Imágenes de páginas
PDF
EPUB

que hizo á Terán, para hallarse en el paseo de la Viga con armas y caballo en la tarde del 3 de Agosto, lo que confesó aunque atenuando el cargɔ que le resultaba y sosteniendo que no habia tenido conocimiento de la trama, sino en aquella misma mañana por aviso que le dió uno de los reos prófugos llamado Alquicira, el fiscal D. José Ramon Oses, hombre más inclinado siempre á la lenidad que al rigor, solo pidió contra él la pena de seis años de presidio. Luego que se esparció entre los españoles, y en particular entre los jóvenes del comercio, la voz de que no se pedia por el fiscal la muerte de Ferrer, siendo grande el deseo que tenian de que recayese un castigo ejemplar sobre algun abogado, por los muchos que de estos habia comprometidos en la revolucion y otros en mayor número que ocultamente la favorecian y fomentaban, fué grandísima la irritacion que se manifestó, y tanta, que habiendo ocurrido muchos al virrey, se dijo entonces que para calmarla, éste les aseguró que si la sala del crímen, á la que pasó la causa la junta de seguridad cuyas facultades no se extendian á juzgar sino solo á prevenir los crímenes, no imponia á Ferrer la pena capital, él lo haria. Debian pronunciar la sentencia el oidor Bataller, español, presidente de la sala, y los dos alcaldes de corte Yañez y Torres Torija, ambos americanos. Bataller, que era al mismo tiempo juez de un juzgado en que estaba empleado Ferrer, (44) quiso preparar en favor de éste á sus conjueces, soltando la especie de que convendria desterrarlo á donde pudiese ganar su vida con el ejercicio de la abogacía; pero no obstante esa indicacion, los dos votos de aquellos fueron conformes en la pena de muerte, con lo que Bataller absteniéndose de dar el suyo, firmó yeno de pesar la sentencia. (45) Al hacérsela saber á Ferrer, puesto de rodillas como se acostumbra en los tribunales españoles, cayó sin sentido y con la cabeza hizo pedazos el papel que contenia aquella, en cuyo estado

(44) Es el juzgado de bienes de difuntos; en el que Ferrer era sustituto del abogado fiscal: Ferrer vivia en México, en la calle de la Joya.

(45) Todos estos pormenores los debo al Sr. Dr. Puchet, muy distinguido juez de letras de esta capital, que en calidad de agente trabajaba con Bataller, á quien debió mucha confianza. Al vólver del tribunal le dijo Bataller: "Ferrer va al palo, y lo despachan sus paisanos," y ea seguida le contó todo lo referido.

[ocr errors]

se conserva en el archivo. (46) A la misma pena fueron condenados Ignacio Cataño y José María Ayala, cabos de granaderos del regimiento del Comercio; Antonio Rodriguez Dongo, en cuya casa eran los juntas; Félix Pineda y José María Gonzalez, concurrentes á ellas, y otros varios á presidio y á otras penas menores, asistiendo á presenciar la ejecucion de los primeros. (47) Esta se verificó en la mañana del 29 de Agosto en la plazuela de Necatitlan, en la que se dispuso para dar garrote á Ferrer, conforme à su calidad noble, un cadalso vestido de negro, al que fué conducido en mula con gualdrapa negra: los otros cinco debian ser ahorcados, pero habiendo probado los parientes de Cataño que éste tambien era noble, fué ejecutado con la misma distincion que Ferrer. Desplegóse para este acto un grande aparato militar, llevando delante de los ajusticiados una pieza de artillería, con órden de hacer fuego sobre el pueblo si se notaba algun movimiento: ninguno hubo sin embargo, y el pueblo no solo no manifestó inclinacion hácia la conspiracion, sino más bien interés por la conservacion del órden y por la persona del mismo virrey, si se ha de estar á lo que éste asienta en su proclama de 6 de Agosto, (48) en la que manifestando la conducta de lenidad que se habia propuesto seguir; la frecuencia con que habia ofrecido el indulto á los insurgentes, despues de cada vic toria ganada sobre ellos: las pocas ejecuciones que en la capital habia habido, á pesar de tener en las cárceles tantos individuos cogidos á las puertas de ella con las armas en la mano: anuncia el castigo de los que no obstante su moderacion habian presistido en conspirar, y da gracias al pueblo, especialmente al de los barrios, por la fidelidad con que habian presentado sus pechos desnudos y por esto más apreciables, cuando se creyó que el enemigo se acercaba, y por el nuevo testimonio que de ella había dado, contribuyendo á descubrir una conspiracion tramada por personas de mayores luces, lo que las hacia más criminales. Ferrer, cercano al suplicio, dirigió una proclama á sus compatriotas, reconociendo la (46) Así lo dice Bust., pero en el archivo general no he encontrado la causa, que acaso está en el de la audiencia.

G

(47) Morante fué condenado á esta pena como los demas, para disimular que habia sido el delator, y como tal percibió los dos mil pesos de premio del consulado. Ha muerto hace poco tiempo,

(48) Gaceta de 10 de Agosto, núm. 95, fol. 711.

justicia con que se le castigaba, y procurando resarcir con este testimonio público de su arrepentimiento, el daño que habia causado con su inclinacion á la revolucion. (49)

En cuanto á los religiosos agustinos, el proceso siguió trámites más dilatados por la intervencion de la jurisdiccion eclesiástica. Si habia empeño en presentar á un licenciado en el cadalso, no lo habia menor y por las mismas causas de que subiesen á él los tres frailes. (50) Así fué que aunque el provisor Dr. Bucheli y conjueces, sentenciaron en 19 de Setiembre al P. Castro á la degradacion y entrega al brazo secular, y á los otros dos, Negreiros y Rosendi, á deposicion de todo ejercicio de órden, dignidad, oficioy beneficio á reclusion por varios años en los conventos de su órden en Manila; se pidió por la sala del crímen la entrega de todos, aunque contra los dos últimos no habia otro cargo que el de no haber denunciado la conspiracion, de que les dió conociminto el P. Castro la víspera de la ejecucion de ella. Esto dió lugar á varios recursos de fuerza y consultas á los ebispos de Puebla, Oaxaca y Monterrey, (51) y por último el virrey, no creyendo conveniente dar en México el espectáculo de la ejecucion de un eclesiástico, los mandó á todos á la Habana, reclusos en el convento de su órden en aquella ciudad, habiendo muerto el P. Castro en el castillo de Ulúa antes de su embarque. El P. Negreiros se condujo con tal debilidad en la secuela del negocio, que no solo se delató él mismo á su prelado ántes de ser descubierto, sino que en el curso de la causa denunció á diez y seis individuos de su hábito, aun por mínimas sospechas, de que resultó que seis de ellos fueron reducidos á prision.

Este fué el desenlace de una conspiracion, á la que juzgada hoy con la imparcialidad de la distancia á que de aquellos tiempos estamos, parece que se dió entónces más importancia que la que merecia. Aunque se creyó que tenia parte en ella gente de mayor influjo, la que apareció era de poquísimo valer, siendo los más distinguidos el Lic. Ferrer y los religiosos agustinos, de los cuales el

(49) Hállase en la gaceta de 31 de Agosto, núm. 104, fol, 784.

(50) En la correspondencia de Venegas con Cruz, manifiesta el primero el mismo deseo, y el pesar que tuvo al saber que el P. Navarrete se habia escapado de las inmediaciones de Valladolid, pues queria hacer un ejemplar con él. (51) Tengo todas estas piezas recojidas con cuidado por mi hermano el Dr. Arechederreta.

P. Negreiros, segun él mismo dijo, habia sido nombrado teniente de caballería: todos los concurrentes á las juntas eran artesanos, ó malhechores prófugos de las cárceles, no contando con más armas que dos trabucos, comprados por el llamado "Brazo fuerte," ni con otros medios de conmover al pueblo que repartir en los barrios escarapelas de oropel. La prision del virrey hubiera podido lograrse con un golpe atrevido como lo tenian proyectado, y lo demás hubiera sido obra de la confusion que aquel suceso hubiera causado; pero no parece que hubiesen estado tomadas las medidas adecuadas para tal empresa, no obstante estar tan cercano el momento de la ejecucion. Si esta hubiese tenido efecto, la ciudad hubiera sido victima del más completo desórden, y hubiera sufrido desde entónces todos los males que le estaban reservados para épocas posterio

res.

CAPITULO V.

Instalacion de la junta de Zitácuaro.-Hácese nombrar Rayon presidente de ella y por sus asociados á Liceaga y Verdusco.-Títulos que toman Rayon y la junta.-Carta de la junta á Morelos, á quien nombra cuarto individuo de la misma y teniente general.-Temores del virrey y proclama de Calleja con este motivo-Marcha Castillo Bustamante á Michoacan.-Acciones de Santiago Undaméo, Acuitzio y la alberca de Zipiméo.-Ocupan los insurgentes el cerro de Tenango en el valle de Tolnca.-Atácalos Porlier y es rechazado.-Ataques d● Toluca.-Dispone Calleja su mar cha sobre Zitácuaro.-Ataca Albino García á Guanajuato.-Prevenciones de Calleja para atacar á Zitácuaro.

Rayon, con mejores luces que los demás que habian tomado parte en la revolucion, conocia que ésta no podia hacer verdadero progreso, no obstante las ventajas obtenidas en el Sur por Morelos, y por él mismo y ántes que él por López en Zitȧcuaro, mientras no hubiese un centro de autoridad de quien todos los jefes dependiesen, y que pudiese dirigir uniforme y acertadamente todos los movimientos: en una palabra, mientras no hubiese algo á que pudiera darse el nombre de gobierno. Intentó, pues, formarlo, siendo su plan que la autoridad recayese en él mismo. Todos los creadores de gobiernos y fundadores de repúblicas, se tienen siempre por más dignos que otro alguno de ocupar el supremo puesto: Bernardin de St.-Pierre, que pasó su juventud proyectando repúblicas en Crimea y en Madagascar, cuando la hora del desegaño llegó, á la vista de los horrores de la revolucion francesa, con la ingenuidad, que acostumbra confiesa, que en todos los planes que formó, nunca pensó pudiese él mismo ocupar otro lugar que el de presidente. En esta vez la pretension de Rayon era fundada; y la ambicion particular estaba conforme con la conveniencia pública, lo que no suele ser comun, pues no habia entre todos los jefes insurgentes ninguno que pudiese desempeñar como él el gobierno; pero necesitaba revestirse de un nuevo título, pcrque la autoridad que tenia delega da por Allende é Hidalgo y el carácter de ministro del último, no era ni reconocida aquella ai respetado éste por ninguno de sus compañeros.

« AnteriorContinuar »