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del despensero de casa, que habia fallecido dos dias antes, y venia por ajustarse de cuentas con mi amo. Ella daba voces que la oyeran en todo el barrio: yo con las mias fue poco no me oyese toda la villa : fuese huyendo a su apo-sento, yo quise 'hacer lo mismo al mio, dieron los gatos á buir, tropecé con un mansejon de casa en el primero escalon, asióseme á las piernas con las uñas, pensé que ya me llevaba el que á redro vaya , pareció que me arrancaba el alma, doy de hocicos en la escalera, desgarréme las espia Dillas

y hiceme las narices. No podia pioguno de los dos ontender ó sospechar al cierto lo que el otro fuese , como todo sucedió presto y acudimos al sonido de una misma campana: hasta que yo, caido en el suelo, y escondida ella dentro de su pieza, nos conocimos por las quejas y llantos. Con esta alteracion (si el fresco de la mañana no lo hizo) á la señora mi ama le faltó la virtud retentiva, y aflojándosele los cerraderos del vientre, antes de entrar en su cámara, me. la dejó en portales y patio, todo lleno de huesezuelos de guindas, que debia de comérselas enteras. Tuve que trabajar por un buen rato en barrerlo y, lavarlo, por estar á mi cargo la limpieza. Allí supe que las inmundicias de tales acaecimientos huelen mas y peor que las naturalmente ordinarias : quede á cargo del filósofo inquerir y dar la causa dello, baste que a costa de mi trabajo, en detrimento de mi olfato, le testifico la esperiencia. Quedó mi ama del caso corrida, y yo mas, que aunque varon, era muchacho, y en cosas tales no me habia desenvuelto: tenia tanto empacho como una doncella, y cuando fuera muy hombre, me avergonzara de su vergüenza. Pesome muy de veras haberla visa to; no quisiera tal acaecimiento por la vida; mas nunca la pude persuadir dejase de creer malicia en mi, ni bastaron juramentos para ponerla en razon ni encaminarla á mi inocencia. Desde aquel momento me perdió toda huena voluntad; y supe despues por medio de una vecina nuestra á quien ella contó el caso, que sola su pena era

no ha herse hallado desnuda, sino haberse desaõudado, que por lo demas no se le diera un pito, que eso quieren las que algo estan de si confiadas. Cuando vi que nada bastaba, lue«. go vi mala señal, y que me habia de levantar algun falso testimonio para echarme de casa , poniéndome mal con su marido, como si (pobre de mi) hubiera sido la culpa; nua- ,

mas le conoci el rostro á derechas ni, atravesó palabra conmigo. Venido el dia claro, volví a mi tahona como me fue mandado; fuí á tener con mi amo, no desplegué mi. boca de lo pasado. Preguntóme si dejaba recaudo en lo de casa : dijele que sí : ocupáme en algunas cosas, y pue lo cere tificar que mi amo y sus compañeros, yo y los mios, ayun.

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ca

lo ageno

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dantes y trabajadores, teniamos mas que hacer en poner cobro á lo hurtado, que sazon á los manjares. ¡Cuál andaba todo! ; qué sin órden, cuenta ni concierto! ¡qué sin duelo

i se pedia! ¡qué sin dolor se daba! ¡con qué gloria se recebia! iqué poco se gastaba! ¡cuánto se rehundia! Pedian azucar para tortas, y para tortas azucar, dos y tres veces para cada cosa. Estos banquetes tales llamabamos jubileos, porque iba el rio vuelto y sobre aguados los peces. Con esto crei que pues era (como dicen) el pan de mi compadre y el due..

que no tenia yo menos colmillos para ganar esta indulgencia, que tambien estaba mi alma en mi cuerpo, sin faltarme tilde pi hebilleta de hombre , y si quiera de las migajas caidas debajo de la mesa, aun sin querer igualarme a mis iguales', fuera licito valerme algo de la franqueza gozando del barato. Yo estaba cansado de pelar aves, limpiar almendras y piñones, calentar aguas y otras cosas: andaba con una camisilla vieja y un juboncillo: de lo que cupo al cuartel de mi amo, habia una cánastá de huevos, lleguéme por par , y echéme entre camisa y carnes unos poc cos, y otros en las faltriqueras de los calzones. Ved, ya que meti la mano, en lo que vine à empacharme: mas diciendo: verdad, no lo hice tanto por el interese , que fue una des-, ventura, cuanto por decir siquiera que le di un beso á la novia, y no se dijera que sali virgen, ó que yendo a la corte, no vi al rey. El traidor de mi amo sintiolo, y para santificarse con mi culpa, asegurando su fidelidad con mi hurto, estando el veedor presente y otros criados graves de casa, cuando quise salir á poner en cobro la pobreza, porque no se me viera, llegóse à mi como un leon , y asiéndome por los cabezones., me trujo a la melena, hollado entre los pies: bien podrás pensar cuál se puso la mercaderia de bien acondicionada, pues me los deshizo todos á puntillones, corriendo las claras y yemas por las piernas abajo. Sin duda (dije entre mi) algun planeta gallinero me persigue. Quisiera decirle con la cólera: ¿Pues cómo, ladron, tienes la casa en. tapizada con lo que hurtaste y yo llevé , y haces alharáca's por seis tristes huevos que me hallaste ? į No ves que te ofendes con lo que me ofendes? Pareciúme mas acertado el callar, que el mejor remedio en las injurias es despreciarlas. - Mucho là sentí por hacérmela mi amo, que si fuera de un estraño no la estimara en tanto, mas hube de sufrir: no hice mas mudamiento ni di otra respuesta que alzar los ojos al cielo con algunas lá. grimas que á ellos vinieron. La bebetria del banquete se pasó y nos fuimos á casa : dijome mi amo por el camino : qué te digo, Guzmanillo, advierte que lo que yo te di, me importó más de lo que piensas; ya sé que no tuve razon, mañana te comprare unos zapatos por ello, y valdrág mas que los huevos. Alegréme con la

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manda , porque los que traía estaban rotos y viejos : mi ama le debió de contar algunos males de mi, que desde que entramos en casa siempre mi amo me hizo un gesto de probar vinagre, sin que la ocasión llegase de comprar zapatos, que sin ellos me quede. Como lo via torcido , procuraba de quitarle los tropezones de delante sirviéndole con mas cuidado que nunca, sin hacerle falta ni á cosa de la cocina en an cabello. Un dia de fiesta, como era de costumbre, se hicieron unas empanadas y pasteles, de que sobró un poco de masa, y otro dia lunes habian de correrse 'toros en la plaza : estaba en la basura una canilla de va ca casi entera , yo tenia necesidad para holgarme de unas blanquillas, y en un pensamiento 'empané mi zancarron, que como lo puse no diferenciaba por defuera de un hermoso conejo : fuime con él á mi puesto, con ániino de dar alguna gatada; más como estaba de priesa, no pude aguardar mercante, llegó a comprármela un cano y honrado escudero: hicele buena comodidad, concertéla en tres reales y medio, vi el cielo abierto por volverme presto; mas cuanta mi priesa era mucha, su flema era grande. Púsose debajo del brazo un reportorio pequeñuelo que llevaba en la mano, colgó del cinto los guantes y lienzo de narices, luego sacó una caja de antojos, y 'en limpiarlos y ponérselos tardo largas dos hoias: fue destilando del bolsico de un garniel cuarto á cuarto ,ỹ poniéndomelos en la mano, cada medio cuare to le parecia cuartillo y le daba seis vueltas , mirándolo hacia el sol. Apenas me vi con mi dinero, cuando mi amo estaba conmigo, que con la falta que hice, salió á buscarme; asiome del bra 20, diciendo : qué prendas rematais, mancebo? El escudero

¿ estaba presente a todo esto, que no se lo quiso llevar la maldicion para descubrir mi secreto : hallème atajado, que no supe ni pude darle autor, y por no tenerlo, quedó como libro prohibido o mercaderias vedadas, castigándome por ello, pues me pescó las monedas, diciendo: soltad, bellaco, è sois vos el que me alababan?..La mosca muerta , el que hacia del fiel, de quien yo fiaba mi hacienda? ¿Esto tenia en mi casa? ¿ A vos daba mi pa'n y regalaba? No mas de un picaro. No me entreis mas en casa ni paseis por mi puerta , quien se abate á poco, no perdonará lo mucho, si ocasion se le ofrece: y dándome un pescozon y un pun tillon à un tiempo, y en presencia de mi nrercante (que nunca mi mala suerte lo despegó de allí con su flema) 'casi me hiciera dar en tierra : quedé tan corrido, que no supe responderle , aunque pudiera , y tuve harto paño , mas no siendome licito, por ha: ber sido mi amo, bajé la cabeza, y sin decir palabra me fui avergonzado, que es mas gloria huir de los agravios callando, que vencerlos respondiendo

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CAPITULO VII.

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Como despedido Guzman de Alfarache de su amo, volvió a ser

picaro , y de un hurto que hizo á un especiero. En cualquier acaecimiento mas vale saber que, haber; porque si la fortuna se rebeláre , nunca la ciencia desampara al hombre; la hacienda se gasta , la ciencia crece, y es de ma: yor estimacion lo poco que el sabio sabe , que lo mucho que el rico tiene. No hay quien dude los escesos que á la fortuna hace la ciencia, no obstante que ambas aguijan á un fin de adornar y levantar á los hombres. Pintaron varios filósofos á la fortuna en varios modos, por ser en todo tan varia : cada uno la dibujó segun la ballo para sí ó la consideró en el otro, Si es buena es madrastra de toda virtud; si mala, madre de todo vicio, y al que mas favorece para mayor trabajo le guars da. Es de vidro , instable , sin sosiego , como figura esférica en cuerpo plano : lo que hoy dá, quita mañana: es la resaca de la mar, tráenos rodando y volteando, hasta dejarnos una vez en seco en los márgenes de la inuerte de donde jamas vuelve á cobrarnos, y en cuanto vivimos , obligándonos como å representantes a estudiar papeles y cosas nuevas que salir á representar en el tablado del mundo. Cualquier vario acaecimiento la descompone y roba , y lo que deja perdido y desafuciado, remedia la ciencia facilmente. Ella es requisima mina descubierta, de donde los que quieren pueden sacar grandes tesoros , como agua de un caudaloso rio, sin que se agote ni acabe; ella honra la buena fortuna y ayuda en la mala; es plata en el pobre, oro en el rico, y en el principe piedra preciosa : en los pasos peligrosos, en los casos graves do fortuna el sábio se tiene y pasa, y el simple en lo llano tros pieza y cae. No hay trabajo tan grande en la tierra , tormenta

ni temporal en el aire, que constraste á la ciencia, y asi debe desear todo hombre vivir para saber, y saber para bien vivir : son sus bienes perpetuos, estables, jos y seguros. Preguntarásme, ¿dónde va Guzman tan care gado de ciencia ? ¿ qué piensa hacer con ella? ¿para qué fin la loa con tan largas arengas y engrandece con tales veras? a qué nos quiere decir ? dónde ba de parar ? Por mi fe, here mano mio, a dar con ella en un esporton , que fue la ciencia

que estudié para ganar de comer, que es una buena parte della ,, pues quien ha oficio , ha beneficio, y el que otro no sabia para pasar la vida, tantó lo estimé para mí en aquel tiempo, como en el suyo Demóstenes la elocuencia y sus astucias Ulises.

Ali natural era bueno, naci de nobles y honrados padres,

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manda , porque los que traía estaban rotos y viejos: mi ama le debió de contar algunos males de mi, que desde que entramos en casa siempre mi amo me hizo un gesto de probar vinagre, sin que la ocasion llegase de comprar zapatos, que sin ellos me quede. Como lo via torcido, procuraba de quitarle los tropezones de delante sirviéndole con mas cuidado que nunca, sin hacerle falta ni á cosa de la cocina en un cabello. Un dia de fies. ta, como era de costumbre, se hicieron unas empanadas y pasteles, de que sobró un poco de masa, y otro dia lunes habian de correrse 'toros en la plaza : estaba en la basura una canilla de vas ca casi entera , yo tenia necesidad para holgarme de unas blanquillas, y en un pensamiento empané mi zancarron, que como lo puse no diferenciaba por defuera de un hermoso conejo: fuime con él á mi puesto, con ánimno de dar alguna gatada; mas como estaba de priesa, no pude aguardar mercante, llegó a comprármela un cano y honrado escudero: hicele buena comodidad, concertėla en tres reales y medio, vi el cielo abierto por volverme presto; mas cuanta mi priesa era mucha, su flema era grande. Púsose debajo del brazo un reportorio pequeñuelo que llevaba en la mano, colgó del cinto los guantes y lienzo de narices, luego sacó una caja de antojos, y en limpiarlos y ponérselos tardo largas dos horas: fue destilando del bolsico de un garniel cuarto á cuarto, y poniéndomelos en la mano, cada medio cuarto le parecia cuartillo y le daba seis vueltas , mirándolo hacia el sol. Apenas me vi con mi dinero, cuando mi amo estaba conmigo, que con la falta que hice, salió á buscarme; asiome del bra žo, diciendo: ¿qué prendas rematais , mancebo? El escudero estaba presente a todo esto, que no se lo quiso llevar la maldicion para descubrir mi secreto : hallème atajado, que no sape ni pude darle autor , y por no tenerlo, quedó como libro prohibido o mercaderias vedadas, castigándome por ello, pues me pescó las monedas, diciendo: soltad, bellaco, è sois vos el que me alababan? ¿La mosca muerta , el que hacia del fiel, de quien yo fiaba mi hacienda? ¿Esto tenia en mi casa ? ¿ A vos daba mi pa'n y regalaba? No mas de un picaro. No me entreis mas en casa ni paseis por mi pirerta , quien se abate a poco, no perdopará lo mucho, si ocasion se le ofrece: y dándome un pescozon y un puntillon á un tiempo, y en presencia de mi niercante (que punca mi mala suerte lo despegó de allí con su flema) casi me hiciera dar en tierra : quedé tan corrido, que no supe responderle , aun que pudiera , y tuve harto paño , mas no siendome licito, por ha: ber sido mi amo, bajé la cabeza, y sin decir palabra me fui avergonzado, que es mas gloria buir de los agravios callando, qur vencerlos respondiendo,

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