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HISTORIA

DE LA

REVOLUCION DE VENEZUELA

EN LA AMÉRICA MERIDIONAL.

PARTE SEGUNDA.

CAPÍTULO PRIMERO.

Estado de Venezuela en el siglo XVII.

Sistema de misiones.

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Pobreza de la Costa-Firme. Creacion de la Compañía de Guipúzcoa sus privilegios y operaciones. Descontento de los pueblos. Comisionados pacificadores triunfo y duracion de la Compañía. Establecimiento de la intendencia de Carácas. Nuevas provincias agregadas á Venezuela. Comercio libre y cesacion de las compañías

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· Estanco del tabaco. exclusivas. Monopolio del tabaco : cuestiones sobre este. de una real audiencia. - Cédula para suprimir el estanco

efecto.

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Se crea un consulado sus operaciones. Perjuicios de las guerras marítimas.- Movimiento en Toro. -Pérdida de la Trinidad. - Temores de conmociones internas. Fuga de reos. Conspiracion des- Cómo se hacía Proyectos revolucionarios de

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cubierta y castigada. · Comercio con los neutrales.

el contrabando: variaciones en el tráfico.

tos.

los Ingleses. Miranda los promueve. Sus varios pasos y ofrecimienExpedicion desgraciada contra Coro. - Tranquilidad y comercio de Venezuela. Sus límites, provincias, gobierno, sistema de hacienda y cuerpos municipales. — Su administracion de justicia y fueros privilegiados. - Jerarquía eclesiástica. - Producciones de Venezuela. - Carácter de los llaneros.

Ya habia corrido siglo y medio despues que el célebre Colon primero, y despues otros atrevidos navegantes, descubrieron la Tierra-Firme, ó las costas de Venezuela sobre el Atlántico. Audaces y valientes aventureros, Españoles unos y extranjeros otros, habian recorrido sus yermas provincias y antiguas selvas en todos sentidos. Vencedores hoy y mañana vencidos, pero siempre constantes en su empresa de sojuzgar á los indígenas antiguos señores naturales de la tierra, los primeros conquistadores, despues de haber regado con su sangre mil campos de batalla, ostentando y conservando por do quiera su grande superioridad sobre los Indios, aun no habian podido domeñarlos enteramente. Tanto en las vastas llanuras de Oriente como en las montañas, multitud de indígenas se mantenian independientes, haciendo una guerra contínua y devastadora á los estaay blecimientos de la Costa-Firme. Así era que los principales de estos en Guayana, Cumaná, Barcelona, Carácas y otros puntos, ó estaban siempre incomunicados por el interior, á causa de las hostilidades que hacian los Indios, ó su comercio era turbado con frecuencia; por consiguiente los que se entregaban á las importantes ocupaciones de la agricultura y de la ganadería carecian de seguridad, lo que sobre manera retardaba el crecimiento de la poblacion y la prosperidad del país.

Terminar en Venezuela un estado tan precario y desfavorable á aquella extensa y feraz colonia de la España, fué hasta entónces un problema insoluble para el gobierno de la madre patria. El poder y la fuerza en la guerra habian sido los medios. usados; pero estos, despues de una lucha mas que secular, y de haber sacrificado millares de víctimas españolas é indígenas, no conseguian su objeto de la deseada pacificacion. En vano hombres filantrópicos propusieron desde 1576 que no el fusil ni el cañon, sino la dulce y consoladora religion de Jesucristo, con su moral sublime y sus máximas de igualdad evangélica, fuera la que civilizára á los indígenas, y la que los sacára de sus nativas selvas y de las soledades donde habitaban. Misioneros escogidos por sus virtudes, su celo y desprendimiento debian enseñársela, reduciéndolos al mismo tiempo á la vida social. Mas aunque se aprobára tal proyecto, no se llevó á efecto, y el estruendo de la guerra continuó por setenta y seis años mas en las provincias de Venezuela, amenazando con el exterminio á los indígenas.

En tales circunstancias, un hombre amigo de la humanidad y de la mansedumbre cristiana, llamado Francisco Rodríguez Liste, propuso que la pacificacion de Venezuela se confiára, no á las armas, sino á misioneros virtuosos. En 1648 comunicó este proyecto á don López de Haro, obispo de Puerto-Rico, el que lo recomendó al rey, y fué apoyado por muchas personas respetables de Madrid. Cuatro años despues se recibió en Venezuela la real cédula que prohibia el que se enviáran expediciones militares contra los Indios de la provincia de Cumaná. ¡Humano y filantrópico sistema, que se generalizó despues á las demas provincias de la Costa-Firme con gran provecho del Estado y beneficio de la humanidad.

Ocho años habian corrido, cuando llegó á las costas de Venezuela la primera mision, confiada á los religiosos observantes de San Francisco. Estableciéronse en Píritu, cerca de Barcelona, donde sus trabajos apostólicos fueron muy útiles; fundaron allí treinta y ocho pueblos que tenian cerca de veinte y cinco mil habitantes, todos de raza indígena. Los capuchinos aragoneses establecieron sus misiones en las provincias de Cumaná y Guayana. En la primera fueron mas útiles sus trabajos que en la segunda, pues fundaron muchos pueblos habitados por diez y ocho mil Indios. Sin embargo principiaron á establecer en Guayana las misiones del rio Caroní, que tanto florecieron bajo la direccion de los capuchinos catalanes. Otras várias misiones de capuchinos, de jesuitas y de agustinos descalzos se fundaron en las llanuras que riegan el Apure, el Aráuca y el caudaloso Orinoco, así como en la provincia de Carácas, en Maracaibo y en otros distritos de Venezuela, produciendo en todas partes felices resultados para la tranquilidad y civilizacion de aquel vasto y fértil país. Mas de un siglo duraron las tareas evangélicas de los misioneros españoles en la Costa-Firme y en sus dilatadas soledades. De tiempo en tiempo eran reemplazados los muertos ó enfermos con otros misioneros de las mismas órdenes religiosas que venian de España. En los muchos años que estuvieron encargados de las misiones de Venezuela, se contaron hasta trece de estos envíos ó expediciones á predicar el Evangelio de Jesucristo.

Autores que todo lo crítican en el retiro de sus gabinetes, han hallado graves defectos en la instruccion moral y religiosa, así como en la organizacion social que los misioneros daban á

los Indios en sus misiones y doctrinas. Pero nosotros, ménos severos y mas justos, no podemos dejar de tributar elogios al celo, á la abnegacion y á los infinitos sufrimientos de los misioneros en los climas ardientes é insalubres de Venezuela. Ellos completaron la pacificacion de los indígenas, empresa que en mas de un siglo no habian podido consumar la espada, el cañon y la muerte. Fuera de esto, la altanera filosofía no ha sido capaz hasta ahora de inventar otro mejor sistema para civilizar las tribus salvajes de la América. La dulce religion de Jesucristo, la moral que predican sus ministros, y las pompas del culto católico, hé aquí los medios que han producido hasta hoy mas felices resultados para la civilizacion de los indígenas. Así fué que la España redujo millares de Indios á la vida social y al seno de la Iglesia católica; y así el Portugal colonizó en gran parte el Brasil, sacando á muchos de sus antiguos habitantes de las selvas espesas donde moraban, y formando hermosas poblaciones, sobre todo en las márgenes de sus caudalosos rios. Estos sistemas de colonizacion tienen defectos como todas las cosas humanas; pero son muy superiores al de los Americanos del Norte, que no pudiendo resolver tan difícil problema, han cortado el nudo gordiano: ellos arrancan á los indígenas de sus antiguas moradas, donde yacian los huesos de sus padres, y como si fueran manadas de ovejas los empujan y arrean, ora hácia las riberas del Pacífico, ora hácia las frias y yermas soledades del Septentrion; de esta manera al fin se extinguirán las razas indígenas de la América del Norte, ya tan poco numerosas.

Nosotros los hijos independientes de los Españoles, que tanto nos gloriamos de las luces y de la filosofía de nuestro siglo, ¿qué hemos sustituido á las antiguas misiones? Nada : destruir cuanto existia y habian trabajado nuestros padres para civilizar á los infelices Indios. Así es que estos han tornado en gran parte á los bosques y á su vida andariega, con gran daño de las provincias limítrofes. Damos pasos, aunque lentos, para volver á la antigua usanza restableciendo las misiones. Pero es harto difícil conseguirlo, sobre todo porque en las órdenes monásticas se ha extinguido en lo general aquel antiguo celo por la propagacion de la fe. Es cierto que tenemos el clero secular; pero este jamas ha hecho progresos en el ramo importante de la predicacion evangélica, la conversion de los gentiles, y su reduccion consi

guiente á las comodidades de la vida social. Con tan graves obstáculos es de temerse que muy poco adelantemos. ¡ Ojalá nos engañáramos en nuestros presentimientos !

Entre tanto que la conversion y civilizacion de los indígenas de Venezuela hacian progresos, aunque lentos, la prosperidad de esta colonia seguia los mismos pasos. No habiendo descubierto los Españoles minas de oro ni de plata en su extenso territorio, descuidaron en gran parte sus mejoras su poblacion blanca se aumentaba poco, pues la emigracion de la Península se dirigia de preferencia á Méjico y al Perú, donde hallaba ricos veneros de metales preciosos con que satisfacer su codicia y ambicion. La agricultura y el comercio, únicas fuentes de la prosperidad futura de Venezuela, se habian mirado con abandono por la madre patria. Sin contar las producciones de la tierra que servian para alimentar á sus escasos habitadores, el cacao y el tabaco de las provincias de la Costa-Firme eran los frutos principales que alimentaban su comercio exterior.

Como la España habia mirado con indiferencia el comercio de la Costa-Firme, y como eran muy raras y de poco valor las expediciones directas que se hacian á sus puertos, desde que los Holandeses se apoderaron de Curazao en 1634, atrajeron á aquella isla casi todo el tráfico de Venezuela por medio del contrabando; allí vendian los Venezolanos su tabaco y su cacao, y allí compraban á precios mas cómodos y baratos cuantas mercaderías necesitaban para su vestido y para los demas usos de la vida. En vano algunas autoridades españolas persiguieron este comercio ilícito con multas, confiscaciones y otros castigos. Promovido por el interes privado, y aun por algunos empleados, él triunfó siempre de los obstáculos que se le oponian, privando á la madre patria de los derechos que debia percibir, y aun de los medios de defender aquella colonia por la exigüidad de los rendimientos fiscales. Por mucho tiempo tuvo Méjico que proveer con un situado ó remision de caudales á gran parte de los gastos precisos para el gobierno y administracion de Venezuela.

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Año de 1728. Fué en tales circunstancias que una Compañía de varios comerciantes vizcaínos hizo al rey la propuesta de impedir á su costa el contrabando en Venezuela, siempre que se les permitiera exportar sus producciones para la metrópoli, y abastecer á sus provincias de los frutos y manufacturas

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