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comenzó á participar desde sus primeros momentos del doble carácter de militar y religiosa.

Las casas de la órden participaban á la vez de castillo y de convento, así como sus individuos eran de igual modo soldados y sacerdotes, aunándose en su institucion la vida contemplativa con la bulliciosa y llena de actividad de los campos de batalla.

Levantábanse los frailes á maitines y tenian el coro y el silencio, absteniéndose en ciertos dias del año del uso del matrimonio. La obediencia, el desapropio de los bienes terrenales y la castidad conyugal constituian la base esencial de la regla.

Fuera de esto no tenian otras mortificaciones, diciendo á propósito de ello la misma regla, que «mucho mas es y mas dificil cosa poner su cuerpo á grandes y muchos pe«ligros por sus prójimos, que estando en la casa del sosiego y del reposo atormentarlo «y enflaquecerlo con muchas aflicciones y abstinencias. >>

A los hijos de los caballeros se les daba cristiana educacion en los conventos, é igualmente en las de religiosas encontraban asilo las esposas, bien durante la ausencia de sus maridos, bien despues de muertos estos, sin que pudieran contraer nuevas nupcias, sin consentimiento de la órden.

Los frailes que por sus condiciones especiales no eran aptos para la guerra ó eran medrosos, quedabanse en las casas de la órden atendiendo á los negocios de ellas.

La autoridad del gran maestre estaba comprimida por la de los trece, quienes tenian la facultad de elegirle, la obligacion de aconsejarle y el deber de corregirle y aun de deponerle si lo creian conveniente á los intereses de la órden.

Cuando vacaba la dignidad del maestre, el prior jefe de los clérigos absorbia la direccion, y él era quien reunia à los trece para decidir la persona á quien se habia de conferir aquella dignidad.

Celebrabanse asambleas ó capítulos anuales á los que asistian tambien los comendadores, teniendo el maestre la facultad de designar el sitio en que aquellas debian verificarse.

Desde principios del siglo XIII la residencia del maestre fijóse en Uclés, en cuyo

asenfrenados para cometer todo vicio. Y así como eran diestros sumamente en los actos de la cavalleria terrenal, «asi estavan totalmente enlazados en todas las enormidades de malicia y p.cados. Gracias a Dios que hombres atan pecadores los trasladó y pasó al reino maravilloso de la claridad de su hijo y de hijos de maldad se hicieron «siervos de justicia, procurando ya no sus provechos, mas de sus hermanos, amando a Dios sobre todas las cosas y al prójimo, poniendo sus cuerpos á continuo martirio por Jesucristo y viviendo en obediencia debajo de ageno «<señorio, se esforzaron a complacer primeramente a Dios, y despues a los hombres por Dios... Haciendo de sí amuro de fidelidad... pusieron la cruz en su pecho en manera de i spada con la señal é invocacion del bienaventurado apóstol Santiago, y orden ron que desde en adelante no peleasen contra los cristianos ni hiciesen mal ni daňo á sus cosas, y renunciaron y desampararon todas las honras y pompas mundanales, y dejaron las vestiduras preaciosas y la longura de los cabellos y todas las otras cosas en que hay mucha vanidad y nada de utilidad .. Y á todo lo sobredicho divinamente compungidos los hizo obligar el celo de la casa de Dios y la propia devocion y la canincada predicación de los arzobispos y obispos D. Celebrun, arz. de Toledo, D. Pedro, arz. de Santralo, y D. Joan, arz. de Braga, y D. Joan, ob. de Leon, y D. Fernando, ob. de Astorga, y b. Estevan, ob. de Zamora, ay todos los otros obispos sujetos a dichos obispos se alegaron del comienzo y conversion de la dicha cava leria....' « Despues de esto D. Jacinto, diacono cardenal legado de la Sede apostólica, como entrase en los remos de España <a poner paz entre los reyes y llegase a Soria, recibió al maestre de la dicha cavalleria con algunos de sus freiles ay á in tancia el, ilust. reyes D. Fernando de Leon, D. Alonso de Castilla y D. Alonso de Aragon y de sus baarones y ricos hombres, y por los ruegos y testimonio de Pedro, arzobispo de Sant ago, entonces obispo de Salamanca... recibió al maestre y sus hermanos so proteccion de la sacrosanta romana Iglesia, y por la autoridad apostólica de que usava confirmó la dicha órden. Despues a cabo de poco tiempo el dicao maestro y freiles pare"cieron en presencia de nuestro señor el papa y fueron dél recibidos por propios y especiales hijos etc.

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convento recibia la investidura de su cargo guardándose en él el pendon general de la Órden que estaba bendecido por el Papa, y al cual llamaban romano, siendo su alférez el comendador de Oreja.

Los servicios prestados por los caballeros de Santiago ó de Uclés, como en muchos documentos se les llama, la gran preponderancia que alcanzaba y el afecto con que el castellano monarca correspondia á los que tan señalados servicios le hicieran en las guerras que sostenian, escitaron los celos del de Leon, el cual comenzó á hostilizarles apoderándose de los bienes de la Órden, llegando á tal extremo que se vieron dos maestres, uno en san Marcos de Leon, y otro en Uclés.

Sin embargo, los de Castilla vencieron á los de Leon, y dia por dia fueron adelantando y estendiendo sus dominios, aun cuando á costa de grandes sacrificios.

En la derrota de Alarcos perdió la vida el tercer maestre Sancho Fernandez; la victoria de las Navas de Tolosa, costó la existencia al noveno D. Pedro Arias; D. Pedro Gonzalez, que era el décimo, murió en la toma de Alcaraz; D. Gonzalo Ruiz Giron perdió la vida con los mas escogidos caballeros cerca de Alcalá de Benzaide, y las guerras que el rey D. Juan I sostuvo contra Portugal, arrebataron sucesivamente tres maestres á la Órden, con gran número de caballeros (1).

En la conquista de Murcia y en la toma de Jaen y Sevilla por Fernando III, obtuvo alta prez y fama D. Pelayo Perez Correa, quien ya habia peleado en defensa del imperio latino de Constantinopla, donde su ardiente fe y su valor realizaron grandes prodigios.

Lealmente sirvió á Alfonso XI D. Vasco Rodriguez de Cornado, lealtad que produjo perjuicios de consideracion á la Órden por las incursiones que en sus tierras hizo D. Juan Manuel.

(1) Hé aqui por órden cronológico los nobles caballeros que ejercieron aquel cargo hasta la incorporacion de esta dignidad á la corona:

«D. Pedro Fernandez de Fuente-encalada, murió en 1184 y fue sepu'tado en San Marcos de Leon.-D. Fernan «Diaz, elegido en Castilla, renunció en 1186.-D. Sancho Fernandez, elegido en Leon, murió en 1193.-D. Gonzalo Rodriguez, en 1203.-D. Gonzalo Ordoñez, en 1204.-D. Suero Rodriguez, renunció en 1203.-D. Sancho «Rodriguez, murió en 1206.-D. Fernan Gonzalez Marañon, que luchó en favor del rey de Castilla contra el naavarro, y por el de Aragon contra los moros, obteniendo de este à Montalban, falleció en 1210.-D. Pedro Arias, gen 1212.-D. Pedro Gonzalez de Aragon, en 1213.-D. Garci Gonzalez de Candamio, en cuyo tiempo hubo un «cisma en Leon, falleció en 1224.-D. Fernan Perez Choci, bajo cuyo imperio estallaron algunas diferencias entre «los caballeros de la órden y los clérigos, en 1223.-D. Pedro Alonso, hijo bastardo de Alfonso IX de Leon.-Don « Pedro Gonzalez Mengo, partidario de las hermanas de Fernando III, à quien acompañó despues a la toma de Ubeda y Córdoba, en 1236.-D. Rodrigo Iñiguez, en 1242.-D. Pelayo Perez Correa, del cual se cuenta que en aun combate contra los moros al pié de Sierra Morena, exclamó: Santa Maria delen tu día, y á semejanza de aJosué hizo parar el sol; á esto debió su fundacion la iglesia de Nuestra Señora de Tudia: murió en 1275.-Don «Gonzalo Ruiz Gijon, en 1280.-D. Pedro Muñiz, en 1284.-D. Gonzalo Martel, tres meses despues.-D. Pedro «Gonzalez Matas, en 1294.-D. Juan Osorez, en 1306.-D. Diego Muñiz, en 1318.-D. Garci Fernandez, renunció «en 1324.-D. Vasco Rodriguez de Cornado, en 1336.-D. Vasco Lopez, depuesto en el propio año.-D. Alonso «Mendez de Guzman, muerto en el cerco de Gibraltar, en 1342.-D. Fadrique, hijo de Alfonso XI y D. Leonor de «Guzman, que tuvo por competidor en tiempo de D. Pedro el Cruel á un bermano de la Padilla que, no obstante ael apoyo de este, fue vencido y muerto en 1355: murió en 1358.-D. Garci Alvarez de Toledo, renunció en 1368, -D. Gonzalo Mejía, su com petidor, murió en 1371.-D. Fernando Oso ez, en 1383.-D Pedro Fernandez Cabeza ade Vaca, en 1384.-D. Pedro Muñiz de Godoy, en 1383.-D. Garci Fernandez de Villagarcía, en 1387.-D. Lo«renzo Suarez de Figueroa, en 1409.-El infante de Aragon D. Enrique desde los nueve años hasta su muerte, en «1443.-D. Álvaro de Luna hasta su ejecucion, en 1453.-Tuvieron luego la administracion del maestrazgo Juan II cy Enrique IV, dándoselo este á D. Beltran de la Cueva en 1473, y renunciándolo á su vez el favorito en el infante «D. Alfonso.-Nombrado este rey por los rebeldes en 1467, se eligió maestre á D. Juan Pacheco, a cuya muerte en «1474 quiso su hijo Diego ser nombrado sucesor sin poder conseguirlo.-D. Rodrigo Manrique y D. Alonso de Cár«denas se disputaron despues este cargo, venciendo por fin el último que fue el último maestre de Santiago..

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T. 1.

El infante D. Fadrique, menor, ilegítimo y casado, obtuvo el maestrazgo mediante la dispensa pontificia, y harto sabido es su trágico fin, muerto á golpes de maza en el alcázar de Sevilla, á vista y por órden de su hermano D. Pedro I de Castilla.

La guerra entre este y D. Enrique creó dos nuevos maestres, cada uno de su bando, siéndolo entre los partidarios de D. Pedro Garci Alvarez de Toledo, y D. Gonzalo Megia entre los de su bastardo hermano.

Triunfante este, quedó en posesion del maestrazgo, tanto por esta razon como por fallecimiento de D. Garci Alvarez, Megía, quien continuó sirviendo bien y lealmente á su señor.

Graves quebrantos sufrió la Órden con las guerras de Portugal, en las cuales, segun hemos indicado, perecieron tres maestres y gran número de caballeros, pero felizmente pudo reponerse de todo durante el largo maestrazgo de D. Lorenzo Suarez de Figueroa, tan entendido en la paz como valiente y esclarecido en la guerra.

Desde entonces ya puede decirse que el maestrazgo empezó á decaer.

Los reinados que siguieron al de D. Juan I, preñados de envidias, rivalidades y turbulencias, dando ancho campo á las ambiciones, hicieron que la dignidad de maestre fuese solamente un medio para satisfacer á un noble poderoso, y las riquezas y los elementos de la Órden volvíanse muchas veces contra el mismo monarca.

El infante D. Enrique de Aragon, origen de tantas contiendas en Castilla, la obtuvo, y de él pasó en administracion primero, y en propiedad mas tarde, á D. Álvaro de Luna.

Sabido es el desastroso fin de este poderoso valido, quien dejó nueva vacante en el maestrazgo al perder la vida en el cadalso.

Pero su memoria fue respetada, y en prueba de ello que cuando en 1480 se dió en la catedral de Toledo la investidura de aquella dignidad en presencia de los católicos Reyes á D. Alonso de Cárdenas, pasáronse los pendones por la capilla de D. Álvaro, yendo el maestre, los treces y comendadores de la Órden, procesionalmente á cantarle

un responso.

El famoso favorito de Enrique IV, D. Beltran de la Cueva, desempeñó aquel cargo, aun cuando muy pasageramente. De igual modo obtúvole tambien el infante don Alfonso, mas cuando los nobles rebeldes le confirieron la corona de Ávila, el ambicioso marqués de Villena D. Juan Pacheco, apropiósela, hasta que á su muerte disputáronsela á su hijo D. Diego, D. Alfonso de Cárdenas, aclamado por los leoneses, y D. Rodrigo Manrique por los de Castilla.

Estos dos eran partidarios de Isabel y Fernando, y D. Diego Pacheco, erigido en defensor de la Beltraneja, suponia haberle tocado en herencia el maestrazgo que su padre se apropiara.

D. Rodrigo Manrique se apoderó por fuerza de armas de Uclés, pero falleció al poco tiempo, quedando en aquel elevado puesto D. Alonso de Cárdenas, hasta que á su fallecimiento, al objeto de enfrenar ambiciones y poner coto á los disturbios que ocasionaban las vacantes de estos maestrazgos, los Reyes católicos los unieron para siempre à la corona.

Absoluta fue la jurisdiccion ejercida por la Órden hasta la época en que perdió su independencia sobre todas las villas y lugares de su señorío.

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· Hábiles y discretos muchos de sus maestres; las resoluciones adoptadas en los capítulos que, como en otro lugar hemos dicho, celebraban anualmente, están muchas veces por encima de las leyes y aun de las costumbres de la época, demostrando un espíritu mas civilizador y mas en armonía con el adelanto social (1).

Los tiempos brillantes de la Órden de Santiago, lo mismo que de las demás de que á su tiempo nos ocuparémos, desaparecieron con el cambio tan trascendental que la nacion sufrió en su política, en sus costumbres y en su forma de gobierno desde que Fernando é Isabel comenzaron á regir los destinos de España.

La unidad de la nacion, el establecimiento de la cruz sobre el postrer baluarte del Islam y la centralizacion del poder, dando al elemento popular mayores franquicias á la par que enfrenaba á la nobleza, quitaron poder y esplendor á aquellas poderosas hermandades que con numerosas fuerzas, con inmensos dominios, armadas siempre y aprestadas para las luchas con el infiel, eran al mismo tiempo un poder que estaba fuerte al trono y que en mas de una ocasion le obligaban á transigir con sus exigencias..

De la antigua corte militar y religiosa de Uclés, de aquel poderoso maestrazgo y priorato solo resta la autoridad cuasi-episcopal que conserva su obispo-prior, el cual tiene un provisor, con las apelaciones al tribunal especial de las Órdenes.

La diócesis vere nullius de Uclés, abraza parte de las provincias de Cuenca, Toledo y Ciudad-Real, hallándose comprendidas en este espacio veinte y una parroquias y dos ayudas.

Nuestros viajeros estuvieron escuchando con profunda atencion el relato que don Cleto les hizo respecto al establecimiento y progresivo desarrollo de la Órden, dejando para el inmediato dia el conocimiento de la parte histórica de la villa.

XXXVI.

La batalla de los siete condes.

Por mas que se haya querido dar á Uclés un orígen romano ó tal vez anterior, no existe documento ni base alguna en que apoyarlo.

Conócesele verdaderamente desde la época de los árabes, cuyas crónicas le dan el nombre de Uclés; es posible que este nombre fuese una corrupcion de otro primitivo,

(1) En el libro de visitas de 1480, consta que en el capitulo celebrado en Llerena en aquella misma fecha, tomóse una resolucion respecto á los conversos completamente contraria al espiritu de aislamiento y de esclusion en que las leyes y las ideas de la generalidad tenian á aquella raza.

Dice asi :

«Ninguna ni algunas personas que sean nuevamente á nuestra ley convertidas, quier de moros, quier de judíos, «ni persona alguna de su linage de los convertidos de cien años á esta parte, non casen fijo ni fija ni ellos mismos «se casen con personas de su mismo linage... fasta que pasen de la cuarta generacion; mas que se casen é ayunten «en matrimonio con xpianos lindos viejos, é cada uno segun su estado é manera que toviere é mejor pudiere, por«que así entren mezclados con caridad á verdadero amor entre todos, se comuniquen é alcan en el fruto de la di⚫cha nuestra santa fe católica; porque así como por el agua del bautismo del pecado original fueron alimpiados, «por la fe é conservacion de aquella todos sean salvos de la nota de infamia de lo que en los tales errado vino, é los «otros de su linage que son inocentes de aquella culpa sean alimpiados; so pena que cualquier que en la dicha «nuestra órden lo contrario ficiere é esta ley é estatuto non guardare, que muera por ello é pierda todos sus bienes é sean aplicados para la dicha nuestra órden.»>

mas no sabemos ni cual pudo ser este, ni en qué época tuvo origen su fundacion. Entre las poblaciones que el rey de Sevilla Ebn Abed dió en dote á su hija Zaida al entregársela á Alfonso VI, cedióle la de que nos ocupamos.

En 1085 quedó definitivamente en poder de este monarca como una consecuencia de la conquista de Toledo, y el rey de Castilla, como á todas las poblaciones que por su importancia lo merecian, engrandecióla, fomentando su poblacion y aumentando su defensa.

¡Cuán ajeno estaba de que en los postreros dias de su reinado habia de adquirir aquella plaza, tristísima celebridad con la derrota que sus armas sufrieron y con la pérdida que su corazon de padre experimentó!

¿Ni cómo tampoco habia de figurarse que cuando, á pesar de la terrible invasion de los almoravides, llamados en 1086 por los moros andaluces puestos en gran aprieto por él, á pesar de su derrota de Zalahaca, ocurrida en 23 de octubre del propio año, habia logrado rehacerse hasta el punto de vencer á su vez á aquellos en Aledo, y llevar sus armas victoriosas por Estremadura y Portugal, arrebatando á la media luna las plazas de Santaren, Lisboa y Cintra, un nuevo desastre tanto mas doloroso cuanto mas inesperado amargaria los últimos instantes del monarca, del padre y del cristiano?

Todo hacia presagiar lo contrario. Yussuf ben Tachfin, el terrible caudillo de los almoravides, el que en odio á los cristianos habia por cuatro veces pasado el Estrecho, siendo siempre sus expediciones fatales á estos; Yussuf, decimos, centenario, débil y achacoso, falleció en Ceuta el año 1107, perdiendo con él el mahometismo su defensor mas valiente, y los cristianos su mas encarnizado enemigo.

Pero nombrado sucesor su hijo Alí Abul Hassan, envió este á su hermano Temim de gobernador de Valencia, el cual ansioso de gloria y tan atrevido como su padre, decidió acometer alguna notable empresa, y tomó como objeto de ella á Uclés y su castillo, que sitió al frente de numerosas huestes.

Poco tiempo pudo resistirle la poblacion, mas no así el fuerte cuya guarnicion numerosa y valiente, propúsose hacer desesperados esfuerzos para dar tiempo á que Alfonso la socorriera, como no podia menos de suceder.

Y así fue en efecto. Sabedor el Monarca de la osadía de Temim, se preparó á castigarla, y reunió para ello cuantas fuerzas estuvieron á su alcance. Bien hubiera querido mandarlas en persona, pero impidióselo el mal estado de su salud, y aunque con pesar hubo de verlas partir al combate, confiada su direccion á los principales condes, al cuidado de uno de los cuales, el de Cabra, entregó su querido hijo Sancho, de solo once años de edad.

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Confiados marchaban los soldados en el triunfo: ansiosos de gloria los capitanes deseoso el jóven príncipe de presenciar un espectáculo tal vez para él jamás conocido; y si bien quedó Alfonso con la ansiedad y tristeza propias del hombre que se separa de un ser querido, y del guerrero que no puede participar de los peligros de sus antiguos compañeros, muy lejos estaban unos y otros de sospechar lo que habia de

acontecer.

Al llegar junto al castillo de Uclés tuvieron de ello ya el primer indicio: el estan

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