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dichos cartelistas se vean indecisiones é imitaciones de otros extranjeros, y que apenas comienza la producción de esta rama del Arte, se noten ya en ella amaneramientos. Así, por ejemplo, Sparentini recuerda bastante á Mucha-cartel del Concurso y Exposición de Agricultura en Vérona.-Los de Mattoni están bien dibujados, pero tienen pocas condiciones de cartel, y lo mismo puede decirse de los de Concone y Beltrami, si bien éste tiene uno que anuncia el Corriere della Sera, de Milán, cuya composición es sumamente expresiva y hermosa, pero cae bastante en el defecto de los anteriores. Más condiciones de cartel tiene el de Andresini que anuncia el específico Sapho, y es al mismo tiempo más original que los otros.

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El cartelista más importante que tiene Italia, es Hohestein (de origen germánico). Sus carteles son numerosísimos y nuestro público conoce bastantes de ellos, anunciadores de las obras de la casa Ricordi. Es un cartelista enérgico, que dibuja admirablemente sus figuras y las modela

Cartel ejecutado por Alejandro de Riquer (España). ]

dentro de un ambiente luminoso de gran intensidad (sobre todo los últimos que ha ejecutado), y se atreve con todas las energías del color sin disonar nunca (la Tosca, por ejemplo). No estiliza sus figuras, ejecutándolas dentro de un completo sentido realista.

X

En ESPAÑA no hemos, sentido la influencia japonesa, ni hemos comprendido el valor expresivo de un diseño, ni las coloraciones

planas suprimiendo el relieve, desconociendo el valor decorativo de esto. Aquí sólo hemos conocido el cuadro y el cromo, y nuestros carteles han sufrido la influencia de aquél y de éste. Obsesionados por ellos, ha asustado á nuestros artistas el entrar en el terreno propio del cartel, ver cómo había de estar éste ejecutado y acometer con valentía una simplificación en el dibujo, en las coloraciones, en las tonalidades y en los detalles de composición, para hacer la obra clara, precisa y de impresión enérgica.

Unicamente han abandonado la senda falsa y rutinaria de convertir el cartel en cuadro que parece mal cromo, Casas, Rusiñol y Riquer, en primer término; y ello se debe á su relación constante con París, á una mejor comprensión de las corrientes modernas del Arte y, sobre todo, del decorativo, separándoles bastante de la rutina nacional. Al lado de estos maestros hay que colocar á los Utrillos. Pascó, Gual, Lemus y algunos más, y gracias á las obras de los primeros y á las de estos últimos, á las exposiciones de carteles extranjeros celebradas en Barcelona, así como á la difusión de éstos por medio de The Poster y The Poster Collector's circular, los artistas barceloneses han ido familiarizándose con esa nueva rama del arte moderno, produciendo obras bien entendidas. Hay, pues, que considerar á Barcelona como la cuna del verdadero arte del cartel, en España, y sigue la Ciudad Condal sosteniendo la supremacía en nuestra nación.

Viene después Valencia, pero en ella es en donde más de manifiesto se han puesto las desviaciones antes citadas; y á pesar de la rica y selecta exposición de carteles que realizó en Mayo y Junio de 1901, el Circulo de Bellas Artes (entidad artística de primera fuerza), poco, casi nada se han corregido las falsas tendencias, contrastando, por lo tanto, muchísimo, el excelente cartel de Muñoz Dueñas por su composición y por su técnica, de todos los demás, excepto uno inédito del Sr. Aixa (Anis Figaro) y dos de José Mongrell, el ejecutado para la coronación de D. Alfonso XIII (cartel de triste memoria, pues comenzaron por quererlo matar los señores del Jurado̟ y acabaron por asesinarlo de veras en la litografía), y el que anuncia la feria de Valencia de Julio del presente año.

Desde 1888 en que ejecutó el inolvidable Antonio Cortina el primer

cartel para dichas ferias, hasta el presente, los carteles artísticos hechos en Valencia han sido numerosísimos; sus autores han tocado, sin embargo, una sola cuerda, la del realismo, reproduciendo asuntos típicos de la huerta valenciana y de la feria, convirtiendo el cartel en un álbum de vistas panorámicas, del género barato. Si alguna vez han recurrido al simbolismo, ha sido para hacer una alegoría, que con pocas modificaciones hubiera servido para decorar un café ó casa de campo. Los carteles de las corridas de toros no son otra cosa que grandes ampliaciones de las páginas de La Lidia. El cartel comercial de interior sigue siendo hermano gemelo de los cromos con que se adornan las cajas de pasa, y el grande para exterior, ó esos mismos cromos ampliados, ó trabajos puramente tipográficos.

En Madrid poco se ha hecho; carteles á la manera antigua (mala pintura de cuadros que la cromolitografía acaba de estropear) ó carteles á la moderna, sin ninguna novedad (en algunos se podría señalar el plagio de un modo bien manifiesto) y con una ejecución más aparatosa que sólida.

XI

Con sobrada frecuencia, los artistas españoles y aun muchos extranjeros, según hemos visto-se han empeñado en desconocer que el cartel obedece á un principio inmediato de utilidad; debe subordinarse la obra artística á él, y no como sierva, sino como dueña y señora, dominándole, como el talento humano domina muchas veces á los elementos de la Naturaleza, convirtiéndolos de destructores en útiles y productores. Aquello que pura y simplemente es prosáicoun anuncio, un reclamo-el Arte con su poder debe convertirlo en cosa noble y elevada, digna del espíritu humano.

El cartel obedece á una finalidad de la vida moderna, á una de sus características más importantes: á la lucha por la concurrencia, nunca tan desarrollada como en el presente. Para llamar la atención del público, el cartel es preciso que proclame su anuncio con toda la fuerza de los pulmones, y éstos han de ser grandes y potentes; pero no ha de chillar, no ha de desentonar, ha de cantar admirablemente: para esto está el Arte.

Veamos qué evolución sigue el cartel en su ejecución. Lo concibe el artista con pie forzado, se le da el asunto y es preciso, no sólo que se sujete á él, sino que lo haga sumamente expresivo; el texto, á ser posible, ha de servir sólo para acabar de definir lo que expresa la obra artística, esto es, para dar individualidad al anuncio; por ejemplo, se trata de un jabón: pues basta saber, v. gr., que es de Pear. Claro

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es que hay asuntos que sólo se pueden tratar con un simbolismo bastante profundo, cosa no asequible á todo el público; pero hay que tomar en cuenta, que la cosa anunciada no es tampoco para todo el público.

Concebido el cartel tomando en cuenta estas consideraciones, la obra artística nace perfectamente unida con el asunto propio del anuncio, sin incongruencias de ninguna clase-como fué la de anun

ciar una fábrica de galletas, empleando para ello el cartel de H. Meunier, hecho para los Conciertos Isaye.-Pasa el artista a realizar su obra teniendo ya bien pensada su composición, y al elegir el procedimiento ó técnica, ha de tomar en cuenta dos cosas: 1.a, que su bo

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ceto ó proyecto ha de ser ejecutado luego por la cromolitografía ó procedimientos similares á ella, todos con una técnica completamente distinta á la de la pintura al óleo, y que nunca, por muchos rodeos y habilidades de que se valga el cromista, llegará á la imitación exacta del cuadro, mientras que con la pintura al óleo, acuarela ó pastel,

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