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donde pueden extraerse, debido en gran parte á la heterogénea, irregular y anómala organización que desde tiempo inmemorial ha tenido, que la más paciente y escrupulosa investigación resulta trabajo estéril y baldío; y bastan algunas indicaciones para convencerse de ello.

De límites inciertos y sumamente movibles las regiones habitadas en un principio por Celtiberos, Bastitanos, Carpetanos y Oretanos, pueblos confines unos é indígena y primitivo el último de la mayor parte del territorio que hoy abarca la provincia de Ciudad Real, sólo de esta belicosa tribu nos han quedado algunos aunque vagos recuerdos que acreditan su estancia en ella por entre las ruinas de la que fué su capital denominante y de la célebre Mentesa, sedes ambas episcopales según deponen las actas de algunos Concilios de Toledo, habiendo desaparecido casi del todo los demás vestigios de las dominaciones cartaginesa y romana al empuje desolador de bárbaros y visigodos que como en otras partes no dejaron piedra sobre piedra. Más permanente y duradera la dominación árabe á la que debió su nombre específico, su repoblación y el principal cultivo de su suelo, sólo borrosas huellas encuentra el investigador de sus largas luchas intestinas y de las contiendas sostenidas contra los reyes de Toledo y la ínclita Orden de Calatrava. Fraccionada más tarde durante el período de la Reconquista en pequeños estados ó verdaderos señoríos feudales que á la par de esta insigne milicia fundan y establecon las Ordenes Militares de Santiago y de San Juan, y sometida, por último, cuando terminada la misión social de éstas se incorporan los grandes maestrazgos á la corona de Castilla, á nuevas demarcaciones y deslindes que no se fijan definitivamente hasta bien entrado el próximo pasado siglo, y por lo que respecta á su organización eclesiástica hasta la reciente creación del Coto Redondo-1875-en virtud de cuya reforma entran los pueblos diseminados de esta región en el derecho común; la Mancha en todo este tiempo ofrece el aspecto de una confusa aglomeración, de un conjunto abigarrado de pueblos que viven sujetos á distintos poderes, á instituciones y legislaciones diferentes, siendo por esta falta de vínculos de cohesión, por esta falta de unidad territorial, política y religiosa, punto menos que imposible el reconstruir su historia, historia cuyas páginas unas perecieron en las revueltas á que dieron lugar tan radicales cambios, otras arrastraron consigo al desmembrarse dichos pueblos y pertenecen á nuevas unidades provinciales, algunas andan sueltas y descabaladas en los enmohecidos archivos de las Ordenes y las restantes ocupan algún rincón en la Historia Nacional ó se conservan entre legajos cubiertos de polvo esperando mano curiosa que las saque á luz.

Acaso no faltará quien más afortunado en la rebusca de papeles, con mayor actividad y seguramente con mejores dotes para esta clase de trabajos, logre dar cima á la empresa, y lo que á mí me ha parecido monta

ña inaccesible resulte para él grano de arena; yo lo celebraré. Y en tanto que esto llega, libre ya de tan mortal pesadilla, vuelvo sobre el camino andado ampliando y completando el trabajo que publiqué doce años há.

Me propuse entonces, y no he mudado de parecer, escribir una Historia documentada de Ciudad Real, tomando por puntos capitales la de la Judería, Inquisición y Santa Hermandad, alrededor de cuyas instituciones giran eslabonados los sucesos más importantes que así en la ciudad cómo en la provincia tienen lugar desde la fundación de la primera en los pro→ medios del siglo XIII hasta casi la mitad del próximo pasado siglo. El libro publicado sólo abarca la primera de las tres monografías, es decir, la historia de los judíos instalados en Villa Real, y en su vida de relación la de los otros dos pueblos, cristiano y árabe, que conviven dentro de sus muros hasta que con la instalación del Santo Oficio por los Reyes Católicos, desaparece como factor social el elemento judáico. En dos períodos bien calificados, uno de vida propia y natural desenvolvimiento que termina con las violencias y matanzas de 1391 y la desaparición legal de la Aljama, y otro de lucha borrascosa entre judíos fleles, conversos y cristianos viejos, duradero hasta 1483, va comprendida toda la historia de Ciudad Real. Juegan interesante papel y á veces decisivo en cuantos sucesos se desarrollan en ese tiempo dos instituciones ya fundadas al alborear de su cuna, la Orden de Calatrava y la Santa Hermandad, por lo cual era de precisión dedicar no pocas páginas á los muchos y curiosos incidentes á que da lugar su intervención.

Trazado en las mismas líneas generales el trabajo histórico que publicamos, las reformas introducidas en esta 2.a edición son de tal monta que más que labor de reimpresión ha de aparecer á los ojos de nuestros lecto res como un libro completamente nuevo en su fondo y en su forma. Suprimimos en el texto muchas noticias secundarias y otras generales poniendo en su lugar aquellas de carácter local que un estudio más detenido de los documentos y nuevos descubrimientos arqueológicos nos han dado á eonocer. Descartamos asimismo, al abjeto de no interrumpir la narración, todas las notas que no eran de absoluta necesidad para la aclaración de los hechos y gran parte de la documentación, que insertamos ahora en índices é ilustraciones colocadas al final del tomo, y variamos el orden de materias y su distribución por capítulos. Como adiciones de crecido interés figuran entre otras una reseña bibliográfica ó cuadro detallado de las obras y autores que escribieron algo de provecho sobre historia de Ciudad Real y su provincia; un estado descriptivo de la Mancha según era en los orígenes de Villarreal, en la época en que escribió Cervantes el Quijote y según es en la actualidad, y la Historia de la Inquisición, complemento indispensable á la de la Juderia.

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Acerca de este último punto, debo hacer constar que discutida hasta

la saciedad dicha inrtitución por amigos y adversarios en cuanto a sus móviles, fines y procedimientos, trato de la de Ciudad Real, una de las primeras que con carácter exclusivamente antisemítico ó adversus judaizantes establecieron en Castilla D. Fernando y doña Isabel J, más como récuerdo del tiempo viejo y testimonio fehaciente de la importancia que en las postrimerlas del siglo XV alcanzó esta población, que como asunto de interés crítico y de reñida polémica, bajo cuyo aspecto, aunque han desaparecido muchos datos para formar juicio con aproximada exactitud, me bastarían los procesos salyados milagrosamente de las garras de la carcoma si quisiera extenderme y ahondar en la materia. No entra esto en mis miras por razones fáciles de adivinar y prefiero ajustar mi papel al de fiel narrador de los hechos según que por tradición ó documentos autorizados han llegado á mi noticia. Sin embargo, porque son muchos los que gustan todavía de curiosear estas trasnochadas páginas reveladoras del estado social de una época determinada, y también porque en ellas hay esparcidos pormenores de no escaso interés para nuestra historia local, he creído conveniente hacer un extracto de los principales procesos y poner entre los apéndices algunos copiados á la letra de los originales que se conservan en el Archivo Central de Alcalá de Henares.

Desde 1485 en que deja de funcionar por falta de causas trasladándose á Toledo el Santo Oficio, hasta la muerte de aquella augusta soberana (1504, cruza Ciudad Real, como casi todas las poblaciones de España, por un período de reconstitución laboriosa, durante el cual, extinguidos los antiguos odios de religión y de casta, mermado el poder absorbente de Calatrava y vueltos al hogar los expatriados á causa de tan hondas revueltas, se restablece poco á poco la paz, á cuya sombra nacen nuevas instituciones, algunas de tanto renombre como la Chancil'ería, segundo tribunal de su clase en los dominios de la Península, creado en ella por los Reyes Católicos en 1494, surgen nuevos elementos de vida que dan impulso á las cogadas fuentes de riqueza pública, á la industria, á las artes, al comercio, á la agricultura, crece rápidamente su vecindario y contando con el decidido apoyo de la Corona, Ciudad Real adquiere la categoría del primero y más importante pueblo de la Mancha.

Dedicamos el último Libro de los cuatro en que va dividida toda la obra á la Historia de la Santa Hermandad, asunto por desflorar y tan nuevo como el de la Inquisición, al que añadimos una ligera reseña de los hechos más culminantes ocurridos en Ciudad Real hasta la época presente con el juicio orìtico que nos merece su pasado y su estado actual.

Con lo dicho basta para que el lector pueda formar idea de nuestro modesto trabajo, en el que no hallerá seguramente originalidad ni inventiva que soliciten su atención, pero si algo que le instruya y aleccione; que no en vano la historia en lo grande como en lo pequeño, la del indi

viduo como la de las colectividades, lleven éstas el nombre que quieran, ha sido considerada siempre como verdadera muestra de la vida. Desenterrar el pasado de un pueblo de vida tan accidentada como Ciudad Real desde su fundación, teniendo para ello que registrar archivos y desempolvar papeles y documentos donde como en fuentes autorizadas se depuren los mil errores que á través de las tradiciones populares y de los apasionamientos locales han desvirtuado y desnaturalizado la verdadera historia, no diré yo que sea obra que eleve á los montes de la fama el nombre del humilde obrero, pero por lo árida y trabajosa, por la cantidad de esfuerzos que supone, por los datos que aporta para la formación de la historia nacional tan necesitada de índices expurgatorios, debe merecer siquiera el respeto y parabién de toda persona culta. Por el último de dichos conceptos animábame á proseguir el trabajo empezado uno de los hombres públicos más laboriosos de la España contemporánea, el castizo historiador D. Antonio María Fabié, consignando en carta sobrado honrosa para mí estas palabras que quiero sirvan de remate á la presente introducción: <Tengo el gusto de manifestar á V. que su trabajo me parece dig. no de los mayores elogios y que debe continuarlo porque como V. sabe en esa ciudad antes villa aunque moderna han tenido lugar acontecimientos de grande importancia y siempre he creído que la única manera de tener una Historia de España tan abundante en hombres y sucesos notables es investigar la de las poblaciones que forman nuestra Nación».

L. Delgado Merchán.

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