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táran la fortuna de los que la solicitaban. Y como en la poblacion no hallaba de quién fiarse, y la tropa española le era tan sospechosa que tuvo por necesario desarmar al segundo batallon de guardias walonas, queria conseguir la sumision á fuerza de rigor, de tropelías y de vejaciones, y lo que lograba era preparar más los espíritus á la rebelion.

Mas aquel sistema de bloqueo no carecía tampoco de inconvenientes, porque habia otros puntos á que atender. Varió además para unos y otros el aspecto de la guerra en Cataluña con la entrada en . principios de noviembre del sétimo ejército francés, fuerte de veinte y cinco mil hombres, al mando del general Gouvion Saint-Cyr, el cual situó su cuartel general en Figueras (6 de noviembre, 1808). Su primer propósito fué ver de apoderarse de la plaza y puerto de Rosas, y la primera medida encargar esta operacion al general Reille, el cual se puso delante de ella el 7 con su division y la italiana que mandaba Pino, siete mil hombres entre las dos. Protegía el sitio la division Souham colocada detrás del Fluviá. Tres mil españoles guarnecian la pequeña poblacion de Rosas, fuerte solo por su ciudadela en forma de pentágono, en la cual se habia logrado colocar de prisa treinta y seis piezas, y por el fortin llamado la Trinidad, aunque situado éste al estremo opuesto y á mas de mil toesas de la villa en un repecho que cons tituye por allí el término del Pirineo. Habia no obs

tante buenos ingenieros (1), y era excelente oficial el gobernador don Pedro Oualy. Protegialos además desde la bahía una flotilla inglesa, y habíanse abierto zanjas y construido trincheras en las bocacalles.

Llevaba Reille esperanzas de tomar á Rosas por sorpresa; mas no solo se equivocó en este cálculo, sino que habiendo sobrevenido copiosas lluvias, en mas de ocho dias no pudo preparar los trabajos de asedio. Concluidos éstos, comenzaron con vigor los ataques; vigorosa fué tambien la resistencia; impetuosas las salidas, aunque rechazadas. El 25 (noviembre, 1808) formaron empeño los franceses en penetrar en la villa: quinientos españoles habia en ella, y tál fué sa porfía en resistir, que de ellos murieron trescientos. El fortin de la Trinidad, donde se encerró con un puñado de los nuestros el célebre lord Cockrane, rechazó el 30 con denuedo un asalto de los enemigos. La ciudadela respondió con firmeza á las intimaciones de rendicion. Pero el 5 de diciembre, alejadas las naves inglesas á cañonazos, abierta ancha brecha en el muro, heridos casi todos los defensores, y después de 29 dias de asedio, hizo el gobernado una honrosa capitulacion, quedando la guarnicion prisionera de guerra.

(1) «Tan buenos como los ha habido siempre en España,» dice á propósito de los de Rosas un his

toriador francés, que no tiene costumbre de elogiar nada que pertenezca á nuestro país.

Tomada Rosas, Saint-Cyr á quien entretanto ni las instancias de Duhesme, ni el conocido deseo de Napoleon habian logrado mover á que marchase sobre Barcelona apretada por los españoles, dirigióse al fin á la capital del Principado, dejando en el Ampurdan la division Reille, y la artillería en Figueras, llevando solo los tiros, fiado en la que sobraba en Barcelona; resclucion peligrosa y atrevida, que habria podido comprar cara, si don Juan Miguel de Vives, reforzado entonces con las divisiones de Granada y Aragon mandadas por Reding y el marqués de Lazan, le hubiera salido al encuentro en alguna de las angosturas que tenia que pasar, en vez de empeñarse en atacar cada dia à Barcelona y mantener en derredor su ejército. Cierto que consiguió tener encerrado á Duhesme, hacer algun centenar de prisioneros, y clavar los cañones de la falda de Monjuich; pequeñas ventajas en cotejo de las que hubiera obtenido yendo á buscar á Saint-Cyr en el momento de separarse de Reille. Esto no se hizo, desatendiendo el consejo del conde de Caldagués, y las medidas que despues se tomaron no bastaror para contener á SaintCyr en su marcha él mismo estrañó no encontrar embarazo, ni en las alturas de Hostalrich ni en las gargantas del Tordera: para evitar los fuegos de aquella plaza tuvo que torcer por un áspero sendero: incomodóle después algun tanto el coronel Milans; encontró algunas cortaduras en el desfiladero de Trein

ta-Pasos, pero vencidas todas estas dificultades acampó á una legua del ejército de Vives, que por último habia ido á situarse entre Llinás y Villalba, pasado el Cardedeu.

Crítica era no obstante la situacion de Saint-Cyr, con soldados nuevos de todas las naciones; escaso de municiones y de víveres, sin artillería, teniendo de frente á Vives, en escogida posicion, de flanco á Milans, á retaguardia á Lazan y Clarós, con siete piezas de artillería los españoles. Todo hacia augurar de parte de éstos en la mañana del 16 de diciembre, un triunfo que hubiera podido recordar el de Bailen. El principio de la batalla no nos fué desfavorable, porque una brigada francesa fué rechazada, destrozado uno de sus regimientos por el coronel Ibarrola, y cogidos prisioneros dos gefes, quince oficiales y sobre doscientos soldados. Pero lo crítico de su situacion inspiró denuedo y energía á Saint-Cyr; á la bayoneta y en columna cerrada mandó á las divisiones Souham Fontana cargar nuestra izquierda y nuestro centro. La operacion fué ejecutada con una precision admirable, nuestro ejército se halló envuelto y derrotado, matáronnos quinientos hombres, quedaron mas de mil prisioneros, y se perdieron cinco de los siete cañones, bien que no sin haber causado ántes algun destrozo al enemigo. Salvóse Vives huyendo á pié por ásperos senderos; Reding á uña de caballo pudo incorporarse á una columna que en órden se retiraba

y

camino de Granollers, y se acogió con el conde de Caldagués á la derecha del Llobregat, dejando abandonados al enemigo los almacenes. Lazan, Alvarez y Claros retrocedieron á Gerona; Milans se mantuvo en Arenys de Mar, y Saint-Cyr se presentó el 17 delante de Barcelona, justamente orgulloso con un trianfo impensado, cuyo fruto principal fué el aliento que dió á los suyos y el desánimo que infundió en los españoles.

Grande fué la alegría de los franceses de Barcelona al verse socorridos y libres del bloqueo. SaintCyr encontró allí numerosa artillería, segun le habia anunciado Duhesme, y deseoso de proseguir sus ventajas sobre los nuestros, no dió sino dos dias de descanso á sus tropas en Barcelona, y reforzado además con la division de Chabran, salió en busca del derrotado ejército español (20 de diciembre) que habia ido reuniéndose á la derecha del Llobregat, bajo el mando interino de Reding, del mismo modo que continuó luego, pues aunque se apareció allí el fugitivo Vives, desapareció pronto otra vez pasando á Villafranca para obrar de acuerdo con la Junta. Situáronse los franceses á la orilla opuesta del rio. Perplejo Reding, por no haber el general en gefe manifestado esplícitamenta su voluntad, reso vióse á esperar cl ataque, que comenzó la mañana del 21 por el punto de Molins de Rey, de donde tomó su nombre la batalla. Pocos los nuestros y desalentados con la reciente derrota de Cardedeu ó

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