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1826.

se en 21 de Mayo coronel de su guardia, y parecia que se ocultaba en los Sitios reales, cuya residencia variaba segun las estaciones, y donde ni el solaz ni las delicias con que en ellos brinda la naturaleza alcanzaban á aquietar su tormentoso pecho, despedazado por las pasiones. Habíale abandonado el amor, que es la antorcha de la felicidad: un egoismo frio helaba su corazon, que solo volvia á enardecerse á la vista de los peligros: el afecto fraterno que un tiempo habia endulzado sus penas, el cariño conyugal que las habia disminuido, no tenia ya entrada en su alma sombría, presa de la desconfianza y los recelos. En vano Aranjuez ostentaba sus galas en el dia de San Fernando y sus límpidas fuentes serpenteaban en bullicioso laberinto; el príncipe, embarcándose en los cristales del Tajo, ó paseándose por sus doradas arenas, y saludando con forzada sonrisa á la muchedumbre, llevaba impreso en su frente el sello del infortunio. La salud de la reina Amalia se debilitaba: los reyes corrieron á los baños de Sacedon y de Salan de Cabras, pasaron por Cuenca, alojándose en el palacio del obispo, y regresaron á mediados de Agosto á Madrid sin haber encontrado alivio la augusta enferma. Algun tiempo despues la atacó la fiebre; restablecióse á beneficio de la ciencia, pero su delicada constitucion fisica no prometia larga vida.

El conde de España habia desde la muerte de Bessieres redoblado su prestigio, y daba banquetes en los dias del rey, que lo condecoraba con la grandeza de primera clase y con el mando en gefe de la guardia real de infantería. Colmado de honores, y distinguiéndose por su hipócrita adulacion á la reina, en cuya presencia mostraba el celo religioso mas exaltado, aguardaba la ocasion de arrancar la sangrienta palma con que no

tardó en ufanarse en la desventurada Cataluña. Otro cortesano que le igualaba en las lisonjas, pero de prendas distintas, comenzaba á llamar la atencion en la corte por su asiático lujo y profusa magnificencia: era éste el comisario de la Santa Cruzada Varela, amigo por otra parte de los literatos, como hemos apuntado, y estimulador de

las artes.

Entre tanto la política rodaba por el mismo carril: mandábase en 27 de Junio recoger los despachos, quedando sujetos á la justicia ordinaria, á los militares que no se hubiesen purificado en tiempo hábil. Las sociedades realistas tejian para acalorar los ánimos de sus afiliados contínuas patrañas: á principios del año habian circulado una falsa real orden, que suponian comunicada á la superintendencia general de policía sobre las consultas de los Consejos de Estado y de Castilla, en el espediente abierto para modificar la forma del gobierno. Llevaban el fin de desacreditar al superintendente Recacho, que descubria sus tramas y tenia el hilo en su mano; y no tardaron sus enemigos en envolverle en la desgracia, logrando con sus calunnias hacerlo sospechoso al monarca. Tambien tendian sus miras al restablecimiento del santo oficio: en Cataluña saltaban llamaradas de insurreccion: los facciosos del disuelto ejército de la fé que no habian sido colocados en los regimientos se daban á sí mismos el título de agraviados, y acumulábanse elementos para un incendio. En tales circunstancias los negocios estrangeros vinieron á complicar la situacion interior.

En Inglaterra, paralizadas las fábricas por el acumulamiento de los géneros, reinaba la agitacion, y los jornaleros recorrian tumultuosamente las ciudades pidiendo pan y entregándose al desorden. En Francia Carlos X, que imitando á los

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Agraviados.

1826.

Manifiestodel rey contra la

Pedro.

príncipes españoles asistia á las procesiones del Jubileo, no lograba acallar las Cámaras ni conjurar la borrasca que anunciaban á lo lejos ligeras nubes que ya entúrbiaban el cielo. El emperador Nicolás coronábase en Moscow. Las hazañas de los griegos en Missolonghi habian llenado de asombro el universo, y Francia é Inglaterra resonaban en aclamaciones, auxiliándolos con empréstitos y estimulando su heroismo.

Habia muerto en 1.° de Marzo Juan VI de Portugal, y el ayuntamiento de Lisboa habia mostrado su dolor con las ceremonias de costumbre rompiendo los escudos. Tocaba la corona por muerte del monarca lusitano á su hijo don Pedro, emperador del Brasil, é interinamente gobernaba el reino en clase de regente la infanta doña Isabel María. Residia á la sazon en Viena don Miguel, cuyo carácter díscolo y sanguinario habia revelado en sus primeros ensayos; pero disfrazando ahora sus intentos, respondió en 6 de Abril á la carta en que doña Isabel le participaba el fallecimiento de don Juan, que deseaba se cumpliese la voluntad real, y lo que dispusiese su hermano como legítimo heredero de la diadema. Don Pedro renunció el cetro en favor de su hija doña María de la Gloria, y otorgó á Portugal una Constitucion que sembró el terror por el alcázar de Fernando y escitó el furor de los exaltados partidarios de la tiranía. Para contener su rabia, el rey dió el siguiente manifiesto en forma de decreto.

"La promulgacion de un sistema representaticarta de don Vo de gobierno en Portugal pudiera haber alterado la tranquilidad pública en otro pais vecino, que apenas libre de una revolucion, no estuviese animado generalmente de la lealtad mas acendrada. Mas en España pocos habrán osado fomentar en la oscuridad esperanzas de ver cambiada la antigua

forma de gobierno, pues la opinion general se ha pronunciado de tal modo que no habrá quien se atreva á desconocerla. Esta nueva prueba de la fidelidad de mis vasallos me obliga á manifestarles mis sentimientos, dirigidos á conservarles su religion y sus leyes; con ellas, fue siempre glorioso el nombre de España; y sin ellas solo pueden tener lugar la desmoralizacion y la anarquía, como nos lo ha enseñado la esperiencia.

"Sean las que quieran las circunsiancias de otros paises, nosotros nos gobernaremos por las nuestras: y yo, como padre de mis pueblos, oiré mejor la voz humilde de una inmensa mayoría de vasallos fieles y útiles á la patria, que los gritos osados de la pequeña turba insubordinada, deseosa acaso de renovar escenas que no quiero recordar.

» Publicado ya en 19 de Abril de 1825 mi real decreto, en que convencido de que nuestra antigua legislacion es la mas proporcionada á mantener la pureza de nuestra religion santa y los derechos mutuos de una soberanía paternal y de un filial vasallage, los mas proporcionados á nuestras costumbres y á nuestra educacion, tuve á bien asegurar á inis súbditos que no haria jamas variacion alguna en la forma legal de mi gobierno, ni permitiria que se estableciesen Cámaras ni otras instituciones, cualquiera que fuese su denominacion; solo me resta asegurar á todos los vasallos de mis dominios, que corresponderé á su lealtad haciendo ejecutar las leyes que solo castigan al infractor protegiendo al que las observa; y que deseoso de ver unidos los españoles en opiniones y en voluntad, dispensaré proteccion á todos los que obedezcan las leyes, y seré inflexible con el que osáre dictarlas á su patria.

"Por tanto he resuelto se circule de nuevo el referido decreto á todas las autoridades y justicias

fautado.

1826.

zalez Salmou en el ministerio,

del reino, encargando á los magistrados la recta administracion de justicia, que es la mayor garantía de la felicidad de los pueblos y la mayor recompensa de su fidelidad. Tendréislo entendido &c. Está rubricado. En palacio á 16 de Agosto de 1826. — Al ministro de Estado."

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Con este acto memorable puso fin á su último Caida de In- ministerio el duque del Infantado, que dejó vacía la silla el 19 del mismo Agosto, porque su flojo y amilanado pecho se asustó con la nueva complicacion de los negocios: Calomarde sentó en ella. Entra Gon á un hombre nulo, don Manuel Gonzalez Salmon, para disponer mas á su arbitrio de los destinos de España. Si volviendo atrás los ojos los fijamos en los desastrosos períodos en que gobernó el reino el duque del Infantado; si recordainos que sus desaciertos en 1808 y el funesto viaje á Bayona costaron rios de sangre á la patria; que en 1823 fue no menos funesto á los españoles, y que ahora copió los errores de ambas épocas, conoceremos que si hay ingenios que son las lumbreras y la gloria de su pais, existen tambien hombres de maldicion destinados á ser el azote de las naciones y su oprobio.

Desercion de

Olivenza.

Ciento y once caballos del regimiento número A caballería de cuatro de caballería ligera que guarnecian á Olivenza fugáronse á la plaza portuguesa de Yelves respondiendo al grito de libertad que habia lanzado don Pedro. En 9 de Setiembre condenóseles á la horca si eran aprehendidos, renovando los decretos de 17 y 21 de Agosto del año anterior 1825 "contra los que por medio de correspondencia, aviso ó de otro modo cooperasen, encubriesen ó fomentasen directa ó indirectamente delitos ó delincuentes de la clase que señalan aquellos decretos." La crueldad asía de los cabellos las ocasiones para mostrarse en su desnudez

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