Imágenes de páginas
PDF
EPUB

guardia espedicionaria y alguna caballería en Rusafa; la 4. division espedicionaria en el arrabal de Cuarte, con órden de auxiliar á Mahy en el caso de ser atacado; la reserva del 2.o ejército dentro de la ciudad. El cuartel general se estableció en el convento extramuros del Remedio. De las milicias honradas del pais que fueron convocadas, solo acudió el batallon de San Felipe de Játiva, y algunos trozos de las de otros pueblos; pero compuestos de hombres de todas edades y estados, y armados solo con chuzos y muchas escopetas, calculó Blake que no podian servirle, y ordenó que se restituyeran á sus hogares. Toda la fuerza española disponible llegaria apenas á 22.000 hombres. La posic on del ejército español era no obstante superior á la del francés, en tanto que aquél permaneciese atrincherado, pero esta ventaja la perdia en el momento que sal ese de sus líneas para tomar la ofensiva. Asi era que ni el general español trataba de salir de ellas mientras no variasen las circunstancias, ni el francés acometia á este mismo ejército que habia vencido el 25 de octubre, conociendo el esfuerzo de que era capaz al abrigo de los atrincheramientos. Ambos obraban con la prudencia de espertos generales.

A fines de noviembre movióse en auxilio de los suyos el general D' Armagnac, adelantándose habia Utiel y Requena con todas las guarniciones que por recogido de la Mancha. Noticioso Blake de este movimiento, ordenó á Freire que desde Murcia se dirigiese al rio Cabrial, y á Zayas que desde Valencia le saliera al encuentro. Esta combinacion trastornó el plan de D'Armagnac, en términos que permitió á Zayas volverse á Valencia, quedando Freire á mitad del camino, porque era otra vez necesaria su cooperacion. Tuvo además Blake que desprenderse de 1.200 hombres que dió al conde del Montijo para que pasase á Aragon á fin de conciliar los gefes militares que andaban por allí desavenidos, retirándose Mina á Navarra, obrando separadamente Duran y el Empecinado, y para que viese de sacar quintos de aquel reino, y concertar en fin cómo llamar por aquella parte la atencion del enemigo. Entretanto solo se le reunian á Blake algunos dispersos, pero refuerzos formales de los que con instancia habia reclamado al gobierno no llegaba ninguno.

Mas afortunado el mariscal Suchet, como que importaba tanto á Napoleon ganar á Valencia y progresar en España para imponer respeto al norte de Europa que le estaba amenazando, supo con júbilo que venian á engrosarle la division de Severoli, procedente de Aragon, y la de Reille, de Navarra, con fuerz、 entre ambas de 14.000 hombres. La de D'Armagnac amagaba tambien por Cuenca, aunque contenida por Freire; pero al mismo tiempo del ejército francés de Portugal destacaba Marmont una fuerte columna que atravesando la Mancha cayese sobre Murcia. El 24 de diciembre llegaron á Segorbe las divi

siones de Severoli y Reille, y el 25 comenzaron á incorporarse al ejército do Suchet, quien de este modo juntaba 35.000 combatientes de tropas las mas escelentes y aguerridas. Blaque se preparó para combatir ó retirarse segun las circunstancias lo exigiesen, aunque harto preparado estaba quien pasaba todas las noches con los caballos ensillados, y al amanecer visitaba la batería del mar, donde le llevaban los partes de todo lo ocurrido durante la noche. Pero ni en aquella noche del 25 advirtieron los nuestros movimiento alguno del enemigo que les indicára intencion de ataque, ni en la mañana del 26 imaginaba Blake lo que estaba ocurriendo, cuando le sorprendió una comunicacion de Mahy haciéndole presente la poca fuerza de que disponia y el mal estado en que decia hallarse, indicando la conveniencia de abandonar los atrincheramientos de Manises, San Onofre y Cuarte. En efecto, aquella mapor tres puentes que los enemigos habian echado durante la noche pasaron el rio por la parte superior á fin de evitar el laberinto de las acequias, acometiendo el estremo de nuestra izquierda el general Harispe, que aunque rechazado al principio por los ginetes de don Martin de la Carrera, y tendido en el suelo su general Roussard por el brioso soldado del regimiento de Fernando VII. Antonio Frondoso, rehecho después y recobrado Roussard, obligó á don Martin de la Carrera á retirarse en direccion de Alcira. Pero fué lo peor, que acometido Mahy por el general Musnier en Manises y San Onofre, aban. donó despues de corta resistencia aquellas posiciones que se tenian por las mas fuertes, y se retiró tambien hácia el Júcar por Chirivella, de modo que cuando lo supo Blake advirtió que los franceses ocupaban á Cuarte, y comenzaban ya á salir de dicho pueblo.

ñana

De otro modo se condujo Zayas en Mislata, escarmentando la division de Palombini, arrojando una brigada enemiga contra el Guadalaviar, y haciéndola perder hasta 40 oficiales, con la circunstancia de haber despedido por innecesaria la gente que Mahy le envió para sostenerse. Mas si bien aparecíamos victoriosos por aquel lado, no sucedia así por otras partes. Adelantado Harispe sobre Cataroja, dueño Musnier de Manises y San Onofre, y arrojados los nuestros de Cuarte, la division de Reille marcha a en direccion de Chirivella teniendo que proseguir May á las riberas del Júcar, con Carrera, Creagh, Villacampa y Obispo. El mariscal Suchet, que con sus ayudantes y una pequeña escolta se habia metido en Chirivella y subidose al campanario para observar desde allí las dos orillas del Turia, corrió gran pel gro de ser cortado por un batallon español que se acercaba en ademan de penetrar en el pueblo. Por fortuna del mariscal francés la escasa gente que le escoltaba se apercibió de ello, y dejándos ver de modo que aparecia estar ocupada por los franceses la poblacion, engañó á los nuestros, que con aquella idea se alejaron.

Tan inesperados sucesos hicieron vacilar á Blake, que viendo no ser ya posible intentar una accion general, faltándole las tropas del 3.er ejército y la caballería, y no pudiendo concurrir oportunamente las que quedaron en Valencia, despues de algunas dudas creyó que lo mas prudente y menos arriesgado era recogerse con las fuerzas de Mislata á Valencia, para deliberar allí lo que podria ser mas conveniente al ejército y á la ciudad misma, y así lo verificó con las divisiones de Zayas, Lardizabal y Miranda, encerrándose en los atrincheramientos esteriores desde enfrente de Santa Catalina hasta Monte Olivet. Con lo cual, y con haber logrado el general francés Habert, aunque á costa de afanes y riesgos, y de sufrir el fuego de nuestra escuadrilla, ocupar la derecha del Guadalaviar casi á la boca del descargadero, y poniendo el mayor ahinco en darse la mano con los de su nacion que habian forzado nuestra izquierda, alcanzaron el objeto que se proponian, que era el de acordonar la ciudad, mucho más hallándose en ella el general Blake y siendo el afan y el empeño de Suchet ver cómo se apoderaba de su persona.

Al mismo Suchet le habia sorprendido la rapidez de los sucesos, pues nunca creyó encontrar tan poca resistencia en los atrincheramientos españoles de la izquierda. En cuanto á Blake, que obró como quien ignoraba la reunion de las divisiones Reille y Severoli al ejército francés, como quien no tenia noticias de los tres puentes echados por el enemigo durante la noche sobre el Guadalaviar, y como quien esperaba que en todo evento Mahy sostendria mejor las posiciones de Manises, San Onofre y Cuarte, tan pronto como se retiró á Valencia congregó á todos los gefes y oficiales superiores para deliberar lo que convendria hacer en tan críticas circunstancias. Trazóles el cuadro que à sus ojos ofrecia la nueva situacion, atendida la calidad de los cuerpos que com. ponian el ejército, y la de las tropas que guarnecian la ciudad, la naturaleza de las fortificaciones, los víveres con que se contaba, la ignorancia en que se hallaba del paradero de Mahy, y espuestas estas y otras consideraciones propu so á la junta las cuestiones siguientes: 1.a Si Valencia podia ó nó defenderse: 2.a Si convenía que el ejército permaneciese en las líneas, ó se abriese paso al través de los enemigos: 3.a En este último caso, ¿cuándo convendria verificar la salida?-Respecto á la primera, convinieron todos en que las fortificaciones de Valencia no podian considerarse sino como un campo atrincherado de grande estension, incapaz de resistir un sitio en regla sin esperanza de pronto socorro. En cuanto á la segunda y tercera, opinaron todos, á escepcion del general Miranda, que era preciso salir de las líneas, y salir lo mas pronto posible, dejando en la ciudad algunas tropas, para resistir á un golpe de mano. Pero suspendióse la salida por aquella noche, ya por tener tiempo para ra

cionar las tropas, ya por no conocerse bien las posiciones de los enemigos, y no esponerse á malograr la empresa.

Con esto, y con haber querido Blake retirar la artillería á lo interior de la ciudad sin alarmar á los enemigos, y tomar otras semejantes precauciones fuese difiriendo la salida hasta la noche del 28, pero se dió lugar con esto á que los franceses situaran sus principales campamentos en el camino real de Madrid, y en los de la Albufera y Mislata, y á que hicieran cortaduras, no solo en las avenidas, sino hasta en las calles mismas de algunos arrabales, dificultando cada vez más la salida. Era, sin embargo, preciso acometerla. Pareció lo menos arriesgado ó mas practicable verificarlo por la puerta y puente inmediato de San José, camino de Burjasot, en direccion á Cuenca, donde se hallaban los generales Freire y Bassecourt. Empleó Blake el dia 28 en introducir disimuladamente la artillería de línea en la ciudad, en racionar y municionar la tropa espedicionaria, en señalar á cada division el órden en que habia de marchar y el punto de reunion en todo evento, habiendo de llevar cada una su compañía de zapadores para los pasos dificiles, dando instrucciones á don Carlos O'Donnell, que con la reserva habia de quedarse en la ciudad, sobre el modo como habia de defenderla y de obtener una capitulacion honrosa en el caso de tener que evacuarla, y previniéndole tambien que convocárá una junta general del ayuntamiento, prelados y prohombres de los gremios. Llegó en esto la noche: la hora señalada para romper la marcha eran las diez, mas por aquellos incidentes irremediables en casos de tal naturaleza se difirió hasta las doce. Movióse pues la division de vanguardia mandada por Lardizabal, v á la cabeza de ella el brigadier Michelena.

Resueltamente traspuso Michelena el puente sin que pareciera apercibirso el enemigo. Siguióle Lardizabal; pero mas adelante tropezaron con el agua derramada de la acequia de Mestalla que les entorpecia el paso. Michelena sin embargo arrostra por todo y avanza: encuentra un piquete enemigo, le habla en francés y prosigue: en Beniferri se halla con una patrulla francesa, la lleva consigo, y cuando apercibidos los soldados de la poblacion comienzan á hacer fuego, ya no le alcanzan los tiros y logra llegar salvo á Liria. Pero Lardizabal en esta ocasion se muestra menos resuelto y titubéa: parte de sus tropas se de tiene, Y embaraza la cabeza de la 4.a division, que llegando al puente se encuentra como obstruida en él; el fuego de los enmigos se aumenta; se oye tocar generala; la columna retrocede à repasar el puente, donde todos se agolpaban. Blake, que con su estado mayor presenciaba el desfile situado cerca del baluarte de Santa Catalina, comprende haberse malogrado su plan, calcúla todas sus consecuencias, y da órden para que las tropas ocupen de nuevo sus atrincheramientos, y hace salir otra vez la artillería de la ciudad, resuelto

á defenderse sin renunciar á la esperanza ¡vana esperanza en verdad! de tentar la salida otro dia y en momento acaso mas feliz. Solo el intrépido Michelena habia salvado todos los obstáculos con unos 400 hombres. Frustrada esta tentativa, Valencia y el ejército iban á verse en gravísimo compromiso.

Desde la mañana del 29 comenzaron á advertirse en la población síntomas de inquietud; disgusto por la salida intentada, y oposicion á que se pensára en otra nueva: resolucion de los habitantes á defenderse, y al propio tiempo desconfianza del ejército, y principalmente del general en gefe: consecuencias todas muy comunes, y casi naturales en los pueblos, cuando ven crecer para ellos el peligro por resultado de una batalla perdida ó de una operacion malograda; aparte de la buena ocasion que se les presenta á los aficionados á sembrar cizaña y á los interesados en promover disturbios. Con el doble objeto de aquietarlos y de mostrar serenidad y confianza recorrió Blake la ciudad solo y á pié, pasando después á situarse en el arrabal de Ruzafa, centro de la línea. Mas aquella noche se reunió la junta popular que él habia mandado crear al partir, aunque innecesaria yá despues de su regreso. Reinó en ella gran fermentacion, quiso asumir en sí el mando, y acordó enviar cuatro com:siona➡ dos á reconocer la artillería, examinar el estado de la línea, é inspeccionar el servicio que hacian las tropas en los atrincheramientos. A la una de la noche se presentaron estos comisionados al general en gefe: eran frailes dos de ellos, y acompañábanlos doce ó quince menestrales. Blake detuvo á tres de los comisionados, dejando al cuarto en libertad para que fuese á ánunciar á la junta lo distante que se hallaba de consentir en sus imprudentes pretensiones, y envió los acompañantes al general Zayas, encargándole los pusicse en los parapetos y los hiciese alternar en el servicio con los soldados para que vieran prácticamente cómo éste se hacia y desfogáran asi los ímpetus de su patriotismo.

Todavía despues de disuelta la junta y sosegados los primeros síntomas tumultuarios, se propuso en la mañana del 30 otro pensamiento, que aunque estraño é irrealizable, se comprende en un pueblo exaltado, y que tenia una razon especial para temblar á la idea de una invasion francesa y al peligro de ser sacrificado en venganza de los asesinatos horribles ejecutados en 1808 en los de aquella nacion. El pensamiento que se propuso fué el de salir todo el pueblo en masa unido á la guarnicion á atacar al enemigo en sus campamentos. No le fué difícil á Blake desvanecer tan extravagante proyecto; pero al mismo tiempo esta disposicion de los ánimos le hacia imposible pensar en abandonar la ciudad ni en intentar nueva salida con la tropa. Naturalmente aquellas disidencias influian desfavorablamente en el espíritu del soldado, y

« AnteriorContinuar »