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contribuyendo no poco á su disgusto la prision de algunos indivíduos de la nobleza á quienes se acusaba de conspiradores.

La flota enemiga intentó algo respecto á Cádiz y á la isla de Leon, pero no obteniendo el resultado que se prometia, dirigióse hácia Alicante, donde fue rechazada con gran entereza.

No sucedió lo mismo en Altea y en Denia. En el primer punto presentóse un capitan del regimiento de Saboya, el cual recibió armas, proclamas y pertrechos de guerra para levantar partidas en aquellos sitios, y en Denia contando con el gran apoyo de la poblacion, desembarcaron proclamándose solemnemente al Archiduque Carlos III de Austria, como rey de España.

Nombraron por Gobernador á un valenciano llamado Juan Bautista Baset, y la escuadra siguió su rumbo.

-De modo que Denia fue la primera ciudad que se rebeló contra Felipe V.
-Sí, señores.

-No lo olvidarémos para el dia en que lleguemos á ella en nuestro viaje.

-Bien pronto el reino de Valencia se puso en movimiento; el capitan de Saboya no habia perdido el tiempo, y bastantes partidas de paisanos armados á la lijera recorrian el territorio, sembrando la alarma y el trastorno por doquier.

El marqués de Villagarcía, Virey de Valencia, dirigióse con algunas tropas á sofocar aquella naciente insurreccion, pero bien pronto tuvo que desmembrar sus fuerzas para mandar parte de ellas á Aragon, donde tambien se advertia algun movimiento, quedándose solamente con la poca gente que mandaba el mariscal de campo don Luis de Zúñiga y un regimiento de caballería que mandaba el coronel D. José Nebot. -Bien pocas tropas por cierto para extinguir tan terrible incendio.

-Sin embargo, mucho se hubiera conseguido si la traicion no las hubiera desmembrado. El marqués de Villagarcía se dirigió sobre Denia, y cuando ya tenia apretados á los rebeldes, el catalan D. José Nebot se pasó á los rebeldes con sus soldados, cogiendo prisionero al general Zúñiga con todos los suyos.

-¡Caramba! Golpe fatal debió ser ese para la causa de Felipe V.

-Ya lo creo; no tardaron mucho los rebeldes en apoderarse de Gandía, donde se apoderaron de la artillería que el antiguo duque D. Francisco de Borja hizo fabricar en el siglo XIV, y con ella artillaron á Alcira que les franqueó sus puertas. Valencia no tardó en pronunciarse, y el conde de Cardona sustituyó al marqués de Villagarcía, nombramiento Mientras tanto en Cataluña ocurrian tambien graves acontecimientos. Mas simpatías que en Valencia tenia en el Principado el Archiduque, y el mal gobierno del virey D. Francisco de Velasco contribuyó doblemente á escitar los ánimos, en térmi– nos que solo se esperaba un momento favorable para rebelarse abiertamente.

que, hecho por los rebeldes, fue sancionado despues por el Archiduque.

No me detendré, amigos mios, á detallar á Vds. todas las fases de aquel período porque cuando lleguen á Barcelona, al enterarse de su historia, lo encontrarán sobradamente detallado, solamente les diré que el 22 de agosto de 1705 fondeó en la playa barcelonesa la escuadra aliada, y que el 17 de setiembre, sin que la muerte del prín

cipe de Darmstad, ocurrida en el asalto de Monjuich, lo impidiera, fue este castillo tomado á pesar de la resistencia de sus defensores, y que el 5 de noviembre del mismo año hiciera su entrada pública el Archiduque, en medio de los vítores y aclamaciones de la multitud.

-De modo que el resto de Cataluña seguiria bien pronto el ejemplo de la capital. -Ya lo creo; la insurreccion cundió tan rápidamente que, á escepcion de Cervera, que opuso alguna resistencia, y de la importante plaza de Rosas, que se mantuvo fiel, todo lo demás aclamaba y reconocia al Archiduque.

-Mal ejemplo para los aragoneses.

-Sin embargo, si habian jurado ser leales á Felipe V, no cometerian una felonía -dijo Azara.

-No se ofenda V., amigo mio-repuso D. Cleto dirigiéndose al aragonés,-pero sus paisanos no obraron tampoco como debian; es verdad que á ello contribuyeron mucho las instigaciones de la multitud de agentes austriacos que circulaban por todas partes. La villa de Alcañiz dió el ejemplo, y bien pronto Caspe, Monroy y otros lugares de importancia se sublevaron.

- Pero no siguió el ejemplo el resto del reino.

-La nobleza dióse prisa á contener aquel incendio, armando por su cuenta varias compañías sueltas á las cuales añadió Zaragoza algunas tambien, pero esto no impidió que todo el condado de Ribagorza se pusiese en armas, y que si se conservó la plaza de Jaca se debiera al oportuno socorro del Gobernador francés del Bearne.

El espíritu de rebelion dominaba tanto en Aragon como en Cataluña y Valencia, y en prueba de ello que al llegar el mariscal de Tessé á Zaragoza con las tropas que de Portugal conducia á los sitios amenazados, negáronles el paso por la poblacion diciendo que era contra fuero, y les escatimaban hasta los mantenimientos necesarios.

-Si que iba poniéndose de mala cara el negocio para el nieto de Luis XIV. -El conde de Sástago, el de Cifuentes, y el marqués de Coscojuela, fomentaban esta resistencia, y aun cuando el capitan general conde de San Esteban de Gomaz lo sabia y cogió la correspondencia de estos magnates, nada se pudo hacer contra ellos por no contravenir los fueros.

-Pues, dígole á V. que era una ganga; con que ellos tenian derecho para conspirar contra el Rey, y este no le tenia para castigarles.

-Así opinó el consejo de Aragon, y el Monarca no tuvo mas remedio que confor

marse.

-Ya no me extraña que hubiese tanta fermentacion en Aragon.

—La influencia de estos magnates dejábase sentir de un modo extraordinario, y sus consecuencias no pudieron menos de ser terribles.

Cuantas órdenes y pragmáticas emanaban del Rey, no se cumplian, pues ellos hacian para que se levantase contra ellos una oposicion formidable que impedia su cumplimiento.

-¿Y por qué usar de tantas contemplaciones cuando se advertia una hostilidad tan marcada?

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T. I.

-El general, á pesar de la oposicion que habia para la entrada de las tropas de Tessé, como quiera que las necesitaba para poder obrar tanto respecto á los de dentro como á los de fuera, dispuso que penetrasen algunos batallones, y esto produjo un trastorno, pues dos compañías fueron materialmente destrozadas, y el mariscal de Tessé y sus oficiales corrieron gran riesgo de ser asesinados.

-¿Y no se castigaron tamaños desmanes?

-Cuando las tropas se disponian á hacerlo, la ciudad proclamó el privilegio de la veintena, por el cual ella misma habia de castigar á los culpables, sin que pagasen los inocentes (1).

-Pero el Rey...

-El Rey trató de conquistarse el aprecio de los zaragozanos accediendo á su peticion.

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-Creo que esto produciria el efecto contrario, pues quizás lo achacasen á debilidad. -Ya lo creo; á la par que á esto accedia el Rey, Huesca, Teruel, Daroca y otros

(1) Este fuero consistia en que siendo en otro tiempo bastante frecuentes los tumultos en Zaragoza sin que se consiguiera por los medios ordinarios el castigo de los culpables, pues, ó se ocultaban, ó bien pagaban, como vulgarmente se dice, justos por pecadores, D. Alfonso el Batallador, accediendo á la peticion de la misma ciudad, en Fraga dió un privilegio para que en tales casos la ciudad se congregase eligiendo veinte consejeros para que se informasen minuciosamente de lo ocurrido, y sin terminar la junta ni otra forma de proceso castigasen, á los autores

pueblos se sublevaban, y las conspiraciones seguian, y el Rey aparentaba que nada veia por temor de dar mayor cuerpo al incendio.

El Rey salió por fin á campaña y se dirigió hácia Barcelona, cuyo sitio dió principio con ventaja, pero que tuvo que abandonar repentinamente, tanto por los refuerzos que por mar recibieron los aliados, cuanto por la exacerbacion de los naturales.

Coincidió con esto la noticia de la toma de Alcántara por los portugueses, donde cogieron prisioneros ocho batallones de la mejor infantería con que contaba España, y que los lusitanos, envalentonados con este triunfo, se dirigian hacia la Corte. -¡ Caramba! todas las calamidades parece que se habian reunido para desplomarse sobre el trono del rey Felipe.

-i

-Así fue que no tuvo mas remedio que retirarse precipitadamente.
-¿Por dónde?

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-Terrible seria aquella retirada y desastrosa para nuestro ejército, pues harto sabemos que semejantes movimientos son siempre favorables para el que ataca.

-Ya lo creo; caminos estrechos, llenos de ramblas, quebrados y á veces desconocidos se prestaban mucho para que el enemigo ofendiese impunemente, y para mayor desventura hubo al dia siguiente, eclipse total de sol, y la imaginacion, abultando aquel fenómeno, á la vez que en nuestros soldados influia para desanimarles, encendia doblemente el ardor de los contrarios.

Desde Perpiñan marchó Felipe V á Madrid donde le recibieron con el mayor afecto á pesar de su desgracia, y no tardó mucho tiempo en saber que Zaragoza, siguiendo el ejemplo de la mayor parte de las poblaciones del reino, habia aclamado por su rey al Archiduque.

-¿Y el resto de España ?

-Fiel; todas las provincias acudian con socorros al Monarca; levántaban regimientos; nobles y plebeyos, eclesiásticos y estudiantes se regimentaban, y veíase al obispo de Cartagena mandar las milicias leales de Murcia, y á la nobleza de Madrid disponerse para salir á campaña. Unicamente los reinos de los fueros, los que mas deferencias habian merecido del nuevo Rey, fueron los que mas se distinguieron en esa fratricida lucha.

XXX.

Favorable cambio en pro de las armas de Felipe v.-Batallas de Almansa y Brihuega.

D. Cleto se detuvo por espacio de algunos minutos.

El relato que venia haciendo era sobradamente largo, y requeria un poderoso esfuerzo de imaginacion poder recordar tantos y tan múltiples acontecimientos.

de la asonada. Para esto la ciudad armaba á las personas de mas confianza, quienes, precedidas de un estandarte, salian, hacian su alarde y se volvian á retirar, llegando despues el verdugo y ahorcando al reo ó reos de la primera reja ó balcon que se encontraba.- Fueros del reino de Aragon.

Nuestros amigos emitieron sus opiniones sobre los sucesos que acababan de escuchar, y cuando el anciano hubo reposado, dijo:

-Vamos, señores, vamos y terminemos, que el tiempo adelanta con sobrada rapidez y todavía tenemos algun camino que recorrer hasta llegar á la accion de Brihuega. -Cuando V. guste.

-La situacion del Monarca no era nada satisfactoria; el marqués de las Minas avanzaba, al frente de su triunfante hueste, hácia Madrid, mientras que el Archiduque tambien preparaba su viaje á la que ya creia capital de sus Estados.

Felipe V deseaba salir á campaña, y para poder obrar mas desembarazadamente decidió que la Reina y los consejos se trasladasen á Guadalajara, lo cual se verificó el dia 20 de junio de 1706. De este acontecimiento ya nos ocuparémos cuando recorramos la historia de aquella poblacion de la cual nada les he dicho.

-Es verdad, y nosotros esperábamos encontrarnos de regreso en aquella ciudad para ocuparnos de ella.

-Prosiguiendo mi relato, al muy poco tiempo de abandonar los Reyes la corte, llegaron á las puertas de ella los aliados, y el marqués de Fuente Pelayo, que era el corregidor, siguiendo las instrucciones que le dejara el Monarca, les franqueó la entrada al objeto de que no se cometiesen desmanes de ningun género.

El recibimiento que se hizo á los aliados no pudo ser mas frio, y la ceremonia de la proclamacion apenas tuvo nadie que la presenciara, y no me detengo en comunicar á Vds. mas detalles sobre este acontecimiento porque seria privar de interés á sus ojos la historia de Madrid, en la que han de encontrar muchos y muy ricos detalles.

-Tiene V. razon. ¿Y permanecieron mucho tiempo fuera de su corte los Monarcas legítimos?

-Unos cuatro meses, aun cuando fue mucho menos el tiempo que la corte estuvo dominada por las tropas del Archiduque.

El Rey dispuso, para mayor seguridad, que la Reina y los consejos se trasladasen á Búrgos, y bien fuera por efecto de estas traslaciones, bien por las voces esparcidas por los contrarios, las defecciones en el campo de Felipe eran en gran número, llegando al extremo de que el regimiento de caballería de las Ordenes militares desertaba dirigiéndose hácia Madrid.

El Rey, que se habia detenido en el monasterio de Sopetran, del cual ya tendrémos ocasion de hablar porque no está muy lejos de aquí, reuniendo á sus oficiales y demás indivíduos que le acompañaban, manifestóles su resolucion de morir antes que salir de España (1).

-Semejante resolucion encenderia doblemente el ardor de su ejército.

-Si, señores; y verdaderamente que lo necesitaba, porque los reveses aumentaban en una progresion aterradora.

Los aliados y sus partidarios catalanes y valencianos cometian toda clase de exac

(1) «Si no me quedara-dijo el Rey—mas tierra que la necesaria para poner los piés, alli moriria con la espada en la mano defendiéndola.>>

Lafuente. Hist. de España, p. 3, lib. VI.

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