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caciones y cálculos sublimes. Esta gloria no puede negarnos la Europa. Si despues declinamos en nuestra preponderancia científica igualmente que en la política, achaque es de la naturaleza deleznable, que en llegando á la cumbre de su robustez ó su fuerza, comienza a caminar hacia su decadencia y su ruina; disposicion de la Providencia, que pasea la antorcha del saber por todas las naciones del globo, concediendo á cada una por algun tiempo brillar sobre las demás, sin duda para acreditar de este modo la igualdad de dotes intelectuales que ha concedido el Criador á los habitantes de la tierra, y contener el orgullo y soberbia de los unos, alentando la desconfianza y apatía de los otros. Naciones que en otro tiempo florecieron, hoy yacen en la miseria y la barbarie; y las que hoy florecen decaerán tambien y tendrán que ceder el cetro del saber que hoy empuñan, á otras que se levanten de nuevo. Las regiones del Asia, tan atrasadas al presente, fueron las que vieron la aurora de la cultura del mundo, y el pueblo de Grecia, el mas fuerte, el mas docto y el mas adelantado que alumbraba el sol, se presenta á nuestros ojos ignorante, débil, necesitado, inspirando tanta conmiseracion como antiguamente asombro y envidia. Tales son las vicisitudes del mundo, y por eso dijeron sabiamente los versos sibilinos

Erit et Samos arena et Delus ignota

et Roma vicus.

Mas la España, aunque ha cedido á otras naciones la primacia del saber, no ha llegado á situacion tan deplorable que no presente en estos últimos tiempos

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sabios que se hubiera honrado de poder contar entre sus hijos, un pueblo mas ilustrado. Solo en la carrera marítima presentará esta Biblioteca nombres tan respetables como el de D. Jorge Juan y D. Antonio Ulloa, dignos compañeros á mediados del pasado siglo de los célebres matemáticos franceses Godin, Bouguer y la Condamine, en su expedicion á ejecutar en la América meridional la medicion de los grados terrestres debajo del ecuador, con el objeto de averiguar la magnitud y la verdadera figura de la tierra. Tambien se hallarán los nombres de un Mendoza de los Rios, cuyos cálculos admirados por los sabios extranjeros, ofrecen extraordinarias ventajas sobre todos los de sus predecesores, y los de Lángara, Malaspina, Tofiño, Galiano, Vargas Ponce, Espinosa, Bauzá y otros beneméritos marinos, que en medio de las desgracias, guerras y turbaciones porque ha mas de medio siglo atraviesa la España, han sabido sostener su patria con gloria al nivel de los otros pueblos de la Europa.

Dar á conocer los antiguos escritores marítimos de España, y analizar sus obras como documentos necesarios para escribir con claridad y exactitud la historia de las ciencias náuticas, y los modernos para mostrar á la juventud cuales le pueden servir de guia en sus estudios, eran las principales ventajas de la formacion de esta Biblioteca; á las cuales puede añadirse la de que no estuviese ignorante el público de muchas relaciones de viajes y muchos curiosos memoriales y documentos, que yacian sepultados en los archivos. La historia de nuestros viajes está en su mayor parte por escribir. La desidia de nuestros autores y el temor abrigado por el gobierno de que la publicacion de es

tos datos históricos sirviese solo para dar, en perjuicio
propio, noticia á los extranjeros de nuestros descubri-
mientos, hizo que se tratase de sumirlos en el olvido,
dando ancho campo á las calumnias y falsedades, con
que
han querido desacreditar nuestra conducta: y no
es pequeño servicio facilitar el conocimiento de estos
papeles, oscurecidos ó arrinconados, al historiador
que quiera tomar sobre sí la ardua empresa de hacer
saber al mundo la verdad, volviendo por el honor
patrio ultrajado.

Por no privar á España de estos beneficios, el autor quiso en sus últimos años hacer un esfuerzo y coordinar los materiales acopiados; pero habian crecido de tal suerte sus apuntes en el espacio de cerca de sesenta años de vida estudiosa, que le arredró su número, como le hubiera sucedido á cualquier otro, aun siendo mas jóven y estando menos sobrecargado de ocupaciones. Iba, pues, á perderse el fruto de tan asiduos trabajos. Pero D. Agustin Perez de Lerma, sugeto apreciable por su honradez, excelente carácter y constante aplicacion, que fué dependiente del Sr. Navarrete cuando estaba de secretario de la Escuadra, y que adherido á él toda la vida por los vínculos del respeto y de un agradecimiento, digno de todo elogio, le fué útil en todas sus empresas literarias por su primorosa letra y por su curiosidad y paciencia para arreglar papeles, hacer índices y extractos, temeroso de que obra tan interesante quedase incompleta y estancada, se ofreció para evitarlo á encargarse del trabajo mecánico de la coordinacion y copia de los apuntes, sin pretender por ello mas galardon que la complacencia de hacer

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este servicio al que veneraba como su antiguo favorecedor. Arregló, pues, por artículos las dispersas notas, extractó ó copió de los libros todo cuanto en ellas hallaba solamente indicado, y escribió correlativamente estas noticias en pliegos á media márgen, para que el autor, libre de la engorrosa y larga tarea de la coordinacion, pudiese ver á un golpe de vista lo que resultaba respecto á cada escritor, y redactase sus artículos añadiendo las observaciones que juzgase oportunas. Este método de trabajar lo habia usado el Sr. Navarrete aun en obras de menos extension, ya por no permitirle otro sus muchas ocupaciones, ya por el prurito que tenia de apuntar de antemano mucho mas que lo que necesitaba, en términos de que, no trabajando de seguido, su misma abundancia de datos tenia que confundirle, si una mano amiga, cuando él no tenia tiempo para ello, no desenmarañaba el caos de sus apuntes. Pero en la presente obra el último trabajo de redaccion no llegó á verificarse, porque los achaques y muerte del autor lo estorbaron; y así se publica en su mayor parte tal cual sa-lió de las manos de Lerma. Si el erudito escritor hubiese podido examinarla; cuántas correcciones hubiera hallado que hacer en el estilo, cuánto hubiera suprimido de lo que se publica, y cuántas juiciosas observaciones añadido en su lugar sobre las obras y sus autores! Sabido es que el escritor al dar la última mano á una obra, ni admite en ella todo lo que ha apuntado, ni cuando recoge los materiales apunta todo lo que piensa decir. Muchas notas se hacen á veces con precipitacion y solo por si podrán ser útiles; mientras las observaciones que resultan del fondo

del asunto, las reserva generalmente el autor en su mente para cuando despues de bien estudiado toma la pluma para desentrañarlo. Publicada esta obra por meras apuntaciones, adolece de los defectos consiguientes á la falta de una buena redaccion. Así es que mientras contiene fútiles menudencias, que debieran haberse desechado; mientras se han admitido en ella nombres no acreedores á verse comprendidos, porque sus obras no pueden considerarse como marítimas; y, por último, mientras en una obra que lleva el título de Española se incluyen artículos de autores extranjeros, formados equivocadamente con notas que sólo se recogieron para ilustrar el de sus traductores ó comentadores, se dejan pasar escritos de autores que gozan de la mayor reputacion, sin que ni una palabra se diga sobre ellos. Verdad es, que por su dificultad se han descartado de esta obligacion la mayor parte de los que hasta ahora han compuesto Bibliotecas; pero en la presente esta falta debe atribuirse á la fatalidad de que no pudiese pasar por manos de su autor ántes de publicarse, y no á que este se hallase sin conocimiento de los libros no analizados, puesto que de algunos de ellos ha hecho críticas luminosas y acertadas en otros escritos. Sirva de ejemplo el artículo de Fray Bartolomé de las Casas. A pesar de la celebridad de este apóstol de los indios, pónese de él un artículo escueto, escaso de noticias biográficas, y se citan sus obras sin decir nada de ellas; siendo así que el autor habia dado sobre este asunto un informe circunstanciado á la Academia de la Historia, y en la Introduccion del primer tomo de los Viajes de Colon, la siguiente interesante crítica,

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