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cuencias.

bian votado la deposicion, y los sentenciaron á la pena capital, cual si estuviese admitido en legislacion dar efecto retroactivo á las leyes ó señalar penas á delitos anteriormente consumados.

No pusieron en olvido los realistas las palabras de la regencia, y pasando del gozo á la rabia y al desenfreno lanzáronse en todos los horrores de la licencia. En unas partes prendian á los liberales, calificando con este nombre á los que no figuraban en las filas de la democracia; en otras no se contentaban con su prision, y arrastraban á los calaboSus conse- zos á sus esposas é hijos; aqui entraban á saco las casas; mas allá los sacaban del pueblo á pedradas; y siempre eran protegidos los alborotadores por las autoridades, que los animaban y marchaban á su cabeza. Confiscaron los bienes á los ciudadanos ausentes, privando á sus familias de la subsistencia, y sumiéndolas en la pobreza: los hombres mas oscuros y sin arraigo pasaban en pocos dias de la indigencia á la opulencia, y los mas ricos veían desaparecer su fortuna y sus bienes entre las manos de los escribas y de los voluntarios realistas, actores principales del drama. Mas de mil y quinientas personas fueron sepultadas en las cárceles públicas de Zaragoza por el mas vil populacho, acaudillado por los frailes: el Trapense horrorizó en Navarra la humanidad la decencia con tales crueldades cometidas en los hombres y tales torpezas en las mugeres, que la pluma se resiste á describirlas: en Madrid centenares de individuos gimieron en las mazmorras, hasta que compraron con el oro la libertad: en la Mancha el Locho y sus satélites robaron, asesinaron y escalaron las casas á la luz del sol, para saquearlas y violar á las desgraciadas mugeres; y en Córdoba, hacinados en los encierros españoles beneméritos, eran arrojados en un pilon lleno de agua. Y en medio de estas bacanales, de

este vértigo y frenética suelta de las pasiones y de los crímenes, el nieto de San Luis, que los habia provocado con su invasion, ¡qué oprobio! guarda

ba silencio.

Cuando el conde de Cartagena se enteró de las escenas de Sevilla publicó en Lugo la siguiente proclama, que tenia la fecha de 26 de Junio. "Soldados del cuarto ejército. - Habeis manifestado vuestra decision á no obedecer las órdenes de la regencia que las Cortes instalaron en Sevilla, despojando de sus atribuciones al rey de un modo reprobado por nuestro pacto social. Animado de los mismos sentimientos que vosotros he condescendido con vuestros deseos, y os declaro que no reconozco al gobierno que las Cortes han establecido ilegalmente, y que resuelto al mismo tiempo á no abandonar estas provincias á los furores de la anarquía conservo el mando del ejército, y auxiliado por una junta gubernativa tomaré las providencias que exijan las circunstancias, no obedeciendo á ninguna autoridad hasta que el rey y la nacion establezcan la especie de gobierno que debe regir en nuestra patria.

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Habia el conde de Cartagena reunido en Lugo una junta compuesta del obispo, del gefe político, de tres individuos de las diputaciones provinciales de Orense, la Coruña y Vigo, y de otros, á cuya junta refirió los sucesos de Sevilla y manifestó el estado de la guerra, pues el general francés Bourke ocupaba ya Asturias y amenazaba aquel reino. Todos unánimes opinaron debian enviarse parlamentarios á los franceses solicitando un armisticio, hasta que libre el rey diese el gobierno que fuese de su agrado, no reconociendo entre tanto las regencias de Cádiz ni de Madrid, sino conservándose Galicia gobernada por las autoridades mismas que tenia. Quiroga concurrió á la junta,

1823.

Sepárase Modiencia al gobierno.

rillo de la obe

(* Ap. lib. 11. núm. 10.)

1823.

(* Ap. lib. 11.

m. 11.)

aprobó el acuerdo tomado, y en vista de los peligros que amenazaban la causa de la libertad determinó poner en salvo su persona, para lo cual le facilitó Morillo 40000 reales de los únicos 70000 que existian en caja. El conde, enviado el parlamentario á Bourke, elevó al duque de Angulema un enérgico manifiesto (*), en el que pintaba libremente el estado espantoso de anarquía en que la regencia realista habia sumido el reino hispano. Alli declaraba su intencion de no reconocerla mientras no variase de rumbo: cuyas razones reprodujo en otra proclama que el 1.° de Julio dirigió á su ejército, enumerando las escenas que se habian representado en Sevilla.

Acto contínuo Quiroga se encaminó á la Coruña para desde alli darse á la vela; pero los amigos que en aquel puerto tenia afeáronle el asentimiento que habia dado al acuerdo de la junta de Lugo; y mudando de opinion tomó el mando de las tropas, invitó á las de Morillo á que se separasen del conde, é impidió la entrada en el puerto al ayudante de éste, que debia comunicar á las autoridades lo estipulado (*). Recordóle el de Cartagena su compromiso, pintóle las desgracias que iban á caer sobre Galicia, su dulce patria, y Quiroga se embarcó, pero sin lograr de los que empuñaron las riendas de la Coruña adhiriesen al armisticio, que el general Bourke habia ya concedido á los soldados de la libertad. En esta capitulacion se estipuló que serian respetadas las personas y las propiedades, que se conservarian los grados del ejército, y que ninguno sería perseguido por sus ideas anteriores.

Portador el coronel O' Doile del manifiesto del conde de Cartagena al duque de Angulema, éralo tambien con mucha reserva de un reconocimiento simple del mismo á la regencia de Madrid duran

te la llamada cautividad del rey, del cual debia únicamente hacer uso en muy crítico y determinado lance. Pero ó bien Morillo, abrumado con los disgustos de la Coruña, se arrojase en brazos de la desesperacion, ó bien, lo que parece mas cierto, se adormeciese O'Doile entre los halagos de los cortesanos, lo cierto es que entregó á la regencia el acta reservada, quedando de este modo reconocida la autoridad de los regentes por el ejército de regencia de Morillo. Los realistas habian levantado su voz contra éste, y costó tiempo y gravísimo trabajo el que cesaran en sus furiosas invectivas.

Reconoce la

Madrid.

La opinion pública se deserrollaba en Andalucía tomando un increible vuelo á favor del realismo. Entregada Sevilla á sus propios vecinos despues de la salida de las tropas constitucionales, atrevióse á recibir hostilmente á Lopez Baños, que se retiraba al frente de las reliquias del tercer ejér cito. Parapetado el vulgo en la puerta de Triana Hostilidad de opúsole tenaz resistencia defendiendo el puente del Sevilla contra Lopez Baños. Guadalquivir, hasta que desvandado y roto cedió la entrada al arte y á la disciplina. La llegada de los franceses el 21 de Junio puso fin á tantas zozobras, siendo recibidos en triunfo y con todas las nuestras de gozo y entusiasmo que inspira el amor. Persiguieron estos sin descanso á Lopez Baños, á quien tomaron la artillería, obligando á la caballería á internarse en Estramadura, y salvándose solos mil infantes, que embarcados en Huelva con su gefe llegaron á Cádiz.

1823

Martignac habia cesado en su cargo, y el marques de Talaru ocupaba la embajada francesa: al felicitar á la regencia no habia dejado entrever en su discurso una sola esperanza de mejorar el lastimoso estado del pais, ni un consejo á los crueles regentes, que tan sin piedad proscribian y condenaban. Del mismo modo se apresuraban á ro- Reconoci.

gencia de Ma

ta Alianza,

miento de la re- dear al nuevo gobierno los embajadores de las podrid por la San- tencias del Norte para fortalecer su autoridad y alentarle en el camino de reaccion y de anarquía que habia emprendido. No recordaban tan célebres diplomáticos que si podian entonces violentar y oprimir el reino, merced á los desaciertos de algunos liberales, cuanto mas fuertes fuesen las ligaduras, cuanto mas tiempo permaneciese atado, tanto mas estrepitoso sería el rompimiento de los hierros, y mas suelto y desembarazado quedaria para otra vez lanzarse tras la licencia, que sigue á la tiranía.

1823.

Robustecida con este apoyo la regencia, halagada con los parabienes de las naciones mas poderosas, arrojó el velo trasparente con que se habia cubierto; y en 30 de Junio mandó que cesasen todos los empleados de nombramiento posterior al Decretos bár- 7 de Marzo de 1820: que eran nulos los honores baros de la re- concedidos en aquella época, por serlo igualmen gencia. te los actos dimanados del gobierno constitucional; y que recobrasen sus destinos las personas que los ocupaban en el citado 7 de Marzo. Y para arrancar hasta las raices del amor á las formas representativas, por si en los individuos llamados á recobrar sus empleos habia prendido la aficion á ser gobernados por las leyes, sujetóseles al juicio de Juntas de pu- purificaciones, cuya junta habíase creado en virtud de otro decreto de 27 del mismo Junio. Incumbia á este tribunal inquisistorial el examen de la conducta observada en los tres años de Constitucion por el sugeto que solicitaba purificarse, y valíase para esto de informes secretos, en vista de los cuales fallaba sin oir al interesado, ni motivar la sentencia. Mas adelante observaremos los efectos de este decreto atroz, manantial de injusticias y monumento odioso que recordará á los españoles las negras mañas del despotismo. En 15 de Julio

rificacion.

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