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ciones en Valencia, mucho mas desde que el conde de las Torres se vió obligado á levantar el sitio de Játiva para dirigirse con sus tropas hacia Castilla. Orihuela habia tomado partido por el Archiduque, y el conde de Santa Cruz, gobernador de las galeras de España, que acababa de recibir cincuenta y siete mil pesos para el socorro de Oran que estaba cercada por los moros, se pasó con la armada á los enemigos, y les facilitó los medios de apoderarse de Cartagena

Murcia y Alicante estaban amenazadas muy sériamente, y se temia que cayesen, como al fin sucedió, en poder del contrario.

Al mismo tiempo el Archiduque, que se habia detenido en Zaragoza para recibir los homenajes de aquellos naturales, salió de esta capital el 24 de julio con direccion á la corte, objetivo de los tres ejércitos de los aliados, que eran, el que de Portugal venia mandando el marqués de las Minas, el de Valencia que estaba á las órdenes de Peterborough, y el que seguia al intruso soberano.

-Ya era apurada la situacion.

-¡Oh! pero ni las provincias leales ni el Monarca se amilanaron por esto. Felipe se consumia en Atienza, donde irémos tambien, esperando los refuerzos que le enviaba Luis XIV, y llegaron estos al mismo tiempo que los portugueses del marqués de las Minas se situaban entre Guadalajara' y Jadraque para recibir al Archiduque, á quien creian ya en camino y que permanecia aun en Zaragoza.

Los generales aliados, comprendiendo que su situacion no era nada favorable, máxime siendo tan aguerrido el ejército español y las pocas simpatías que disfrutaban entre los naturales, decidieron emprender la retirada, incendiando las casas que encontraban en el camino, lo que sirvió á nuestros soldados para conocer sus designios y lanzarse á picarles la retaguardia, lo cual fueron haciendo hasta Guadalajara.

Entonces fue cuando destacándose algunas tropas del ejército de Felipe, se dirigieron á Madrid y arrojaron de él á los partidarios de Cárlos, aclamando con entusiasmo á su legítimo Monarca y quemándose solemnemente el estandarte, acta y retrato que sirvieron para la proclamacion del Archiduque.

-¿Pero qué hacia este?

-Precisamente llegó por estos dias á Guadalajara, y al ver el ejército de Felipe y saber la ocupacion de Madrid, tuvo por conveniente no intentar nada respecto á él y marcharse, como así lo verificó acampando entre el Tajo y el Jarama.

Los españoles fueron en su seguimiento, y reforzadas sus huestes con algunos batallones de la Mancha y los que constantemente suministraban las demás provincias, pusieron en gran aprieto á los enemigos que apenas podian considerarse dueños de territorio que pisaban.

La multitud de partidas sueltas que por todas partes vagaban, entorpecian las comunicaciones de los aliados, se apoderaban de sus convoyes, les causaban contínuas bajas y no les dejaban respirar.

En este estado el Archiduque apresuró su retirada, viéndose en algunos momentos tan comprometido que, para poder escapar á la persecucion que sufria, tuvo que correr sin descansar toda una tarde y noche à fin de ganar el pueblo de Campillo de Altobuey.

- Bueno hubiera estado que le cogieran.

-Pero en cambio, huyendo los unos y avanzando los otros, iban aquellos dejando en poder de estos armas, municiones, víveres y utensilios que les embarazaban en su marcha, hasta que consiguieron internarse en el reino de Valencia.

-

En este movimiento de avance de las tropas castellanas mandadas por el duque de Berwick, se ganaron las plazas de Elche, Murcia, Orihuela y Cartagena, donde se encontraron gran número de cañones.

-Gran número de prisioneros podrian hacer los nuestros en ese movimiento de avance, picando siempre la retaguardia del contrario y siendo tan prolongado como fue. -Ya lo creo; se calcula que se cogieron al enemigo desde Jadraque hasta Elche, mas de doce mil hombres.

-Que ya es una cifra regular.

-Y sobre todo lo que se levantó el espíritu de las provincias afectas á Felipe.
-¿Qué hacia este entretanto?

-Se reunió con la Reina y juntos hicieron su entrada solemne en la corte el dia 27 de octubre, si la memoria no me es infiel, que no lo creo, porque hasta ahora en bien poco me lo ha sido.

-Y diga, Sr. D. Cleto, ¿qué suerte tenian entretanto las armas españolas fuera de nuestro país?

-Desgraciadísima, amigos mios; ni los auxilios del Monarca francés, ni los esfuerzos de los tercios españoles podian obtener ventajas sobre los ejércitos de aquellos poderosos aliados, así fue que con la derrota del mariscal francés Villeroy, en Ranillieres, Malborough se apoderó de todo el Brabante; la Flandes española dejó de pertenecernos, y tanto nosotros como los franceses tuvimos que evacuar el Piamonte, mientras que en Nápoles y en Milan se proclamaba al Archiduque.

-Vea V. ahí perdidas en un momento posesiones que tantos sacrificios nos habia costado.

-Entretanto en España habian estado ambos beligerantes haciendo preparativos para la nueva campaña.

-¿Seguian ocupando las mismas posiciones?

-Sí, señor; al empezar la nueva campaña, el duque de Orleans penetró en España, esperándose su llegada en el campo español para dar comienzo á las operaciones. El marqués de las Minas y Galloway hicieron algunos movimientos que obligaron al duque de Berwick á situarse en Almansa.

Los aliados, que sabian que el duque de Orleans se aproximaba con refuerzos, intentaron dar la batalla antes, y los nuestros que no lo esquivaron, esperaron valientemente el ataque, del cual no me ocupo porque por demás tendrán Vds. ocasion de enterarse minuciosamente cuando visiten aquella poblacion y admiren el monumento conmemorativo elevado en el campo de batalla.

-¿Cuándo tuvo lugar ese notable hecho de armas?

-El dia 25 de abril de 1707.

-¿Fueron muchas las pérdidas del contrario?

-Doce mil prisioneros; entre ellos cinco tenientes generales, toda la artillería y

cien estandartes y banderas.

-Gran efecto causaria esta nueva tanto en España cuanto fuera de ella.

-El efecto de España se vió inmediatamente. Requena, Valencia, Alcira y Játiva fueron ganadas con mas o menos esfuerzo, y el duque de Orleans, al frente del ejér– cito de Aragon, se apoderó de Calatayud, rindió á Zaragoza, y unidos al fin los dos ejércitos de Berwick y Orleans, redujeron porcion de poblaciones tanto aragonesas como catalanas, y terminó la campaña con la toma de Lérida y sumision consiguiente de casi todo el llano de Urgel.

-Desanimados estarian los aliados con tan repetidos reveses.

-Sucedia entre ellos lo mismo que entre los partidarios de Felipe. Unos y otros habian abrazado sus respectivas causas con un entusiasmo extremado, y los reveses en vez de abatirles prestábanles mayor esfuerzo.

-Y díganos V., D. Cleto, ¿qué providencias tomó el Rey con los reinos de Valencia y de Aragon que tan mal se portaron con él?

-Todo eso lo encontrarán Vds. mejor y es mas conveniente para Vds. mismos, en las respectivas partes históricas de Zaragoza y Valencia; yo únicamente les diré que, en castigo de su rebeldía, dió el Rey un decreto por el cual se les quitaban los fueros y privilegios de que disfrutaban.

-Bien hecho.

-Sin embargo, con esto tambien se castigaba a los pueblos y personas que le fueron fieles, por lo cual tuvo que dar algunas disposiciones aclaratorias.

-¿De modo que con estas ventajas la guerra iria ya en decadencia?

-No, señores; por el contrario, las intrigas palaciegas, la resolucion de Luis XIV á instancias de La Maintenon de ajustar la paz, aun cuando para ello tuviera que sacrificar á su mismo nieto, retrasaron mucho las operaciones, y despues mostráronse muy desfavorables á Felipe.

-Cómo, dice V., ¿ Luis XIV habia cambiado de opinion?

-Felipe V tenia tambien grandes enemigos en Francia, entre sus mismos parientes, que le envidiaban; por otra parte, las pérdidas de Francia eran enormes, y todo esto contribuyó á que se oyesen ciertas proposiciones hechas por los aliados, que si Luis XIV las rechazó, fue, merced á la noble actitud que tomó el Consejo, y á la resolucion mostrada por el pueblo de sostener y morir en defensa de Felipe, y á la que este mismo manifestó de no abandonar á España que tan noble y generosa se le mostrara.

-Lo que voy viendo en todo lo que V. nos relata-dijo Azara,-es que Felipe V habia llegado á comprender perfectamente el carácter español.

-Y á amarle mucho mas que á los franceses, y prueba de ello que en cuanto pudo se desembarazo de ellos.

-Mientras tenian lugar esas negociaciones, ¿tuvo lugar algún hecho de importancia por parte de nuestras tropas?

-Sí; se recuperó Alicante.

-¿Y qué resultado tuvieron al fin aquellas negociaciones?

-Que se rompieron del todo; que los aliados aprestaron nuevas fuerzas; que Francia nos abandonó; que Felipe formó todo el gobierno, español; que los hombres que lo componian eran, ó incapaces, ó afectos al partido del Archiduque, como sucedió con el duque de Medinaceli, á quien se vió obligado á prender; que los generales españoles no eran aptos para dirigir la guerra al punto que llegara, y que todas las ventajas obtenidas á consecuencia del triunfo de Almansa se perdieron, poniendo otra vez al Rey en una situacion sumamente crítica.

-¿Sufrieron algun descalabro nuestras armas?

-Mas de uno, y desastrosos todos. Primeramente ante los muros de Balaguer, en cuyo ataque se obstinó el marqués de Villadarias, á quien el Rey confió el mando del ejército sin tener en cuenta que por su culpa se perdiera Gibraltar, y despues en Zaragoza de donde tuvo que pronunciarse todo el ejército en terrible retirada.

—De modo, que otra vez quedó la capital de Aragon en poder del Archiduque. -Si, señores; y muy pronto lo estuvo tambien Madrid, pues Felipe no tuvo mas remedio que sacar de allí á la Reina y al Consejo, y llevarlos á Valladolid. -¿Fué el Archiduque à Madrid?

—Sí, señores; pero tan resentido estaba con el recibimiento de la corte, y tan poca seguridad tenia en ella, que se trasladó á una quinta de las inmediaciones.

-¿Con que tan hostil le era?

-Tanto, que las tropas no tenian seguridad en ninguna parte; los soldados desaparecian sin saber cómo por mas bandos y por mas amenazas que se hacian al vecindario, al mismo tiempo que las partidas sueltas que vagaban por los alrededores molestando sin cesar á los enemigos contribuian al malestar de estos, y á que el Archiduque conociera prácticamente las simpatias que tenia su contrario.

-¿Qué hacia Felipe entretanto?

-Organizar su ejército.

-¿Y lo consiguió?

-Si, señores, merced al genio eminentemente organizador del conde Aguilar pudo reunir en muy poco tiempo mas de cuarenta batallones.

-Pero si no habia generales que los mandasen & de qué podian servir tan nobles y generosos esfuerzos?

-Para esto escribió Felipe á su abuelo, y la nobleza suscribió tambien otra carta en el mismo sentido, pidiéndole, que ya que no mandase tropas enviase algunos generales entendidos.

-¿Y accedió?

-Sí; el duque de Vendôme vino, y concertado el plan de batalla vieron los aliados que no les era posible sostenerse en medio de un país que tan contrario les era. -¿Se marcharian de Madrid?

-Si, salieron, diciendo el Archiduque que se iba á hacer fuerte en Toledo, puesto que su posicion era mas segura, y apenas salió de Madrid los repiques de campanas con que la poblacion aclamaba á Felipe, llegaron á sus oidos.

-¿Fué efectivamente à Toledo?

-Alli fuéron sus generales Stanhope y Staremberg, pero él emprendió el camino de Zaragoza y desde allí fué á Barcelona.

-¿Y Felipe?

-Movióse inmediatamente, penetró en Madrid, estuvo allí tres dias y salió en persecucion del ejército enemigo.

-¿Con el general francés?

-Iban unidos, y su intencion era la de cortar algun cuerpo enemigo, lo que segun el plan que tenian concertado era infalible.

-De modo que otra vez la suerte parecia mostrarse favorable al Monarca español. Y lo que es desde ahora ya no se le obscureció mas.

-Prosiga V., D. Cleto, prosiga V.―dijeron á la vez nuestros amigos.

-El dia 7 de diciembre de 1510 supieron que el general inglés Stanhope habia entrado con ocho batallones y otros tantos escuadrones, que componian la retaguardia del ejército aliado, en esta villa de Brihuega.

-¡Hola! ya llegamos al episodio de esta poblacion.

-En el cual me detendré algo, porque él fue indudablemente el precursor de los que le siguieron inmediatamente.

XXXI.

Algunos detalles sobre la memorable batalla de Brihuega.

-Stanhope confiaba en que pronto seria socorrido por Staremberg, y en esta creencia se fortificó en la poblacion.

El duque de Vendôme dió órden al marqués de Valdecañas para que corriese á interponerse entre ambos generales, á fin de aislar á Stanhope, y este, cumplió con tal ligereza su encargo que, al amanecer estaba en Torija y se hallaba combatiendo el muro interceptando al inglés todas las salidas.

Al mismo tiempo Bracamonte sorprendia y hacia prisionero todo un regimiento aleman, que estaba colocado para mantener expeditas las comunicaciones entre Staremberg y Stanhope.

Este comprendió que habia llegado el momento de jugar el todo por el todo y aun cuando falto de víveres de municiones y de artillería, resolvió defenderse esperando auxilio de Staremberg, á quien despachó varios emisarios.

Felipe V acompañado de Vendôme y del resto del ejército, dió vista á la villa, y cuando supo que efectivamente Staremberg se dirigia á socorrer á su compañero ordenó el asalto.

La brecha no estaba abierta, pero era tal el deseo de combatir que tenian los soldados, que no hubo mas remedio que lanzarles sobre el enemigo.

Rompióse el fuego contra la puerta de San Felipe, y tan luego saltó esta hecha astillas, arrojáronse dentro de la poblacion las columnas de asalto mandadas por el marqués de Toy, D. Pedro de Zúñiga, el conde de Merodi y el de San Esteban de Gormaz.

30

T. I.

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