Imágenes de páginas
PDF
EPUB

1823.

la salida para manifestar que no motivaba su oposicion la falta de salud, sino de voluntad, anduvo mas de dos leguas á pie, poniendo de este modo en ridículo á los profesores de medicina que habian accedido á sus ruegos.

Conocia el rey tan á fondo el carácter religioso de los pueblos de Andalucía, que el 12 de Abril concurrió á la catedral con toda su familia á dar gracias al Autor soberano de la naturaleza por su feliz arribo. Concedió el título de duque de Sevilla al niño Enrique, que dió á luz la infanta Carlota, esposa de don Francisco.

Valencia, sublevada su huerta, fue declarada en 19 de Marzo en estado de defensa por don José Castellar, que empuñaba el baston del mando. Primer sitio El 28 sitiáronla los realistas, arrojando granadas á

de Valencia.

la ciudad por espacio de tres dias, hasta que la llegada de una columna liberal compuesta de mil hombres al mando de Bazan, amenazándoles por la espalda, les obligó á replegarse la noche del 30. Mas derrotado éste en Almenara volvieron al asedio con nuevo ahinco. En la provincia de Vigo los pueblos tocaron á arrebato, y en vez de quintar armáronse à favor del absolutismo.

Entre tanto el 3 de Abril, llegado á Bayona el duque de Angulema, y pronto el ejército á marchar, publicó en su cuartel general la siguienProclama del te orden del dia. "Soldados: la confianza del rey duque de An- me ha colocado á vuestra cabeza gulema.

para

llenar la

mas noble mision. No ha puesto las armas en nuestras manos el espíritu de conquista; un motivo mas generoso nos anima: vamos á restituir un rey á su trono, á reconciliar al pueblo con su monarca, y á restablecer en un pais, presa de la anarquía, el orden necesario para la ventura y la seguridad de ambos estados.

» Soldados: respetad y haced respetar la reli

gion, la ley y la propiedad: asi facilitare is el cumplimiento del deber que he contraido de mantener las leyes y la mas exacta disciplina."

Habíanse reunido á la falda de los Pirineos algunos oficiales franceses y emigrados italianos con el título de ejército de los hombres libres, y enarbolado la bandera tricolor; las sociedades de los carbonarios eran el vehículo de aquella reunion. Los liberales fundaban todas sus esperanzas en los banquetes que el ministro inglés Canning daba en Londres á los duques de San Lorenzo, quienes, declarada la guerra, se habian trasladado de su embajada de París á la Corte de San James; y en la infundada creencia de que el ejército francés apenas divisaria el pendon de los tres colores correria á defenderlo, no obstante que no lo tremolaba la mano de un gefe conocido que por su posicion social, su arrojo ó pericia garantizase el éxito de la empresa. Querian los unos proclamar á Napoleon II, y los otros se inclinaban mas al gobierno republicano. Amaneció el dia de la prueba: ciento y diez hombres entre franceses é italianos mandados por Mr. Caron se colocaron en la raya á la parte española del Vidasoa antes de pasarlo los franceses, y ondearon la bandera tricolor, exhortando á los soldados á que desertasen de los reales del duque, y victoreando á la artillería que tenian delante. El mariscal de campo Vallin respondió: fuego: los artilleros, despreciando las promesas de los republicanos, obedecieron á su gefe, y habiendo caido muertos ocho de estos tuvieron los demas que encerrarse en San Sebastian, de donde salieron despues á continuar la campaña.

1823. Pasan los

El dia 7 de Abril pasaron las tropas francesas el Vidasoa, y apoderándose de Pasages y Fuen- franceses el Viterabía dieron principio al bloqueo de San Se- dasoa.

bastian. Dividíase el ejército francés en cinco cuerpos á las órdenes el 1.0 del duque de Regio; el 2.o del conde de Molitor; el 3.0 del príncipe Hohenlohe; el 4.° de Moncey, que debia operar en Cataluña; y el 5.o del conde Bordessoulle: todos juntos constaban de 91.000 hombres, inclusas las falanges realistas, que ascendian á 35.000. Marchaban estas en la vanguardia, mandando el conde de España la division de Navarra, Quesada las de las provincias Vascongadas, y el baron de Eroles, que precedia á Moncey, las facciones catalanas. Con los soldados estrangeros entró en el suelo paJunta de trio una junta provisional llamada de España é InOyarzun. dias, creada en Bayona, la cual se instaló en Oyarzun el 9, presidida por el general don Francisco Eguía, y compuesta del baron de Eroles, de don Antonio Gomez Calderon y de don Juan Bautista Erro. Si alguna duda quedaba á los españoles honrados de los fines que se proponia el gabinete de las Tullerías en la invasion, debia disiparse con el nombramiento de una junta en la que figuraba Eguía, el encarcelador de los diputados de 1814; pues las nuevas instrucciones que de Fernando habia recibido, en sentido de todo punto despótico, y el acuerdo secreto de Verona despertaban con mayor brio los mal reprimidos ímpetus de su crueldad. Asi es que la junta declaró en su primera proclama á los españoles que no reconocia mas origen de la autoridad soberana que el rey, y que todo volvia al 7 de Marzo de 1820.

Mengua era para la Francia, mengua para las instituciones que la regian, y mengua para el siglo en que tanto habia brillado, venir á entronizar la tiranía en el mísero reino hispano, presa de los partidos estremos y juguete de un monarca ingrato. La mision de los franceses, como otra vez hemos dicho, debia ser conciliadora: reuniendo al

rededor de su bandera á todos los varones de probidad, arraigo y`saber, sin distincion de colores, debian resucitar la antigua monarquía con sus estamentos, fortalecer la autoridad, reprimir las facciones, crear una administracion robusta, y fundar sobre bases sólidas la alianza de ambas naciones, asimilando sus gobiernos y sus intereses, como se han asimilado sus costumbres y sus necesidades. El sistema de Luis XIV, desastroso en algunos puntos á los españoles, es en otros útil y político; y sobre este eje han de girar las ruedas de su mútua ventura, para recorrer juntos la dilatada carrera de gloria y de libertad con que la fortuna los brinda. Mas el gabinete francés obraba á impulsos de la Santa Alianza, agitada por pasiones mezquinas; y una causa que injusta en el derecho necesitaba grandes virtudes y generosos pensamientos para ennoblecerse en la ejecucion, se empeoró y envileció entre las sombras de la intriga y de la iniquidad.

La contrarevolucion progresaba rápidamente en Portugal protegida á las claras por la reina; y los ingleses no se oponian en manera alguna al torrente asolador. En Málaga, Granada, y otros. puntos de Andalucía, los quintos desertaban escandalosamente, y traslimitando á otras provincias aumentaban las filas de la fé. El gobierno de Sevilla se hallaba por momentos incomunicado, sin recursos pecuniarios, y sin noticias hasta de los puntos que ocupaban los franceses. No era tan facil salir de esta triste situacion con declarar en 23 de Abril pomposamente la guerra á la Francia, ni con aprobar el 26 por tercera vez el pro- Cortes la gueryecto de ley de señoríos, dos veces desechado por ra á la Francia. la corona, y ahora sancionado en virtud del artículo de la Constitucion que á la tercera aprobacion del Consejo lo eximia de la sancion real.

1823. Declaran las

1823.

Manifiesto del

rey.

Las facciones realistas, compuestas de las heces del vulgo, donde pululaban los frailes y los fanáticos, marchaban pues delante de las tropas francesas; y los mismos individuos que habian soplado la insurreccion en 1808 contra la Francia, venian ahora aunados á sus pendones, siempre enemigos de la desventurada España.

Mientras los franceses se tendian en todas direcciones sin encontrar resistencia ocupando á Irun, Tolosa, Villafranca, Pancorbo y Vitoria, y la importante plaza de Figueras caía en su poder el 25 de Abril, Ballesteros se contentaba con reunir sus fuerzas y retirarse al Mediodia del reino; y el gobierno de Sevilla invitaba á Fernando á estampar su firma en un manifiesto, que en tales momentos solo un príncipe débil hubiera firmado, distando tanto sus sentimientos de sus palabras.

"A esta ansia frenética de mandarlo y dominarlo todo, decia el escrito, y á la escandalosa agresion que acaba de hacer el gobierno francés para conseguirlo, sirven de razon ó de disculpa unos cuantos pretestos tan vanos como indecorosos. A la restauracion del sistema constitucional en el imperio español le dan el nombre de insurreccion militar: á mi aceptacion llaman violencia: á mi adhesien cautiverio: faccion, en fin, á las Cortes y al gobierno que obtienen mi confianza y la de la nacion; y de aqui han partido para decidirse á turbar la paz del continente, invadir el territorio español, y volver á llevar á sangre y fuego este desgraciado pais."

Y mas adelante: "¡Ah! creedme, españoles: no es la Constitucion por sí misma el verdadero motivo de esas intimaciones soberbias y ambiciosas, y de la injusta guerra que se nos hace: ya antes cuando les convino aplaudieron y reconocieron la ley fundamental de la monarquía. No lo es mi li

« AnteriorContinuar »