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visto que no fué éste ni el solo ni el primer ejemplo de mentidas ofertas de esta índole en aquella época.

La sensacion fatal que habia hecho en Valencia el infortunio de Castalla, se templó en mucha parte con el arribo á las aguas de Alicante de una espedicion anglo-siciliana, que se hubia estado preparando en Palermo con 6.000 hombres de desembarco. De alli habia partido á Mahon, donde se le reunió la division de Whittingham que ocupaba las Baleares, compuesta de 4.500 hombres. Mandaba la espedicion el teniente general Maitland, y desde Mahon se habia dirigido à la costa de Cataluña con ánimo de desembarcar en el Principado. Mas los generales españoles, Lacy, Eroles y demás que alli guerreaban, indicaron al gefe británico que el pais prefería sostener la lucha con las fuerzas de sus propios naturales para no llamar tanto la atencion del enemigo, y persuadiéronle de que sería mas útil para la causa de España su presencia en Alicante. Dióse por convencido Maitland, hizo rumbo á esta plaza, y desembarcó en ella sus tropas (10 de agosto). Unidas con las nuestras avanzaron tierra adentro, obligando á Suchet á reconcentrar las suyas en San Felipe de Játiva y sus contornos, donde recibió refuerzos y levantó obras de defensa, dispuesto á resistir á los aliados.

No tuvo necesidad de ello, porque noticiosos los nuestros de que el rey José marchaba de Madrid con el ejército del centro sobre el reino de Valencia, replegáronse otra vez sobre Alicante. Hemos referido ya la llegada de José á Valencia, su union con el mariscal Suchet (1.o de setiembre), la concurrencia del mariscal Soult procedente de Andalucía, y la del conde de Erlon, viniendo de Extremadura, la entrevista de los generales en Fuente la Higuera, el plan de campaña que acordaron, y las operaciones que de sus resultas emprendieron. En su consecuencia nuestras tropas de la costa oriental redujéronse á permanecer unas en Alicante, á correrse otras á la Mancha, donde se incorporaron al general inglés Hill, tomando después parte en los sucesos de Castilla que ya conocemos. El mando del 2.0 y 3.er ejército nuestros, que eran los que por la parte de Valencia operaban, se confirió despues de la separacion de O'Donnell á don Francisco Javier Elío, que habia regresado del Rio de la Plata, donde recordarán nuestros lectores haberle destinado el gobierno de Cádiz.

En cuanto á las demás provincias á que se estendia el mando del mariscal Suchet, á saber, Aragon y Cataluña, los sucesos militares del resto de este año 1812 no tuvieron ni con mucho la importancia de los de las Castillas y las Andalucías, los dos núcleos de la lucha durante todo el segundo semestre. La

monio público de su aprecio, la secretaría marqués de Casa-Irujo, á quien exoneró do del Despacho de Estado, en reemplazo del ella.

Regencia habia dado la comandancia general de Aragon á don Pedro Sarsfield, que en su virtud pasó allá desde Cataluña, teatro ántes de sus operaciones, llevando consigo algunos cuadros de aquel ejército compuestos de gente veterana y aguerrida. Su primer golpe en Aragon fué apoderarse de Barbastro (18 de setiembre), y de los acopios que alli habian hecho los enemigos. Redú-、 jose lo demás hasta fin del año á sorpresas, reencuentros, rebatos y peleas parciales, pero frecuentes y casi continuas, á propósito para traer en inquietud y desasosiego perpétuo á los contrarios, ya alternando, ya obrando de concierto en este género de guerra, y ayudando á Sarsfield, por puntos diferentes, Mina, Villacampa, Gayan, Duran, y á veces tambien el Empecinado, amenazando poblaciones importantes, y poniendo en ocasiones en cuidado hasta la misma Zaragoza.

Continuaba Lacy en Cataluña, incansable y activo, el mismo sistema de guerra que habia emprendido desde que nos tomaron los franceses todas las principales ciudades, plazas y puertos. Reducido á las fuerzas y recursos del pais, cuyo espíritu mantenia admirablemente, ayudábanle en esta dificil tarea con eficacia suma caudillos tan enérgicos y briosos como el baron de Eroles, Manso, Milans y otros que allí trabajaban, y auxiliándole algunas veces por mar un comodoro inglés que corria aquella costa. Fat gados los generales franceses de las tramas que contra ellos se urdian á cada paso en el pais, solían ensangrentarse contra los que ó eran ó se figuraban ser conspiradores, y con fundamento, ó por mera apariencia, ó por simple denuncia los encarcelaban y perseguian: pero entonces Lacy publicaba, segun costumbre de nuestros caudillos, un edicto conminando con crueles represálias, ante cuya actitud solian contenerse y enfrenarse un poco los franceses.

Tales fueron los sucesos militares de alguna cuenta en las diferentes comarcas que hemos recorrido, y en que principalmente lucharon este año las fuerzas contendientes. Al terminar aquél hizo la Regencia una novedad en la distribucion de los ejércitos, reduciendo á cuatro de operaciones y dos de reserva los que antes constituian siete de igual clase, aunque de importancia no igual por su número y por su objeto. Formáronse ahora del modo siguiente. Era el primero el de Cataluña, cuyo mando se dió al general Copons y Navia. Ilizose el segundo de los que antes eran segundo y tercero, y continuó á las órdenes del recien nombrado general en gefe don Francisco Javier Elío. Mandaba el que antes era cuarto y aliora tercero el duque del Parque. Formóse el cuarto de los anteriores quinto, sesto y sétimo, que siguió rigiendo Castaños. Los dos de reserva habian de organizarse, uno en Andalucía y otro en Galicia, al mando aquél del conde de La Bisbal que acababa de ser regente, y éste de don Luis Lacy á quien hemos visto hasta ahora mandando en Cataluña. Consi

guiente al nombramiento de generalísimo hecho en lord Wellington se ponia á sus inmediatas órdenes una fuerza de 50,000 hombres.

Puede decirse que pertenece á este año, aunque se publicó en los primeros dias de enero de 1813, un decreto de las Córtes autorizando á la Regencia á nombrar á los generales en gefe de los ejércitos de operaciones capitanes generales de las provincias de los distritos que se les asignaban, y disponiendo que en cada una de ellas hubiese un gefe político y un intendente, y que éstos, asi como los alcaldes y ayuntamientos, hubieran de obedecer las órdenes que en derechura les comunicára el general en gefe respectivo del ejército de operaciones, en todo lo concerniente al mando de las armas y al servicio del mismo ejército, quedando á aquellos en todo lo demás libre y espedito el ejercicio de sus facultades (1).

«Tal fué (dice un historiador francés, resumiendo los resultados de la campaña de este año, y á su testimonio nos remitimos) esta triste campaña de 1812, que despues de comenzar con la pérdida de las plazas de Ciudad-Rodrigo y Badajoz, dejadas imprudentemente al descubierto por nosotros, ya para tomar á Valencia, ya para encaminar parte de nuestras tropas hácia Rusia, se interrumpió un momento, tornó á ser proseguida, y señalóse por la pérdida de la batalla de Salamanca, de resultas del alejamiento de Napoleon, de la autoridad insuficiente de José, de la negativa de varios generales á aprontar socorros, de la lentitud de Jourdan, de la temeridad de Marmont: campaña que terminó por la salida de Madrid, por la evacuacion de Andalucía, por una reunion de fuerzas, que, si bien tardía, pudiera hacer expiar á lord Wellington sus harto fáciles victorias, si la condescendencia de José y de Jourdan, al discernir el buen partido que debia tomarse y no osar hacer que prevaleciese, no produjera la última desgracia de ver á un ejército de 40.000 ingleses escaparse de 85.000 franceses colocados sobre su línea de comunicaciones. Asi este año de 1812, los ingleses nos tomaron las dos plazas importantes de Ciudad-Rodrigo y Badajoz, nos ganaron una batalla decisiva, nos quitaron á Madrid por un instante, nos obligaron á evacuar á Andalucía, nos desafiaron hasta Burgos, y volviendo sanos y salvos de tan atrevida punta pusieron de manifiesto la debilidad de nuestra situacion en España, debilidad debida á muchas causas deplorables, si bien referentes á una sola, al descuido de Napoleon, que, grande como era, no poseia el don de ubiquidad, y no pudiendo mandar bien desde Paris, menos lo podia desde Moscou; que resolviéndose al fin á fiar su autoridad á su hermano, no se la delegó plena, por desconfianza, por prevencion, por no se sabe qué enfado inoportuno...>>

(1) Dacreto de las Cortes de 6 de enero de 1813.

Aludiendo luego á la desastrosa campaña de los ejércitos franceses en Rusia, que coincidió con sus pérdidas en España, añade: «Tantos sucesos deçastrosos en el Norte, fatales cuando menos en el Mediodía, debian producir y produjeron una viva emocion en Europa... A cierta especie de alegría delirante se entregaba la Inglaterra, que, olvidando que su hueste había tenido que salir de la capital española, solo pensaba en el honor de haber entrado; que despues de restituir al gobierno de Cádiz la ciudad de Sevilla, se lisonjeaba de ́ haber asi libertado la península de sus invasores; que tras de alentar mucho la resistencia del emperador Alejandro sin esperanza alguna, se hallaba poseida de asombro al saber que sobre el Niemen tornábamos vencidos... Estupefacta Alemania del espectáculo que tenia ante los ojos, empezaba á creernos vencidos, aun no se atrevia á creernos arruinados, se abandonaba á la esperanza do que asi fuera, al ver desfilar unos tras otros á nuestros soldados extraviados, helados, hambrientos, siempre aguardaba á ver por fin asomar el esqueleto del grande ejército, y no viéndolo llegar nunca, empezaba á juzgar verðadero lo que publicaba el orgullo de los rusos, y que ni este esqueleto existia...» Asi se combinaron los desastres de Francia en España y Rusia á fines de 1812,

CAPITULO XXII.

CORTES.

EL VOTO DE SANTIAGO.

MEDIACION INGLESA.-ALIANZA CON RUSIA.

1912.

(De junio á fin de diciembre.)

Tareas legislativas -El Tribunal de Guerra y Mariua. - Regiamento del Consejo de Estado. Declárase á Santa Teresa de Jesús patrona de España.-Premios al patriotismo y la lealtad.-Sentencia contra el obispo de Orense. - Abolicion del Voto de Santiago.-Tratado de amistad y alianza entre España y Rusia.-Medidas sobre la contribucion extraordinaria de guerra. Disposiciones electorales. - Providencias sobre administracion de justicia.-Debates sobre los que habian recibido empleos y gracias del gobierno intruso.-Diferentes decretos sobre la materia.-Censura que por ellos se hizo á las Córtes en opuestos sentidos.-Felicitacion de la princesa del Brasil á las Córtes.-Carta de gracias de éstas.-Propósito que aquella envolvia.-Sus pretensiones á la Regencia definitivamente desechadas.-Mediacion de Inglaterra para reconciliar las provincias de Ultramar.- Marcha que llevó esta negociacion.-Conducta poco generosa de la Gran Bretaña.-Recelos de los españoles.-Término que tuvo este negocio.-Nuevas medidas en favor de los indios.-Abolicion de los mitas.-Repartimiento de tierras -Cultó que las Córtes daban á la Constitucion.-Providencia rigurosa que tomaron contra los diputados ausentes.-Presenta la comision de Constitucion su famoso informe sobre la abolicion del Santo Oficio.-Señálase dia para su discu¬ sion. Fin de las tareas legislativas de 1812.

Habian entretanto proseguido las Córtes sus tareas legislativas, ya masregularizadas que al principio, aunque ingiriéndose con frecuencia entre las discusiones propias de los trabajos de organizacion política muchos asuntos ó estraños ó incidentales, como casi siempre acontece en estos cuerpos, y entonces más por las especialísimas circunstancias en que, el pais se hallaba, y

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