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institucion tan variada, tan dificil de hacerla variar, y tan monstruosa como lo es la de las antiguas Cortes del reino, Cortes en las que la nacion no se reune ni posce una verdadera representacion, sería lo mismo, y aun peor, que resucitar los Estados generales en Francia. Ademas, esta medida, insuficiente para asegurar la tranquilidad y orden público, sin procurar ventaja alguna á ninguna clase del Estado, haria renacer las dificultades é inconvenientes en que se ha tropezado en otras ocasiones, y en que se tropieza cada vez que se trata de discutir sobre este asunto.

"No es al rey á quien corresponde dirigir los consejos que V. A. R. ha creido debia darle, porque ni es justo ni posible que se pida al rey precava los males que no ha causado ni merecido; y esta peticion fuera mejor se dirigiese al que es el autor voluntario de ellos.

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"Yo deseo, y tambien mi nacion, que una paz honrosa y duradera ponga fin á los desastres de la guerra presente, que no hemos provocado, y que es tan perjudicial á la Francia como á la España. A este fin tengo negociaciones pendientes con el gobierno de S. M. B., de quien ha solicitado igualmente la mediacion S. M. cristianísima. Yo no me separaré de esta base, y creo que V. A. R. deba hacer lo mismo; mas si á pesar de esta declaracion se abusa de la fuerza, bajo el pretesto que indica V. A. R., los que lo hagan serán los responsables de la sangre que se vierta, y particularmente lo será V. A. R. delante de Dios y de los hombres de todos los males que recaigan sobre mi persona y real familia, y sobre esta ciudad benemérita. Dios guarde á V. A. R., mi hermano y primo, muchos años. Yo el rey. Cádiz 21 de Agosto de 1823."

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Con la respuesta del gabinete gaditano los

Trocadero.

franceses atacaron obstinadamente el Trocadero, donde ya habian abierto brecha el 19, y se apodeToma del raron casi por sorpresa de sus fuertes, asaltándolos la noche del 30 al 31. Mil y quinientos hombres defendian sus baluartes á las órdenes del coronel Grases, militar lleno de valor, y todos quedaron muertos ó prisioneros, incluso el gefe. En este asalto los soldados franceses nombraron primer granadero al príncipe de Carignan: redícula imitacion de aquel sublime acto de Latour d'Auvergne: que otros eran los tiempos, otras las

proezas.

Fernando, que se habia alojado en la aduana de Cádiz, taciturno y al parecer entregado á las pasiones comunes, ocultaba en su pecho el sangriento aguijon de la venganza. Mirando con el anteojo los esfuerzos de los sitiadores y apuntando en su libro los hechos de los sitiados, entreteníase otras veces en remontar cometas desde la azotea que daba al paseo principal del puerto. Los que no conocian cuán diestro era en las artes del disimulo, y cómo penetraba los pensamientos de sus ministros, pensaban que los padecimientos fisicos y morales habian menguado su juicio: el príncipe adivinaba su error y reíase de tanta ignorancia esperando el dia del desengaño. La reina Amalia vivia siempre atormentada por el temor de que sobreviniese el menor infortunio á Fernando: mientras una infanta, segun asegura Chateaubriand, (* Ap. lib. 11. ministro de negocios estrangeros de Francia (*), núm. 12.) sirviendo de espía á los estrageros avisaba al vizconde que Cádiz recibia víveres de Gibraltar. Empleo mas digno de Regato que de la bella princesa que andando el tiempo ha aspirado á un

trono.

El embajador inglés, que como dejamos anunciado habíase retirado á Gibraltar, trabajó tam

bien antes del nombramiento de la regencia de Sevilla para inclinar los animos á la tantas veces malogradada transaccion. Atribulado el ministerio, y observando de hora en hora la enfermedad mas grave, el peligro inminente, la agonía mortal, imploró en Julio la mediacion de la gran Bretaña, cuya peticion renovó en Setiembre, imponiendo por únicas condiciones el olvido de lo pasado y la seguridad de un gobierno representativo. Para mas facilitar el curso de las negociaciones rogó al embajador se situase en un navío británico en la bahía de Cádiz, navío que en ciertos casos sirviese de asi lo á la familia real. A'Court se concretó á enviar el secretario de la embajada, lord Elliot, con las proposiciones del gabinete español al cuartel general de Augulema, que repitió no trataria sino con el rey en libertad.

El pueblo gaditano sufria con heróica resignacion las privaciones de todas clases, y aguardaba con calma el éxito de la lucha, no obstante que pesaban sobre sus hombros solos las cargas pecuniarias, pues el gobierno le habia impuesto diez millones de reales al mes. En Inglaterra no hubo quien quisiese contratar un empréstito bajo condicion alguna con los sitiados de Cádiz; y las dos suscriciones de Londres, abiertas con este motivo, produjeron dos fusiles la de Roberto Wilson, y una libra esterlina la de Enrique Hunt. La toma del Trocadero habia infundido sumo desaliento en los ministros, y el 4 de Setiembre propuso Fernando al de Angulema, por indicacion del gabinete, la suspension de hostilidades para tratar de una paz honrosa, encargando al general don Miguel de Alava pusiese la carta en las manos del rios. duque, de quien era personalmente conocido, como tambien de muchos de sus generales. Presentóse el parlamentario en una falúa delante de los fuertes,

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1823.

Parlamenta

de que se habia apoderado el enemigo, y conducido al Puerto de Santa María, donde residia Angulema, llenó su mision. El escrito decia asi:

"Mi querido hermano y primo. Las declaraciones que hice á V. A. R. en mi carta fecha 21 de Agosto no han producido el efecto que debia esperar, pues se ha derramado de ambas partes sangre inocente, que se podia haber ahorrado. Mis sentimientos como rey, y los deberes que me animan como padre de mis súbditos, me obligan á insistir de nuevo á fin de terminar los desastres de la guerra actual; y convencido enteramente de que deberan animar á V. A. R. los mismos deseos, os propongo una suspension de hostilidades, sin perjuicio del bloqueo, durante la cual se podrá tratar de una paz honrosa para ambas naciones.

"El teniente general don Miguel Ricardo de Alava, conductor de la presente, está autorizado por mí para conferenciar sobre este asunto, si lo juzgais conveniente, con la persona que V. A. R. guste designar. De este modo se podrán obtener las esplicaciones recíprocas, tan necesarias para entenderse y facilitar las medidas ulteriores; y si V. A. R. tiene á bien admitir mi proposicion, como lo espero, el mencionado general está autorizado para concluir y firmar un armisticio, ó si necesario fuese, yo le daré mis plenos poderes en debida forma.

"Dios conceda á V. A. R., mi querido hermano y primo, los muchos años que le de&c. Fernando. Cádiz 4 de Setiembre de 1823."

seo,

S. A. remitió con el duque de Guiche, que acompañó á Alava en su regreso tambien en calidad de parlamentario, la contestacion estendida en los términos siguientes:

"Mi señor hermano y primo. He recibido esta

noche la carta de V. M. del 4, de que estaba encargado el teniente general don Miguel de Alava, y tengo el honor de contestaros por el mariscal de campo duque de Guiche, mi primer ayudante de

campo.

"Yo no puedo tratar de nada sino con V. M. solo y libre. Cuando se logre este fin, empeñaré á V. M. con instancia para que conceda una amnistía general, y dé su entera libertad, ó á lo menos prometa las instituciones que juzgue en su sabiduría convenir à las costumbres y al carácter de sus pueblos, para asegurar su felicidad y sosiego, sirviendo al mismo tiempo de garantías para lo futuro. Yo me consideraré dichoso si dentro de algunos dias puedo poner á L. P. de V. M. el homenage del profundo respeto con que soy, mi señor hermano y primo, de V. M. su mas apasionado hermano, primo y servidor - Luis Antonio. En mi cuartel general del Puerto de Santa María, 5 de Setiembre de 1823."

El general Valdés y la diputacion permanente del congreso, junto con las demas autoridades, obsequiaron al enviado de los franceses en un banquete. El mismo 5 volvió á escribir el rey preguntando á su augusto primo qué debia hacer para que se le considerase en libertad.

"Mi querido hermano y primo. He recibido la carta de V. A. R. de fecha de este dia, remitida por el general duque de Guiche, y como V. A. R. me declara que no puede tratar sino es conmigo solo y libre, espero que para determinar un punto tan interesante tendrá V. A. R. la bondad de decirme lo que es necesario hacer para que me considere en tal situacion, y en este caso, de qué modo pensais tratar conmigo. Tan luego como reciba esta esplicacion, sin la cual á nada puedo decidirme, responderé á V. A. R., obligándome y espe

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