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marqués hombre muy popular, y hasta predilecto del pueblo, porque hacia gala de llaneza y le imitaba en trages y costumbres, y buscaba y mantenia intimidades entre las clases mas ínfimas y humildes, enfurecióse contra él, porque se propaló, sospechamos que sin fundamento , que habia recibido obsequios de Murat, y hasta se inventó que habia concertado con los franceses franquearles la puerta de Toledo. La multitud, siempre propensa á creer en momentos de fervor los rumores mas inverosímiles, acometió furiosamente su casa, la allanó, y encontrando al desventurado marqués, en otro tiempo su ídolo, le cosió á puñaladas, y le arrastró por las calles sobre una estera. ¡Deplorable fin el de aquel magnate, ylastimosa propension la de la pleble á dejarse arrastrar ciega á desmanes y escesos en momentos de exaltacion, si no hay quien pronto la dirija y enfrene.

Aunque Madrid no era ni ha sido nunca un punto defendible, hiciéronse fosos delante de las puertas esteriores, y se construyeron algunas baterías á barbeta: se abrieron zanjas en las calles principales de Atocha, Alcalá y Carrera de San Gerónimo, desempedráronse algunas y se formaron barricadas: se parapetaron los balcones y ventanas con almohadas y colchones, y se aspilleraron las tapias de la cerca, y principalmente las del Buen Retiro. En la casa de Correos se instaló una comision político-militar, que presidia el duque de! Infantado, y la defensa de la

plaza se encomendó particularmente á don Tomás de Morla. Grande era la decision, y general el afan para los trabajos de defensa. En tal estado se dejaron ver en las alturas del Norte la mañana del 2 de diciembre los dragones imperiales. Napoleon llegó á las doce á Chamartin, y se alojó en la casa del Infantado. Era aquel dia aniversario de su coronacion y de la batalla de Austerlitz, y queria que lo fuera tambien de su entrada en la capital de España. Con tal intencion hizo intimar inmediatamente la rendicion de la plaza, pero faltó poco para que el oficial parlamentario fuese víctima del furor popular. Convenia mucho á Napoleon no detenerse delante de Madrid, porque le urgía volver á París para atender á los negocios de Alemania, y no le importaba menos que apareciese haber entrado sin resistencia en la córte española. Así aquella misma noche, en tanto que el mariscal Victor levantaba baterías contra el Retiro, hizo que el mariscal Berthier, por medio de un oficial español prisionero, hiciera segunda intimacion, á la cual ya se meditó co

mo contestar.

Recibióse en el campo imperial á las nueve de la mañana del 3 la respuesta del marqués de Castelar, diciendo que necesitaba consultar con las autoridades de la villa y conocer las disposiciones del pueblo, para lo cual y para poder dar una contestacion categórica pedia una tregua de un dia seguro de que al dia siguiente temprano, ó acaso aquella misma noche,

en

viaría un oficial general con la resolucion. Pero ya á aquella hora, y mientras Napoleon simulaba atacar la poblacion por diferentes puntos, el general Senarmont con treinta piezas batía las tapias del Retiro; con facildad se abrió un ancho boquete, por el cual penetraron los tiradores de la division Villatte; apoderáronse éstos de la fábrica de porcelana, del observatorio y del palacio, y ahuyentaron á los nuestros hasta la parte alta de las calles de Atocha y Alcalá donde se habian hecho las cortaduras, pero dejando por consiguiente en la parte baja muchas casas libres, de que tomaron posesion los franceses, inclusa la escuela de Mineralogia de la calle del Turco, que fué causa de que pereciese la preciosa coleccion de minerales de España y América que á costa de afanes, tareas y dispendios se habia logrado reunir en aquel local.

Estrañó mucho Napoleon que no desfallecieran los madrileños con la pérdida del Retiro; mas conviniendo á su política no aparecer un conquistador violento de la capital hízcle tercera intimacion por medio del duque de Neufchatel, ofreciendo á los habitantes proteccion, seguridad y olvido de lo pasado. La junta de Correos mandó cesar el fuego, y envió al cuartel imperial á don Tomás de Morla y á don Bernardo Iriarte, los cuales solicitahan nuevamente el plazo de un dia hacer entrar en razon al pueblo. Agriamente recibió el emperador á Morla, reconvínole por su con

para

ducta con los prisioneros de Bailen, le recordó la que en la guerra de 1793 habia observado en el Rosellon, y concluyó diciéndole: «Volved á Madrid; os doy «de plazo hasta las seis de la mañana; no volvais «aquí sino para anunciarme que el pueblo se ha so«metido: de otro modo, vos y vuestras tropas sereis «todos pasados por las armas.» Tan aturdido regresó Morla con este rècibimiento, que no acertó á dar cuenta á la junta, teniendo que hacerlo por él Iriarte. La junta, aunque con sentimiento, se convenció de la necesidad de capitular: el marqués de Castelar y el vizconde de Gante, no queriendo ser testigos de la entrega, salieron aquella noche con la poca tropa que habia, camino de Extremadura el uno, de Segovia el otro: los moradores, viéndose abandonados, se retiraron á sus casas; á las seis de la mañana siguiente volvió Morla con el gobernador don Fernando de la Vera al cuartel imperial con el proyecto de capitulacion y entrega de Madrid, que Napoleon aprobó en casi todas sus partes y con ligeras modificaciones (1).

(1) Capitulacion que la junta militar y política de Madrid propone á S. M. I. y R. el emperador

de los franceses.

dad de las vidas y propiedades de los vecinos y residentes en Madrid, y los empleados públicos: la conservación de sus empleos, ó su salida de esta córte, si les conviniese. Igualmente las vidas, derechos y propiedades de los eclesiásticos seculares y regulares de ambos sexos, Concedido. conservándose el respeto debido Art. 2. La libertad y seguri- á los templos, todo con arreglo

Art. 1. La conservacion de la religion católica, apostólica y romana sin que se tolere otra, segun las leyes.

A las diez de aquella misma mañana (4 de diciembre) entró en Madrid el general Belliard, ya muy conocido en la corte por su larga residencia en tiempo de Murat, con las tropas destinadas á guarnecerla. Alguna resistencia intentaron oponer todavía los mas tenaces, refugiados en el cuartel de los Guardias de Corps,

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Art. 5. No se exigirán otras contribuciones que las ordinarias que se han pagado hasta el presente.

Concedido hasta la organizacion definitiva del reino.

Art. 6. Se conservarán nuestras leyes, costumbres y tribunales en su actual constitucion.

Concedido hasta la organizacion definitiva del reino.

Art. 7. Las tropas francesas ní los oficiales no serán alojados en casas particulares sino en cuarteles y pabellones, y no en los conventos ni monasterios, conservando los privilegios concedidos por las leyes á las respectivas clases.

Concedido, bien entendido que habrá para los oficiales y para los soldados cuarteles y pabellones amueblados conforme á los reglamentos militares, á no ser que

sean insuficientes dichos edificios.

Art. 8. Las tropas saldran de la villa con los honores de la guerra, y se retirarán donde les convenga.

Las tropas saldrán con los honores de la guerra; desfilarán hoy 4 á las dos de la tarde; dejarán sus armas y cañones: los paisunos armados dejarán igualmente sus armas y artillería, y después los habitantes se retirarán á sus casas y los de fuera á sus pueblos.

Todos los indivíduos alistados en las tropas de linea de cuatro meses á esta parte, quedarán libres de su empeño y se retirarán á sus pueblos.

Todos los demas serán prisionerss de guerra hasta su cange, que se hará inmediatamente entre igual número grato á grado.

Art. 9. Se pagarán fiel y constantemente las deudas del es

tado.

Este objeto es un objeto político que pertenece a la asamblea del reino, y que pende de la adminis tracion general.

Art. 10. Se conservarán los honores á los generales que quieran quedarse en la capital, y se concederá la libre salida á los que no quieran.

Concedido: continuando en su empleo, bien que el pago de sus sueidos será hasta la organizacion definitiva del reino.

Art. 11.° ADICIONAL. Un destacamiento de la Guardia tomará po

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