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huertas, casas ó sus arrendamientos, ó por los efectos de lujo, como se pagan en otros países? (62) Hace el autor hablar en seguida á España, que dirigiéndose á la América, le echa en cara su ingratitud, intentando abandonarla en el momento en que combate por su libertad, su honor, su religion y su monarca, y en que le dá parte en su gobierno y en sus cortes, y despues de manifestar todos los males que serán la consecuencia, precisa de la desunion y de la guerra comenzada por Hidalgo, apostrofando á los españoles americanos y europeos, concluye con estas notables palabras: "Esta es una pintura ligera, pero muy horrorosa, de los males que experimentareis si continúa vuestra rivalidad. En un instante desaparecerá cuanto hizo vuestra prudencia y zelo en tres siglos: ese lienzo hermoso que habeis examinado, lo convertireis en un feo borron; acabará el órden, la virtud y la justicia; las ciudades hermosas se convertirán en montones de piedras: las ciencias, las artes, el comercio, la minería, la industria y la agricultura tendrán fin: vuestro suelo feraz, pero pobre y sin cultivo, producirá espinas, y quie ra Dios paren los males en solo el trastorno político, y no trasciendan al culto y seais privados de la religion santa que profesais, como lo fué la Asia, la Africa y mucha parte de la Europa! (63) Este importante y pudiera llamarse profético documento, llamará todavía más la atenciou del lector cuando sepa que su autor fué el mismo Lic. D. Juan Francisco Azcárate, que con tanto empeño promovió en la juntas de Iturrigaray la independencia, cuyas funestas consecuencias con tanta claridad preveia. Haciendo mérito de esta produccion, y cediendo para los gastos de la guerra la gratificacion que el colegio de abogados le dió por ella, no obstante las estrecheces á que la prision lo habia reducido, solicitó se le alzase ésta, sin conseguirlo todavía en algun tiempo. (64)

Mandó publicar el virrey y se imprimieron á expensas de la universidad, unas reflexiones del Dr. D. Luis Montaña, médico que

(62) ¡A excepcion de las contribuciones sobre ventanas y perros,, tenemos hoy en vigor toda esta variada nomenclatura!

(63) La fecha de esta alocucion es 29 de Octubre de 1810; se imprimió en aquellos mismos dias.

(64) Hállase la representacion que hizo con este motivo en el archivo general, fecha 11 de Enero de 1811: la gratificacion que se le dió fué de 50 ps., cuya cesion no admitió el virrey.

gozaba de mucha reputacion, en las cuales además de los argumentos repetidos en todos los impresos de aquel tiempo, presenta otros que prueban qué estrecha era la esfera de las ideas, aun entre individuos que pertenecian á la clase literata. "¿Cuál es nuestra marina, pregunta, para comunicarnos con la silla apostólica?" y por esta falta de marina concluye, "que no habria obispos, y que se romperia la sagrada union con el Señor y con sus santos. "Por otia parte, añade, ¿de dónde sino de España, vienen los directores y los operarios de las artes, los libros y los adelantamientos en las letras? Tales razones podrian tomarse por una burla ingeniosa para fomentar la revolucion en vez de combatirla, si no agregase el Dr., revestido de toda la importancia de su profesion: "Voy á deciros con franqueza mi conjetura. Un largo estudio en el hombre mismo físico y moral, estudio necesario á mi profesion, me ha como forzado á conocerlo. No disimulemos nada. Todo artificio es indigno del filósofo." Despues de tal preámbulo, que hace esperar la revelacion de algun grande y profundo misterio fisiológico, el Dr. Montaña explica "que la revolucion procede de que unos cuantos americanos, aunque leales é ilustrados, no podian sobreponerse al resentimiento de que algunos europeos inconsiderados, sin senti mientos ni educacion, los han insultado." (65) Triste raciocinio!

Publicáronse tambien papeles de otro género, en que pretendiendo poner la razon al alcance del pueblo, se usaba de su lenguaje, (66) y este ejemplo que despues ha sido seguido por todos los partidos, no solo no ha conducido al fin propuesto, sino muy al contrario, únicamente ha servido para aumentar los errores populares, y ha cer olvidar todas las reglas de decencia y decoro á los escritores

(65) Imprimiōse esta célebre produccion en la imprenta de Arizɣe. 1810 México.

(66) Entre estos se distinguió el diálogo entre el coronel Chepe Michiljuiyas y Pancha la Jorobadita, escrito por el Dr. Pomposo y dedicado al respeta ble público. El virrey tuvo el buen sentido de no permitir saliese la 2a parte, á pesar de haber pretendido autorizar el escritor el soez y chocante lenguaje de que usó para el pueblo, con el verso de Horacio "Quem paenes arbitrium est, et jus et norma loquendi." Me he detenido en dar alguna idea de estos impresos, porque ellos hacen conocer el espíritu de aquel tiempo, y se me dispensará por haber empleado algunas páginas en lo que forma muchos voláme

nes.

Hizo el virrey que tambien los diputados nombrados para las cortes, dirigiesen la voz á sus comitentes, exhortándolos á permanecer tranquilos y á esperar de la sabiduría del congreso de que iban á ser miembros, el remedio de todos los males. (67) El virrey, á todas las razones que en estos escritos se presentaban contra los intentos de los revolucionarios, quiso agregar otra medida de que se prometia sin duda mayor efecto, y fué ofrecer en la proclama con que hizo saber por bando el levantamiento del cura Hidalgo, un premio de 10.000 ps. á los que lo entregasen vivo ó muerto, con sus dos compañeros Allende y Aldama, concediendo además todas las gracias y distinciones debidas á los que con tal hecho serian considerados como restauradores del sosiego público, y prometiendo el indulto á los que habiendo seguido el partido de la revolucion, entregasen á aquellos jefes. (68)

Muchas fueron las protestas de fidelidad que el virrey recibió de varias corporaciones, en especial de las repúblicas de indios de Querétaro (69) y sus cercanías; de las de Chalco, Nopalucan y Tepeaca, de las parcialidades de San Juan y Santiago de México, (70) y del Ayuntamiento de Tlaxcala. Este recordaba los señalados servicios y acendrada lealtad de los antiguos tlaxcaltecas, (71) y en prueba de estar aquel cuerpo animado de los mismos sentimientos, entregó á disposicion del virrey dos emisarios de Hidalgo que habian ido á seducir á aquellos vecinos, llevando papeles revolucionarios en el hueco de unas cañas que les servian de bastones. (72) Los nombres de Magiscatzin y Coateutli, tan célebres en la antigua república, aparecian ahora entre las firmas, sin omitir el Don, que

(67) Exhortacion que los diputados para las próximas cortes hacen a los habitantes de las provincias de la Nueva España. 1810. Imprenta de Arizpe. Es una especie de sermon contra la soberbia, origen de todos los males, apoyado en textos de San Pablo, exhortando á la concordia y sumision & las autoridades.

(68) Bando de 27 de Setiembre. Gac. de 28 del mismo, núm. 110, tom. 1o, fol. 696.

(69) Gaceta, t. I, fs. 898 y 127, f. 903.

(70) Gaceta núm. 110, fol. 800, y núm. 119, fol. 846. Todas las gacetas de aquel tiempo están llenas de estos documentos.

(71) Gaceta núm. 119, fol. 847, y núm. 121, fol 864.

(72) Gaceta núm. 129, fol. 913. Los emisarios se llamaban Pedro Esteban, gobernador del pueblo de Sichú, y otro indio del mismo pueblo llamado José Maria Santos.

hacia conocer la antigua nobleza heredada de sus ascendientes, á quienes la habia concedido Cárlos V. Estas protestas eran entón. ces sinceras, y esta disposicion de ánimos en algunos pueblos de indios, se conservó como en el de Zacapuaztla y otros, durante toda la revolucion.

que

Por lo que hasta ahora va referido, pueden conocerse las fuerzas, tanto físicas como morales, con que cada partido entraba en la lucha que iba á empeñarse. Contaba el virrey con diez ó doce mil hombres distribuidos en diversos puntos, tanto de tropa de línea como de milicias, de cuya fidelidad dudaba; pero que no faltando ésta tenian á su favor, aunque en tan escaso número, la superioridad de las armas, el hábito de la obediencia y la costumbre de la disciplina: Hidalgo arrastraba tras de sí á toda la gente del pueblo, excitada con el atractivo de la licencia y del saqueo, y su ejército se componia de una multitud de hombres mal armados, sin órden sin arreglo, y aunque se le unieron algunos cuerpos de milicias, éstos no conservaban su organizacion y espíritu militar. Sostenia al partido español el respeto que impone un régimen antiguamente establecidos però los últimos sucesos habian debilitado mucho este prestigio, y la falta de la persona del rey, hacia no se tuviesen por legítimos los gobiernos establecidos para representarlo y que tomaban su nombre: la revolucion tenia en su apoyo el espíritu de independencia, que en los dos años que habian trascurrido desde la prision de Iturrigaray, se habia generalizado y no bastaban á sofocar todos los impresos que el virrey habia. hecho derramar copiosamente. Uno y otro partido invocaba la religion: las armas de ésta habian sido empleadas por la Inquisicion y los obispos en favor de la causa de España, pero el conocimiento de sus censuras no alcanzaba á la masa del pueblo que habia tomado las armas, y su fuerza se hallaba debilitada por la opinion de que el uso que de aquellas se hacia era ilegal, por emplearse en propio interes y en causa enteramente política. Por una parte, pues, estaba la masa del pueblo fuertemente movida por un poderoso aunque bastardo interés; por la otra un corto número de soldados y todos los europeos, para quienes era esta cuestion de vida ó muerte: ésta ontaba con el alto clero haciendo tronar los rayos de las excomu

niones; aquella era favorecida en gran parte por el clero inferior más en contacto con el pueblo: la primera hallaba en todas partes una predisposicion favorable, mientras que la segunda tenia que invocar principios que las circunstancias, el amor propio y la ambicion, habian ido muy de antemano socavando.

Pero antes de entrar en la complicada relacion de los sucesos que tienen que ocuparnos, es indispensable fijar los nombres con que han de ser designados estos partidos, que vamos á ver chocar uno con otro; designacion que en las guerras civiles es una parte de la guerra misma, porque ella envuelve la calificacion de los mútuos derechos y pretensiones. La que frecuentemente se ha usado por varios escritores posteriores á la independencia de españoles y americanos", no solo es falsa sino que induce en un error histórico de grave trascendencia, siendo así que eran americanas las tropas que por uno y otro lado combatian, (73) sin más diferencia que en las del gobierno muchos de los jefes y algunos oficiales eran europeos, pero los más de éstos eran españoles americanos, (74) y todos los soldados, cabos y sargentos pertenecian á la clase de mestizos ó las otras castas, particularmente á la de mulatos. El virrey Venegas aplicó á los independientes el nombre de insurgentes," porque acabando de llegar de España, habia visto que este mismo era el que daban los franceses á los españoles que contra ellos peleaban. Tal nombre no significo propiamente más que el hecho de levantarse, ó ponerse en actitud hostil, y tanto por esto, como por ser el que se encuentra en todos los impresos y documentos de aquel tiempo, es el que daré á los que siguieron el partido de la revolucion, llamando realistas al bando contrario. El primero conviene tanto más al partido que con él designo, cuanto que en sus principios, la revolucion no tenia objeto determinado: los que la dirigian proclamaban una cosa contraria á la que era su intento reali

(73) Aun cuando más adelante empezaron á venir algunas tropas de Espafia, el mayor número era de americanas, no habiendo pasado nunca aquellas de once a doce mil hombres, mientras que las mexicanas ascendieron á treinta mil y muchos más realistas levantados en las haciendas y los pueblos.

(74) Para distinguir á los europeos de los americanos, en lo sucesivo al nombrar por la primera vez á algun jefe europeo, le pondré la señal (e) para distinguirlo de los americanos, á los que no pondré señal alguna.

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