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morales, considerados en sí mismos, sin prejuicio alguno, sin intervención de elementos metafísicos..... Esta tendencia del espíritu moderno..... llevada á las ciencias que estudian al hombre, ha creado el método histórico y crítico [que se aplica también al examen de las religiones positivas, hechos históricos]..... La crítica no ataca, ni podría atacar, la parte teórica, dogmática, metafísica, de la religión; solamente ataca la parte histórica. Ahora bien: si la crítica llegase á demostrar que lo sobrenatural, analizado de cerca y sin prejuicios, se resuelve en una ilusión; que los acontecimientos en que se cree que se manifiesta lo sobrenatural, ó son explicables con las leyes de los fenómenos humanos, ó no revisten condiciones de credibilidad, acabaría por demoler todo el edificio..... Para poder resistir á las tentaciones del pensamiento, el hombre debería hallarse dispuesto á renunciar en un instante determinado á los derechos de la razón. El racionalista ortodoxo, en presencia del problema de la revelación divina, declara que se detiene, que depone sus armas, cierra sus ojos y deja que la se obre en él. Ahora, sólo con esta condición se puede ser creyente; preciso es, pues, que el racionalista, al llegar á cierto punto, se resuelva á ser inconsecuente. Aquél que no transija, aquél que quiera hacer de la razón la única árbitra de las cuestiones, tiene que concluir por caer en el abismo de la incredulidad... »

Los demás razonamientos del estudio en cuestión sirven de desarrollo á los conceptos copiados. Los lectores juzgarán por la muestra si merecen que se fije en ellos la atención.

Los otros problemas de que el libro se ocupa están tratados con sentido semejante al que reflejan los párrafos anteriores, aun cuando, claro está, con las naturales variaciones requeridas por la diversidad de los asuntos. No dejaré de añadir que en parte alguna del libro desmiente Negri sus altas cualidades de crítico sagaz y circunspecto, que tiene un gran dominio de sí mismo y de las materias de que habla, de las cuales habla siempre sin la menor violencia, con suavidad y mesura, en estilo á la vez tranquilo é insinuante.

P. DORADO.

L

A SAMARITANA. Novela original de Laura García de Giner.-
Colección Diamante.» Antonio López, editor: Barcelona.

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Es una de esas tardes ardorosas de Andalucía, en que el sol quema los rostros morenos y salpica de sangre los rosales. Pepe Rafael llega al pueblo, convalecido de amorosa enfermedad, para ver si en el grave recogimiento aldeano logra serenar su alma sacudida por estremecimientos voluptuosos. Y he aquí que viniendo á curar una pasión, otra le envuelve con su ardorosa llama. Su prima Dolores, una muchachita adorable y pálida que allá en la infancia entre alborozos pueriles y resonar alegre de risas locas le amaba, siente renacer desbordándose aquel amor. Pepe Rafael, que es como todos los hombres, la desdeña y huye de sus miradas como de una maldición.

En la plaza emblanquecida por la luna, una noche de fiesta, oye Pepe Rafael la voz cadenciosa de María de las Nieves, la Samaritana, voz que suena en sus oídos como algo dulce, extraño, melancólico. Luego en sus excursiones matinales á la Fuente de los Duendes hablan de amor y con amor se embriagan bajo la umbría de las enramadas, mientras la ordinaria vida del pueblo sigue su monótono curso y Dolores contempla entristecida el desvanecimiento de su sueño. Pero aquel amor es tan imposible como bellu. La Samaritana será siempre la hija del judío, del aborrecido judío que esconde en sus talegas el oro de los pobres, y abrumada por aquel dolor que le muerde el alma, hunde su cuerpo de nieve en el río una noche tormentosa en que la brisa acremente perfumada revuelve la turbias ondas bajo el rústico puentecillo de madera.

María de las Nieves exige á Pepe Rafael, en las mismas márgenes del río, antes de morir, que se case con Dolores; pero éste no puede cumplir la santa promesa porque su prima se ha ofrecido al Divino Esposo, aquél que canta en los versículos salomónicos: Mel et lac sub lingua tua.......

Esta es la novela. Tristezas y alegrías entremezcladas, como en la vida. De sus páginas se desprende un suave perfume, y al releer las en que describe el triste fin de la Samaritana-bella mujer de azules y ensoñadores ojos,-viénenme á la memoria los versos del poeta mantuano:

.....

¡Quam vellent æthere in alto

nunc et pauperiem et duros perferre labores!....

PEDRO GONzález-BLANCO.

L

OS GÉRMENES DEL LENGUAJE. Estudio fisiológico y psicológico de las voces del lenguaje como base para la investigación de sus orígenes, por Julio Cejador: Bilbao, 1902.

En esta importantísima obra, Cejador nos ofrece una concienzuda exposición de la lingüística comparada, según como es desenvuelta por los secuaces del reciente miétodo histórico: Grasserie, Techmer, Zarabouski, Regnaud. Como su título lo indica, esa obra es una ciencia ó teoría del lenguaje, tomada esta palabra en su acepción moderna y vastísima. Ya en una obra anterior (El lenguaje, Salamanca, 1901), que es la primera de una serie de ensayos lingüísticos de carácter enciclopédico, había establecido los principios fundamentales del estudio comparado de las lenguas; pero este segundo tomo será aún más útil á los filólogos que el primero. Copiosamente aderezado con datos precisos, con observaciones generales, hecho notablemente manejable por una erudición poderosa y un detallado cuadro de transcripción, el tratado de Cejador merece hallarse en la librería de todo el que se dedique á la armónica disciplina de los idiomas.

Cejador procura dar solidez á sus generalizaciones con numerosos ejemplos tomados de todas las lenguas del mundo. Posee, no sólo las indo-europeas, sino las semiticas, las altaicas y parte de las de Oceanía. Preparado con todo este enorme caudal de materiales filológicos, adquiridos no sabemos cuándo ni dónde, Cejador emprende á reconstruir la unidad del lenguaje por medio de una interpretación regresiva, pero

segura, deduciendo, no por los vagos métodos de analogía, sino por los rigurosos procedimientos de la fonética, la identidad universal de las familias lingüísticas. He aquí el índice de la obra, que dará de ella mejor idea que todos los comentarios:

1. El lenguaje: División de su estudio.-2 Objeto y división de la fonología. -Primera parte: Fonologia física. -Cap. I. Producción y propagación del sonido. — Cap. II. Cualidades del sonido: intensidad, tono, timbre. -Sonidos musicales y ruidos. Cap. III. Los sonidos en el lenguaje y en la música. Segunda parte: Fonología fisiológica. -Cap. I El órgano de la voz.-Cap II. Formación de la voz en la laringe. --Cap. III. Articulación de la voz en general.—Cap. IV. Articulación de las vocales. -Cap. V. Articulación de las consonantes. -Cap. VI. Causas generales de la degeneración de las voces primitivas.—Cap. VII. Clasificación fisiológica y transcripción de las voces.-Cap. VIII. Reseña de los sonidos de las lenguas. -Cap. IX. Las voces y alfabetos de algunas lenguas en particular. - Tercera parte: Fonologia psicológica.-Cap. I. EI lenguaje de la naturaleza.—Cap. II. El lenguaje de los animales. - Cap. III. El lenguaje de las sensaciones y emociones en el hombre.-Cap. IV. El lenguaje instintivo del hombre. -Las interjecciones. La onomatopeya y armonia imitativa. -Cap. V. Elemento especifico del lenguaje humano.- El lenguaje como signo en general.—Cap. VI. El lenguaje como signo natural. - Cap. VII. El lenguaje del gesto y de la fisonomía. --Cap. VIII. Lo objetivo y lo subjetivo. La expresión.—Cap. IX. El lenguaje y la razón.—Cap. X. Las aprehensiones mentales como objeto formal del lenguaje.—Cap. XI. Las representaciones ó aprehensiones mentales primordiales del lenguaje son las de la extensión. —Cap. XII. Las nociones más indeterminadas del lenguaje. -Cap XIII. Relación de las nociones indeterminadas con las voces del lenguaje humano.-Cap. XIV. Las cinco voces absolutas del lenguaje humano. — Cap. XV. Las voces relativas del lenguaje humano.-Cap. XVI. Modificaciones de las voces en el lenguaje.— Conclusión.

Como se ve, el libro de Cejador no es solamente una doctrina, sino una psicología de la lengua humana. Sin embargo, no es éste el único motivo que me ha hecho entrar en tantos detalles. A mi juicio, lo que más que nada convierte Los germenes del lenguaje en un trabajo profundo y merecedor de grandes elogios, es lo certeramente que el autor ha puesto en claro, con sus opiniones unitarias, el trabajo inconsciente de la inteligencia universal que se cumple en cada idioma, las leyes que rigen la construcción gramatical de todos ellos con el concurso de una doble causa: emisión mecánica, espontaneidad individual. Esta armonía espero acabar de verla confirmada en las páginas que piensa consagrar á investigaciones morfológicas y á observaciones lingüistico embriogénicas.

Cejador es un erudito tanto ó más que un lingüista. Es, además, un verdadero amateur en asuntos de literatura y arte. Su libro, hasta en las partes más abstractas, se halla cuajado de citas helénicas y renacientes, de poesías y de referencias á argamentos de romances, que patentizan, á la vez que una asimilación maravillosa, un detenido estudio de libros variados y un gran conocimiento de todos los aspectos del lenguaje. De este modo logra hacer del conjunto de su labor un divagar ameno y gustoso, una continua y discreta digresión por los terrenos más movedizos.

Añadiré, para terminar, que de la misma pluma de Cejador ha salido también la Gramática griega según el sistema histórico comparado (Barcelona, 1900). La amplitud y riqueza de su sistema general de la ciencia del lenguaje se presenta en este Manual como en un caso particular de dicha ciencia, y tanto en un lugar como en otro surgen todas las inducciones filológicas, sin excepción alguna, de este criterio que es esencial en nuestro escritor: a), necesidad de explicar la formación del lenguaje por el origen

común de las lenguas; b), necesidad de demostrar la unidad de las lenguas para determinar la vida colectiva del lenguaje; c), necesidad de establecer las gradaciones de su finalidad social mediante la comparación de los idiomas en los puntos decisivos.

EDMUNDO GONZÁLEZ BLANCO.

R

EPOSO, por Rafael Altamira (Biblioteca de Novelistas del sigloxx): Barcelona, 1903. Imprenta de Henrich y Compañía, edi

tores.

La vida intelectual, con sus anhelos insaciables, sus luchas sin tregua y su excitación febril, es una especie de máquina, cuyos dientes, ruedas y engranajes acaban por triturar las almas que se dejan coger por el monstruoso mecanismo. La inteligencia de aquél á quien ella agarra se hipertrofia, y poco a poco se van anulando en él todas las demás facultades y agotando una por una las fuentes todas de la alegría de vivir: la mutilación de Orígenes es un símbolo que encierra una gran verdad. «Desgraciado de mí-exclamaba el Dr. Fausto, -que me siento languidecer en este calabozo, agujero lleno de tinieblas en el cual la clara luz del cielo penetra con tintes plomizos al través de vidrios pintados. Todo mi horizonte es este montón de libros roídos por los gusanos y cubiertos de polvo..... Rodeanme redomas, estuches, instrumentos mohosos..... ¿Y esto es un mundo? ¿A esto se llama mundo?>

¡Con cuántas ansias el solitario pensador, encerrado en el negro agujero de sus lucubraciones, sueña con la tranquilidad de los campos, con el cɛeguro retiro deleitoso.» con la paz de los que siguen la escondida senda,» con las inquietudes y dulzuras del amor!.... Ellos, los intelectuales-como ahora se dice, —ven la vida al través del enejado de su intelectualismo, como el preso el mundo al través de los hierros de su prisión.

Juan Uceda es uno de estos presos. Fatigado de la vida intelectual-«roto casi el navio,»-huye de Madrid en busca de reposo; cree que ha de encontrarlo en un hermoso rincón de la costa levantina, en donde todo parece convidar al sosiego. La naturaleza serena y tranquila, los despejados horizontes, las brisas y el aspecto del mar, las costumbres sencillas de los habitantes, sus rudas faenas, la paz misma del hogar en que Juan encuentra albergue y cariño, todo parece que ha de devolver al fugitivo de la corte la tranquilidad perdida. Mas ¡ay! los cuidados y preocupaciones atra cura le siguen post æquitem, según la expresiva frase del poeta. Tras de breve reposo, los hechos, en apariencia insignificantes de la rústica vida que le rodea, hacen surgir en su espíritu los problemas olvidados que presentan ante él sus apremiantes interrogaciones, y Juan Uceda, calmada un tanto su fatiga, deja el retiro deleitoso, y como el påjaro del célebre soneto, «á la amada prisión vuelve las alas,» esto es, vuelve á las olvidadas luchas con nuevos impetus.

Y bien mirado y ésta creo yo que es la moraleja del libro de Altamira,—¿no supone un gran egoísmo retirarse del combate, deseitar del campo de batalla cuando se tiene fuerza para combatir? Cuando hay iniquidades que triunfan, prejuicios que detienen ó desvían la marcha de la sociedad hacia sus fines legítimos, mentiras que ciegan, verdades que no se proclaman..... ¿no es insigne cobardía arrojar el escudo y emprender la fuga para vivir en aquella paz cómoda que Fr. Luis ensalzaba:

Vivir quiero conmigo,

gozar quiero del bien que debo al cielo
á solas, sin testigo,

libre de amor, de duelo,

de odio, de esperanza, de recelo?

No..... Vivir es luchar, y si el reposo se nos da y debemos buscarlo, es sólo para cobrar fuerzas y acudir al combate con nuevos bríos. La paz-como dijo Unamuno en uno de sus libros-está en la guerra.

La acción de la novela de Altamira es puramente interna. Todo lo que hay en ella. de exterior son motivos que sirven para presentar ante el lector los estados psíquicos de Juan de Uceda: sus conflictos están en él, no vienen de fuera; él es el que hace su novela, no la novela la que le hace á él. En Cañas y barro, por ejemplo, todo cuanto Blasco Ibáñez nos muestra parece producto del medio: el agente de la acción es la Albufera. En Reposo, el verdadero agente es el alma del protagonista: el medio en que el autor le coloca nada puede contra Juan; su fuerza espiritual se sobrepone á la influencia exterior. Si en algún momento aparece como dominado ó enervado por la realidad externa, bien pronto su resorte interior recobra toda su energía.

Este psicologismo-que no me atreveré á calificar de excesivo-hace que la novela-á lo menos para el gran público-resulte un poco pálida. Por hondas y violentas que sean las luchas interiores, no pueden ser todo lo plásticas y ruidosas que el público apetece. Un drama ó una novela pasional tienen, por lo menos para los lectores españoles, muchos más atractivos que la novela ó drama psicológicos.

En Reposo no falta el episodio de amor; pero sin aquel brío, sin aquella violencia con que generalmente se nos presenta la pasión amorosa. Si fruto de reflexión fué el rompimiento de Juan con Andrea, fruto de la reflexión es también la decisión de ella. En uno y en otro falta aquel arrebato que ciega la razón y arrastra la voluntad, y que es la esencia misma del amor.

Reposo se titula la novela de Altamira, y á las mil maravillas le cuadra el título, no sólo por lo sosegado de su escasa fábula, sino por lo tranquilo de sus caracteres, lo apacible de las descripciones y lo sereno del lenguaje. Todos los personajes que figuran en la obra son pacíficos y sin pasiones; nunca se acaloran ni se exaltan. El que más se altera es el protagonista, y ya he dicho que en él la procesión va por dentro. D. Vicente, Cristóbal, D. Ciro, Doña Micaela, Doña Isolina, Amparo, la misma Micaela, son figuras bien dibujadas pero grises..... Sin salir de esta tonalidad, está muy bien dibujada, la figurilla vulgar y tímida del clérigo D. Felipe, víctima resignada de una infamia que él acepta con la humildad de un San Francisco.

Los parajes descritos en Reposo son tan apacibles como las personas; dijérase que la naturaleza toda está en Villamor sumida y aletargada por una grata somnolencia. De este ambiente que rodea la novela son fiel reflejo el estilo y el lenguaje. Correcto éste, suave y melancólico aquél, jamás se siente en ellos arrebato, vehemencia ni pasión. Uno y otro son transparentes como un lago de agua pura, nunca agitada por las tempestades.

Zeda.

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