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LUPIUS (Alfonsus).-Es decir, D. Alfonso Llop, afamado médico, que floreció en el siglo XVI; natural de Tarragona.

Escribió dos obras notabilísimas, tituladas, la una De morbo pustullato; y la otra Enchiridion medicinæ, seu methodus de natura venæ: notæque in pleraque Galeni loca, de las cuales se hicieron calurosísimos elogios, y continúan en el día, en grande estima en la ciencia médica.

Tuvo siempre la costumbre de firmar en latín, en la forma apuntada.

LL

LLORENS (D. Pablo).-Será, sin duda, el Paulo Lorenço de que nos habla Pons de Icart, quien traduciría al castellano el apellido Llorens.

Ello se deduce por lo que dice Torres Amat en su Diccionario, es decir, que era «natural de Tarragona, profesor de letras humanas en la Universidad de Barcelona. De octo partium orationis constructione cum comentariis gunii Rabidii, Francisci Scobanii etc. cum Scholiis. Barcinone 1622 et 1674, en 8.°, por Matevat. Oratio de B. Lucæ laudibus habita in celebri Barcinonensi Academia, ad cujus exemplar veterum Gothalanorum virtutes et præclara facta exprimuntur. Barcinone apud Claudium Bornatium, en 12°, 1571. Estaba

en la biblioteca de los Carmelitas descalzos de Barcelona.»

LLOP (Dr. D. Alfredo). - Celebrado médico del siglo XVI; natural de Tarragona. Tal vez sea hermano de D. Alfonso Llop.

Hacíanse, en su tiempo, calurosos elogios del talento médico del Dr. Llop, como lo aseguran escritores autorizadísimos.

M

MONTANO (Lucio Numisio).-Distinguido tarraconense, del cual algunos historiadores romanos hicieron grandes elogios.

Tales fueron las dotes envidiables de este ilustre compatricio, que mereció todos los honores de su República.

Era hijo de Lucio, de la Tribu Palatina, y Flámen en la Provincia de la España Citerior, la cual le erigió una lápida que perpetuase su nombre.

Desempeñó, además, los importantes cargos de Edil, Qüestor, Duumvir, y también Duumvir quinquenal, y estuvo agraciado con caballo público por el Emperador Adriano Augusto y conferídosele el cargo de Juez de la Decuria 1.a

En el Foro romano de esta ciudad había empotrada otra lápida, en la que constaban todos estos honoros.

MUSA (Antonino).—Célebre médico romano,

natural de esta ciudad.

Era médico del Emperador César Augusto, quien, en vista del talento prodigioso de este tarraconense y de su fama universal, le colmó de honores y distinciones, que se hicieron, más tarde, extensivas á la medicina española, como veremos luego.

«

De una «Carta Geográfico-histórica de la Medicina en Cataluña», copiamos la siguiente interesantísima nota, que demuestra la fama que adquiriera el ilustre tarraconense Antonino Musa: Dominación romana. Durante esta época, que comienza 218 años antes de J. C., España llegó á ser próspera, rica y sabia, merced á la feliz combinación de dos civilizaciones, la ibera y la romana. Cataluña recibió directamente la influencia de la cultura latina. Si en asuntos médicos, los conquistadores aprendieron del Peritus iber remedios y procedimientos curativos, los romanos, en cambio, aportaron su amor á la higiene; su organización médica, sus gimnasios, termas, y nos pusieron en relación con las opiniones y los libros de médicos griegos, alejandrinos é italianos.

»De todas las regiones españolas, esta en que escribimos, (Cataluña), debió de ser la que más pronto y por más tiempo gozó de los beneficios de aquella nueva civilización. Aún se conservan testimonios médicos de aquél tiempo, y en Tarragona, metrópoli de la colonia hispano-romana, tuvo lugar aquel hecho que tanto enalteció a la Medicina y á sus profesores. Nos referimos á los honores que concedió Augusto á su médico Antonino Musa, honores y preeminencias que más tarde el Senado Romano hizo extensivos á todos los médicos.

á

>> Triste cosa es el silencio de la historia en asuntos tan importantes como la Medicina, pero jamás debemos creer que aquel mutismo obedece única y exclusivamente al atraso médico de los españoles en aquellos apartados siglos; que la patria de los Sénecas y Lucanos, el país que tan íntimas y continuadas relaciones mantuvo con los romanos, cuya civilización dejó aquí hondas,

imborrables huellas, no pudo por menos que ponerse al nivel intelectual de sus dominadores, peritos en la ciencia de Galeno, Celso y Celio Aureliano».

Aun hay más.

En un artículo atildadamente escrito, titulado «Una página para la Historia de la Hidroterapia», publicado por el correcto escritor don Nicolás Perez Gimenez, en la excelente revista El Siglo Médico, consígnanse algunos datos, que reseñamos con entusiasmo y llenos de orgullo patrio.

Antonino Musa, dice, curó á Julio César, en Tarragona, merced al empleo del agua fría, (hidroterapia), una grave afección del hígado; y este Emperador otorgó á nuestro compatricio, como expresión de agradecimiento, el uso de bastón y anillo, distintivo de nobleza solamente concedido, hasta entonces, á los caballeros romanos.

En la obra «La Higiene Terapéutica-Gimnasia, masaje, hidroterapia, aeroterapia, climatoterapia», por el Dr. Dujardin-Beaumetz, consígnanse, en un capítulo titulado «Primera conferencia de la Kinesiterapia», pág. 15 y 16, los siguientes datos relativos al insigne tarraconense Antonino Musa: «Al pasar los ejercicios gimnásticos de los griegos á los romanos, estos se transformaron.

» No se pensó ya en acercarse todo lo posible al ideal bajo el punto de vista de la belleza física, sino que se trató de crear soldados por una parte y gladiadores por otra.

» Añadiendo á los gimnasios los baños, práctica que los romanos habían tomado de Oriente, los romanos modificaron profundamente estos establecimientos, que poco á poco se convirtieron en lugares de desorden, y prepararon los siglos

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