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El hospital de Santa Ana, construido á expensas de D.a Ana Hernandez, está situado fuera de la poblacion, cerca de la puerta de Antequera, y es un buen edificio de figura cuadrangular, con hermoso patio y tres grandes claustros. En su capilla, donde hay una tribuna para los enfermos, se venera una preciosa escultura que se titula el santísimo Cristo del Perdon, hecha en Madrid en 1753 por el escultor Luis Salvador Carmona, obra que con sobrada razon llama la atencion de los inteligentes.

En este benéfico asilo recibense sin distincion alguna todos los enfermos, sea la que quiera su nacionalidad, que adolezcan de cualquiera de las enfermedades llamadas de san Lázaro, como son la sarna, tiña, etc. Además se asiste á los enfermos vergonzantes en sus propias casas, de una manera digna de elogio, teniendo tambien el mismo edificio un torno para los expósitos, de cuya lactancia y sostenimiento cuida el establecimiento hasta una edad regular.

Réstanos ocuparnos del castillo, á cuyo pié se extiende la poblacion como guareciéndose bajo su amparo y proteccion. Una planicie de ciento cincuenta y dos pasos de largo por treinta en su parte mas ancha, sirvió de base al robusto edificio en cuyos dos extremos de N. y S. habia dos torreones unidos por la gruesa muralla que se elevaba al borde de la planicie. En el torreon del S. estaban las habitaciones. Los algibes abiertos en la peña viva están en el centro de la esplanada y tres órdenes de murallas desprendiéndose del castillo iban a estrechar la ciudad en su seno, poniéndola al abrigo de cualquier golpe de mano que pudiera intentarse respecto á ella.

Estas murallas estaban flanqueadas por distintos torreones y las puertas de la villa con sus cubos y barbacanas correspondientes.

La inclemencia del tiempo ha destruido unos y otros, y entre las derruidas piedras del castillo habitan silenciosos reptiles, sucesores de los hombres de otras edades.

El partido judicial de Atienza es de entrada, perteneciente á la audiencia territorial de Madrid, mientras que en la parte eclesiástica depende de la diócesis de Sigüenza. El comercio es muy escaso en medio de aquellas escabrosidades, notándose alguna pequeña animacion en la cabeza del partido, á donde forzosamente acuden á surtirse de los artículos de primera necesidad los vecinos de los pueblos inmediatos, especialmente en los dias de mercado.

Hay algunos fabricantes de bayetas y telares de tejidos ordinarios. En varios pueblos del partido, como en Campisábalos, Albendiego y Somolinos, hay carpinteros que surten á muchos pueblos, no solamente de los alrededores, sino á otros mas distantes, de taburetes y mesas, y alguna fábrica de papel y un martinete de batir cobre.

XXXIV.

Páginas históricas de Atienza.

Perdida bajo el oscuro manto de los primeros siglos, apenas puede el historiador fijar de una manera cierta la fundacion, el engrandecimiento ó las vicisitudes porque atravesara la poblacion que únicamente por el siglo IX empezamos á conocer bajo el nombre de Atincia.

Aventuradas por lo tanto creemos todas las suposiciones que respecto á sus primitivos tiempos se hacen, y nosotros nos contraerémos únicamente á las noticias que ya encontramos plenamente justificadas.

Es indudable que cuando la invasion agarena existia ya Atienza, pero su fundacion ¿ fué romana? ¿ fue celtibera como algunos creen? Esto es lo que no podemos fijar, y solo sabemos que en 877 Alfonso III se la arrebató á los infieles, segun los mismos historiadores árabes que la denominaban Atincia, tal vez por corrupcion de su primitivo nombre de Tutia ó. Tithia.

Azarosa fue la suerte de esta poblacion durante todo el período de la reconquista. Almanzor la destruyó en febrero de 919; y ora en poder de los musulmanes, ora en el de los cristianos, siempre su posesion costó mucha sangre por efecto de su fortísima situacion.

En el año de 1083, D. Alfonso VI se apoderó de ella (1) definitivamente, ocupándose con gran interés en repoblarla y en restaurar su fortificacion, y compréndese muy bien que el antiguo huésped del rey de Toledo, conocedor de todos estos lugares por su prolongada estancia en Brihuega, se ocupase del asedio y toma de esta plaza por su importancia en el país.

Durante las turbulencias que ensangrentaron la minoría de Alfonso VIII, este, niño á la sazon y juguete de ambiciosos magnates y de bastardas aspiraciones, fue conducido á la villa por D. Pedro Nuñez, á fin de sustraerle á las persecuciones de que era objeto.

Como quiera que este episodio es bastante interesante y precisamente la villa de que nos ocupamos representa en él un papel de importancia, insiguiendo la idea y marcha que nos hemos trazado lo referirémos con algunos detalles.

La muerte de Sancho III de Castilla á los dos años del fallecimiento de su esposa D. Blanca de Navarra, produjo la minoría de su hijo Alfonso VIII, la mas calamitosa y desdichada de cuantas registra la historia de nuestro país.

D. Sancho habia dejado por tutor y ayo del tierno niño á D. Gutierre Fernandez de Castro, causando con ello terrible despecho á la orgullosa y altanera casa de los Laras que aspiraba á semejante tutoría.

Y su enemiga y su aborrecimiento contra los Castros fue tal, que, á pesar de que D. Gutierre procuró no darles motivo alguno de resentimiento no quitándoles las tenencias de algunos castillos que por el Rey tenian, estos exigieron mas, hasta que desembozándose abiertamente pusieron á D. Gutierre, que á toda costa trataba de evitar una guerra civil, en el caso de dimitir su cargo, confiando la tutoría del rey niño á D. García de Aza, hermano materno de los Laras.

Con esto creyó haber conjurado el mal, pero precisamente el defecto capital de don García era una credulidad extremada, y don Manrique de Lara supo con harta destreza apoderarse de hecho de la tutoría, objeto de sus ambiciones.

La guerra abierta y desastrosa entre las dos fracciones se declaró desde aquel momento.

(1) Mendez Silva.- Poblacion general de España.

Los Castros perdieron sus honores, sus empleos, cuantas dignidades ejercian, quedando tan debilitados que impetraron el auxilio del rey de Leon, tio del Monarca de Castilla.

Las calamidades que afligian á este reino y tal vez alguna otra mira menos desinteresada, movieron al leonés á entrar en Castilla á fin de obligar á los Laras á que le entregaran á su sobrino.

D. Manrique y sus parciales se retiraron á Soria, desde donde ofrecieron entregar el rey niño á su tio, á condicion de conservar todos los lugares y castillos de la Corona que le devolverian à su mayor edad.

El rey de Leon pasó á Soria á ajustar las bases de este convenio, mas cuando el niño rey, que estaba en los brazos de su tutor forzoso, vió á su tio, echóse á llorar,

y

de aquí tomaron pretexto los Laras para volverle á su palacio, donde un hidalgo llamado Pedro Nuñez de Fuente-Almexir, le cogió y envolviéndole cuidadosamente en su capa le condujo al castillo de Atienza.

Semejante falta de fe indignó al de Leon, y segun las crónicas de aquel tiempo, retó por perjuro y aleve al conde D. Manrique, el cual contestó: «Habré sido aleve, mas libré al Rey mi señor.»>

Este acontecimiento tuvo lugar en 1160.

El Monarca leonés, fuese llevado del despecho, fuese tambien por quitar prepotencia á los Laras, ó por favorecer á los Castros, se apoderó de las mejores fortalezas de Castilla, mientras que el rey de Navarra, aprovechándose de aquel general desconcierto, hacia tambien sus entradas en Castilla apoderándose y fortificando los puntos que mas le convenian.

El rey niño permaneció en el castillo de Atienza algun tiempo, desde donde le llevaron á Avila, hasta que mas tarde los Laras se apoderaron de Toledo que mantenian los Castros por el rey de Leon, terminando tan sangrienta época únicamente con la mayor edad del Monarca.

El papel que Atienza jugaba durante toda la azarosa época de la fratricida lucha entre D. Pedro I de Castilla y su hermano D. Enrique de Trastamara, era tan importante y en tanto se la estimaba, que fue una de las villas que el Rey legítimo ofreció á su hermano cuando este le sitiaba en el castillo de Montiel, como objeto á propósito para escitar su codicia, pues aun cuando la villa tomó partido por el bastardo al empezar la lucha, redújola D. Pedro otra vez á su obediencia.

Triunfante por fin D. Enrique á costa del fratricidio de que no puede vindicarle la historia, dió la mencionada villa á Beltran Claquin, á quien, segun la tradicion, debió la Corona con la vida, en la memorable lucha que sostuvo con su hermano.

Pero el guerrero francés comprendiendo que eran mejor algunos millares de escudos que no villas y lugares en las que no podia residir, vendiósela al mismo Rey con otras que así mismo le diera, por la cantidad de doscientas sesenta mil doblas.

En 1446 el rey de Navarra que se apoderara de ella algun tiempo antes, fortificóla con gran cuidado, siendo la única posesion que tenia en los dominios castellanos, pero la utilizaba de tal modo que su guarnicion haciendo frecuentes correrías por los luga

res comarcanos, manteníalos en perpétua alarma y los arruinaba á fuerza de exacciones.

D. Juan II de Castilla, obligado ya por tan inaudito escándalo, púsose sobre ella con gran golpe de soldados, y al cabo de tres meses de asedio, consiguió penetrar en ella, merced al concierto de que se nombrasen jueces árbitros que decidieran á quien pertenecia, quedando mientras tanto bajo la guarda de una tercera persona que lo fue D. María, reina de Aragon, cuñada del rey de Navarra y hermana de D. Juan II de Castilla.

Decidióse tan extraño litigio en favor de este, abonando el castellano al navarro la suma de quince mil florines por via de indemnizacion por las obras de defensa que hiciera en la plaza.

En el archivo de la villa encuéntranse entre otros privilegios y concesiones, uno fechado en Palencia á 25 de enero de 1457, por el cual D. Enrique IV concedia á la villa y sus arrabales la escepcion de toda moneda forera y de cualquier otra, quedando así mismo esceptuada de pedidos, empréstitos, servicios, tributos ordinarios y extraordinarios, exceptuando solamente las alcabalas.

Otro privilegio existe tambien dado por D. Juan 1 en 1380, por el cual constan los muchos y leales servicios que la villa prestara á D. Enrique III su padre, y en pago de los cuales eximia á sus vecinos y moradores del portazgo pedaje, pasaje, etc.

Parece que el destino de esta villa era el de andar siempre sirviendo de paga ó de recompensa para toda clase de servicios, pues el mismo rey D. Enrique IV en 1463, se la cedió á su favorito Beltran de la Cueva para recompensarle el maestrazgo que le quitaba.

Varios fueron los incidentes ocurridos en esta poblacion, hasta que en 1508 la volvemos á ver otra vez representar un papel con motivo de la prision del Obispo de Badajoz que estuvo detenido por algun tiempo en su fortaleza.

Dirigióse á Flandes el mencionado prelado con ánimo de escapar, cuando el rey Carlos I, en virtud de la autorizacion del Papa, dió encargo á Francisco Lujan, corregidor que era de las cuatro villas, para que se apoderase de él y le retuviera hasta dar cuenta al Pontífice.

Permaneció en Atienza algun tiempo, hasta que en virtud de las órdenes de Roma fue entregado al Arzobispo de Toledo para que le juzgara.

Poca importancia obtuvo Atienza desde este tiempo hasta la famosa guerra de sucesion de que nos hemos ocupado ya, y en la cual digimos que Felipe V habia permanecido algun tiempo.

Efectivamente; el nieto de Luis XIV, durante sus largos dias de adversidad, buscó un sitio á propósito para reorganizar sus huestes y poder defenderse con ventaja en el caso de ser atacado.

Ninguno mas á propósito que toda la provincia que vamos recorriendo.

Pastos abundantes, fértil suelo en algunos sitios, quebraduras, asperezas, fortificaciones robustas y ventajosamente situadas, y lealtad y afecto en los naturales; todo esto le ofrecia el territorio de la Alcarria.

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Atienza, por su castillo y por sus murallas ofrecíale seguro albergue, y en ella permaneció algun tiempo organizando las huestes que mas tarde arrojó sobre las tropas de Peterborough.

Desde entonces no registra la historia de esta villa ningun otro hecho notable, habiendo, por el contrario, dado un paso mas hacia la decadencia, hasta alcanzar finalmente los tiempos en que nosotros la visitamos.

Antes de concluir esta breve reseña histórica, debemos hacer especial mencion de Francisco de Segura, autor de «El Romancero historiador,» y «Romancero de los Reyes de Portugal,» el cual nació en la mencionada villa.

XXXV.

Riqueza mineralógica del partido judicial de Atienza.

Una nueva industria se puso en explotacion hace algunos años en el partido judicial de Atienza, industria que despues de haber tenido su época de apogeo ha ido gradualmente descendiendo, bien por la falta de vetas esplotables, bien por el desengaño que muchos indivíduos han sufrido.

Nos referimos á las minas famosas de Hiendelaencina y demás pueblos de las inme⚫ diaciones.

Pocas habrán existido que mas efecto produjeran en el mundo del negocio y de la especulacion que las de que nos ocupamos, y pocos montes habrán tenido en menos tiempo tantas denuncias como los del mencionado sitio.

En Hiendelaencina, en Congostrina, La Bodera, Robredo, Alcorlo, Villaces, Robredarcas, Gascueña y Alpedroches, hay ricos y abundantes criaderos de distintos metales, llevándose la palma el primer punto donde las minas Santa Cecilia, La Suerte, La Fortuna y otras han sido positivamente la fortuna y la suerte de algunas familias. En cambio otras, alucinadas por las ventajas de aquellas, han invertido sus ahorros, tal vez el producto de muchos años de economías y privaciones en la explotacion de vetas, ilusorias algunas veces, y el desengaño ha sido terrible.

La fiebre minera en España ha hecho felices á unos pocos, pero en cambio ¡cuántas víctimas no ha causado !

Pero sea de ello lo que quiera, como nuestra mision no es la de declamar contra ciertas debilidades humanas, deplorando las infinitas desgracias producidas por esa fatal alucinacion, debemos consignar que los descubrimientos de esos ricos filones han contribuido poderosamente á mejorar las condiciones de esas localidades donde han llevado trabajo, y como consecuencia legítima, mayor abundancia y bienestar.

La plata, el plomo, el alcohol, el cobre, el hierro grafito y carbon de piedra encerraban en su seno aquellas peladas breñas, habiéndose encontrado en algunos sitios pozos y galerías, indicio cierto de que en remotos tiempos habíanse dedicado á aquella industria, mas que los naturales, sus dominadores.

El hierro especialmente es el que domina en aquellas montañas, y en el término

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