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Luis del Mármol Carvajal, tambien guerrero antes que historiador como Mendoza; que por espacio de veinte y dos años siguió las banderas imperiales en todas las empresas de Africe; que hizo otros viages por mar y por tierra, y visitó muchos reinos y paises de Africa y Asia; versado igualmente en las historias latinas, griegas, árabes y vulgares; comisario y ordenador que fue de ejército; de familia noble tambien, aunque él solamente se titula andante en córte, dió mucha más latitud á su obra titulada: Historia de la Rebelion y castigo de los moriscos de Granada; es como el desarrollo, el cuadro completo de lo que Mendoza habia hecho un diseño. Minucioso y prolijo en el relato de los pormenores de los sucesos, como un testigɔ de sus cir

cunstancias, sabe darles el interés de quien pinta lo que ha visto. Su narracion es clara, el lenguaje puro en general, los períodos á veces demasiado prolongados, y abunda en documentos importantes y curiosos.

El conde Alberto de Circourt, que ha escrito en nuestros dias la Historia de los moros Mudejares y de los moriscos de España, se vé que ha seguido generalmente á Marmol, aunque a veces se desvía de él, anteponiendo ó posponiendo algunos sucesos, y ha tomado tambien algunas noticias de Bleda, de Perez de Hita y de Peraza, Antigüedades eclesiásticas de Sevilla, que no añaden interés particular á las que suministran los dos principales historiadores antes mencionados.

ΤΟΜΟ ΣΗΠ.

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CAPÍTULO IX.

EL PRÍNCIPE CARLOS.

1545.-1558.

Por qué interesa tanto la historia de este príncipe.-Fábulas con que se la ha desfigurado.-Su nacimiento y educacion.-Su carácter, genio y costumbres.-Si tuvo y pudo tener las intimidades que se han supuesto con la reina.-Casamiento de Feiipe II. con Isabel de Valois.Juramento del príncipe en las Córtes de Toledo.-Falta de salud de don Carlos.-Proyecta su padre enviarle à una ciudad de la costa. -Le envía por último á Alcalá.—Caida fatal del principe.-Peligro de muerte en que se vió.-Su restablecimiento. - Cómo quedó su cerebro.-Testan:ento del príncipe: clausulas notables.—Atentados y desmanes que cometió.-Quiere asesinar al duque de Alba.-Intenta fugarse á Flandes.-Proyecta despues marcharse á Alemania.-Decreta y ejecuta el rey el arresto de su hijo.-Circunstancias de la prision.-Severidad con que era guardado y vigilado.-Cartas de Felipe II. dando parte de la reclusion del príncipe.-Proceso de don Cárlos.-Discúrrese sobre las causas de su prision.-Lo que resultaba del proceso.-Entereza y severidad del rey.—Loca y desarieglada conducta del príncipe en la prision.-Enfermedad que le producen sus desórdenes.-Muerte de Cárlos.-Falsedades y errores que acerca de ella se han escrito.-Juicio del autor sobre este suceso.-Muerte de la reina Isabel de Valois.-Seutimiento del rey.

La prematura y desgraciada muerte de este príncipe, y los novelescos incidentes que sobre su prision y sobre las causas que la motivaron han inventado

historiadores estrangeros, de no escasa nota por otra parte, han dado al hijo primogénito de Felipe II. cierta celebridad histórica que de otro modo no hubiera tenido nunca, y nos obliga á hacer en este capítulo más oficio de biógrafos que de historiadores; precisamente con quien no habia hecho los mayores merecimientos para ello. Es, sin embargo, innegable que todo lo que se refiere al príncipe Cárlos escita cierta curiosidad y se oye ó lee hasta con avidez, por lo mismo que sobre su carácter se han hecho tan diversos y aun encontrados juicios, y que algunos lances de su vida quedaron envueltos en el velo del misterio. Que es natural tendencia del génio humano desdeñar lo conocido, y afanarse por penetrar en lo hondo de los arcanos.

El hecho poco comun de aprisionar un rey á su propio hijo, y tormarle proceso y sentenciarle como criminal; la reserva y misterio que rodeaba comunmente las acciones de Felipe II., y más en un caso tań delicado y gravé como éste; el interés que escitaba entonces en Europa todo lo que acontecia en España, ya por el carácter especial del soberano que ocupaba el trono, ya por el influjo y la trascendencia que ejercia en todos los demás paises; lo estraordinario del suceso; las diferentes versiones que el espíritu de partido estaba dispuesto á dar á los actos de Felipe II, segun las ideas y las pasiones que en aquel tiempo dominaban, todo ofreció ocasion oportuna á escritores apa

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sionados, y á forjadores de dramas y de novelas, para dar suelta á su imaginacion y desfigurar á su placer el carácter y las acciones de don Cárlos, y los motivos y circunstancias de su prision y muerte. Y cuando los poetas y novelistas han tomado por su cuenta á un personaje histórico, dejan siempre por herencia al historiador la ingrata, difícil y pesada tarea de segregar la parte verdadera y cierta, por lo comun seca y árida, dei oropel y de los adornos con que la fábula los haya engalanado. Sucede al historiador en casos tales lo que al médico, á quien es más trabajoso y difícii hallar remedio á una enfermedad agravada por medicamentos inoportuna é inconvenientemente aplicados antes por otro, que corregir un vicio de la naturaleza, remediar un trastorno de las funciones naturales en que otro no haya puesto todavía la mano.

Nosotros vamos á esponer con nuestro acostumbrado desapasionamiento lo que acerca de este principe tenemos ya por averiguado y cierto, y lo que nos parece todavía problemático y dudoso.

á

El príncipe Carlos, primogénito de Felipe II. y de su primera esposa la princesa doña María de Portugal, nació en Valladolid, á 8 de julio de 1545, y los pocos dias descendió á la tumba la bella y jóven princesa que acababa de darle á luz, segen en otra parte dejamos contado, cambiándose en tristeza y luto para Felipe y para el pueblo español las fiestas y regocijos con que la España acostumbra á solemnizar

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los nacimientos de los príncipes. Aunque Felipe procuró rodear á su hijo de ayos y maestros que le educáran y dirigieran en sus primeros años, no pudo cuidar personalmente de su educacion por las ausencias que tuvo que hacer á Inglaterra, Flandes y Alemania. Mucho menos pudo educarle ni formar su corazon su abuelo Carlos V., como con increible ligereza afirman algunos historiadores, siendo tan sabido que el emperador, casi desde que nació su nieto, estaba tan lejos de España, que cuando vino le halló ya en edad de cerca de trece años. Crióse, pues, el príncipe bajo la inspeccion de los archiduques Mauimiliano y María, y de la princesa doña Juana de Portugal, su tia paterna, regentes y gobernadores del reino durante las ausencias de su abuelo y de su padre.

Desde sus primeros años comenzó el príncipe á descubrir sus malas inclinaciones, su índole aviesa, su génio impetuoso y violento, su tendencia á la crueldad, citándose entre otras señales de su natural feroz la complacencia y fruicion qee tenia en degollar por su mano los gazapillos que le traian vivos de la caza, gustando de verlos palpitar y morir (1). De lo

(1) En describir así su carácter é inclinaciones convienen los más antiguos y más acreditados historiadores españoles, y los estrangeros mejor informados y de más autoridad. Véanse Cabrera, Historia de Felipe II., lib. V.; Salazar de Mendoza, Dignidades de Castilla, lib. IV.; Lorenzo Vander Hammen

y Leon, Historia de don Juan de Austria; Llorente, Historia de la Inquisicion, tomo VI. (Edicion de Barcelona) cap. 31; Estrada, Guerras de Flandes, Déc. 1., lib. VII.

De esto al jóven virtuoso, al completo y cumplido caballerɔ, al principe perfecto de cuerpo y alma como le representan los novelistas

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