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penates, al parador de que tan bien les hablara D. Cleto, cuyas alabanzas eran merecidas.

El dueño del parador, persona de trato bastante agradable, sabedor del móvil que guiaba á nuestros amigos, se apresuró á contribuir á él con sus conocimientos y al efecto les manifestó que la industria de la villa consistia además de la agrícola en varios telares para lienzos y paños ordinarios, once molinos de aceite y otros tantos hornos, una tahona, un molino de viento y algunas otras tiendas y fábricas de los objetos de uso comun, como zapaterías, sastrerías, etc.

La historia de Tarancon, segun los datos que D. Cleto y el dueño del parador suministraron, está reducida á muy pocas palabras.

Desde la época de Wamba, en que se la cita como limite de la antigua sede valeriense, no vuelve á hablarse de ella hasta el reinado de D. Pedro el Cruel, por haber sido muerto en sus alrededores el maestre de Santiago, hermano de la Padilla, en un encuentro con D. Gonzalo Megía y Gomez Carrillo (año 1355).

Despues de este hecho tornó Tarancon á caer en la oscuridad hasta la guerra de la Independencia.

El 8 de diciembre de 1808 estalló en el cuerpo de tropas que en dicho punto se hallaba de paso, al mando de D. Andrés de Mendoza, una sublevacion, á cuyo frente se puso D. José Santiago, teniente coronel de artillería, pero fue reprimida, merced á la prudencia y acertadas medidas de Mendoza y del conde de Miranda que acudió en ayuda de este, siendo fusilado el promovedor de ella y continuando las tropas su marcha hácia Cuenca.

Un año mas tarde, en 24 de diciembre de 1809, los franceses posesionados de la villa, fueron atacados y desalojados de ella por D. Francisco Javier Venegas.

Omitimos los detalles de esta accion, último hecho notable que ha acontecido en Tarancon, porque los hemos dado ya al tratar de Uclés.

Dos dias mas tardaron nuestros viajeros en visitar las cuatro ermitas de Nuestra Señora de Riánsares, de San Roque, San Isidro y San Juan, llamándoles especialmente la atencion la primera, situada á media legua de la poblacion, en la que se conservan las reliquias de S. Blas y Santa Agueda y á la cual van frecuentemente en romería los vecinos de la villa, pues es su patrona. Los dias 3 y 5 de febrero como de los dos santos arriba citados, sus reliquias están expuestas para ser adoradas y la concurrencia á la ermita, es considerablemente mayor.

Tambien se hicieron cargo de los dos cementerios que Tarancon posee, uno de los cuales se halla inutilizado desde el año 1834, y tres dias despues de su llegada, emprendieron de nuevo su viaje en direccion á Huete, último de los partidos judiciales de Cuenca.

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Departiendo iban sobre lo que ya habian visto, comentando bien el abandono en que en general yacia aquella provincia donde tan poderosos elementos de prosperidad existen, cuando ofreciéndose á su vista la próxima poblacion exclamó Azara:

Bonita situacion ocupa.

-Muy agradable, sí, señor,-repuso D. Cleto,-inclinándose poco a poco desde el pié del castillo que en su tiempo la protejió, sobre la misma pendiente de la colina, la vega que á sus plantas se dilata y el frondoso paseo que forma la entrada, hácenla tan encantadora como pintoresca.

- ¿Qué clase de árboles son esos que se ven agrupados hácia aquel sitio?

- Chopos, y ellos constituyen el paseo que les indicaba.

-Parece que tambien hay un riachuelo que fertiliza sus campos.

- Ese es el arroyo Cauda, pero tambien tiene el que llaman rio Mayor ó Huete, que

cruza su término dirigiéndose hacia el N. para desembocar en el Guadiela.

-Supongo que tambien será villa esta poblacion.

-Algo mas, amigos mios; es ciudad y con arcedianato de su nombre.
-¡Ciudad!

-Y murada antiguamente, pero hoy cási toda se ha salido fuera del recinto de murallas buscando mejor lugar para asentarse.

- Me choca que sea ciudad porque me parece pequeña y creo que no tenga gran importancia.

- En sus buenos tiempos llegó á contener hasta cuatro mil vecinos ó sean unas veinte mil almas.

-Y hoy ¿qué poblacion conserva?
-Escasamente llegará á tres mil.
-¡Qué decadencia mas espantosa!
-Pues á pesar de eso,

ahi la tienen Vds. que sin descender de su rango atraviesa una existencia oscura y hasta mezquina segun podrán juzgar.

Efectivamente, Huete, compuesta de unas quinientas casas, buenas algunas, pero la mayor parte pobres y de mal aspecto, tiene calles espaciosas y cómodas, dos plazas bastante recomendables y cuatro parroquias, número al cual han quedado reducidas las diez que pudo contar en mejores dias.

Tiene aguas suficientes para el consumo del vecindario.

En otra época hubo un convento y colegio de jesuitas el cual fue dotado convenientemente por la ciudad á condicion de que tuviera distintas cátedras de latinidad, filosofía, teología, lenguas orientales y primeras letras, subsistiendo en la actualidad solamente esta última.

La asistencia que tiene tanto esta como alguna otra particular que hay, incluyendo la de niñas, es próximamente de ciento cincuenta á doscientos alumnos.

Siete pequeñas vegas y algunos cerros, regadas aquellas por los rios y arroyos que cruzan el término y cultivadas las cimas de estos, que son bastante llanas, constituyen el terreno de aquella comarca, cuya produccion consiste en cereales, cáñamos, vino, pues hay algunos buenos plantíos de viña y aceite.

Dos montes de roble que tiene la ciudad, proporcionan bastante caza y el rio Huete alguna pesca.

Aun cuando la industria principal es la agrícola, hay tambien varios telares, guar

nicioneros, sastres, zapateros y demás industriales para atender à las necesidades de

la poblacion.

Igualmente hay tiendas de sedería, de géneros coloniales, de abacería y molinos de chocolate, donde se elabora este artículo con bastante perfeccion.

Celebranse dos ferias anuales, una en setiembre y en noviembre la otra, las cuales están bastante concurridas, verificándose muy regulares transacciones.

Hay un buen teatro que tiene cabida para nuevecientas personas, en el cual suelen actuar aun cuando por cortas temporadas, alguns compañías dramáticas, si no de primer órden, suficientes para distraer á los vecinos de la ciudad.

Tambien hay casino y cafés y en resúmen no carece de esos clementos de distraccion y recreo de que hoy suelen participar aun las mas insignificantes poblaciones. El clima, en lo general, es bastante benigno y unido á esto lo ventilado de la pcsicion que ocupa Huete, contribuyen en gran manera á que no sea propenso á enfermedades.

XL.

Un paseo por la ciudad. - Noticias históricas.

El paseo que digimos existe á la entrada de la poblacion, es bastante agradable; fórmanle varias calles de chopos, con asientos de piedra y una bonita glo:ieta.

Una ermita dedicada á San Sebastian es el término del indicado sitio, disfrutándose desde él la encantadora perspectiva de la vega limitada por lejanos montecillos.

El arroyo Cauda que la fertiliza pone en movimiento durante su curso algunos molinos harineros.

Dos barrios constituian en lo antiguo la ciudad, denominándose de Atienza el superior, tal vez porque fue ganado y poblado por gentes de aquel punto, y de San Gil el inferior, nombre que tal vez le deberia á alguna de sus parroquias.

La Casa consistorial es un edificio bastante espacioso y cuya arquitectura, sin ser un modelo en su género, es muy recomendable.

Ocho puertas daban en lo antiguo entrada á la ciudad; hoy que esta ha rebosado fuera de las murallas que la rodeaban, aquellas ó transformadas en arcos ó convertidas en ruinosos boquerones, facilitan el ingreso de unas á otras calles ó á las mismas plazas.

En este caso se encuentra una que conduce á la llamada plaza del Reloj, en medio de la cual se eleva una torre de sillería donde está el reloj, la cuál termina con una cú pula que nada de notable encierra.

La construccion de esta torre se remonta al reinado de Felipe II.

En la misma plaza en uno de sus costados hállase la cárcel, edificio construido durante la dominacion del último rey de la casa de Austria, y en el opuesto está el Ayuntamiento, de cuya casa nos hemos ocupado ya.

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T. 1.

De las cuatro parroquias que en la actualidad existen, una solamente permanece en su propio edificio, las demás han tenido que establecerse en las iglesias de los con

ventos.

Al de religiosas justinianas de Jesús y María, trasladóse la parroquia de Santa Maria de Castejon y notable por mas de un concepto es el edificio de que nos ocupamos, erigido en el siglo XVI por el arcediano de Alarcon D. Marcos Parada.

Compuesto el primer cuerpo de la portada de esta iglesia de cuatro columnas de órden jónico, tiene en los intercolumnios las estátuas de San Pedro y San Pablo primorosamente trabajadas y sobre su cornisa plateresca, un bajo relieve representando el nacimiento del Hijo de Dios, y las figuras de las virtudes, de las cuales, la Caridad está sobre el fronton.

El interior es espacioso, admirándose algunos detalles góticos, pinturas de bastante mérito y retablos con delicadeza y gusto trabajados.

En el convento de la Merced existe la antigua parroquia de San Esteban y si bien la parte propiamente dicha del convento, es un edificio grandioso cuyas fachadas es⚫tán llenas de balcones y en cuyo interior abundaban las espaciosas salas, anchas escaleras y desahogadas galerias, la iglesia barrocamente adornada, con gran crucero y elevada cúpula, no tiene nada que artísticamente llame la atencion.

Á la iglesia de los Jesuitas trasladose la parroquia de San Nicolás el real de Medina, mientras la de San Pedro subsiste como ya digimos en su primitivo edificio.

Y no eran estos los solos conventos que un tiempo encerrara Huete. Pruébanlo las ruinas que en sus afueras se hallan pertenecientes al de San Francisco, fundado en 1214; pruébanlo tambien, el de Santo Domingo, que disimula sus cuatro siglos y medio de existencia merced á haber sido renovado de tal manera que solo resta de lo que era antiguamente, una efigie cubierta con una armadura completa y calada la visera, que segun se supone con fundamento, debe ser imagen de Andrés Gonzalez de Monteroso, á quien los católicos Reyes armaron caballero; y el de Clarisas que remonta igualmente su fundacion á 1503.

Otras ruinas próximas al cementerio atestiguan que en aquel sitio hubo aun otro templo, quizá parroquia, dó al Señor se elevaban preces, y cuya arquitectura, de órden bizantino, debió ser, á juzgar por los trozos que restan, de bastante buen gusto.

En el mismo estado ruinoso, á corta diferencia, se halla el castillo, situado en la cima del cerro, cuyos derruidos torreones afectan mil formas diversas y caprichosas. Los vestigios que en torno de ellos se hallan, prueban que allí existió la primitiva ciudad, con carácter de fortaleza á no dudarlo.

XLI.

Recuerdos históricos de Huete.

Piérdese el origen de Huete en la noche de los tiempos.

Remóntase á los celtiberos, primitivos pobladores de España, y ya la menciona Ptolomeo con el nombre de Istonium, que sufriendo distintas transformaciones (Visto

nium é Histonium en tiempo de los romanos: Vette, Vedde y Huedde en el de los árabes) vino á convertirse en el, con que hoy se le conoce.

Esto no obstante, su importancia empieza solo desde el siglo VIII de J. C.; en 797 sus habitantes se declararon por Abdallah, uno de los dos rebeldes tios de Alhakem I, que al cabo de dos años logró someterla y desde entonces puede decirse que tomó parte en cuantas revueltas intestinas devoraron la España musulmana y no siempre en favor del legítimo soberano.

Levántase, Muza contra Mohammed en 854, y en 886 Caleb bem Hafsum contra Almondhir y ambos rebeldes encuentran favorable acogida en los de Huete que no vacilan en alzar por ellos bandera, perdiendo Almondhir la vida bajo los muros de la ciudad al marchar con un ejército á reducirla.

Cuando Alfonso VI se desposó con Zayda, entregósele Aben Abed como parte del dote de esta; y si bien no tardó mucho el veleidoso emir de Sevilla en arrebatársela, tornó de nuevo al poco tiempo á poder del castellano.

Tambien figura Huete en las guerras entre Laras y Castros; durante la minoría de Alfonso VIII, pues perteneciendo á los segundos, al ocurrir la lucha entre ambos competidores en los cercanos campos de Garci-Naharro, uno de los primeros, hecho prisionero en aquella jornada, fue conducido para su custodia al mas arriba nombrado castillo huetense, que á la sazon no se hallaba, por cierto, en estado ruinoso.

Creemos no disgustar á nuestros lectores dándoles algun detalle acerca de este

suceso.

Avistadas las huestes al mando una, en la cual iba el monarca de solos ocho años, de D. Manrique de Lara y su hermano D. Nuño, y acaudillada la otra por D. Fernando de Castro, trabóse la lid y como el primero viese en medio del combate al que creyó ser su personal enemigo, se dirigió contra él con ánimo de acabarle, pero cuando ya le habia derribado advirtió con gran sorpresa suya que el vencido era solo un escudero del de Castro y aprovechándose de ello este, cayó sobre él sin darle tiempo mas que para exclamar al sentirse herido de muerte: Artero, artero, mas no buen caballero.

Viendo á D. Manrique herido, desbandóse su gente, quedando, por lo tanto la victoria de parte de su competidor que hizo multitud de prisioneros, entre ellos el mismo D. Nuño ya citado.

Deseoso este de salir del poder de su afortunado y astuto vencedor, decidió emplear tambien contra él la astucia y la fortuna le fue igualmente propicia. Prometió bajo palabra de honor que si le ponia en libertad, en cuanto diera á su hermano la conveniente sepultura, tornaria á ponerse á su disposicion; accedió su contrario á la demanda, y una vez libre Nuño, evitó el compromiso contraido, colocando el cadáver de D. Manrique metido en un ataud sobre una torre del castillo de Tariego, pero difiriendo su entierro indefinidamente.

Unos ocho años despues de esta lucha, en 1172, Taxfin el emir de los almohades, puso sitio á Huete al frente de un numeroso ejército; pero cuando ya los sitiados, tras de haber rechazado valientemente los ataques de los infieles, se iban á ver obligados á sucumbir ante un enemigo terrible, la sed, sobrevinieron unas providenciales y copio

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