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nuestros hermanos de ambas Américas españolas, y cundido hasta las estensas y remotas islas Filipinas y Marianas comprometiéndose sucesivamente á ayudar con todo esfuerzo nuestra causa, y á no reconocer otro soberano que á Fernando VII. y á los legítimos descendientes de su dinastía, llegando el fervor escitado en las Antillas al estremo de recuperar para España la parte de la isla de Santo Domingo cedida á Francia por tratados anteriores. Este sentimiento de adhesion á la causa de la metrópoli no fué de pura simpatía, sino que se tradujo en actos positivos, apresurándose á socorrerla con cuantiosos dones, no solo los españoles allí residentes, sino los oriundos de éstos nacidos en América. La Junta Central correspondió á estas demostraciones con el memorable decreto de 22 de enero de 1809 expedido en el palacio real del Alcázar de Sevilla; en que hacía la siguiente importantísima declaracion: «Considerando que los vas«tos y preciosos dominios que España posee en las Indias no son propiamente colonias ó factorías como los de otras naciones, sino una parte esencial ó integrante de la monarquía española; y deseando estrechar de un modo indisoluble los sagrados vínculos «que unen á unos y á otros dominios, como así mismo corresponde á la heróica lealtad y patriotismo de que acaban de dar tan decidida prueba á España.......... se ha servido S. M. declarar, que los reinos, pro«vincias é islas que forman los referidos dominios,

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deben tener representacion nacional é inmediata á su real persona, y constituir parte de la Junta Central «gubernativa del reino por medio de sus correspon«dientes diputados. » En cuya virtud prescribia á los vireinatos y capitanías generales de Nueva España, Perú, Nueva Granada, Buenos Aires, Cuba, Puerto Rico, Guatemala, Chile, Venezuela y Filipinas, procediesen al nombramiento de sus respectivos representantes cerca de la Junta. Novedad grande, cuyas consecuencias nos irá diciendo la historia.

En cuanto á Inglaterra, si bien habia mostrado abiertas simpatías á nuestra causa, ayudándola como hemos visto con ejércitos y con subsidios, pacto formal de alianza entre ambas naciones no se habia hecho todavía. Realizóse esto el 9 de enero (1809), concluyéndose en Londres un tratado por el que la Gran Bretaña se comprometia á auxiliar á los españoles con todo su poder, y á no reconocer otro rey de España é Indias que Fernando VII. y sus legítimos herederos, ó al sucesor que la nacion española reconociese: obligándose la Junta Central á no ceder á Francia porcion alguna de su territorio en Europa ni en region alguna del mundo, y no pudiendo ambas partes contratantes hacer paz con aquella nacion sino de comun acuerdo. Conveníase por un artículo adicional en dar mútuas franquicias al comercio de ambos estados, hasta que las circunstancias permitiesen arreglar un tratado definitivo sobre la materia.

A peligro estuvo, sin embargo, de romperse á poco tiempo esta buena armonía entre las dos naciones, por la manera, á nuestro juicio poco discreta, con que el inglés sir Jorge Smith quiso llevar á cabo el propósito de su gobierno de guarnecer á Cádiz con tropas inglesas, con el fin, segun éste decia, de poner aquella plaza á cubierto de una invasion francesa. Si Smith obró ó nó en conformidad con las instrucciones del ministerio británico pidiendo y haciendo venir de Lisboa tropas de su nacion para ocupar á Cádiz, sin conocimiento de la Junta Central española, punto fué que anduvo entonces envuelto en cierta oscuridad. A las reclamaciones y quejas de la Junta dió respuestas mas satisfactorias el ministro inglés Mr. Frere á nombre de su gobierno: mediaron no obstante largas contestaciones, hasta que á consecuencia de una nota nutrida de juiciosas reflexiones, y tan atenta como entera y digna, que la Junta pasó (1.° de marzo), se mandó retroceder las tropas inglesas, dándoles otro destino terminando así un incidente que con menos maña manejado hubiera podido quebrar la reciente amistad de los dos pueblos.

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Volviendo ahora á las operaciones de la guerra que tan fatales nos habian sido en fines de 1808 y principios de 1809, conviene advertir que las tropas francesas que habia en España no bajaban de trescientos mil hombres, si bien en estado de combatir contaban solo doscientos mil, los soldados mejores del mun

que

do (1). Y como Napoleon decia que todos los españoles habia armados no estaban en estado de resistir á diez mil franceses, y como contaba con que la Inglaterra no se atreveria á trasportar nuevos ejércitos á la Península, con que Aragon se someteria despues de la rendicion de Zaragoza, con la breve sumision de Cataluña, y con las instrucciones que tenia dadas para las

(1) Este número es el que confiesa Thiers en el libro XXXVI. de la Historia del Imperio, añadiendo: Napoleon suponia que estos trescientos mil hombres, los cuales no creía hubiesen disminuido tanto con la diseminacion, las fatigas y las enfermedades, serian sobrados, aun reducidos á doscientos mil, para subyugar la España.-Du Casse, sin negar este número, supone que la fuerza efectiva en actitud de entrar en accion no pasaba de 193,446 hombres distrihuidos en los puntos y de la manera siguiente.

Primer cuerpo: 22,993 hombres: material de artillería, 48 piezas: general en gefe, mariscal Victor, duque de Bellune: generales dé division, Ruffin, Lapisse, Villatte. -Castilia la Nueva.

Segundo cuerpo: fuerza, 25,216 hombres: artillería, 54 cañones: general en gefe, mariscal Soult, duque de Dalmacia: generales de division, Merle, Mermet, Bonnet, Delaborde, Heudelet, Franceschi. -Galicia.

Tercer cuerpo: fuerza, 16,035: material de artillería, 40 piezas: general en gefe, Junot, duque de Abrantes: generales de division, Grandjeau, Musnier, Morlot, Dedon.-Aragon.

Cuarto cuerpo: fuerza, 15,377 hombres: artillería, 30 piezas: general en gefe interino, mariscal Jourdan: generales de division, Se

bastiani, Leval, Valence.-Madrid.

Quinto cuerpo: fuerza, 17,933 hombres: artillería, 30 piezas: general en gefe, mariscal Mortier, duque de Treviso: generales de division, Suchet, Gazan.-Aragon.

Sesto cuerpo: fuerza, 24,651 hombres: artillería, 30 piezas: general en gefe mariscal Ney, duque de Elchingen: generales de division, Marchant, Maurice-Mathieu, Dessolles.-Galicia.

Séptimo cuerpo: fuerza, 41,386 hombres: general en gefe, Gouvion Saint-Cyr: generales de divivision, Pino, Souham, Chambran, Chabot, Lecchi, Duhesme, Reille, -Cataluña.

Reserva de caballería: fuerza 10,997: generales de division, Lasalle, Latour-Maubourg, Kellermann, Milhaud, Lahoussaye, Lorge.

Comandancia del mariscal Bessières, duque de Istria: fuerza, 14,938 hombres: de ellos, en Guipúzcoa, 3,799: en Alava, 876: en Vizcaya, 1,762: en Castilla la Vieja, 2,611: en Aranda, 644: en Soria, 494: en Valladolid, 1,401: en Zamora, 161: en Leon, 2,998: en Palencia, 192.

Gran parque de artillería: total de piezas, 2,579. De ellas, 132 de campaña; 775 de sitio; 265 de plaza; en marcha 255: batallones dobles de tren 118.

conquistas de Portugal y Andalucía, en su pensamiento era asunto de algunas jornadas el enseñorearse de los dos reinos (1). Luego veremos hasta qué punto desconoció el emperador el carácter, la energía el patriotismo, y sobre todo la constancia del pueblo español. En medio de la inmensa superioridad en número, inteligencia y disciplina de las tropas francesas sobre las españolas, la situacion del rey José en España, considerada militarmente no era nada lisonjera. A fuerza de repetir Napoleon que su hermano no era militar, y de haber acostumbrado á los generales á obedecer y seguir las instrucciones y planes que él di

(1) No es un juicio nuestro este; es as rto del autor de las Memorias del rey José.

He aquí el p'an de Napoleon, segun los historiadores franceses mejor informados.- El mariscal Soult, luego que descansára en Galicia de las fatigas de la persecucion del ejército inglés, pasaria á Portugal con las divisiones Merle, Mermet, Delaborde y Heudelet, los dragones de Lorge y Lahoussaye, y la caballería ligera de Franceschi, tomaria á Oporto, y en seguida à Lisboa, cuya conquista debia hacer en todo el mes de marzo. -Ney se quedaria en Galicia con las divisiones Marchand y Mathieu para acabar de subyugarla y proteger à Soult en Portugal. Entretanto Victor, vencedor en Espinosa y en Uclés, con las brillantes divisiones Villatte, Ruffin y Lapisse, y doce regimientos de caballeria, ejecutaria en Extremadura y Andalucía una marcha semejante á la de Soult en Portugal, y luego que éste hubiese entrado en Lisboa, aquél iria á

destruir las murallas de Sevilla y Cádiz, si le oponian resistencia.-La division Lapisse que habia quedado en Salamanca, iria á unirse con su gefe en Mérida, y de allí Andalucía.-El rey José con las excelentes divisiones Dessoles y Sebastiani, la polaca de Valence, los dragones de Milhaud, algunas brigadas ligeras, el parque general, y su guardia, contendría á Madrid y apoyaria en caso necesario al mariscal Victor.-Suchet, que habia quedado mandando las tropas de Aragon en lugar de Junot, vigilaria aquel reino, ayudado por Morthier, y avanzaria, si era conveniente, por Cuenca á Valencia.

Saint-Cyr tenia órden de conquistar las plazas fuertes de Cataluña.-Y la parte Norte de Espoña quedaria confiada á una porcion de cuerpos mandados por Kellermann y Bonnet, que formarian las guarniciones de Burgos, Vitoria, Pamplona, San Sebastian, Bilbao y Santander y proporcionarian columnas ambulantes en caso necesario.

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