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-Y segun la posicion que ocupa, con tanta cuesta como deben tener las calles será muy pesado para los vecinos.

-Consecuencia de ello son las enfermedades que aquí abundan mas, que son las del pecho y las del vientre.

-Es natural.

-Con que vamos adentro, señores, que ya me parece que hemos estado bastante rato contemplándola por fuera.

-Vamos allá.

Y nuestros viajeros abandonando su contemplacion penetraron en la ciudad, franqueando las rocas que defienden su entrada.

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Cuenca, provincia de tercera clase, está situada entre los 39°, 35' y 40°, 33' latitud y 0° 24' y 2° 42' longitud oriental del meridiano de Madrid.

Su extension es de seiscientas ochenta y seis leguas cuadradas, distribuidas entre los ocho partidos judiciales de Belmonte, Cañete, Cuenca, Huete, Motilla del Palancar, Priego, San Clemente y Tarancon.

Como habia dicho muy bien D. Cleto, el clima general de la provincia es húmedo y frio en las estaciones de invierno, primavera y otoño, y en el estío húmedo tambien y caluroso.

Fácil es de comprender que semejantes condiciones atmosféricas, predisponen en gran manera para las afecciones del pecho y las del vientre, y por lo tanto sus habitantes adolecen generalmente de ellas, puesto que son las que mas dominan.

Si á referir fuéramos todos los distintos arreglos de límites que se han hecho, no so

lamente en esta provincia, sino en todas las de España por efecto de las divisiones territoriales, llevadas á cabo en varias épocas, tendríamos necesidad de ocupar un gran espacio y tampoco conduciria á nada para nuestro propósito.

En 1789 el conde de Florida Blanca llevó a cabo una organizacion de provincias, que se reformó en 1804, en el reinado de Cárlos IV, á propuesta del Consejo de Hacienda.

En 1809 se hizo otro nuevo arreglo contrario cási á los anteriores, y en 1810 José Bonaparte, en su efímero reinado, tambien hizo otra nueva division territorial á estilo de la francesa, dividiendo la península en prefecturas y subprefecturas.

Una vez los franceses fuera de nuestro territorio y regida otra vez la nacion por su legítimo Gobierno, volvieron las provincias á quedar como lo estaban á consecuencia del arreglo de 1809; pero en 1822 las Cortes hicieron otra nueva division, que al caer el Gobierno constitucional en 1823, quedó abolida, hasta que en 1833 se hizo la actual, que no ha sufrido alteracion alguna.

En todas estas divisiones los pueblos cambiaban de provincias con suma facilidad, así es, que mientras unas tenian gran número de villas y lugares otras tenian muy pocos.

Las fechas en que esos cambios se verificaron ya las hemos indicado, y hacemos gracia á nuestros lectores de los detalles de ellos, tanto por ser cási ajenos á nuestro propósito, cuanto por la pesadez que estos llevan consigo.

Sus límites actuales son por el N. la provincia de Guadalajara; por el S. las de Al-. bacete y Ciudad Real, por el E. las de Teruel y Valencia y por el O. las de Madrid y Toledo.

Indudablemente la provincia, de que nos estamos ocupando es de las mas montuosas de España, aun cuando tambien tiene algunos trozos de llano, como sucede en los partidos de San Clemente y Belmonte, donde apenas hay alguna eminencia.

Los mas accidentados, los mas ásperos son los de Cuenca, Huete, Cañete y Priego, y los otros dos de Tarancon y Motilla del Palancar, participan de monte y llano.

La montaña de Tragacete, que separa á Castilla de Aragon, es la mas elevada de la provincia y está formada por varias ramificaciones que se desprenden del famoso Moncayo, y entra por los partidos de Cañete y Priego, pasando al de Cuenca donde tiene su mayor elevacion.

La sierra de Valdemeca, la de Magallon, la de Altaneja, la de Mira, en la cual están los cerros de Mazmorra y Ranera, viéndose desde este último parte de las costas de Valencia, y la de los palancares de Cuenca son las mas altas. Además existen otras mas inferiores como son las de San Teson, Cabeza de san Pedro, la Muela y Monegrillo, elevadas tambien pero no tanto como las anteriores.

Bien puede comprenderse que con tantas y tan elevadas sierras, cubiertas de nieve cási siempre, han de formarse muchos rios y arroyos que recorran no solamente aquel territorio, sí que tambien contribuyan eficazmente á fertilizar otras provincias.

Así es efectivamente; el Tajo, aun cuando no recorre la provincia de que nos ocupamos, nace en el punto llamado Fuente García, en el término de Tragacete.

El Jucar tiene su origen en esta misma sierra, en el sitio denominado Ojuelos de Valdeminguete, y despues de recorrer varios puntos de la provincia, entra en la de Albacete para pasar despues á la de Valencia, desde la cual va á desaguar en el Mediterráneo.

Tambien nace en la misma sierra de Tragacete el Cabriel, que despues de recorrer el territorio de Cuenca va á desaguar en el Jucar por el valle de Cofrientes, en la provincia de Valencia.

El Guadiela tambien debe su origen al mismo sitio, aun cuando su caudal es mas escaso que el de los anteriores; recorre el partido de Priego y va á unirse al Tajo por la parte de Buendia.

El de Mira nace en el partido de Cañete y recorre un espacio reducido hasta que va á confundir sus aguas con las de Cabriel.

En el término de Abia, partido judicial de Cuenca, nace el Záncara que lleva este nombre hasta que se confunde con el Guadiana, en la provincia de Ciudad Real. El Huecar nace en el partido de Cuenca, y en el mismo, dentro de la capital, unc sus aguas con las del Jucar.

Además existen multitud de riachuelos y arroyos como el Tórtola, el Giguela, el Trabaque, el Saona, el Moscas, el Chillaron, y el Huete, que, recorriendo breve espacio, van á aumentar los caudales de otros, despues de prestar sus beneficios á los puntos por donde pasan.

Tambien merecen especial mencion algunas lagunas que se encuentran en distintos sitios como las de Uña, Ballesteros y Montalvo, y sobre todo la de Almarche que tiene sobre trescientos pasos de circunferencia. En sus aguas, que son salobres, no se crian peces de ninguna especie, teniendo la gran particularidad de que jamás disminuye su caudal sin que nunca haya podido encontrársele el fondo, por cuya razon los naturales de las cercanías le dieron el nombre de Pozo Airon.

Tambien existen en el territorio de la provincia varios manantiales de aguas minerales, así como distintos criaderos metalúrgicos, de los cuales nos ocuparémos á su debido tiempo, haciendo una especial mencion de las famosas minas de sal de La Minglanilla.

II.

Produccion, industria y comercio. - Carácter, usos y costumbres.

Teniendo en cuenta la situacion topográfica de la provincia, debe comprenderse que su produccion variará segun los accidentes de aquella. Así es que en la parte llana se crian con bastante abundancia los cereales, vino y aceite, azafran, alazor, y gran cantidad de hortalizas; y en el monte, leña para carboneo y combustible, maderas de construccion, hierro y multitud de plantas aromáticas y medicinales, como igualmente mucha y exquisita miel y abundantes pastos para los ganados.

Y ya que de los montes hablamos, de deplorar es que las contínuas talas y las roturaciones hechas en algunos para panificarlos, hayan despoblado de una manera tan

considerable espacios en otros tiempos cubiertos de pinos y chaparros, sin que se haya pensado en el replanteo tan necesario y tan beneficioso.

Así es que produce una impresion desagradable en el observador ver trozos de monte que fácilmente pudieran poblarse, y que la incuria y el abandono los tiene desnudos é improductivos.

Tambien abundan las canteras, tanto de piedra ordinaria cuanto de jaspes de distintos colores, jaspes que han servido para los monumentos que tendrémos ocasion de admirar, así como para algunos edificios particulares y mayor estraccion podria hacerse de ellos para otros puntos, á existir mas facilidad en los medios de comunicacion.

Pero desgraciadamente por una parte lo escabroso del terreno, y por otra el abandono en que se hallan los caminos del interior, impiden que su salida sea tan abundante como debiera.

Respecto á la industria, la pecuaria y la agrícola absorben por completo la atencion y los cuidados de los naturales.

Y fácilmente se comprende esto teniendo en cuenta la produccion que ya hemos indicado de la provincia.

Tambien los tejidos de seda y lana mantienen algunos brazos, pero no son ni los que en otros tiempos se mantenian, ni los que hoy pudieran sostenerse á existir menos incuria y abandono.

Los tan famosos paños de Cuenca han desaparecido; aquellos telares que constituian una de las riquezas de la provincia, yacen abandonados y desiertos, y únicamente se fabrican algunos tejidos ordinarios que solo tienen salida en la misma provincia.

Pues si en otro tiempo tan estimados eran aquellos productos cuando se desconocian los elementos que el estudio y el talento han producido ¿cuánto no podrian haberse mejorado las condiciones de semejante industria utilizando los descubrimientos modernos ?

Pero esto se ha desechado; no podian competir en calidad ni en precio con los de otros puntos donde esos elementos bonificaban el producto, y la industria ha ido decayendo y con ella una parte de la prosperidad y riqueza del país.

Hay varias fábricas, tanto de papel como de espíritus, de fundicion de metales, molinos harineros y de aceite, y nada mas.

A esto ha quedado reducida la industria de la provincia, y como consecuencia lógica el comercio tambien es muy reducido.

Se exporta para otras provincias el sobrante de los productos, y para el extranjero, el azafran, el alazor y la lana mas fina, importándose el arroz, salazones, naranjas y algunos otros artículos tanto comestibles como de vestir.

El carácter de los habitantes ha sufrido tambien por efecto de las vicisitudes porque ha atravesado todo el país, modificaciones extraordinarias.

Sencillo, apacible, laborioso en la época en que las disensiones civiles aun no habian penetrado en el hogar doméstico, dividiendo las familias y tornando en enemigos encarnizados á los mejores amigos, ha degenerado en gran manera.

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Pero sin embargo, á pesar de las cuestiones, á pesar de las desastrosas guerras, mas son amigos de la paz y de la quietud que de la intranquilidad y el desasosiego. Sobrios y laboriosos no apetecen mas que lo necesario para el sustento, ganándolo á costa de infinitos afanes y de un trabajo extraordinario.

Sus diversiones no participan del carácter bullicioso característico en las de otras provincias y rara vez ha desoido la voz de las autoridades.

Amantes de la familia, sus costumbres no están tan relajadas como desgraciadamente se advierte en otras partes, y su estadística criminal, barómetro seguro del estado social de una localidad, no presenta cifras tan desgarradoras como en otras provincias.

III.

Aspecto interior de la poblacion.

Conocida ya la posicion de Cuenca, no necesitamos esforzarnos mucho para demostrar todo lo irregular del aspecto interior de la ciudad.

Por el lado de poniente y al pié de un elevado cerro se desliza lamiendo los graníticos cimientos de la ciudad, el caudaloso Jucar, mientras que por el opuesto de levante, corre el tranquilo Huecar que, torciendo por entre la ciudad y el arrabal, van á confundir sus aguas con las de aquel.

Los tres cerros que dominan á Cuenca, prestaron sus nombres á otras tantas ermitas de las que apenas quedan vestigios. Eran estas las de san Cristóbal, que así se apellida el cerro que sirve de respaldo á la poblacion; Nuestra Señora del Socorro el de su izquierda, y la Ascension el de la derecha.

Si el aspecto exterior ofrece á la vista del asombrado viajero una especie de pirámide formada por los edificios con la base mas ancha que el estremo superior, el interior presenta un intrincado laberinto de calles estrechas, tortuosas y pendientes, cuyos edificios por efecto de las desigualdades del terreno parecen que están subidos unos encima de otros.

Los templos y las casas, que generalmente son grandes y sólidas, parecen estar suspendidas sobre las rocas, sosteniéndose en algunos puntos, merced á estribos de una robustez extraordinaria, formando un conjunto tan caprichoso los puentes, los árboles, las rocas y los edificios, que lleva al viajero de sorpresa en sorpresa en su ascendente excursion por la ciudad.

Mirada esta desde lo alto de los cerros que la rodean, infunden pavor los dos enormes precipicios formados por las cuencas de ambos rios.

Cercada de murallas en lo antiguo, partiendo del cerro por donde corre Huecar, iba á terminar en el de Jucar donde se estrechan mas los precipicios, defendiéndola, bien con el muro, bien con la roca viva.

Cuéntase que, á mas de las defensas naturales con que la ciudad contaba, en situaciones estremas, inundaban lo que hoy son arrabales con las aguas del Huecar, haciéndola completamente inaccesible por esta parte.

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