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quedar reducidos á dos terceras partes cuando mas en la penosa y prolongada marcha que debian practicar para encontrarse con el enemigo, sus gefes obraron prudentemente.

Paralizado, pues, Canterac, tuvo Bolivar tiempo para organizar bien su ejército. El 2 de agosto pasó una gran revista en las llanuras situadas en Rancas y Pasco, dirigiendo á sus tropas la siguiente proclama:

«Soldados! Vais á completar la obra mas grande que estuvo jamás encomendada á los hombres, la de salvar de la esclavitud un mundo entero. «Vuestros enemigos se glorian con catorce años de triunfos; son, pues, dignos de medir sus armas con las vuestras que han brillado en mil combates.» «Soldados! El Perú y la América esperan de vosotros la paz, hija de la victoria, y la Europa liberal os admira y bendice, porque la libertad del Nuevo Mundo es la esperanza del universo. ¿Defraudareis tan lisongeras esperanzas? No, no, no. Vosotros sereis invencibles != Bolivar. »

A los cuatro dias su caballería derrotó en Junin la nuestra, en quien nuestros gefes tenian gran confianza; de suerte que el estado de nuestro ejército era verdaderamente desconsolador. El del Norte habia perdido mucho de su fuerza y entusiasmo; el del Sud, cansado con marchas y contramarchas penosas, pasando de ochocientas leguas las que acababa de andar sin descanso, y desmembrado de muchos buenos gefes, oficiales y soldados en los diferentes sangrientos encuentros que habia sostenido, pérdida sensible que no pudo reemplazarse sino con prisioneros de Olañeta, y con reclutas tomados al paso é instruidos sobre la marcha; el ejército del Sud no era nada en aquella época.

El brillante regimiento de Gerona, que tanta gloria supo dar al nombre español, no merecia ya otro que el de una guerrilla uniformada. Su primer gefe, el brigadier Atmeller, con el capitan de la primera compañía de granaderos y otros muchos valientes oficiales yacian sepultados en la Laba; el de la segunda de granaderos seguia herido á su batallon, y los de cazadores estaban en el hospital, curándose de las heridas que habia recibido de las tropas de Olañeta. El general La Hera estaba tambien imposibilitado de entrar en campaña por las suyas; el brigadier Barandalla acababa de sucumbir al peso de sus achaques, y el de igual clase ESPARTERO se hallaba á bien larga distancia desempeñando su comision.

El ejército español se hallaba colocado entre dos enemigos igualmente peligrosos. Bolivar con el título de primer libertador del Perú hostilizaba y sembraba la seduccion por el frente, y Olañeta con el de segundo hacia otro tanto por la espalda.

En esta situacion fue forzoso abrir la campaña: á instancias de Valdés y Canterac fue el virey Laserna á dirigirla; y reunidas las fuerzas españolas, salieron del Cuzco en busca de los independientes, que se pusieron en retirada, atacándoles Valdés, y apoderándose de su parque, y ocasionándoles una pérdida de mas de 500 hombres, quedando posteriormente campados los dos ejércitos hasta el 9 de diciembre, en que tuvo lugar la batalla cuyo parte y capitulacion son las siguientes:

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Ejército unido libertador del Perú.=Cuartel general en Ayacucho á 11 de diciembre de 1824. Al Sr. Ministro de la Guerra. Sr. Ministro: Las tres divisiones del ejército quedaron desde el 14 al 19 de noviembre situadas en Talavera, S. Gerónimo y Andaguaylas, mientras los enemigos continuaban sus movimientos sobre nuestra derecha. Por la noche del 18 supe que el mayor número de los cuerpos enemigos se dirigian á Guamanga, y dispuse que el ejército marchase para buscarlos. El 19 nuestras partidas se batieron en el puente de Pampas con un cuerpo enemigo, y el 20 al llegar á Uripa se divisaron tropas españolas en las alturas de Bombon: una companía de húsares de Colombia, y la primera de Rifles con el señor coronel Silva, se destinaron á reconocer estas fuerzas, que constantes de tres compañías de cazadores, fueron desalojadas y obligadas á repasar el rio Pampas, donde se encontró ya todo el ejército real que habia cortado perfecta y completamente nuestras comunicaciones situándose á la espalda.

Siendo difícil pasar el rio, é imposible forzar las posiciones enemigas, nuestro ejército quedó en Uripa y los españoles en Concepcion, estando asi á la vista el 21, 22 y 23; el encuentro de nuestras descubiertas nos fue siempre ventajoso. El 24 los enemigos levantaron su campo en marcha asi á Vilcaguaman, y nuestro ejército vino á situarse sobre las alturas de Bombon hasta el 50, que sabiéndose que los enemigos venian por la noche á la derecha del Pampas por Velsubambas á flanquear nuestras posiciones, me trasladé á la izquierda del rio para descubrir nuestra retaguardia. Los españoles al sentir este movimiento repasaron rápidamente á la izquierda del Pampas: nuestros cuerpos acababan de llegar á Matara en la mañana del 2, cuando el ejército español se avistó sobre las alturas de Pomacaguanca; aunque nuestra posicion era mala, presentamos la batalla; pero fue escusada por el enemigo, situándose en unas breñas, no solo inatacables, sino inaccesibles: el 5 el enemigo hizo un movimiento indicando el combate, y se le presentó la batalla; pero dirigiéndose sobre las inmensas alturas de la derecha, amenazaba nuestra retaguardia. Antes habia sido indiferente al ejército dejar al enemigo nuestra espalda; pero la posicion de Matara, despues de ser Томо І.

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mala, carecia de recursos, y era por tanto necesario seguir la retirada á Tambo Cangallo. Nuestra marcha se rompió muy oportunamente para salvar la difícil quebrada de Corpa Guayco antes que llegase el cuerpo del ejército enemigo; mas este habia adelantado desde muy de mañana y encubiertamente cinco batallones y cuatro escuadrones á oponerse á este paso impenetrable. Nuestra infantería de vanguardia con el señor general Córdova, y la del centro con el señor general Lamar, habian pasado la quebrada, cuando esta fuerza enemiga cayó bruscamente sobre los batallones Vargas, Vencedor y Rifles, que cubrian la retaguardia con el señor general Lara; pero los dos primeros pudieron cargarse á la derecha, sirviéndose de sus armas para abrirse paso; y Rifles, en una posicion tan desventajosa, tuvo que sufrir los fuegos de la artillería y el choque de todas las fuerzas; mas desplegando la serenidad é intrepidez que ha distinguido siempre á este cuerpo, pudo salvarse: nuestra caballería, bajo el señor general Miyer, pasó por Chonta protegida de los fuegos de Vargas, aunque siempre muy molestada por la infantería enemiga: este desgraciado encuentro costó al ejército libertador mas de trescientos hombres, todo nuestro parque que fue enteramente perdido, y una de nuestras dos piezas de artillería; pero él es el que ha valido al Perú su libertad.

El 4 los enemigos, engreidos de su ventaja, destacaron cinco batallones y seis escuadrones por las alturas de la izquierda á descabezar la quebrada, mostrando querer combatir; la barranca de la quebrada Corpaguaico permitia una fuerte defensa; pero el ejército deseaba á cualquier riesgo aventurar la batalla; y abandonándoles la barranca me situé en medio de la gran llanura de Tambo Cangallo: los españoles al subir la barranca marcharon velozmente á los cerros de nuestra derecha evitando todo encuentro, y esta operacion fue un testimonio evidente de que ellos querian maniobrar y no combatir: este sistema era el único que yo temia, porque los españoles se servian de él con ventaja, conociendo que el valor de sus tropas estaba en sus pies, mientras el de los nuestros se hallaba en el corazon. Creí, pues, necesario obrar sobre esta persuasion; y en la noche del 4 marchó el ejército al pueblo de Guaychaco pasando la quebrada de Acroco, y cambiando asi nuestra direccion. El 5. en la tarde se continuó la marcha á Arcosbinchos, y los enemigos á Tambillo, hallándose siempre á la vista. El 6 estuvimos en el pueblo de Quinna, y los españoles por una fuerte marcha á la izquierda se colocaron á nuestra espalda en las formidables alturas de Pacaycasa: ellos siguieron el 7 por la impenetrable quebrada de Quamanguilla, y al dia siguiente á los elevados cerros de nuestra derecha, mientras nosotros

estábamos en reposo. El 8 en la tarde quedaron situados en las alturas de Condorcunca á tiro de cañon de nuestro campo; algunas guerrillas que bajaron se batieron esa tarde, y la artillería hizo sus fuegos.

La aurora del 9 vió estos dos ejércitos disponerse para decidir los destinos de una nacion nuestra línea formaba un ángulo; la derecha, compuesta de los batallones Bogota, Boltigeros, Pinchicha y Caracas, de la primera division de Colombia, al mando del señor general Córdova, 2,100 hombres; la izquierda de los batallones 1., 2.o, 3.o y Legion Peruana, con los Húsares de Junin bajo el mando del señor general Lamar, 1,380 hombres; al centro los Granaderos y Húsares de Colombia con el señor general Miller, 700 hombres, y en reserva los batallones Rifles, Vencedor y Vargas, de la primera division de Colombia, al mando del señor general Lara, 1,600 hombres. Al recorrer los cuerpos recordando á cada uno sus triunfos y sus glorias, su honor y su patria, los vivas al libertador y á la república resonaban por todas partes. Jamás el entusiasmo se mostró con mas orgullo en la frente de los guerreros. Los españoles á su vez, dominando perfectamente la pequeña llanura de Ayacucho y con fuerzas casi dobles, creian cierta su victoria. Nuestra posicion; aunque dominada, tenia seguros sus flancos por unas barrancas, y por su frente no podia obrar la caballería enemiga de un modo uniforme y completo; la mayor parte de la marcha fue empleada solo con fuego de la artillería y de los cazadores. A las diez del dia los enemigos situaban al pie de la altura cinco piezas de batalla, arreglando tambien sus masas á tiempo que estaba.yo revistando la línea de nuestros tiradores; dí á estos la órden de forzar la posicion en que colocaban la artillería, y fue ya señal de combate. Los españoles bajaron velozmente sus columnas, pasando á las quebradas de nuestra izquierda los batallones Cantabria, Centro, Castro, 1.° del Imperial y dos escuadrones de Húsares con una batería de seis piezas, forzando demasiadamente su ataque por esta parte: sobre el centro formaban los batallones Búrgos, Infante, Vitoria, Guias, y 2.° del primer regimiento, apoyando la izquierda de este con los tres escuadrones de la Union, el de S. Cárlos, los cuatro de Granaderos de la Guardia y las cinco piezas de artillería ya citadas en las alturas de nuestra izquierda, los batallones 1.° y 2.o de Gerona, 2.o del Imperial, 1.o del primer regimiento, el de Fernandinos, el escuadron de Alabarderos del Virey y dos de Dragones del Perú: observando que aun las masas del centro no estaban en órden, y que el ataque de la izquierda se hallaba demasiado comprometido, mandé al señor general Córdova que lo cargase rápidamente con sus columnas, protegido por la caballería del señor general Miller, reforzando á

un tiempo al señor general Lamar con el batallon Vencedores, y sucesivamente con Varga: Rifles quedaba en reserva para rehacer el combate donde fuera menester, y el señor general recorriendo sus cuerpos en todas partes. Nuestras masas de la derecha marcharon arma á discrecion hasta cien pasos de las columnas enemigas, en que cargadas por ocho escuadrones enemigos, rompieron el fuego: rechazarlos y despedazarlos con nuestra soberbia caballería fue un momento; la infantería continuó inalterable su carga, y todo plegó á su frente. Entre tanto los enemigos, penetrando por nuestra izquierda, amenazaban la derecha del señor general Lamar, y se interponian entre este y el señor general Córdova con dos batallones en masa; pero llegando en oportunidad Vargas al frente, y ejecutando bizarramente los Húsares de Junin la órden de cargar por los flancos de estos batallones, quedaron disueltos: Vencedor y los batallones 1.0, 2.0, 5.° y la legion Peruana, marcharon audazmente sobre los otros cuerpos de la derecha enemiga, que reuniéndose tras las barrancas presentaban nuevas resistencias; pero reunidas las fuerzas de nuestra izquierda, y precipitadas á la carga, la derrota fue completa y absoluta.

El señor general Córdova trepaba con sus cuerpos la formidable altura de Condorcunca donde se tomó prisionero al virey Laserna; el señor general Lamar saltaba en la persecucion las difíciles quebradas de su flanco, y el señor general Lara marchando por el centro aseguraba el suceso. Los cuerpos del señor general Córdova, fatigados del ataque, tuvieron órden de retirarse, y fue sucedido por el señor general Lara, que debia reunirse en la persecucion al señor general Lamar en los altos de Tambo. Nuestros despojos eran ya mas de 1,000 prisioneros, entre ellos 60 gefes y oficiales, 14 piezas de artillería, 2,500 fusiles, muchos otros artículos de guerra, y perseguidos y cortados los enemigos en todas direcciones. Cuando el general Canterac, comandante en gefe del ejército español, acompañado del señor general Lamar se me presentó á pedir una capitulacion, aunque la posicion del enemigo debia rendirlo á una entrega discrecional, creí digno de la generosidad americana conceder algunos honores á los rendidos que vencieron catorce años en el Perú; y la capitulacion fue ejecutada sobre el campo de batalla en los términos que verá V. S. en el tratado adjunto por él se han entregado todos los restos del ejército español, todo el territorio del Perú ocupado por sus armas, todas sus guarniciones, los parques, almacenes militares y la plaza del Callao con sus existencias se hallan por consecuencia en este momento en poder del ejército libertador. Los tenientes generales Laserna y Canterac, los mariscales Valdés, Carratalá,

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