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cabia en si Favelo del gusto que recibi). cuando sapo haberme de llevar consigo ; previnose, de regalos en que poder entretenerme, como si mi persona fuera la del Capitan general. Yo llamé á mi criado. y dijele lo que me habia sucedido, que ya ,era tiempo de arremangar los brazos hasta los codos, porque teniamos grande amasiju y hasta masa para hacer torta3. Apenas hube acabádoselo de dicir, cuando ya cen. tellaba de.contento, porque deseaba salir á montear. Luego se trató en el modo de la venganza, y yo le dije : la mayor, mas provechosa, y de menor daño para nosotros es en dinero. Eso pido, y dus de bola , dijo Sayavedra, que las cuchilladas presto sanan; pero dadas en las bolsas, tarde se curan, y para siempre duelen. Yo le dije:,pues para que todo se comience a disponer de la manera que conviene, lo que agora se ha de hacer es comprar cuat;o baules, dos dellos pondrás en galera en la parte que Favelo te dijere,, y los otros dos cargarás de piedras, y sin que alguno sepa lo que traes dentro, los harás meter con mucho tiento en el aposento. Allí los iris envolviendo en unas harpilleras, porque donde quiera que fueren, aunque los traigan rodando no suenen y vayan bien estibados, no dejándoles algun vacío, ni lleven mas peso de aquel que te pareciere conveniente , ó satisfacer á seis arrobas escasas en cada uno. Dijele mas, todo lo que habia de hacer, dejándo. lo bien informado dello. De alli me fui a casa del buen viejo don Beltran mi tio, y estando en conversacion, truje á pláti. cas lo mucho que teinia salir de casa de noche, porque tenia en el aposento mis baules, en especial dos dellos con plata, joyas de algun valor y dineros, y por decir verdad, mi pobreza toda. El me dijo, vuestra es la culpa, sobiino, que don. de mi casa está, no era necesario posada, porque aunque la que teneis es la mejor de aquesta ciudad, ninguna en todo el mundo es buena'ni tal, que podais en ella tener alguna seguridad; y porque sois mozo, quiero advertiros, como viejo, que nunca os confieis de menos que muy fuerte cerra. dura en vuestros baules , y otra sobrellave de algunas armellas y candado que lleveis con vos de camino; y donde llegiredes, poned á las puertas de vuestro aposento, porque ya los huéspedes, ó sus mugeres, ó sus hijos ó criados, no hay aposento que no tenga dos y tres llaves, y á vuelta de cabecera perdereis de ojo, lo que alli dejáredes, con menos que muy buen cobro,: despues os lo harán pleito si trujistes o si cometistes, y se os quedarán con ello. En la posada no hay cosa posada , nada tiene seguridad. Mas ya que como mancebo gustais de no, veniros a esta casa vuestra , , si en, ello recebis gusto, tráigapse acá los baules, y no dejeis allá mas plata de la que fasadamente hubiéredes menester, para, vuestro serviçio, que acá se os guardará todo, en mi escritorio con toda

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seguridad, y no andareis' tanto la barba sobre el hombro en cuanto aqui estuviéredes. Yo se lo agradeći de manera, como si los baules valieran un millón de oro, y así lo debió de creer ó poco menos; lo uno porque ya' él habia visto mi buepa vagilla , la cadena y otras cosas y dineros que llevaba ; y lo segundo, por la instancia que hice sobre desear tenerlos á buen recaudó. Desta platica saltamos en la de mi casamiento; porque me dijo que ya tenia edad, y perdia tiempo si hubiese de tomar estado, a causa que los matrimonios de los viejos eran para hacer hijos huérfanos'; que si no gustaba de ser de la iglesia, mejor seria casarme luego, tanto para mi regalo, cuanto para el beneficio y guarda de mi hacienda : porque los criados, aunque fieles, nunca les faltaban las mas veces desaguaderos, ya de mugeres, juegos, gastos, vestidos y otras cosas, que viéndose necesitados y apretados á cumplir con las cosas de su cargo, se venian despues á levantar con todo, dejando robados á sus amos. Púsome muchas dificultades en mi estado, y fuime luego tras ello haciendo relacion de las buenas prendas de la señora mi esposa. Que à lo que dél entendi , tambien era deuda suya por parte de su madre, de gente noble, aunque pobre; pero podia suplir por ser hermosa, y que me daba con ella de adehala (como despues vine á descubrir el secreto) una hija, que dijeron haber tenido por una desgracia , de cierto mancebo ciudadano que le dió palabra de casamiento, y despues dejándola burlada se desposó con otrạ. Ofrecióme con ella, que tenia una madre que seria todo mi regalo y de los hijos que Dios me dieše ; porque no ballaria menos con el suyo el de la que me parió. A todo le hice buen semblante , diciendo que de su mano, de necesidad seria cosa tał, cual á mi me convenia, mas que para que no se perdiese cierto beneficio que me daban, y quedase puesto cobro en él, era necesario regresarlo en un primo hermano mio, hijo de una hermana de mi madre, allá en Sevilla. Con esto lo dejé goloso y entretenido por entonces.

En esto hablábamos muy de proposito, cnando subiu Sayavedra , y Hegándoseme al oido , hizo como que me daba un largo recado. Yo luego levantando la voz, dije: dy tú que le difiste ? El me respondió de la misma forma. ¿Qué le habia de respónder sipp de si? Mal hiciste, le dije: ¿no sabes tú que no estoy en Roma ni en Sevilla ? a no sientes el disparate que hiciste, haciéndome cargo de lo que no puedo ? Llévale la cadeda grande, dásela , y dile que lo que tengo le doy, que no me ocupe mas de aquello que me fạere posible y me perdono. Sapatedra me dijo: bien, & fé, ¿y quién ha de Hevar acuestas ana cadeba de setecientos dueados de oro ? sprá necesaria busear un ganapan alquilado que le ayude. Dijele luemo: pues haz lo que te diré. Tómala y véte á casa de un pla tero, y escoge de su tienda lo que bien te pareciere, déjale la cadera y mas prendas que valgan lo

que
dello hubieres

mes nester, y p gale un tanto por el alquiler; y aquesto será me jor', mas fácil

у barato de todo, y și faltaren prendas, daselas en escudos que lo monten. Con esto desempeñarás la necedad que hiciste,

, porque de otro modo no sé ni puedo remediar. lo. El tio, que a todo lo dicho estuvo atento, dijo: ¿qué pren. das quereis dar ó para qué? Yo le dije : señor, quien tiene criados pecios, forzoso ha de hallarse siempre atajado en las ocasiones, cayendo en cien mil faltas ó desasosiegos y pesa, dumbres. Aqui está una señora castellana , la cual trata de casarse con un caballero de su tierra , son conocidos mios y. téngoles obligacion; hame querido hacer cargo de sus vestidos y joyas para el dia de su desposorio, y es ya tan cerça, quc no ha de ser posible cumplir como quisiera. Mire vuesa merced a qué árbol se arrima ó á dónde tengo yo de buscárse; las. Dáme mohina , que aqueste tonto no haya sabido escusarme de lo que sabe serme tan dificultoso , si ya por ventura , él no fue quien se convido con ello, porque no creo que mu: ger de juicio le pidiese á él semejante disparate; y si lo bizo, fremédielo; allí se lo baya , mire lo que quisiere y hágalo. El viejo me dijo : no tomeis pesadumbre, sobrino, que todo eso es cosa de poco momento. A lugar habeis llegado á donde no faltará cosa tan poca como esa. Yo le volvi a decir: ya,

sé, que todos vuesas mercedes me las harán muy cumplidas, y que lo que tuvieren propio no me podrá faltar. Mas como entre todo nuestro linage no conozco alguno de los casados que las tenga , no me atrevo á suplicarles cosa en que tomen cuidado. En especial, que habérmelas pedido á mí, es haberme obligado á enviárselas como de mano de un bidalgo de mis prendas, y no todas veces hay joyas en

todas partes que puedan parecer sin vergüenza en tales actos. Ahora bien, me respondió, no tomeis cuidado en ello, dormid siņ él, que yo por mi parte, y algunos de vuestros deudos por la suya, bụscaremos de las que por acá se hallaren razonables: y, en lo demas, enviadme cuando mandáredes los baules. Por uno y otro le besé las manos , agradeciéndoselo con las mas humildes palabras que supe y se me ofrecieron, reconociendo la merced que me hacia en todo. Y despidiéndome dėl, bice luego que a casa volvi , que cerrados con tres llayes cada uno de los baules los llevasen allá. El tio cuando vió entrar á Sayavedra y los ganapanes con ellos , que apenas podia cada uno con el suyo, considerada la fortaleza de las llaves que llevaban con la desconfianza que del huésped hice, y gran peso que tenian, acabó de certificarse que sin duda tendrian dentro gran tesoro. Preguntóle á Sayavedra: ¿ qué traen aquestos baules que

señor,

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tanto pesan?' y respondióle : señor , aunque lo que tiene mi señor dentro es de consideracion, lo que vale mas de todo es pedrería, que ha procurado recoger por toda Italia , y no sé para que ni á dónde la quiere llevar. El viejo arqueó las cejas y abrió los ojos, como que se maravillaba de tanta riqueza, y poniéndolos de su mano á muy buen cobro debajo de siete llaves como dicen , le quedaron en poder , volviéndose à la posada Sayavedra. Como ya nos andábamos arrullando, procurábamos juntar las pajas para el nido. Aquella noche toda sé nos pasó de claro en trazas, como luego por la mañana fuésemos con ellas á casa de otro mi deudo, mancebo rico, y de mucho crédito, á darle ofro Sant-Iago. Hicelo asi , que apenas el sol habia salido y él de la cama, cuando tomando Sayavedra las cadenas en dos cofrecitos iguales y muy parecidos con sus muy gentiles cerraduritas, el muelle de golpe , y llevándolas debajo de la capa fuimos allá , у

hallámoslo levantado, que ya se vestia: no me pareció buena ocasion , y quisiera dejarlo para despues de comer , mas cuando le dijeron estar yo allí, mostróse muy corrido de que luego no hubiese súbido arriba. Dijele haberlo dejado por entender que aun estaiia réposando: con estos cumplimientos anduvimos, y preguntándonos por la salud y cosas de la tierra hasta que ya es. túvo vestido, que nos bajamos á un escritorio. Cuando alli estuvimos un poco, me preguntó á que habia sido mi buena

á venida tan de mañana. Yo le dije : señor, á tener buenos dias con los principios dellos , pues las noches no me han sido malas. Lo que a vuesa merced vengo a saplicar es, que si hay, en casa criado alguno de satisfacion se mande llamar. El tocó una campanilla, y acudieron dos ó tres , y 'eligiendo al uno dellos, dijo': aqui Estefanelo hará lo que vuesa merced le mandare. Lo que le ruego es (dije) que con mi criado Sayavedía se lleguen á casa de un platero, y sepan los quilates, peso y valor de una cadena que aqui traigo. Sayavedra mo dió lụego el cofrecillo en que venia la de oro fino, y acán. dőla del, se la enseñé. Holguise mucbo de verla , por ser tai hermosa, de tanto peso, y hechura estraordinaria; parecién dole no haber visto nunca otra su semejante, para ser de oro lisa sin esmalte ni piedras. Volvisela luego á dar á mi criado, y fuéronse juntos ambos a hacer la diligencia , 'en cuanto quedamos' bablando de otras cosas. Cuando volvieron trujeron un papel firmado del platero en que decia tocar el oro de la ca.

veinte y dos quilates, y que valia seiscientos y cincuenta y tres escudos castellanos poco mas. Y viendo esto concluido , 'volvile á pedir á Sayavedra que me la diese , dióme la falsa en el otro 'cofrecito abierto, de donde sacándola otra vez, la estuvimos'un poco mirando. Puesta en su cofrecito" asi abierto le dije : lo que agora, señor, vengo mas á suplicar,

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Suzman
engana a su tio en

Genova
baules que dijo tenian alhajas y pedrería,

para robarle despues.

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