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-Hita, como otras muchas, pertenece al pasado; y si alguna animacion, si alguna vida conserva, se la debe á las condiciones que en sí propia guardaba, y que han podido armonizarse mejor con las de la vida de hoy.

-Naturalmente, todo lo que representaba la fuerza y el poder, todo lo que demostraba el señorío prepotente de aquellos magnates, hoy ha debido sucumbir; y esos grandes templos, esos castillos, esos palacios que tanto engrandecian una poblacion, se han ido desmoronando bajo la piqueta de las ideas mas que por la fuerza material que las haya destruido.

-Hita conserva su parte agrícola, mas beneficiada hoy que es patrimonio de muchos, que está repartida entre sus trescientos vecinos, que cuando estaba en una mano sola, cuando permanecia bajo un solo poder absorbente que todo lo monopolizaba y que á nadie dejaba libertad de obrar.

-¿Es productivo este terreno?

-Regular; se coge algun trigo, caldos bastantes para que quede algun sobrante, que es lo que se exporta, y lo que constituye su comercio y permite criar ganados en un número muy crecido.

-¿Y la industria?

-Amigos mios, aquí es nula; las mas indispensables y algunos molinos harineros; fuera de eso no busquen Vds. mas.

Nuestros amigos penetraron en la poblacion, cuyas calles empinadas y nada cómodas poco de agradable tienen, y al dia siguiente se dedicaron á visitarla.

Poco, muy poco podian nuestros viajeros encontrar en la antigua cabeza del arciprestazgo, regentado un dia por el famoso arcipreste poeta.

El vetusto castillo que la dominaba, en cuya puerta de arco ojival, flanqueado por dos torreones, se ostentaba el poderoso escudo de los Mendozas, yace reducido á escombros.

La poblacion que, en forma de anfiteatro, se extendia por la montaña, se ha replegado á la parte inferior, dejando en ruinas los barrios altos, entre los cuales yace tambien envuelta aquella iglesia de Santa María, base del arciprestazgo que hemos indicado.

En la parte baja, donde hoy se recoje aquella en otros tiempos tan famosa poblacion, vénse todavía las torres renovadas de las iglesias de San Pedro y San Juan, obras que parecen ser del renacimiento.

En ambas se ven algunas lápidas sepulcrales de no muy remota antigüedad, y en la de San Pedro, bajo el pórtico, se encuentra una que lleva el nombre del arcipreste. Créese que data del siglo XII ó XIII por sus caractéres, pues carece de fecha, y únicamente tiene estas palabras:

Clemens decanus Seguntinus archipresbiter de Hita.

En esta misma iglesia hay un camarin construido á expensas de D. Antonio de Lesma y Gamboa, dedicado á la Vírgen, en el cual hay mesas de mármol, espejos transparentes y otros objetos, que creemos impropios de un templo.

El rey D. Alfonso VI arrebató la villa á los moros, y sus alcaides la defendieron contra sus antiguos poseedores, en términos de perecer Fernan Fernandez, uno de ellos á manos del infiel que derrotó á toda su hueste.

Por el casamiento de Gonzalo Yañez de Mendoza con Juana Fernandez de Orozco, descendiente de aquellos, la posesion de la villa pasó á la casa de los Mendozas, en cuyo poder continuó durante un largo espacio.

Fácil es de comprender que nuestros amigos no permanecerian mucho tiempo en Hita. Abandonaron la villa despues de su melancólico paseo por la poblacion que fue, y en el camino que habian de recorrer encontraron el monasterio de Valfermoso, fundado en 1186 por Juan Pascasio y D. Flambla su esposa, monasterio al cual se retiró por disposicion del rey D. Felipe IV, su querida la famosa actriz María Calderon, y al que con este motivo se le dió el nombre de Real.

Un poco mas léjos se encuentra el convento de benedictinos de Sopetran que en 1706 acogió benignamente á Felipe V, cuando fugitivo de su corte con su ejército escaso y cási sin elementos de resistencia, en vez de abatirse pensaba por el contrario, combatir hasta el último momento.,

La tradicion reviste de extrañas formas la fundacion de este monasterio, sin que se hayan encontrado documentos ni indicios que la justifiquen.

Dice aquella, que Alí, hijo del rey moro de Toledo, Almanum ó Almenon, en una de sus correrías por aquella comarca, llegó hasta el pintoresco valle donde se eleva el monasterio, despues de haber hecho un riquísimo botin que se puso á repartir entre sus gentes.

De pronto un vivísimo resplandor cegó á los moros.

Los cautivos, aprovechándose de esta coyuntura, rompieron sus ligaduras, y de esclavos tornáronse en señores, apoderándose de sus enemigos.

Alí, sobrecogido ante aquel prodigio, ciego como estaba, dijo que en la copa de un árbol habia visto á la Virgen María y pidió que le aproximasen á él.

Hiciéronlo así, y con sentidas frases pidió á la Vírgen que le indicase su voluntad. Entonces resonó un dulcísimo acento en medio del valle diciendo:

«No encrudezcas contra mis hijos y bautizate.»><

Y la misma Vírgen cogió de la mano al Príncipe, le llevó hasta una fuente inmediata, vertió sobre su cabeza algunas gotas de agua y recobró la vista inmediatamente, sirviéndole al mismo tiempo aquellas aguas de bautismo.

Alí cambió su nombre por el de Pedro, fué à Roma, y de vuelta de su peregrinacion edificó el santuario en el mismo lugar de su bautismo.

La iglesia del monasterio fue reedificada por el cardenal Mendoza, cuyos blasones. estaban sobre el portal cercado de una delicada orla de follaje.

Era de una sola nave el interior con un crucero ancho y esbelto, y el claustro pertenecia al órden greco romano.

De aquel delicioso asilo, de aquel templo donde un tiempo resonaron los místicos cantares; de aquellos claustros que sirvieron de mansion al Monarca español en sus largos dias de adversidad, solo quedan montones de ruinas, los reptiles se anidan en

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T. I.

tre ellas, y difícilmente puede el viajero, contemplando los escombros presentes, adivinar la grandeza pasada.

En la misma vega que circunda el monasterio, en medio de aquel valle amenísimo y encantador está la preciosa ermita llamada de la Fuen Santa.

Indudablemente esta denominacion viene de Fuente Santa, aludiendo á las aguas medicinales que hay en el mismo sitio y que en pasadas épocas atraian un considerable número de enfermos que esperaban hallar en ellas la curacion de sus dolencias.

La construccion de la ermita es del género gótico con un agimez ojival en cada costado.

Está renovada posteriormente sin que pueda fijarse la época de su restauracion. En el interior de la ermita y bajo sus bóvedas de crucería, hay una escalera que desciende hasta el manantial de que antes hicimos mencion.

Nuestros amigos completamente satisfechos de su expedicion, regresaron á Guadalajara para dirigirse desde allí á Sigüenza, último partido judicial de aquella provincia, y visitar las de Soria, Logroño y Zaragoza.

XLI.

Breve estancia en Guadalajara.

No permanecieron mucho tiempo nuestros amigos en Guadalajara.

Unicamente el necesario para dejar arregladas las condiciones para el enlace de María Antonia con Castro.

El andaluz habia escrito á su padre pidiéndole su permiso para la union que proyectara, haciéndole un elogio cumplidísimo de la mujer que eligiera, y á su vuelta encontró en Guadalajara carta de aquel en que aprobaba su eleccion, añadiéndole que à la vuelta de su viaje vendria él tambien á presenciar la ceremonia que de tal modo habia de asegurar la felicidad de su hijo.

D. Robustiana y su esposo tambien recibieron carta del rico hacendado, y ambos esposos estaban llenos de gozo por la ventura que iba á tener su hija, diciendo á cada paso la buena alcarreña aludiendo á su casual encuentro en el tren con Castro y sus amigos:

-Vamos, está visto; casamiento y mortaja del cielo baja. Quién habia de icir que mi hija habia de encontrar un marido en el tren, cuando ya estaba cási comprometida con ese zopenco de Eusebio.

Y todas sus amigotas convenian en lo mismo, y mas de una muchacha envidió la suerte que, como llovida del cielo, iba á tener María Antonia con un marido tan elegante, tan rico y tan buen mozo, que eran tres felicidades juntas.

La víspera de ponerse en marcha nuestros amigos, reunidos todos en la casa donde tan cordialmente les habia acogido, dijo Pravia:

-¿Sabe V. D. Cleto que tiene una deuda contraida con nosotros que todavía no ha satisfecho?

-¡Una deuda! exclamó el anciano sorprendido.

-Si señor, y que no debemos salir de Guadalajara sin que esté satisfecha.

Los compañeros del gallego, del mismo modo que los dueños de la casa, se le quedaron mirando no sabiendo á que podia referirse.

—Expliquese V., - dijo D. Cleto―que no me agrada tener deudas de ninguna

especie.

-Pues bien, no debemos salir de Guadalajara sin conocer su historia, que V. nos ofreció contar cuando regresásemos de la expedicion que acabamos de hacer.

-Tiene V. razon.

- Perfectamente Pravia, has tenido mas memoria que nosotros.

-Y

que

le ha dao V. por el gusto á D. Cleto- añadió D. Robustiana con su voz de bajo profundo; se pirra él por contar historias.

- Y nosotros por escucharlas de sus labios -repuso Sacanell.

-Vaya señores, pues una vez que así lo ofrecí y que tienen deseo de conocer el pasado de esta ciudad, aprovechemos el tiempo y escuchen Vds.

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Y todos atentos é impacientes nuestros viajeros, fijaron sus miradas en el anciano. que dió principio á su narracion.

XLII.

Noticias históricas respecto á Guadalajara.

Difícil es fijar de una manera cierta, el verdadero orígen de Guadalajara. Créesela mas probablemente la antigua Arriaca, citada por Antonino Augusto sobre el camino que desde Mérida conducia á Zaragoza.

El origen de Guadalajara, como el de otras muchas poblaciones, perdido en la oscura noche de los tiempos, solo puede basarse en conjeturas mas o menos acertadas, pero que no pasan de serlo, toda vez que no hay un documento que plenamente lo justifique.

á

Desde la época árabe ya se conoce mas distintamente esta ciudad y ya la historia puede seguir paso a paso, por decirlo así, su marcha á través de los siglos que nos precedieron.

El Henares que cerca de ella corre prestóla su nombre, pues Wadilhadjara, que fue el que los infieles la dieron, significa rio de las piedras, y estuvo gobernada durante su dominacion por régulos ó walies que dependian de Toledo.

En gran manera durante este período florecieron las letras en esta poblacion, creciendo y desarrollándose entre aquella ilustrada atmósfera, varones tan eminentes como el sábio cadí Casim-ben-Hilel-el-Caisi, fallecido en 850; Muhamad-ben-Yusuf, erudito historiador y gran privado del califa Alhakem II y de Ahmed-ben-Chalaf y Ahmed-ben-Muza, los cuales se distinguieron extraordinariamente en el certamen celebrado con motivo de la jura del califa Hixem.

Al abrigo de la tolerancia que en Guadalajara existia, los mozárabes vivian en gran

número, creyéndose con algun fundamento que allí se trasladó la silla episcopal de Complutum (Alcalá), cuyo prelado Venerio, recibió la visita de san Eulogio.

El año 866 Alfonso III llevó sus armas por aquellos contornos y Fernando I en 1050, causando ambas expediciones perjuicios de gran consideracion á los infieles. Todas estas correrías hacian presagiar que no estaba léjos el momento en que la ciudad caeria en poder de los cristianos, pues merced á la descomposicion en que ya habia entrado el famoso imperio de los Abderrhaman y Alhakem, los soldados de la cruz iban extendiendo sus dominios, y efectivamente, durante el reinado de Alfonso VI vemos ya en Guadalajara ondear la bandera cristiana enarbolada por Alvar Yañez de Minaya, el primo del Cid Campeador.

La fecha positiva en que se verificó su reconquista no la podemos fijar, mas teniendo en cuenta que D. Alfonso antes de emprender el sitio de Toledo, aseguró importantes poblaciones desde Atienza hasta aquella ciudad, es presumible que Guadalajara fuese una de ellas.

Segun las historias de la ciudad, supónese que Alvar Yañez falleció en ella y que sus restos se depositaron en la iglesia de San Miguel hasta que fueron conducidos á Cerdeña; pero los anales de Toledo nos manifiestan bien claramente que el esclarecido guerrero que despues de la muerte del Campeador, fue el de mas nombre que tuvo Castilla, fue asesinado en Segovia, á donde fué durante la octava de Pascua de 1114. Alvar Yañez era tenido por partidario del rey de Aragon D. Alfonso el Batallador esposo que fue de D.a Urraca, y de aquí que los segovianos parciales de esta, se vengasen del modo indicado.

Á la puerta por donde penetró en la ciudad Alvar Yañez, puerta que estaba situada al extremo del jardin del Infantado, quedóle el nombre del esforzado guerrero, y su efigie armada sobre un caballo encubertado y con la espada en alto, sobre fondo sembrado de estrellas, indicando que de noche fue rendida, constituye el escudo de armas de la ciudad.

Los almoravides en 1111 despechados por no haber podido apoderarse de Toledo que defendia Alvar Yañez, fuéron á desahogar su furia por la comarca de Guadalajara intentando apoderarse de ella, y posteriormente los almohades trataron de hacer lo mismo, sin que ni una ni otra fueran coronadas con mejor éxito.

Bajo la proteccion de los Monarcas castellanos fue la villa, pues no se la declaró ciudad hasta el siglo XV, ensanchándose y prosperando, primeramente con la exencion de portazgo en todo el reino que á sus moradores concediera en 1133 Alfonso VII; despues por las mercedes que les otorgó Fernando III, el Santo; posteriormente por la franquicia de caballeros que á semejanza de Ciudad Real les concedió Alfonso el Sábio, por el establecimiento de las dos ferias anuales por Pentecostés y san Lucas, que hizo el mismo Rey y por la oferta hecha á sus habitantes de no separarla jamás de la corona, y finalmente por la concesion del Fuero de Sepúlveda que le hizo D. Alfonso XI.

Concediósele igualmente voto en Cortes aun cuando en ellas no tenia asiento señalado, y en esta ciudad las celebró D. Juan I en 1390 cuando trató de renunciar la

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