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CAPÍTULO PRIMERO

De los que han escrito de Ciudad Real y su provincia.

De muy antiguo viene la costumbre de anotar á la cabeza 6 al final de todo libro, especialmente si trata de historia, las fuentes consultadas por el autor, á fin de que los lectores puedan apreciar la autoridad y fundamento sobre que descansan sus noticias. Y aunque es poco lo que se ha escrito y escasa y muy deficiente la bibliografía de la provincia de Ciudad Real, no es ésta razón bastante para prescindir en absoluto de trabajo preliminar tan necesario. Abundan, es cierto, materiales esparcidos por las páginas de nuestra Historia nacional, por las crónicas de nuestros reyes, desde la general de Alfonso el Sabio, Memorias, folletos, artículos insertos en revistas periódicas y en los modernos Diccionarios histórico-geográficos, que se han publicado de un siglo á esta parte, pero ni la región vastísima de la antigua Mancha ni la provincia que heredó su nombre, ni lo que es hoy su capital tienen historia particular escrita que recuerde á la generación presente los hechos de su glorioso pasado. La causa principal de tal silencio no puede ser otra, seguramente, que la dificultad cada día mayor de reconstituir dicha historia desde su borroso orígen, atendida la escasez de documentos y comprobantes de buena ley que las guerras y alteraciones políticas de nuestros pueblos han dejado en pie hasta la época moderna.

Por eso cuando en tiempos recientes, con más medios de información á mano, se pensó en llenar este vacío, dando á luz la Crónica general de España por regiones ó provincias, se lamentaba D. José de Hosta, encargado de formar la de Ciudad Real, impresa en Madrid, 1867, (1 vol. en folio, con grabados y un mapa), de la falta de datos y antecedentes con que tropezó al escribirla, viéndose obligado, según dice en el Prólogo, á recurrir á las obras citadas por Muñoz y Romero en su Diccionario bibliográfico-histórico de los antiguos reinos de España, (Madrid, 1858), y á las referencias que le facilitaron algunos amigos del país, reducidas aquéllas á la de D. Eugenio Larruga Memorias políticas y económicas de España, en lo que dice «del sitio, población, gobierno, policía y costumbres de Ciudad Real, capital de la Mancha», á dos ó tres historias de la Orden de Calatrava, y á poco más de otras tantas entre manuscritas é impresas de las crónicas piadosas de Ciudad Real, de las que luego hablaré.

Dicha crónica, sin embargo, y á pesar de sus grandes defectos y errores de bulto, es el único cuadro general de la historia de la provincia de la Mancha, al que hay que añadir la publicada por D. Antonio Blázquez (Avila, 1898: I vol. en 4.9), que llega hasta la invasión de los árabes, ilustrada con algunos grabados y mapas, y aunque trabajo de otra índole, el Diccionario histórico-geográfico de la provincia, de D. Inocente Hervás y Buendía, (Ciudad Real, 1890).

De obras de otro alcance y de otra finalidad que se ocupan incidentalmente de cosas y sucesos ocurridos en esta provincia, y que hemos tenido que consultar por lo que dicen de la capital del territorio, pondríamos aquí una larga lista que sólo conduciría á cansar la atención de nuestros benévo. los lectores. Hasta 148 cita el Sr. Blázquez en el catálogo de libros que tratan de Ciudad Real, inserto en sus Apuntes para las biografías de hijos ilustres de la misma, y claro es que dejó sin registrar muchas otras, que por de menor cuantía no merecían la pena de ser examinadas. De ellas interesan al objeto de esta Historia las que aunque tratan de diversos asuntos se extienden en datos y pormenores de alguna importancia acerca de Ciudad Real y aquellas otras que lo hacen de un modo especial y exclusivo. Entre las primeras deben contarse, crónicas é Historias generales aparte, el citado Diccionario de Muñoz y Romero, el Geográfico universal compuesto por una sociedad de literatos (Barcelona, 1831), el general de la bibliografía española por Hidalgo (Madrid, 1862), el Histórico de la España antigua por Cortés y López (Madrid, 1835-36, 3 tomos), el Histórico-geográfico de Madoz (Madrid, 1846 á 1850, 16 tomos), y el Etimológico de Roque Barcia, aunque éste copia á la letra á Madoz, la Historia de las Ordenes Militares por Rades de Andrada (Toledo, 1572, tomo en folio), Viaje de España por Antonio Ponz, Secretario de S. M. (Madrid, 1791, 18 tomos), y Recuerdos y bellezas de España, por Quadrado (Barcelona, 1842). De todos éstos el trabajo descriptivo é histórico de los dos últimos, especialmente el de Quadrado, merece consultarse. Hay en él algo más que el resultado de impresiones pasajeras; se formulan juicios y se consignan apreciaciones y noticias sobre Ciudad Real, sus monumentos y su historia, que revelan á las claras que su autor, si no escudriñó detenida y escrupulosamente todos los documentos de su archivo municipal, «no inferior en riqueza de datos á ninguno de su clase según declara en la nota de la página 492, vió por sí mismo los de más crecido interés, como la rica colección diplomática que aún se conserva referente á los primitivos tiempos de nuestra capital, saliéndose así del camino trillado de las tradiciones y referencias mal comprobadas que copian los demás autores, en particular los que han compuesto dichos Diccionarios.

De historias particulares de Ciudad Real se han escrito varias desde fines del siglo XVI, todas ellas con el carácter de crónicas piadosas, en las que abunda lo tradicional y legendario mezclado con alguna que otra noticia de interés profano cogida al aire de entre los rumores del vulgo. Lleva la palma en esta serie la que «á modo de recopilación de los papeles y documentos antiguos» escribió con el título de Relación é historia del aparecimiento de Nuestra Señora Santa María del Prado de esta ciudad de Ciudad Real el Licdo. D. Juan de Mendoza y Porras, por los años de 1584 al 87M. S. en el archivo parroquial.-El proto-historiador de Ciudad Real no se cuidó de decirnos la procedencia, nombre, época, estado, etc., de los documentos que le sirvieron de fuente de consulta, quedando con esto reducida la autoridad de su relato á la escueta declaración estampada en la portada del libro. En 1654 la editaba en Madrid, con el título de Historia de la imagen de Nuestra Señora del Prado de Ciudad Real, el P. Fr. Diego de Jesús María, de la Orden Carmelitana, historia que lujosamente encuadernada con tapas de terciopelo ocupa lugar de excepción en el referido archivo. Su texto ha sido el verdadero Evangelio de la infancia de Villarreal, al que han acudido en busca de noticias cuantos se han ocupado con posterioridad de los tiempos prehistóricos de la misma.

En las postrimerías de dicha centuria—1680 al 86-escribía D). José Díaz Jurado, Cura párroco de San Pedro, con el pomposo título de Idea singular del Sabio Rey D. Alfonso dibujada en la fundación de Ciudad Real, una Historia de esta población, trabajo inédito del que he visto dos ejemplares, uno en dicho archivo parroquial, al que faltan los primeros capítulos y otro más completo en el del señor Marqués de Treviño. Los dos terminan con un apéndice genealógico que trata de algunas familias ilustres de la Mancha.

La relación del P. Jurado se separa no poco de la de sus predecesores aun respecto de la leyenda religiosa; tiene carácter más profano y es más metódica y documentada, si bien se resiente de errores y descuidos imperdonables que acusan gran desconocimiento de la historia nacional y de la general de esta región. En 1700 publicó en Madrid el Licdo. José Escudero Poblete un Resumen de la Historia de la milagrosísima imagen de Nuestra Señora del Prado, restauradora de las dos Castillas y protectora de la ciudad de Ciudad Real—1 vol. en 8.o—calcado sobre lo dicho por Mendoza y Porras, sin otra novedad que la indicada en su título y peregrina advocación añadida á la tradicional en memoria de haber llevado la sagrada imagen Alfonso vi cuando conquistó á Toledo-(1086).

Reproduce estos trabajos históricos á fines del siglo xvш el Doctor D. Sebastian Almenara, párroco de Santiago Apóstol, añadiendo de su co

secha la parte relativa á los sucesos ocurridos en Ciudad Real hasta el reinado de Carlos Iv en que él vivió. Su Compendio de la Historia de Ciudad Real, escrito por los años de 1777 al 80 según se deduce del texto, comprende en treinta sucesiones el espacio de ocho siglos. Corrigió y anotó éste M. S. publicándolo en forma de folletín en el periódico local La Atalaya, -1870-el P. Fr. Joaquin de la Jara, ecónomo de Santa María. Ofrece la particularidad de estar escrito en verso y con un estilo detestable, y en cuanto al fondo adolece como los demás de falta de investigación histórica. Dentro de tan estrecho molde é inspirados por el mismo criterio escribieron también sus crónicas piadosas los historiadores de Ciudad Real pertenecientes al siglo xix. Se reimprime en el primer tercio dejándola sin concluir la del P. Fr. Diego de Jesús, al propio tiempo que el devoto Corregidor de la capital manchega D. José Torres Lasso escribía su M. S. Historia de Nuestra Señora del Prado con algunas noticias de esta ciudad, I vol. de 281 páginas en 4.o, que obra también entre los legajos del referido archivo, y el Sochantre de Santa María D. Tomás García Pavón hacía lo propio según referencias del P. Jara, pues no he podido encontrar este trabajo. En 1861 componía sus Anales de Ciudad Real con un plano de la ciudad, M. S, de 204 páginas, el aragonés D. Benito Jero, que había residido mucho tiempo en ella, y que se supone ser el autor anónimo de un compendio titulado Demostración histórica del origen, hallazgo y aparición de la imagen de Nuestra Señora del Prado, impreso en Madrid en 1857, citado por Muñoz y Romero en su Diccionario. Los Anales no son como pudiera creerse de la historia civil y política de Ciudad Real, sino de la religiosa. El excelentísimo señor D. Agustín Salido y Estrada, gobernador de Ciudad Real, á cuya iniciativa debe esta población la mejora material más importante realizada en el pasado siglo, que fué la de terraplenar las lagunas llamadas de Los Terreros, foco de infección que diezmaba por los estíos la vida de los habitantes del barrio de Santiago, compuso también en forma de Leyenda otro Compendio de la Historia de Ciudad Real y de su Patrona la Virgen del Prado, que dedicó y entregó á su paso por esta capital en Diciembre de 1866 á Su Alteza Real el entonces Príncipe de Asturias, después Alfonso xã. En él nada tiene que espigar la crítica histórica.

Con arreglo á las noticias diseminadas por estas obras y en la parte profana á lo escrito por Quadrado hizo su Guía de Ciudad Real el Inspector de 1.a Enseñanza D. Domingo Clemente, librito curioso en 8.o, que publicó en 1869. De otro orden vieron la luz pública en 1876 y 77 dos trabajos también curiosos referentes al Priorato de las Ordenes Militares, uno constitutivo de una Memoria sobre dicha institución, debido á la pluma del ilustre

Arcipreste de esta Prioral, Frey D. Pedro Torrecilla y Navalón, y otro de impugnación y polémica, más extenso y abultado que el primero, escrito por D. Fernando de Hermosa y Santiago, Maestrescuela de la misma Santa Iglesia. Algo puede extraerse de estas obras, aunque poco pertinente á la historia de Ciudad Real.

En 1837 publicó un folleto el diputado á Cortes por esta provincia don Joaquin Gómez contra la proposición presentada en el Congreso por sus compañeros los Sres. Ceballos y Zaldívar pidiendo el traslado de la capitalidad á Almagro. Contiene juiciosas reflexiones sobre el asunto, á las que precede un resumen de la historia de Ciudad Real hasta el momento aquél, resumen que abarca los acontecimientos más salientes á partir de su fundación por Alfonso x. Consta de 28 páginas en 4.o (Madrid), y merece leerse.

Con el título de Ciudad Real Artística, dió á luz en 1893 otra Memoria ó folleto-44 páginas en 4.°-D. Rafael Ramírez de Arellano, correspondiente de la Academia de San Fernando. Es un estudio técnico sobre los pocos monumentos que nos restan de los primitivos tiempòs de la pɔblación hecho con verdadero dominio de la materia, si bien en la parte histórica necesita algunas rectificaciones.

Pasando por alto otros trabajos sueltos insertos en revistas y periódicos de la provincia de veinte años á esta parte, entre los cuales andan no pocos míos, quiero cerrar este ligero esbozo bibliográfico con cuatro palabras sobre la Historia del P. Jara, por ser el libro en donde han tenido acogida todas las referencias consignadas en las crónicas antiguas de que dejo hecha mención en esta reseña y el que, por no haber otro, se pone en manos del forastero que al venir aquí por primera vez siente deseos de conocer algo de nuestra historia local.

Diola á luz el reverendo Carmelita en 1880-1 vol. en 4.° de 504 páginas-intitulándola Historia de la imagen de Nuestra Señora la Virgen del Prado, fundadora y protectora de Ciudad Real, en la que se resumen como pertenecientes á ella sucesos muy notables de la general de España y principalmente de dicha capital, y llega hasta la fundación del Coto Redondo, instalación del Priorato de las Ordenes Militares, posesión del primer Obispo Prior é institución canónica de su Cabildo-1876 al 77.—¡Lástima que su autor no hubiera suprimido la última parte y en vez de llevar sus ímpetus de historiador á campo tan reñido con sus aptitudes y educación literaria, se hubiera ceñido al papel de mero compilador de la historia religiosa de Ciudad Real sin meterse en honduras de otro linaje! Pero al P. Jara le cuadra lo que decía Cervantes en el Prólogo de la 2.a parte del Quijote aludiendo á Avellaneda, «que una de las mayores tentaciones del demonio es

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