4 siempre habita Dios. Todas las cosas con ella viven y sin ella mueren ; que ni el don de profecía, ni conocimiento de misterios, ni ciencia de Dios, ni toda la fé, faltando caridad, es nada. El amar á mi prójimo como me amo á mi, es entre todos el mayor sacrificio, por ser hecho en el templo de Dios vivo; y sin duda es de gran merecimiento recebir uno tanto pesar de que su hermano se pierda , como placer de que él mismo se salve. Es la caridad fin de los preceptos; el que fuere caritativo, el Señor será con él misericordioso, en el dia de su justicia; y como sin Dios nada merezcamos por nosotros, y ella sea don del cielo, es necesario pedir 'con lágrimas que se nos conceda , y hacer obras con que alcanzarla , humedeciendo la sequedad hecha en el alma y durézas del corazon, que no será desechado el humilde y contrito, antes le acudirá Dios con su gracia, haciéndole señaladas mercedes; y aunque la riqueza por ser vecina de la soberbia es ocasion a los vicios, desflaqueciendo las virtudes, á su dueño peligrosa, señor tirano y esclavo traidor; es de la condicion del azucar, que siendo sabrosa , con las cosas calientes calienta, y refresca con las frias. Es al rico instrumento para comprar la bienaventuranza, por medios de la caridad, y aquel sera caritativo y verdaderamente rico, que baciendo rico al pobre se bicitre pobre á sí, porque con ello queda becho discipu. lo de Cristo. Yo estaba un dia en el zaguan de la casa de un cardenal, envuelto y revuelto en una gran capa parda , tan llena de remiendos, unos cosidos en otros, que tenia por donde menos tres telas, sin que se pudiera conocer de qué color habia sido la primera : tenia un canto como una tabla para el tiempo, harto mejor que la mejor frazada, porque abrigaba mucho, y no la pasara el aire, agua ni frio, ni estoy por decir, un dardo. Entrólo a visitar un caballero, parecia principal en su persona y acompañamiento, el cual como me vió de aquella manera, yo debiera estar malo de liciones, y fue , que habiéndome que, у dado alli la noche antes, como era invierno y aventaba fresco, estábame quedo basta que entrara bien el dia. Paróse a mirarme у llamóme, saqué la cabeza, y con el susto de ver aquel personage junto a mi (no sabiendo que pudiera ser) mudē color; parecióle que temblaba, y dijome: «Cúbrete, hijo, es» tate quedo;” y sacó de las faltriqueras lo que llevaba , que se ria cantidad hasta trece reales y medio y diomelos; tomelos y quedé fuera de mí, tanto de la limosna como ver cual iba levantando los ojos. Créo por sin duda debia de decir: «Bendingante, Señor, los angeles y tus cortesanos del cielo, todos los espíritus te alaben, pues los hombres'no saben y son rudos, » que no siendo yo de mejor metal y no se si de mejor sangre que aquel, yo dormi en cama y el en el suelo, yo voy vestido »y él queda desnudo, yo rico y él necesitado, yo sano y él eu cre, 2 ܪ fermo, yo admitido y el despreciado , pudiendo haberle dado у peces en el 2 ré, sin que me dé pesadumbre: y lo que es obra de mis manos, bijo de mi industria, fruto de mi trabajo, aunque no sea tal, como hechura mia , me parece y lo qı: iero bien. Del arbol de mi vecino y del conocido, no solo quitaré la flor y fruto, mas no lo dejaré hoja ni sama , y si se me antojare cortaréle el tronco, Del mio me llega al alma si ballo una hormiga que le dañe ó pájaro que le pique, porque es mio; y en resolucion todos aman su's obras: asi en quererlas bien me parezco al que me crió, y dél lo heredé yo. En todos los mas actos es lo mismo: es muy propio en Dios el dar, y muy impropio el pedir cuando no es para nosotros mismos, que lo que vos pide no lo quiere para si ni le hace necesidad al que es remedio de toda necesidad y hartura de toda hambre. Mucho tiene y puede dar, y nada le puede faltar : tode lo comunica y reparte, cual tú pudieras dejar sacar agua de la mar, y con mayor largueza , lo que va de tu miseria á su misericordia. Queremos tambien parecerle en esto : á su semejanza me hizo, á el he de semejar como a la estampa lo estampado ; qué locos, que perdidos, qué deseosos y desvanecidos andamos todos por dar: el avariento, el guardoso, el rico, el logiero, el pobre, todos guardan para dar, sino que los mas entienden menos, como he dicho antes de ahora , que lo dan despues de muertos. Si preguntases a estos que llegan el dinero y lo entierran en vida para que lo guardan : responderían los unos, que para sus herederos ; otros que para sus almas; otros que para tener que dejar, y todos desengañados de que consigo no lo han de llevar. Pues ves como lo quieren dar, sino qne es fuera de tiempo como un aborto que no tiene perfeccion; mas al fin ese es nuestro fiu у deseo. ¡Cuán, endiosa do se balla un hombre cuando con ánimo generoso tiene que dar lo dá! ; Qué dulce le queda la mano, alegre el rostro! ¡Qué descansado el corazon ! Qué contenta el alma ! Quitapsele las canas, refrescasele la sangre, la vida se le alarga, y tanto mucho (sin comparacion) mas cuanto sabe que tiene para ello sin temor que le hará falta. De donde queriendo hacer lo que bizo el que como asi nos hizo, gustamos tanto en el dar, y sentimos el pedir y aquellos con quien la Divina mano fue tan franca, que habiéndolos hecho (y de ánimo noble que es otro don particular), se bållan oprimidos, faltos de bienes, querrían padecer antes cualquier miseria , que pedir á otro que se la socorra. Destos es de quien se debe tener lástima, y, estos son á los que á manos llenas habria todo el mundo de favorecer , y en esto se conoce quien les hace amistad y se la muestra, que viendo al necesitado lo socorrán şin que lo pida , que si aguardan a este punto ni le da ni le presta ; deuda es que le paga , con logro le vende y con ventajas. Ese es amigo que socorre a su amigo, y ese llamo socorro con el quo corro: yo he de darlo que no han de pedirlo, con él he de correr que no esperar ni andar. á |