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dole con pláticas históricas, en las cuales D. Cleto demostrábales palpablemente los profundos conocimientos, que tanto respecto á su territorio como á España en general, poseia.

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El partido judicial de Atienza, situado á la parte NO. de la provincia, confina por el N. con el partido de Medinaceli, que pertenece a la provincia de Soria; por O. con el de Riaza en la de Segovia, por el S. con Sigüenza, y con el de Cogolludo por el E. -¿Qué extension abraza este partido judicial?-preguntó Castro á su entendido cicerone.

-Seis leguas y media próximamente de N. á S., diez de E. á O., ocho y media de NO. á SE. y ocho de SO. á NE., lo cual viene á formar una circunferencia de veinte y nueve y media leguas.

-Es grande.

-Ya lo creo. En este terreno debemos hacer mencion de cinco grandes sierras, de las cuales hay cuatro que constituyen, por decirlo así, los límites de otros tantos partidos judiciales, mientras que la otra corriéndose de NO. á SE. le divide por la mitad. -¿Y qué condiciones especiales tienen esas sierras, son uniformes, ó tienen algunas diferencias dignas de notarse?

-Ya lo creo, la que va de Villacadima á Sienes se compone en su mayor parte de peñascal calizo-arcilloso, berroqueño y ferruginoso de color semiencarnado en su mayoría.

Las de Alto Rey, Ocejon y la que circunda el partido judicial por la parte S. se componen de pizarra.

La poblacion del monte varía segun las condiciones de este; así es que hay pinares, robles, encinas y algunas hayas, dominando los brezos y los jarales por doquier. -¿Y el clima?

-¡Oh! duro; generalmente frio, y especialmente en la época de las nieves, se ponen algunas de estas sierras intransitables por espacio de algunos meses.

-De modo que la produccion será escasa.

– Para que puedan Vds. juzgar mejor, debo decirles, que solamente una duodécima parte de territorio se calcula que sea la feraz y verdaderamente productiva. -¡Caramba! bien poco es.

-De los montes se extrae bastante madera, pues hay plantíos muy buenos en algunos puntos mereciendo especial mencion los de Cantalojas.

-¿Y de aguas estará bien esto siendo tan montuoso el país?

-Sí, señor; cinco rios atraviesan todo el territorio, vadeables en su mayor parte, haciéndose sobre ellos algunos puentes provisionales cuando tienen crecidas.

-¿Pues no hay puentes fijos?

-Cinco; mas para el tránsito de unos puntos á otros es á veces preferible ó el vado ó el pasarlos sobre tablados ó piedras que se renuevan cuando conviene.

-Los caminos serán de herradura en su mayor parte.

-Hay tres carreteras que entran en el territorio por distintas direcciones; pero las vias de comunicacion verdaderas son de herradura y malas en general.

-Eso ya es viejo, y al hablar de caminos vecinales, en términos generales se entiende, debemos suponer que no se encuentran en muy buen estado.

-¿Qué producciones tiene el país?

-Trigo, cebada, centeno y patatas, sin contar la hortaliza que cada pueblo siembra para su consumo particular; hay algun viñedo y se cria algo de ganado.

- Pobre debe ser la existencia de estas gentes.

-Con decirles que escasamente una cuarta parte de la poblacion es la que disfruta de algunas ventajas, me parece les digo bastante; el resto vive mal y sufre muchas pri

vaciones.

-De modo, que la instruccion no estará muy adelantada.

-Poquísimo; los pueblos miserables harto hacen con pasar y no piensan mas que ó en la iglesia ó en la solana el dia que pueden disfrutar de ella. El carácter de estos naturales, por efecto del clima y de las condiciones especiales de la localidad, es indolente y perezoso.

-Y si á ello unimos la ignorancia, no ha de ser muy satisfactorio el resultado que nos dé.

Conforme habian ido hablando nuestros amigos penetraron en la poblacion, preguntando Azara :

-¿Dónde vamos á parar?

- A la posada del Cordon, donde tendrán Vds. algo que admirar.

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- Por lo visto era poblacion murada, dijo Castro indicando algunos trozos de muralla que rodeaba la poblacion.

-Y con un fortísimo castillo que ha desempeñado un gran papel en las turbulen

cias de Castilla.

La muralla de que hablaba Castro, arrancaba del castillo que se encuentra en la cima del cerro, á cuya falda se extiende la poblacion, interrumpida de trecho en trecho por varios torreones, y va á unirse á la fortaleza por el lado opuesto.

Dos puertas daban ingreso á la poblacion, las cuales se llamaban de Antequera y Salida ó Salada, porque cerca de esta habia una fuente de agua salobre.

El aspecto interior de la poblacion es bastante desagradable.

Calles mal empedradas y pendientes, caserío denegrido y de escaso gusto, con algunas ligeras excepciones; varias plazuelas, sin que la mayor ofrezca particularidad alguna, pues los soportales que la rodean son bajos y oscuros, sobre los cuales hay dos galerías, una para el Ayuntamiento y otra para el Cabildo eclesiástico; y algunos, aun cuando raros edificios notables, constituyen la villa de Atienza, triste y sin el movimiento y animacion que en otras poblaciones se advierte.

Nuestros amigos no quedaron muy satisfechos de la primera impresion, y así se lo dijeron á D. Cleto.

-Y tengan Vds. en cuenta-les contestó este,-que en España encontrarán muchas villas y ciudades por este mismo estilo, mas no las desdeñen por eso, que empezando por esta y concluyendo por aquellas, todas tienen algo que admirar, en todas hay mucho que aprender, y todas guardan en su pasado páginas dignas de atencion y estudio.

-Mucho nos alegrarémos de poder rectificar nuestra opinion,-contestó Pravia. -Mañana, cuando la visitemos detenidamente, estoy seguro que Vds. mismos me lo han de decir.

XXXIII.

Atienza. Sus templos. - Antigüedades. - Historia.

Positivamente, tanto el paisage que rodea á la villa de Atienza como su aspecto exterior é interior participan de cierto carácter agreste, sombrío, feudal, por decirlo así, que insensiblemente traen á la mente del viajero mas los recuerdos de la gótica dominacion, que los de las épocas posteriores.

Allí no se percibe nada de la característica molicie agarena; nada de la restauracion, nada tampoco de los modernos adelantos.

Respírase tanto dentro de la poblacion como en sus contornos la vida del pasado, no la vida del presente con sus agitaciones y sus goces, con sus vicios y sus adelantos. Y razon tiene Atienza para vivir con la vida del pasado, pues en él era una pobla– cion de importancia que dominaba sobre todos los pueblos fronterizos, y en cuyo recinto, al abrigo del castillo y defendida por sus murallas, habíanse ventilado cuestiones de vital interés en aquellos tiempos.

Hoy el castillo está arruinado; derruidos sus muros; sus catorce parroquias redu

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T. I.

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cidas á seis; sus calles sin animacion, y se aduerme mecida por sus recuerdos, del mismo modo que el viajero al ver sus altas torres, al detener sus miradas en la posada llamada del Cordon, y al fijarse en los oscuros y denegridos soportales de su plaza, evoca insensiblemente las sombras de los Laras, del revoltoso rey de Navarra y de tantos otros personajes, que con sus continuas revueltas y sus parcialidades la prestaron vida, animacion y movimiento.

Nuestros amigos dieron principio á sus excursiones por la misma posada que ocu- · paban.

Su denominacion proviene de un cordon de piedra que corona la puerta. La fábrica es antiquísima, suponiéndose, y no creemos que vayan muy descaminados los que así opinan, que este edificio sirvió á los judíos de lugar de contratacion ó alhóndiga, donde tenian y despachaban sus géneros.

Una de sus ventanas es arqueada con una columnita que la divide, y otra hay que da al frente de la calle, á la cual sirven de adornos primorosos relieves que figuran hojas de parra.

Encima de la ventana hay una especie de escudo, sin que se distingan armas algunas en él, y á entrambos lados dos inscripciones góticas cuyos caractéres apenas se pueden leer, y dos llaves cruzadas bajo cada inscripcion.

En la plaza hay una casa en cuya esquina se apoya un arco de indisputable mérito, llamado de San Juan, obra cuyo atrevimiento admira, pues teniendo una gran luz sin verdadero punto de apoyo, sostiene un gran peso, pues sirve de torre á la iglesia de San Juan que está situada entre aquella plaza y la plazuela contigua.

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Y ya que á este sitio llegamos, detengámonos á contemplar un momento este magnífico templo.

La fecha de su construccion piérdese en la oscura noche de los tiempos, aun cuando su arquitectura es la característica de la Edad media.

Su figura es cuadrilonga, midiendo unos ciento cuarenta y siete piés de longitud por ochenta y uno de latitud y setenta y dos de altura. Veinte robustos machones sirven de apoyo á sus paredes exteriores, teniendo doble el tejado y comunicando luz al interior varias ventanas, arqueadas unas y circulares òtras.

Las tres naves, de que consta el interior, se muestran sostenidas por veinte y cuatro columnas cilíndricas de treinta y nueve piés de altura. La nave central es algo mas alta, y mas ancha y extendida que las laterales, y la termina una media naranja ovalada.

En el altar mayor hay lienzos representando el bautismo de Jesús, su predicacion en el desierto, el martirio de san Estéban, y san Martin partiendo su capa con un pobre, y en el coro otros dos, en los que se ve á santo Tomás de Villanueva repartiendo limosnas á los pobres, y en el otro la cabeza del Bautista en el acto de ser presentada á Herodes y su esposa. Este cuadro es de mucho mérito.

Contigua á la iglesia, y comunicándose con la plaza Mayor por medio del arco de que ya hicimos mencion, existe una plazoleta donde hay plantados varios olmos y tambien tiene algunos soportales.

En esta plazuela está la Casa municipal, cuya fábrica aun cuando antigua no ofrece ninguna particularidad. En ella está el archivo del Ayuntamiento, la sala capitular y la del juzgado de primera instancia.

En el interior hay un patio con ocho columnas sosteniendo la galería superior que son bastante notables, y encima de los balcones un gran escudo de armas en bajo relieve, regularmente trabajado.

Fuera de este edificio y de las iglesias de que vamos á ocuparnos, nada mas notable queda en Atienza que el castillo, sin vida hoy, pero que en sus tiempos desempeñó un papel de sobrada importancia.

Bajo la advocacion de la Santísima Trinidad está la iglesia parroquial asentada en la parte mas alta de la poblacion, deduciéndose por un asiento que existe en el archivo de la parroquia de San Juan que se construyó por los años 1537. Consta de una sola nave y su exterior es de ciento catorce piés por treinta de ancho y treinta y cinco de altura. El coro, situado en la parte inferior de la iglesia sobre un magnífico arco de sillería, es obra de mucho mérito. Sus balaustradas son de piedra y la sillería de nogal, regularmente tallada. En esta iglesia existe la reliquia de espinas de la corona de Jesús, que antes existia en el convento de San Francisco y que á la supresion de este se trasladó al sitio en que hoy se encuentra.

La iglesia del Salvador, situada entre la de la Trinidad y Santa María, nada de particular ofrece, mas que lo mismo que es peculiar á todas las iglesias de Atienza, sus robustas y elevadas torres, verdaderos fuertes que en mas de una ocasion sirvieron para rechazar las agresiones de este ó del otro bando.

En el mismo caso que esta se encuentran las de San Bartolomé y san Gil, no conteniendo mas de notable la primera que el famoso santo Cristo, conocido vulgarmente por el santo Cristo de Atienza, el cual es objeto de una gran devocion, no solamente para el vecindario sí que tambien para todos los demás pueblos comarcanos.

La parroquia de Santa María está construida tambien en la parte mas elevada de la poblacion, al SO. del castillo. Tradicionalmente se cree que es la mas antigua de la villa, conservándose únicamente en su archivo documentos que prueban que por el año 1600 estaba unida á ella la iglesia de la Trinidad.

La única nave de que consta no encierra nada de notable. La portada que hay en la parte S. contiene una série de arquitos con figuras y adornos de bastante mal gusto. No así las pinturas del altar mayor, entre las que sobresalen el Nacimiento del Hijo de Dios y adoracion de los Reyes, obras ambas de Matías Jimeno.

Otras varias iglesias existian que han sido destruidas, debiendo hacer especial mencion del antiguo convento de San Francisco, cuyo edificio se alzaba extramuros de la villa ocupando un área de quinientos setenta y seis pasos.

La fundacion databa de 1276, quedando algunos restos que atestiguan su pasada grandeza.

El Cabildo que existe desde tiempo inmemorial, ha sufrido distintas vicisitudes, disminuyendo de tal modo el número de sus individuos, que de veinte que le componian. segun la bula pontificia, han quedado reducidos á tres.

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