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CAPÍTULO XI.

PORTUGAL,-MASSENA Y WELLINGTON.

LA GUERRA EN TODA ESPAÑA.

SITUACION DEL REY JOSE.

1810.

(Junio á fin de diciembre.)

Fuerza militar francesa que habia en España, y su distribucion.-Preparativos para la famosa espedicion á Portugal.-Sitio de CiudadRodrigo. Capitulacion y entrega de la plaza.—Abandono en que la dejaron los ingleses.-Proclama de Massena á los portugueses desde Ciudad-Rodrigo.-Sitio y toma de Almeida.-Desaliento de los ingleses y firmeza de Wellington.-Los franceses en Viseo.-Ataque y derrota de éstos en la montaña de Busaco.-Retírase Wellington á las famosas líneas de Torres-Vedras.-Descripcion de estas posiciones.Detiénese Massena.-Fuerza y recursos respectivos de ambos ejércitos.-Impasibilidad de Wellington.-El francés hostigado por todas partes.-Mision del general Foy á París.—Auxilios al ejército francés. -Sucesos de Extremadura, del condado de Niebla y del Campo de Gibraltar.-Expediciones de Lacy.-Estado del bloqueo de la Isla.— El general Blake en Murcia.-Invade este reino el general Sebastiani.-Retírase escarmentado.-Accion de Baza, desgraciada para los españoles.--Sucesos de Valencia.-Desmanes del general Caro.-Es reemplazado por Bassecourt.-Aragon y Cataluña.-Célebre sitio de

Tortosa.-Operaciones de los generales franceses Macdonald, Suchet, Habert y Leval.-Id. de los españoles O'Donnell, Campoverde y otros.-Audaz y bábil maniobra de O' Donnel sobre La Bisbal.—Dificultades del sitio de Tortosa.-Movilidad y servicios de Villacampa.Cómo fue llevada la crtillería francesa por el Ebro.—Ataque terrible de la plaza.-Capitúla la guarnicion.-Organizacion y servicios de las guerrillas en toda España.-Revista de los principales guerrilleros que se movian en cada provincia y en cada comarca del reino. - Disgustosa y desesperada situacion del rey José, y sus

causas.

A más de 300,000 hombres hacen subir los escritores españoles las fuerzas que tenia Napoleon en España en junio de 1810: á 270,000 las reducen los historiadores franceses que quieren ser tenidos por mas imparciales (1). «Con tan considerables fuerzas, dice uno de éstos (y éranlo en verdad, aun suponiendo que no escedieran de la última cifra), linsonjeábase el emperador de someter fácilmente las plazas de Cádiz y Badajoz, y de arrojar el ejército inglés de Portugal, creyendo poder dispensarse ya de disimular mas tiem po sus proyectos sobre la España. » La espedicion á Por

(1) Estaban distribuidas de la manera siguiente: ejército del Mediodía, en Andalucía, los cuerpos 1.° y 4.o; mariscales Victor y Sebastiani; general en gefe el duque de Dalmacia; fuerza, 55,000 hombres: - ejército de Cataluña, 7.o cuerpo, mariscal Macdonald, auque de Tarento; fuerza, 36,500:ejército de Aragon, tercer cuerpo, mariscal Suchet; fuerza, 27,000: -ejército del Centro, Castilla la Nueva; general en gefe ei rey José; fuerza, 19,000:-ejército de Portugal, cuerpos 2.o 6.° y 8.o; ma

riscales, Reynier, Ney, Junot: general en gefe, Massena; fuerza, 64,000:-Extremadura, 5.o cuerpo, marisical Mortier; no consta su fuerza:-Astúrias y Santander, general Bonnet; 13,000 hombres:

-Valladolid, Palencia y Toro, general Kellermann; 16,000:-Búrgos, general Dorssenne; 10,500:

-Vizcaya, general Thouvenot; 10,000:- Navarra, general Dufour; 7,000:-Camino de Valladolid, tropas de refresco que entraron de Francia, 9. cuerpo; general conde de Erlon; 12,000.

tugal era sin duda el pensamiento que preocupaba más á Napoleon, la empresa en que habia mostrado más interés, y de la que más se prometia. Como principio de ella, y para no dejar aquel padrastro á la espalda, era menester apoderarse de la plaza española de Ciudad-Rodrigo, fronteriza de aquel reino, cuyo sitio dejamos pendiente en el anterior capítulo, defendiéndose heróicamente los sitiados. Muchos fueron sus actos de heroismo.

El 25 de junio comenzaron el ataque general los cañones, obuses y morteros de las siete baterías enemigas, y el 26 batieron en brecha, y derribaron el torreon llamado del Rey. El 28, habiendo llegado ya á su campo el mariscal Massena, intimó Ney á su nombre la rendicion de la plaza. «Despues de 49 años que llevo de servi«cios, contestó serenamente el bravo gobernador Her«rasti, conozco las leyes de la guerra y mis deberes militares... Ciudad-Rodrigo no se halla en estado de capitular. Soldados, hombres y mugeres de la poblacion participaban del espíritu de aquel denodado gefe; ayudábanle gustosos en todo, y nuestros artilleros, dirigidos por el brigadier don Francisco Ruiz Gomez, hacian en los enemigos grande estrago. No contento Massena con las obras de ataque de Ney, dedicóse activamente á mejorarlas. El 3 de julio, despues de porfiadas acometidas, ocuparon los franceses el arrabal de San Francisco, aunque volviendo luego los nuestros sorprendieron en él al enemigo y le mataron mucha

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gente. Con esto se enardecian más cada dia; pero redoblando tambien su fuego las baterías francesas, el 8 abrieron una brecha de hasta 20 toesas en la muralla alta. Esperando habian estado siempre los nuestros el socorro del ejército inglés, que tan cerca se hallaba, no comprendiendo cómo pudiera faltarles; más no solo les faltó, sino que se supo con admiracion y asombro que se alejaban en vez de aproximarse (1). Entonces de conformidad el gobernador y las demás autoridades resolvieron capitular (10 de julio).

Invitado fué el gobernador Herrasti por el mariscal Ney á pasar á su campo para tratar de la capitulacion, y así lo hizo. Elogios recibió el veterano español, y bien los merecia, del mariscal francés por su buena defensa, anticipóse éste á ofrecer condiciones honrosas quedando la guarnicion prisionera de guerra, y así lo cumplió. Solo fué cruel con los individuos de la junta, á quienes con ignominia condujeron á pié hasta Salamanca, trasportinlolos á Francia después. Tambien el duque de Rívoli (Massena) en su parte hizo el debido honor á aquella defensa, diciendo: «No hay idea del estado á que está reducida la plaza de Ciu«dad-Rodrigo: todo yace por tierra y destruido; ni ⚫una sola casa ha quedado intacta.» Compréndese el

(1) A los pocos dias se leian en el Monitor de París estas frases: Los clamores de los habitantes de Ciudad-Rodrigo se oian en el campo de los ingleses, seis leguas

distante, pero estos se mantuvieron sordos.»-Las palabras llevaban la intencion que se deja comprender, pero eran verdad.

disgusto y enojo de los españoles por el comportamiento de lord Wellington, à quien ni los ruegos de los defensores y autoridades de Ciudad-Rodrigo, ni los del gobierno, ni los del marqués de la Romana que á propósito desde Badajoz pasó en persona á su cuartel general, lograron persuadir á que se moviera en socorro de la plaza. Se entiende que el resentimiento de semejante abandono impulsára á hombres como don Martin de la Carrera á unirse al marqués de la Romana separándose desde entonces del ejército aliado, y no queriendo servir ya en él. Concedemos que Wellington tuviera motivos razonables para huir de aventurar una batalla con el ejército francés, superior entonces al suyo; mas si prudente fué acaso su inmovilidad como general del ejército británico, dudamos que tal prudencia fuera tan compatible con sus deberes y compromisos como aliado de España, que bastára á sincerarle y absolverle por completo de las censuras que de su conducta se hicieron en aquella ocasion.

Conveníale al francés no dejar estorbos por aquella parte á la espalda del reino lusitano. A este fin destacó algunas fuerzas para ahuyentar al general Mahy, que desde el Vierzo habia avanzado á Astorga y la tenia estrechada: otras se encargaron de arrojar de Alcañices al partidario Echevarría, que se defendió brava y tenazmente, bien que perdiendo en su retirada bastante gente acuchillada por la caballería fran

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