediatamente se dirigió á Oruro, marchando á su frente el general Olañeta. El 14 de setiembre se reunió este general al virey, y el 15 marchó el ejército sobre Santa Cruz, que ya habia emprendido de nuevo su repliegue hácia el desagüadero, dando las disposiciones oportunas para el restablecimiento del puente. Nuestras tropas, á pesar de la actividad de sus marchas, no pudieron impedir que Santa Cruz pasase el desagüadero en buen órden aun; pero habiéndose presentado el capitan que defendia el puente con la tropa y artillería de su mando, cosa que facilitó el que el virey pasara el rio pronto y fácilmente, y noticiosos los enemigos de que el general Canterac estaba en marcha sobre Puno, se disolvieron de tal modo, que apenas 800 hombres buscaban la costa en reunion. Hé aqui el anuncio que comunicaba Valdés al general Canterac en 29 de setiembre de aquel año:

« E. M. G. = El ejército enemigo que á las órdenes de Santa Cruz y Gamarra se habia internado á las provincias de la Paz y Oruro, ha sido reducido á la nada, sin que haya llegado á batirse mas que en algunos pequeños encuentros, todos gloriosos para las armas nacionales. Veinticinco oficiales prisioneros y varios pasados; mas de 1,000 individuos de tropa con otros tantos fusiles; la banderà general del ejército y la del núm. 3; dos cañones, las cureñas y municiones de toda su artilleria; 100,000 cartuchos de fusil, botiquines, equipages de oficiales y de tropa, y afortunadamente tambien la mayor parte de su imprenta, con

lo que no podrán dar tanta publicidad á sus embustes y patrañas, es lo que hasta la fecha se halla en nuestro poder, sin contar lo que á cada instante van presentando las innumerables partidas que andan por los campos recogiendo dispersos de todas clases. Las cortas reliquias del ejército enemigo marchan despavoridas en direccion de Moquehua, abandonados ya de sus generales, y de la mayor parte de sus oficiales y gefes; el general Carratalá sigue de cerca sus pasos con una fuerte columna de infantería y caballería, la que probablemente logrará concluir con el miserable resto. La division del general Olañeta queda estableciendo el órden en las provincias del otro lado del desagüadero, libres de enemigos; y el ejército triunfante y orgulloso á las órdenes del Excelentísimo señor virey, camina aceleradamente sobre Puno, ansioso de encontrar enemigos menos cobardes que los que sin disparar apenas un fusil acaba de destruir. Pomata 23 de setiembre de 1825. Gerónimo Valdés. Por los partes recibidos posteriormente á este anuncio ascienden los prisioneros y fusiles tomados á mas de 1,500, 70 oficiales y cinco piezas de artillería; asegurando el señor general Carratalá que no llega ya á 800 hombres la fuerza enemiga que marcha en direccion de Moquehua. Chucuito 27 de setiembre de 1823. = Valdés.

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Ya en este entre tanto habia llegado el mes de octubre de 1825, y EsPARTERO fue promovido á brigadier, ayudante general del E. M. G. La situacion de aquella parte del mundo ofrecia entonces un aspecto lisongero, que no hubiera variado en modo alguno sin una villana traicion.

Entre los diferentes gefes que sostenian en aquel pais la causa de la nacion española se contaba un tal Olañeta, que proveedor en otro tiempo del ejército, habia prestado importantísimos servicios, y que de simple paisano contrabandista habia sido elevado por el virey Pezuela á la dignidad de mariscal de campo.

Este hombre arrojado, de un valor personal, si se quiere temerario, pero sin luz natural y escaso de entendimiento á pesar de la honorífica distincion que obtenia, no creyendo suficientemente premiados sus servicios, ó lo que es mas probable, temiendo el resultado de varios procesos que á la sazon tenia pendientes sobre robos, contrabandos y deudas, se halla ba de acuerdo con los insurgentes, con quienes habia celebrado ya algunas conferencias, y esperaba únicamente ocasion favorable para arrojar del todo la máscara y presentarse cual efectivamente era.

Con este objeto, y á fines de 823, cuando el contrario Bolivar se hallaba preparando sus tropas para la próxima campaña, que todos los instantes creia principiada sobre él, y que iba á espulsarlo del Perú, Olañeta, que cubria con su division las provincias de la Paz, Cochabamba y Oruro, se

separó de ellas bajo del falso y ridículo pretesto de proteger el frente de Salta, que ni estaba á su cuidado ni dejaban de sobrarle seguridad y tropas, por no haber ninguna de los enemigos en aquella direccion, y estar en suspension de hostilidades, reuniendo todas las fuerzas que le fue posible desde el desagüadero á Potosí, dejando sin guarnicion ni defensa todo aquel territorio, y el interesante fuerte de Oruro, de donde estrajo, no solo las armas útiles, sino hasta 300 cañones de fusil sueltos que allí habia.

El 4 de enero de 1824 entró Olañeta en Potosí, distante 64 leguas del punto de donde habia desertado, interceptando la correspondencia, y portándose cual pudiera verificarlo el mayor enemigo de la causa espa-, ñola en aquellos remotos paises.

Llegados estos hechos á noticia del virey, ordenó esta autoridad á los gefes de los cuerpos que si Olañeta no obedecia, como era de temer, marchase cada uno con el suyo á los diferentes puntos que les designaba; previniendo al mismo tiempo al gobernador del Potosí que á las veinticuatro horas hiciese salir para Oruro las dos compañías que formaban su guarnicion, haciendo saber al mismo tiempo esta providencia á Olañeta.

En la madrugada del 22 de enero dió aviso á este el gobernador de que en cumplimiento de las órdenes del virey debian marchar aquel mismo dia á Oruro las dos compañías de la guarnicion: D. Rufino Valle, teniente coronel mayor del regimiento de Dragones Americanos, gefe de él por ausencia del coronel, le hizo presente que en virtud de las mismas iba á ponerse en marcha á Paria con su regimiento; practicando otro tanto el coronel D. Juan Lopez Cobos con respecto á las compañías de Fernando VII que mandaba: Olañeta, que no se habia descuidado en seducir de antemano la mayor parte de los oficiales con promesas de grandes premios, depuso en el momento del mando á estos dos gefes, preguntando al primero: «¿á quién obedece V? » « Yo al virey.» A cuya contestacion replicó Olañeta: «pues yo no obedezco al virey, y por lo mismo queda Vd. suspenso de su empleo y arrestado en su casa. » Confió el mando de estos cuerpos á oficiales alucinados por él, y atacó bruscamente con los batallones de la Union y Chichar las dos compañías de la guarnicion, á cuya cabeza estaba su gobernador, hoy general La Hera, preparándoles á marchar para su destino, y con cuyo objeto, para evitar la desercion y tropelías, las tenia encerradas en la casa de la moneda.

El resultado de un ataque tan desigual era consiguiente: la division de Olañeta tuvo por pérdida total un soldado ligeramente herido, y las dos

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